Jornada Mundial de la Juventud, Madrid 2011

¡La XXVI JMJ 2011 está llamada a ser un capítulo decisivo en el programa de la nueva evangelización!

JMJ.jpgDebemos preparar la celebración del acontecimiento de mayor envergadura evangelizadora de toda la Iglesia, la tercera semana de agosto del próximo año.

Ya queda menos de un año para la Jornada Mundial de la Juventud, en la que en agosto del año que viene, dos millones de jóvenes se reunirán en Madrid con el Papa, experiencia única vivida en un marco humano, próximo, personal y, a la vez católico, ¡universal!, con toda su riqueza vivencial, espiritual y eclesial. Durante este año, vamos a oír hablar mucho de ella, porque hay mucho que preparar, por fuera y por dentro. Para su realización, la Iglesia ha confiado a la archidiócesis de Madrid la responsabilidad pastoral de su organización, en estrecha relación con el Consejo Pontificio para los Laicos y las diócesis de España.

El gran reto de la Iglesia es: «Transmitir el mensaje de la fe a las generaciones más jóvenes» para que los jóvenes se acerquen y así conozcan nuestra Iglesia, al tiempo que la Iglesia conozca también a nuestros jóvenes.cruzeicono.jpg

Hoy hablar de la Cruz puede parecer que no es interesante o significativo para los jóvenes. Pero el lenguaje de la Cruz es algo que no podemos obviar, porque el dilema de la vida no es «Cruz o no Cruz» sino «Cruz con o sin Cristo». «La Cruz sin Cristo es sufrimiento sin esperanza, cuando está Cristo es sufrimiento pero también gloria, entonces encontramos el sentido.» (Mons. Munilla).

La clave está en la fuerza de la Cruz: La Cruz que nuestro querido Juan Pablo II regaló a los jóvenes, tiene una fuerza increíble, que va más allá de lo que podamos imaginar. El hecho de que esta cruz y el icono de la Virgen hayan viajado por todo el mundo (lleva 26 años de peregrinación por el mundo), que tantas personas hayan puesto sus manos y sus ojos sobre ellas, recibiendo un mensaje de esperanza, y que hayan sido partícipes de tantos acontecimientos, hacen que los jóvenes sientan una atracción especial que les hace salir de su cotidianidad y querer ser testigos de su paso.

La Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud o Cruz de los Jóvenes visitará nuestro monasterio el próximo día 6 de noviembre. Sahagún será la entrada de la cruz en la Diócesis de León procedente de la de Palencia.

El Papa Benedicto XVI, el sucesor de Pedro, el pastor de la Iglesia universal, ha convocado a los jóvenes de todo el mundo en Cuatro Vientos, Madrid, a las grandes celebraciones: El día 16 de agosto de 2011 tendrá lugar la Eucaristía de apertura, y culminará con la Vigía Eucarística de la noche del 20 y la gran celebración de la Santa Misa en la mañana del 21. Allí estará representada toda la Iglesia. ¿Allí estará cristo el Señor, el Amigo, el Salvador!, Él les llamará para que le digan SI y le sigan. Allí se alzará de nuevo la estrella de la esperanza. Un renovado enraizarse y edificarse en Cristo, ¡Firmes en la fe!. Serán muchas las almas de los jóvenes que quedarán ganadas para Cristo. Un torrente de renovada humanidad, abierta al hermano, solidaria con los más indigentes en el cuerpo y en el alma, operadora de la civilización del amor, surtirá y se extenderá limpia y generosa por los tejidos de la sociedad y del mundo.

Una de las ayudas que nos ofrecen para hacerlo es la de los patronos de la JMJ, nueve amigos del Señor de origen español a los que se ha encargado de forma especial que le pidan a Dios por el éxito de la Jornada y también que nos ayuden a nosotros, además nosotros podemos a aprender de ellos. La primera es Santa Rosa de Lima (pues nació en Lima cuando Perú era todavía parte de España), su fiesta se celebró el 30 de agosto.

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«El rosario es mi oración predilecta» (Juan Pablo II)

El mes de Octubre es tradicionalmente conocido como el mes del rosario.

El rezo del Santo Rosario ha evolucionado a lo largo de la Historia, desde los primeros siglos de la Iglesia hasta nuestros días, y como Juan Pablo II estaba convencido de que, contemplando el rostro de Cristo con María, se estaba recorriendo un verdadero camino de santidad.

Dediquemos este mes «a servirse de esta oración, sencilla y honda, para pedir a la Virgen por tantas necesidades que experimentamos cada día».

La recomendación de rezar esta oración, enraizada en la tradición de la Iglesia, es una constante entre quienes más cerca estuvieron del Señor durante su vida. Muchas son las excusas para no rezar el rosario: no sé rezarlo, por pereza, por falta de tiempo, por ser monótona y absurda al repetir siempre lo mismo, porque es una devoción anticuada, yo prefiero hablar directamente con Dios; mil y una excusas alegamos para no desgranar sus cuentas. La fuente de la que manan buena parte de estas excusas queda al descubierto en las palabras del teólogo Francis James, es: «La aversión diabólica, denunciada por los místicos, hacia el Rosario nace de esto: para realizar un acto tan fácil y típico de niños y de viejos como es desgranar el rosario, hay que vencer completamente el respeto humano y el orgullo. Quien alimenta tanto odio hacia una devoción semejante es porque ve en ella un abismo de humildad y el arma de los pobres de espíritu según el Evangelio». Así que, si al Maligno no le gusta será que es bueno.

Tan bueno, que no le faltan avales de altura. Por ejemplo:

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Sor Lucía, una de las tres videntes de la Virgen de Fátima, que se presentó entre los tres pastorcillos con un rosario en las manos, nos dijo en 1957: «no hay problema, por más difícil que sea, temporal y sobre todo, espiritual; se refiera a la vida personal de cada uno o a la vida de nuestras familias o comunidades religiosas, o a la vida de los pueblos y naciones, que no podamos resolver ahora con el rezo del Santo Rosario».

San Luis María Grignion de Montfort aseguró «No encuentro otro medio más poderoso para atraer sobre nosotros el reino de Dios que unir a la oración vocal la oración mental, rezando el Santo Rosario y meditando sus misterios».

SS. Juan Pablo II confesó, al poco de ser elegido Papa, que: «El Rosario es mi oración predilecta, con el trasfondo de las Avemarías, pasan ante los ojos del alma los episodios principales de la vida de Jesucristo. El Rosario nos pone en comunión vital con Jesucristo, a través del corazón de su Madre. Al mismo tiempo, nuestro corazón puede incluir en el Rosario todos los hechos que entraman la vida del individuo, la familia, la nación, la Iglesia y la Humanidad. Experiencias personales o del prójimo, sobre todo de las personas más cercanas o que llevamos más en el corazón. De este modo, la sencilla plegaria del Rosario sintoniza con el ritmo de la vida humana».

SS. el Beato Pio IX lo recomendó en su lecho de muerte:«El Rosario es un Evangelio compendiado y dará a quienes lo rezan los ríos de paz de que nos habla la Escritura; es la devoción más hermosa, más rica en gracia y gratísima al corazón de María. Sea este, hijos míos, mi testamento» dijo a quienes le asistían.

SS. León XIII estableció en el año 1.883 el mes de octubre como mes dedicado al Rosario.

San Pío de Pietrelcina, a quien se ha referido como «Un hombre hecho Rosario» por la cantidad de veces que lo rezaba -hasta 15 al día-, dijo antes de morir: «¡Amen a la Virgen y háganla amar. Recen siempre el Rosario!». Años antes, el padre Pío rubricó una pregunta que hoy se nos presenta a cada uno, para que encontremos las razones por las que sí rezar la Corona de María: «Si la Virgen lo ha recomendado siempre calurosamente, dondequiera que ha aparecido, ¿no nos parece que debe ser por un motivo especial?».

«Sin Dios y sin Madre no es posible pensar en un futuro halagüeño»

Monseñor Asenjo Pelegrina -arzobispo coadjutor de Sevilla y administrador apostólico de Córdoba- nos dice: «acuciados por las prisas, muchos cristianos difícilmente encuentran espacios para la oración personal serena y dilatada. Todos, sin embargo, niños y jóvenes, adultos y mayores, y muy especialmente los enfermos, tenemos cada día mil oportunidades de practicar esta devoción, en casa, en la calle, camino del trabajo, en el coche o en el autobús. Qué bueno sería recuperar esta devoción en las familias; la vida familiar es muy distinta cuando en el hogar se concluye la jornada rezando el Rosario».

Oración: Señor el mes de octubre me invita a gozarme con los misterios de tu infancia, a aceptar la luz que me viene de tu vida pública, a acompañarte en los dolores de tu pasión y muerte, para participar en la gloria que ya gozas con tu Madre. Tomaré el Rosario en mi mano y lo rezaré con mis labios y mi corazón.

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Fray Leopoldo de Alpandeire: «Una página evangélica hecha carne»

La historia de lo que hizo en vida Francisco Tomás ocupa apenas unos renglones.

En Alpandeire, en el corazón de la serranía rondeña, en el año 1864, Francisco Tomás nació campesino y eso fue hasta los treinta y cinco años. Fueron sus padres Diego Márquez y Jerónima Sánchez. Tuvo otros hermanos: Juan Miguel, Diego y María Teresa; Juan Miguel moriría en la guerra de Cuba. Durante esos treinta y cinco años pasó sus días en aquel pequeño pueblecito, cerca de Ronda, capital de la serranía que lleva su nombre, escenario de numerosas historias de bandoleros que robaban a los ricos para ayudar a los pobres. Su vida estaba regulada por las labores del campo, de sol a sol, y a las modestísimas condiciones económicas de la familia; pero de adolescente no olvidaba su misa y sus rezos diarios. En su vida no hizo nada de extraordinario, si por «hacer» entendemos las actividades productivas las cuales, solo son valoradas por el hombre corriente Francisco Tomás «produjo» poco.

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Así vivió hasta que a los 35 años, abandonó Alpandeire y llegó a la metrópoli sevillana siendo acogido en el convento de Capuchinos, haciéndose capuchino, siguiendo las huellas de San Francisco. A partir de ese momento un nuevo hombre y una nueva vida nacían, desde entonces dejó atrás el nombre de Francisco Tomás y recibió el nombre de «Fray Leopoldo de Alpandeire», como si de un nuevo bautismo se hubiese tratado,y así lo recordamos hasta el día de hoy.

Aquel joven y vigoroso labrador seguiría trabajando en el campo, en la huerta conventual, pero ya todo sería diferente, aceptó la tarea que le fue encomendada con el mismo entusiasmo de un apasionado al que le viene la responsabilidad plena del objeto de su pasión. Durante 35 años Leopoldo se habría preparado para vivir la pobreza más absoluta , no había hecho otra cosa que obedecer, había soñado con tocar el límite extremo de la humildad: ¿cómo no embriagarse, sabiendo que lo que él pretendía lo tenía al alcance de la mano «vivir la pobreza, la obediencia y la humildad?» .

Tras breves periodos de estancia en los conventos de Antequera y de Sevilla, pasaría 50 años en el convento de Granada como limosnero, destinado a pedir limosna, ¡qué alegría! Pedir significa ante todo obedecer ; por consiguiente, se trataba de vivir la pobreza en concreto, ¡hay alguien más pobre que el que pide por que no tiene!. Finalmente, comprobar día a día, minuto tras minuto, el grado de la propia humildad: ¿conseguía ser feliz incluso cuando se desalentaba? ¿no perdía la alegría incluso cuando se burlaban de él? ¡qué felicidad, pues, que paraíso en la tierra, para Leopoldo cumplir una misión en la tierra tan satisfactoria!.

Esto se veía día tras día, con la alforja al hombro, recorrer las calles de Granada, callejear rincones y plazas, meter la nariz en los cafés: una gran sonrisa impresa en ele rostro, la mirada sonriente que penetraba en lo más profundo de los corazones, la mano tendida, no solo para sí y para sus hermanos, sino para aquellos que tenían aún menos que él y a los cuales acompañaba, alegre, elevando sus corazones y distribuyendo alegría y caridad conjuntamente. La alegría que lo animaba hería a los demás, desarmándoles; la paz que lo llenaba recaía sobre el que se relacionaba con él, como el agua que corre. Por donde pasaba Fray Leopoldo florecía el optimismo, la confianza, el perdón, la alegría y la paz.

Así fue Fray Leopoldo: «Una página evangélica hecha carne» . Fray Leopoldo es garantía de que el Evangelio se puede vivir sólo si se guarda en el corazón la alegría concreta del encuentro con Jesús Resucitado . La vida de Fray Leopoldo es la credibilidad en el amor de Dios . Una vida que ha encarnado las palabras del Evangelio. El hombre evangélico vive eternamente en el Misterio de Dios y en el corazón de la Humanidad . Fray Leopoldo ha vivido el evangelio encarnándolo en su historia hasta convertir su historia en una parábola que los hombres aún hoy continúan leyendo. Podríamos decir que Fray Leopoldo no solo ha observado sencillamente la Regla franciscana del Santo Evangelio , sino que ha vivido la forma del santo Evangelio con la libertad del corazón.

Y cuando murió un 9 de febrero de 1956, habiendo alcanzado los 92 años de edad «fue como si la ciudad de Granada y con ella toda Andalucía se oscureciese improvisadamente:se había apagado una LUZ». Y no era poco, porque, como decía Gandhi: «La lámpara del corazón, si está encendida, ilumina el mundo».

(Recopilado de Fr. Alfonso Ramirez, Peralbo, OFMPCap. Vicepostulador de la causa)

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La Historiografía sobre Cluny en España

Desde 1073 y hasta inicios del siglo XVI los cluniacenses permanecieron en el occidente de España. Alfonso VI dona en 1073 a Cluny el monasterio de San Isidro de Dueñas, su primer priorato en el reino de León. Desde entonces permanecieron en la parte occidental de España. Su número fue relativamente reducido: unos 135-180 monjes en la primera mitad del siglo XIII repartidos por 34 monasterios, entre los que destacan San Zoilo de Carrión y Santa María de Nájera.

La monarquia hispana dispensa protección a Cluny. Es bien conocida la protección, tanto en lo referente al generoso censo de Fernando I y Alfonso VI o la liturgia cluniacense por los reyes leoneses, como a la donación de dos terceras partes de los prioratos cluniacenses en estos reinos – Nájera, Dueñas, Villafranca, Pombeiro, Rates. Cabe destacar el papel de las infantas leonesas en algunas donaciones fracasadas (León, Escalada), que puede relacionarse con la propia existencia del Infantado, guardián del panteón regio y encargado de su memoria litúrgica. Las relaciones entre los reyes y los prioratos cluniacenses siguieron siendo importantes hasta 1230 : en Nájera fue enterrada la reina Blanca ; en Carrión fueron armados caballeros Alfonso VIII y Alfonso IX ; un hijo de Fernando II fue prior de Ciudad Rodrigo.

La relación personal entre los reyes y los monjes cluniacenses. Los contactos directos con los abades de Cluny fueron escasos, pero no con los monjes establecidos en el reino : Roberto y Bernardo con Alfonso VI, los camareros Raimundo y Umberto con Alfonso VIII… Esteban, prior de Carrión, jugó un destacado papel político en época de Urraca y Alfonso VII. Es posible que se trate del mismo Esteban que luego fue abad de Sahagún, prior de Nájera y obispo de Osma, bajo la protección de Alfonso VII. Cuando estos contactos directos con la monarquía desaparecieron, los cluniacenses recurrieron a la mediación de clérigos del rey – el arcediano Geraldo, Peregrinus abad del Puerto – o la alta nobleza (los Haro), para conseguir la protección regia.

La nobleza en la implantación de Cluny. El destacado papel jugado por los reyes leoneses en la implantación de Cluny en España ha dejado siempre en segundo término a la nobleza. Con todo, la tercera parte de los prioratos hispanos fueron donados por familias de la nobleza, ligadas por lazos de fidelidad y parentesco a la monarquía : los Beni Gómez (Carrión) u otras emparentadas con Jimena Muñoz, la amante de Alfonso VI – monasterios en Asturias, Galicia y Portugal. Su relación con Cluny se prolongó hasta mediados del siglo XII, e incluso más (los Traba). Además de las donaciones, varios miembros de esta aristocracia se hicieron monjes o monjas en Cluny o Marcigny, establecieron el pago de censos directos a Cluny, fueron inscritos en sus necrologios. Con todo el número de familias aristocráticas relacionadas con Cluny es reducido.

La complejidad de las relaciones mantenidas entre la aristocracia y los cluniacenses. Un ejemplo son los Haro y Santa María de Nájera. Se conocen donaciones suyas desde 1121 a 1275, a menudo unidas a la dotación de un aniversario y elección de sepultura en su claustro, en el que llegaron a construir una gran capilla. Además los Haro protegieron al monasterio – en los tribunales y por las armas – frente al obispo de Calahorra y otros nobles o habitantes de la comarca, intercedieron ante el rey en su favor, le prestaron dinero y dieron alimentos cuando fue necesario ; pero también se atribuyeron la protección de los monjes claustrales frente a sus propios priores, camareros, visitadores y los mismos abades de Cluny. Las funciones desempeñadas por los Haro en Nájera eran compartidas en otros monasterios por varias familias de nobles de la comarca, que se convirtieron en sus amici, término que implica la defensa y auxilio del monasterio, recibieron bienes en prestimonio o encomienda, se hicieron fratres, familiares o racioneros del monasterio.

Relaciónes de protección y conflicto con los obispos. Se ha incidido especialmente en el carácter cluniacense de algunos obispos, como Bernardo de Toledo. También se señala que sólo Mauricio de Coimbra donó un priorato a Cluny ; sin embargo Bernardo II de Palencia, Jimeno II de Burgos, Diego Gelmírez de Compostela, Munio de Mondoñedo, Pelayo de Astorga o Berenguer de Salamanca jugaron un papel muy activo en otras donaciones. Varios prelados buscaron la intercesión de las oraciones de los monjes cluniacenses, sin por ello haber sido ellos monjes de Cluny – Alón de Astorga, Diego Gelmírez, Pedro de Pamplona, Mauricio de Coimbra, Raimundo de Palencia.

Los conflictos con los prioratos cluniacenses en torno a los derechos episcopales en las iglesias parroquiales dependientes de los mismos y en los propios prioratos. Marcan la etapa que transcurre entre mediados del siglo XII y mediados del XIII. El enfrentamiento entre los priores de Nájera y el obispo de Calahorra puede resultar ejemplar. Los conflictos se prolongaron durante décadas en medio de recursos a la autoridad pontificia, violencias, pesquisas, privilegios papales, falsificación de documentos, sentencias incumplidas, excomuniones, interdictos, compra de voluntades, propaganda entre el pueblo… Todo ello agotó económicamente a los prioratos, que tras el IV Concilio de Letrán, se vieron obligados a pactar. Entre 1222-1228 se alcanzaron acuerdos con los obispos de Calahorra y Burgos sobre los prioratos y parroquias dependientes de Nájera, con el de Braga sobre Vimieiro, con el de Zamora sobre el de Toro, o con el de Palencia sobre Entrepeñas, Dueñas y Carrión. Un nuevo grupo de acuerdos se alcanzó tras el I Concilio de Lyon (1245). Todos ellos confirmados por el abad y capítulo de Cluny.

La labor social de los cluniacenses. Las relaciones con reyes, nobles y obispos no interfieren su labor social con el pueblo. Los protagonistas de los « Milagros de San Zoilo », escritos en Carrión hacia 1136, son los campesinos y burgueses del contorno, o los peregrinos a Santiago, a quienes se proponen diversas formas de servir al santo. No es extraño, pues los prioratos más importantes se encontraban en villas y ciudades. A pesar de los conflictos, también los monjes incluyeron a los concejos entre sus benefactores, dándoles parte en todos sus bienes espirituales, oraciones y buenas obras, como hizo San Boal con Cuellar.

Pactos con concejos. Los monasterios deSan Zoilo de Carrión y San Román de Entrepeñas pactaron con varios concejos la forma de elección – preferencia de los clérigos naturales del lugar a la hora de servir la iglesias, obligación de los clérigos de ser vasallos del prior – y retribución de los clérigos de las respectivas iglesias parroquiales – reparto de los diezmos y otras rentas eclesiásticas. Los clérigos de las parroquias jugaron un papel fundamental como intermediarios en las relaciones entre los prioratos y las comunidades locales. La documentación de San Román ilumina una red de clérigos en torno al monasterio, con relaciones tan complejas como las establecidas con la nobleza : donan solares, eligen sepultura en el monasterio, se hacen sus vasallos pagando una renta pactada, se convierten en familiares del monasterio o en racioneros – es decir, obtienen el derecho a ser alimentados y vestidos en el mismo -, reciben un beneficio en una iglesia o una capellanía, administran las propiedades del priorato, incluso han sido criados y formados en él.

Lazos espirituales (cofradías) entre prioratos y los habitantes de las comarcas anejas. Los prioratos intentaron crear lazos espirituales que reforzasen su contacto con servidores, vasallos y vecinos. Se conoce la participación de los habitantes de la comarca en la fiestas principales de los prioratos y la constitución de una cofradía, que reunía a clérigos y laicos de la comarca, en torno a San Martín de Jubia (1190). Los cofrades trabajarían en la reedificación de la iglesia ; a cambio obtendrían indulgencias, serían partícipes en las buenas obras que se hiciesen en ese monasterio y en todos los cluniacenses ; los monjes rezarían por los difuntos y celebrarían anualmente un treintenario en el que alimentarían un pobre diariamente. Con ello los cofrades conseguían de forma colectiva beneficios similares a los ofrecidos a los reyes y nobles leoneses un siglo antes.

La organización de los monasterios. El estudio de las comunidades monásticas resulta difícil por la escasez de noticias. El estudio onomástico y prosopográfico de cerca de 400 monjes permite conocer su organización y su movilidad. Hasta el primer cuarto del siglo XIII la casi totalidad de los priores fueron de origen « francés », pues el principal sistema que los abades de Cluny tuvieron para controlar los monasterios de una provincia lejana como España fue el nombramiento de los priores entre monjes de su entorno. A partir de 1225, el establecimiento de nuevos sistemas de control, como los visitadores, permitió la hispanización de estos priores, salvo los de Carrión, que eran simultáneamente camareros. Entre los oficiales destaca la presencia de « franceses » entre priores claustrales y sacristanes hasta inicios del XIII. También los había en otros oficios y entre los simples monjes, pero la onomástica hispana es cada vez más importante. Los análisis prosopográficos revelan además el movimiento de los monjes de uno a otro lado de los Pirineos, pero también entre uno y otro priorato hispano por distintas razones : nombramiento de un prior de un monasterio menor como prior de uno conventual, o de un monje de un monasterio conventual como prior de uno menor u obedienciario, traslados por razones disciplinarias, necesidades de la orden u otras circunstancias.

La organización interna de los monasterios. Destaca el contraste entre los grandes prioratos (Carrión, Nájera), con variedad de oficios, y los conventuales y menores, donde en todo caso aparece un « mayordomo ». Así mismo al cillerero se le denominaba también mayordomo o claviger, al socillerero, cellerarius coquine, coquinarius, dominus coquine, procurator coquine o sennor de la cozina, y al camarero, « señor del vestuario », para distinguirle del camarero provincial. Hay que destacar también las tensiones internas entre el convento de Nájera y sus priores a lo largo del siglo XIII, con un trasfondo económico y una clara separación de mesas.

Los frates. Junto a los monjes, los documentos mencionan a los fratres, en especial en los prioratos menores. Confirmaban documentos, participaban en la toma de decisiones, administraban bienes del monasterio como mayordomos, encargados de las construcciones, recibiendo propiedades en prestimonio… Sin duda jugaban un papel fundamental como enlace entre el monasterio y el mundo de los laicos, contribuyendo a sostener la posición de los cluniacenses en cada comarca.

Los prioratos hispanos formaron parte de la ecclesia cluniacensis y luego de la Orden de Cluny. Su control por el abad era difícil dada su lejanía. Al margen de algunas visitas, la supervisión se realizó mediante los camareros, que aparecen desde época del abad Ponce. Se trata primero de enviados temporales al reino, luego de priores de monasterios hispanos que asumen este cargo. Entre 1169 y 1222 existieron dos camareros al frente de sendas provincias (España y Galicia), pero desde 1223 ambas se unifican en la camarería de Carrión. Los camareros jugaron un papel clave en la vida de los prioratos, recibiendo donaciones, recaudando censos para Cluny, autorizando operaciones económicas en nombre del abad y otras muchas más.

Los visitadores. Entre los cambios organizativos de Cluny en el siglo XIII, se encuentra también la creación de los visitadores. Se tiene constancia de su presencia en España desde 1214, aunque hay que esperar a 1245 para encontrar las primeras actas de las visitas. Además, desde 1200 se institucionalizó el Capítulo General de Cluny, al que debían acudir los priores hispanos cada dos años para informar de su gestión espiritual y temporal (en el S. XIII se detecta un creciente endeudamiento). Los capítulos provinciales, de los que hay indicios desde 1228, paliaban este problema.

La crisis en la segunda mitad del siglo XIII. Los prioratos hispanos manifestaban crecientes problemas disciplinarios y económicos, mientras su red de relaciones sociales se degradaba. Todo ello abrió una etapa de crisis, que necesita su propio estudio.

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Las construcciones de Cluny

La abadía de Cluny fue fundada en una reserva forestal de caza en la zona de lo que más tarde sería el municipio francés homónimo el 2 de septiembre del año 910 por Guillermo I de Aquitania, conde de Auvernia, el cual instaló allí al abad Bernón de Baume, y puso la abadía bajo la autoridad inmediata del Papa Sergio III. La abadía y su constelación de dependencias se convirtieron pronto en el ejemplo del tipo de vida religioso del siglo XI.

La localidad de Cluny, situada en el departamento de Saona y Loira, en la región de Borgoña, en el centro-este de Francia, creció alrededor de la antigua abadía.

El rápido crecimiento de la comunidad de Cluny necesitaba edificios cada vez mayores. Las construcciones de Cluny afectaron profundamente a las prácticas arquitectónicas en el occidente europeo desde el siglo X al XII. Actual abadía de Cluny.

Las tres iglesias sucesivas son llamadas convencionalmente Cluny I, Cluny II y Cluny III.

Cluny I

En el año 910 se comienza la construcción del primer templo de Cluny, que fue consagrado en el año 927. Debió ser un edificio de estilo otoniano.

Cluny II

Años más tarde se acomete la segunda construcción de Cluny II, entre 955 y 981 se inició tras las destructivas incursiones húngaras de 953. Es consagrada en el año 981 y fue abovedada en 1010, dando lugar a la tendencia a construir bóvedas de piedra en las iglesias. Se ha podido reconstruir la distribución interior del templo por el reflejo que dejó en varios edificios cluniacenses, principalmente de la zona suiza.

Se trataba de una iglesia sin pórtico, sólo con una especie de atrio abierto con galerías porticadas. Por este atrio se accedía a la iglesia, que tenía tres naves, seguramente separadas por pilares de sección circular. Había un crucero destacado en planta y una cabecera muy compartimentada con siete capillas en torno a la cabecera. El presbiterio estaba dividido en tres naves. Tenía dos torres a los pies y otra en el crucero, seguramente con influencia decorativa lombarda.

A finales del siglo XI aparece la necesidad no sólo de ampliar la iglesia de Cluny II sino también el resto de dependencias del recinto.

Cluny III

Entre 1088 y 1118 se edificó una nueva e inmensa iglesia, Cluny III, pero durante su construcción, Cluny II sigue en funcionamiento hasta su desaparición casi por completo para ampliar el claustro. Cluny III, indudablemente se puede considerar como una de las obras cumbres del románico europeo.

La construcción fue financiada por el rey de Inglaterra y el rey Alfonso VI de Castilla y León.
Cluny III era un enorme templo de casi 200 metros de longitud. Tenía un pórtico de tres naves precedido por dos torres. Desde este pórtico se accedía a la iglesia de cinco naves de gran altura, dos cruceros con dos capillas. La cabecera tenía una girola y cinco absidiolos. El crucero más cercano a la nave era más alto, largo y ancho. Tenían un gran número de ventanas, especialmente en la cabecera. No hay tribuna, pero se empiezan a utilizar los arbotantes. Tenía decoración de arquillos lombardos.

Al construir la tercera y definitiva iglesia de Cluny, el monasterio consiguió también el mayor edificio de Europa antes de la reconstrucción de la Basílica de San Pedro en Roma en el siglo XVI.

Cluny III, fue expropiada, vendida y estúpidamente derribada a comienzos del siglo XIX, salvo algunos fragmentos del crucero.

Por su parte, Cluny III influyó arquitectónicamente en algunos edificios románicos de Borgoña, donde el visitante puede hacerse una idea aproximada de cómo era la última iglesia abacial cluniacense:

Charité Sur Loire

Se comienza hacia el 1080 y se concluye en el 1135. Tiene cinco naves. La articulación del muro era de tres pisos: arcadas, triforio ciego y ventanas (no hay tribuna). También tenía una girola con absidiolos, y sólo 3 torres.

Saint Etienne de Nevers

Se construyó entre el 1063 y el 1097. Tiene tres naves, girola con tres absidiolos y transepto marcado en planta. La articulación del muro también tiene tres pisos: arcos, tribuna y ventanas (similar a las iglesias de peregrinación). La cubierta era la característica del románico: en la nave central cañón, en las laterales arista y en la tribuna cuarto de cañón. Toda la iglesia destaca por su perfecta sillería.

Saint Benît Sur Loire

Iglesia de tres naves con un solo crucero y un presbiterio muy profundo con girola. Es una iglesia ad triangulum. Tiene sólo una torre en el cimborrio. Articulación del muro en tres pisos: arcadas, triforio ciego muy alto y ventanas. Está precedida por una torre pórtico.

Paray-Le-Monial

Fue una fundación directa de Hugo el Grande, promotor de las obras de Cluny III. Es el mejor ejemplo de cómo debía ser Cluny III. Edificio con tres torres, dos a los pies, entre las que se desarrolla un pórtico. La cabecera también tiene girola, con tres absidiolos, y una capilla en cada brazo del crucero, que destaca en planta. Esta iglesia forma un juego de volúmenes muy marcado y se ilumina con numerosas ventanas.

A pesar de sus grandes realizaciones Cluny empezó a mostrar síntomas de agotamiento desde principios del siglo XII.

  • La rigidez de su propia estructura y la excesiva centralización orgánica de la Orden, que hacia descansar todo el peso en la figura del abad del monasterio fundacional, impedía la más mínima flexibilidad entre las distintas casas. Mientras que en los siglos X y XI esto había sido razón para el éxito en su desarrollo, a partir del siglo XII será motivo para su freno y agotamiento organizativo.
  • Otro elemento a destacar fue el de la ordenación de nuevos miembros, que desde fines del siglo XI había atraído gran numero de nobles, más por el prestigio, privilegios, seguridad y comodidad de la vida monástica que la Orden ofrecía, que por una verdadera vocación monacal. Lo cual había llevado a una relajación de costumbres alejadas de la vida espiritual. El abad de Cluny, Pedro el Venerable, intentó atajar este problema con la Reforma de la Orden más sus medidas no dieron el resultado pretendido.
  • Tampoco sería correcto presentar la aparición de fenómenos como el simple producto de la decadencia de Cluny. Por el contrario, fue el cambio general de orientación del monaquismo occidental – más favorable desde principios del siglo XII a los aspectos eremíticos y ascéticos – el que permitió el nacimiento de las nuevas órdenes como el Cister o la Cartuja. La especialización de la vida monástica en sus distintas vertientes militar, asistencial y ascética obedeció a su superación histórica. Desde comienzos del siglo XII el gran atractivo especialmente en la nobleza europea son las Ordenes Militares de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, los Templarios y otras.

España central por primera vez en la órbita europea

La campaña de construcción fue financiada por el censo anual establecido por Fernando I de León, soberano del reino unido de Castilla y León, entre 1053 y 1065. (Este censo fue restablecido por Alfonso VI en 1077 y confirmado en 1090). La suma se fijó en 1.000 áureos de oro por Fernando, cantidad que fue doblada por Alfonso VI en 1090. Para Cluny, esta cantidad representaba la mayor anualidad recibida nunca por una orden religiosa por parte de un rey o gobernante, y nunca fue superada. Los cien marcos de plata anuales entregados por Enrique I de Inglaterra a partir de 1131 fueron una contribución miserable en comparación. El censo alfonsino permitió al abad Hugo acometer la construcción de la gigantesca tercera iglesia de la abadía. Cuando los pagos en moneda de oro islámica recaudados por Castilla y León se detuvieron, se generó una crisis financiera que afectó económicamente a Cluny durante los mandatos de los abades Pons y Pedro el Venerable. En Cluny, el oro donado servía para publicitar a los nuevos ricos cristianos de España, y colocó a la España central por primera vez en la órbita europea.

Pedro el Venerable recibió el encargo de hacer una traducción detallada del material documental de origen islámico del que se disponía, y para ello viajó a España en 1142 donde encontró los traductores que necesitaba. Un erudito ha dicho que ese proyecto fue un acontecimiento trascendental de la historia intelectual europea. Los manuscritos en cuestión se han vinculado a Toledo, que fue un importante centro de traducción del árabe. Sin embargo, parece ser que Pedro se reunió con su equipo de traductores en un lugar de España más al norte, posiblemente en La Rioja; lo avala el hecho de que se sabe que visitó Nájera. El proyecto de traducir una serie de textos relativos al Islam se denominó Corpus toletanum. Uno de los textos traducidos fue La apología de Al-Kindi, pero la traducción al latín más importante fue la que hicieron del Corán en árabe Lex Mahumet pseudoprophete). Robert de Ketton fue el traductor principal y participaron Pedro de Toledo en trabajos de planificación y trascripciones y Pedro de Poitiers que ayudó a pulir la versión final latina. En el equipo también figuraban Herman de Carintia, amigo de Robert de Ketton y un musulmán llamado Mohamed. La traducción finalizó hacia junio o julio de 1143 siendo descrita posteriormente como un hito en los estudios islámicos. Con esta traducción, el Occidente disponía por primera vez de un instrumento para un estudio serio del Islam.

Los reyes de Navarra y los de Castilla y León favorecen a Cluny.

Había sido Sancho III el Mayor de Navarra el que a principios del siglo XI comenzó a apoyar decididamente la reforma de Cluny en sus territorios, que entonces comprendían prácticamente toda la España cristiana. Sus descendientes Fernando I y Alfonso VI (en Castilla) siguen una política de acercamiento y ayuda a los cluniacenses deseando reformar la Iglesia española. Para ello hicieron venir varios monjes de la abadía central de Cluny desde Borgoña a España (concretamente a Sahagún), que conseguirán cambiar el rito mozárabe o de San Isidoro por el rito latino o romano. La construcción de Cluny III había sido financiada por el rey de Inglaterra y el rey Alfonso VI de Castilla y León, lo que favoreció la rápida extensión de la Orden en la Península.

La expansión de la orden cluniacense como difusora del cristianismo en España, con la religiosidad de los monarcas, el establecimiento de grandes rutas de peregrinación como el Camino de Santiago, y la difusión del estilo arquitectónico románico, fue muy rápida. Fiel a la regla benedictina, la abadía cluniacense se auto invistió como difusora del cristianismo, sobre todo a lo largo del Camino que era donde se fraguaban la Reconquista y la cristianización del mundo musulmán. La Orden de Cluny alzó monasterios, puentes, iglesias y hospitales y recibió edificios, tierras, prioratos y villas a través de decretos reales para conseguir sus fines.

La influencia de Cluny con el apoyo de Roma fue determinante en la España cristiana del siglo XI para la abolición del rito mozárabe, la reorganización eclesiástico-monástica y la adopción de la liturgia gregoriana.

La fundación de Monasterios: Cluny encontró en los reyes de León del siglo XI el apoyo necesario para el establecimiento o reforma de varios monasterios en Tierra de Campos.

Destacan estos tres monasterios por sus manifestaciones románicas valiosísimas: San Zoilo en Carrión de los Condes, San Isidro de Dueñas (Palencia) que debió ser muy similar a San Martín de Frómista, y por supuesto, y San Benito de Sahagún, que fue el monasterio más poderoso de ese periodo, conservándose el arco de entrada, una de las torres menores, y la lauda sepulcral del obispo Alfonso Ansúrez más una Virgen procedente del tímpano de una portada que se exponen en el Museo Arqueológico Nacional.

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Los abades de Cluny

Su portentosa difusión fue debida también a los abades de Cluny con su autoridad espiritual, los monjes cluniacenses que se convirtieron en obispos, alguno de ellos incluso Papas, fueron protagonistas de esta imponente acción de renovación espiritual. Y los frutos no faltaron: el celibato de los sacerdotes volvió a ser estimado y vivido; en la asunción de los oficios eclesiásticos se introdujeron procedimientos más transparentes .

Personas verdaderamente dignas se sucedieron en la guía de Cluny y de las numerosas comunidades monásticas dependientes.

El abad Bernón

Bernón de Baume, sería el fundador y primer abad de la abadía de Cluny.

Guillermo I de Aquitania, el piadoso, duque de Aquitania y conde de Auvernia, dio a Cluny el nada despreciable privilegio de liberar al monasterio de toda futura obligación hacia él o su familia que no estuviera relacionada con la oración. Otros vasallos normalmente conservaban de forma interesada la propiedad sobre los bienes de los monasterios, y esperaban instalar a sus descendientes como abades. Al parecer, Guillermo llegó a este acuerdo con Bernón, el primer abad, para liberar al monasterio de las ataduras seculares.

Bernón estableció la observancia de la regla de San Benito de Nursia, reformada por Benito de Aniane, respetando, no obstante, las directrices de los monasterios. Bernón murió en 926 tras una vida dedicada a la expansión de la Regla por numerosos monasterios; sucediéndole el abad Odón.

El abad Odón

San Odón de Cluny (nacido sobre el 878 o 879 en el Maine – fallecido el 18 de noviembre de 942), era el hijo de un señor feudal de Déols, cerca de Le Mans. En su infancia, la primera intención de sus padres fue dedicarlo a la vida religiosa, bajo la advocación de San Martín de Tours. Más tarde decidieron continuar su educación en la corte del conde de Anjou y posteriormente en la de Guillermo el Piadoso, duque de Aquitania, donde se preparó para guerrear. Debido a crecientes y fuertes dolores de cabeza que ningún médico podía aliviar, hizo la promesa de que si se produjese su curación se volvería a consagrar a Martín de Tours, recuperada la salud perdida cumplió su voto.

Alrededor de 909, llegó a ser monje benedictino, y luego superior de la escuela abacial de la abadía de Baume, donde llevó consigo 100 libros. Sucede como tercer abad de Aurillac en el 920 a Jean d’Aurillac pariente del fundador San Géraud y escribe su vida a petición de Turpin, obispo de Limoges que lo ordenará sacerdote en 925. Odón recopiló todos los documentos y testimonios de los que habían conocido a Géraud y estudió cuidadosamente la fundación y los estatutos de la abadía Aurillac que había servido de modelo para Cluny. Se desconoce durante cuánto tiempo fue abad de Aurillac, donde tuvo un coadjutor de nombre Arnulphe que le sucedió en 926 como abad de Aurillac.

Era compañero de viaje de Bernón, próximo a las concepciones de su predecesor. Escogido en su testamento por Bernón para sucederle como segundo abad de Cluny, toma posesión a su muerte en 926 o 927. La abadía entonces sólo tenía 12 monjes, pequeñas propiedades y estaba todavía construyéndose. Odón viajó de convento en convento para enseñar la Reforma de Cluny, -en Aquitania, norte de Francia e Italia-, que se convirtió en el modelo de vida monástica durante más de un siglo y fue ejemplo del papel de la piedad en la vida cotidiana en Europa. Entre 936 y 942 visitó Italia en varias ocasiones, teniendo gran influencia, como consejero de los papas León VII y Esteban VIII. Fundó en Roma el monasterio de Nuestra Señora en el Aventino y reformó varios conventos, por ejemplo, Subiaco y Monte Cassino. Su reputación de santidad atrae a numerosos monjes a la abadía y numerosos ermitaños en los alrededores. Es llamado para reformar otros monasterios, entre los que se encuentran San Pablo Extramuros en Roma y San Agustín en Pavía. Fue un erudito siendo el primero que reúne manuscritos en la biblioteca de Cluny trayendo libros provenientes de San Martín de Tours. Dotado de una educación musical, escribió varias obras. En 931 consigue por privilegio del papa Juan XI, que la abadía de Cluny tenga la misma inmunidad que la Abadía de Saint-Géraud d’Aurillac. Como jefe de la orden que depende directamente de la Santa Sede se le permite dirigir y unir todos los monasterios que le quieran confiar los abades laicos (como es el caso de Fleury-sur Loire), así como acoger en Cluny a monjes benedictinos pertenecientes a comunidades todavía no reformadas. El mayor número de monasterios reformados, sin embargo, se mantuvo independiente y se convirtieron en varios centros de reforma.

La influencia de Cluny va aumentando, pero carece de organización. El monasterio obtiene el derecho de acuñar moneda, se abren escuelas y una biblioteca. A la muerte de Odón, en 942, el prestigio de Cluny es ya muy importante.

El abad Aimar de Cluny

Aimar de Cluny es nombrado por Odón para sucederle, de la misma forma que Bernón lo había escogido a él. Este prosigue su obra, pero en el 948 queda ciego y escoge como coadjutor a Mayolo, que acabará dirigiendo Cluny desde 954 hasta 994.

El abad Mayolo

San Mayolo, proveniente de una rica e importante familia de señores de Válenosle, Mayolo utiliza toda la experiencia adquirida para gestionar y administrar la gran pujanza de Cluny, fue llamado el Árbitro de los Reyes por sus relaciones con la aristocracia. Su prestigio fue notable, y rehusó ejercer la función papal en 973. Sus funerales corrieron a cargo de Hugo Capeto, fue beatificado poco después de su muerte, convirtiéndose en uno de los santos más populares.

El abad Odilón

San Odilón, en el 994 es nombrado abad de Cluny y dirige el monasterio durante 55 años. Hijo de los señores de Mercoeur, mantiene relaciones con los personajes más ilustres de su tiempo y aprovecha las oportunidades que se le ofrecen a la Orden. Pero en una época marcada por el desmoronamiento de las estructuras carolingias y el desmantelamiento laico, no puede contar con la protección de la alta aristocracia y se alía con los señores, la fuerza preponderante en el año mil. Trata de apaciguar la violencia de éstos, apoyándose en la Tregua de Dios. Ayuda a los caballeros y recurre a los servicios espirituales de sus monjes para que favorezcan a sus familias, y se encarga de afirmar la vocación (a veces forzada) de los jóvenes hidalgos. La política de Cluny a favor de la asociación y creación de grandes conventos, disminuye, en tanto que los pequeños van creciendo. Sin embargo siguen controlados, bien por el propio Odilón, bien por la mediación de los grandes abades.

Destacó el abad Odilon por entablar relaciones con el rey Sancho el Mayor de Navarra: que a principios del siglo XI comenzó a apoyar decididamente la reforma de Cluny en sus territorios, que entonces comprendían prácticamente toda la España cristiana. Cuando muere Odilón, se cuenta con 70 conventos, y Cluny se asocia con pujantes abadías, que mantienen, en ocasiones, su autonomía. Es venerado como santo.

El abad Hugo de Semur

San Hugo el Grande. (1049-1109). Fue uno de los líderes más influyentes de las órdenes monásticas de la Edad Media. Es nombrado abad y continúa ampliando el poder de Cluny. Posee una gran elocuencia y un gran sentido político. Concluye la integración con el Feudalismo que acaba de nacer. Se crean todavía pequeños conventos. El principio hierático va flexibilizándose hacia 1075, cuando Cluny acepta en la orden abadías de otras órdenes, diferentes a la benedictina, como Vézelay, que se hallan dispuestas a ingresar en la Orden sin tener que renunciar a su rango para convertirse en prioratos. Durante su abadiato se incorporaron a Cluny grandes abadías, como las de Moissac, Lézat (Ariège), Figeac (Quercy). La Orden se extendió por España, Inglaterra, contando con 10.000 monjes. El abad Hugo tuvo una importantísima intervención en la Querella de las Investiduras que enfrentó al papado con el emperador germánico. Fue canonizado por S.S. Calixto II en 1121 como San Hugo el Grande .

El abad Pons de Melgueil

Pons de Melgueil. (1109-1125) Hábil pero muy intransigente. Intervino activamente al final de la Querella de las Investiduras, y prosiguió con la idea de engrandecer la Orden. A tal fin, inicia la construcción de Cluny III, una abadía gigantesca que acabaría con todas las donaciones y compromisos adquiridos provenientes del Reino de León y Castilla.

El abad Pedro el Venerable

Se le conoce también como Pedro de Montboissier (Hacia 1092 – 25 diciembre 1156 en Cluny). Ha sido honrado como santo aunque nunca fue canonizado formalmente.

Pedro fue consagrado a Dios al nacer y entregado a los monjes del monasterio de la Orden de Cluny en Sauxillanges. Hizo sus votos allí a la edad de 17 años, consiguiendo en poco tiempo ser muy estimado, validándole para ser nombrado profesor y a los 20 años prior del monasterio de Vézelay. Más tarde se trasladó al monasterio de Domène. Tuvo tanto éxito en el cumplimiento de sus funciones en los monasterios de Vézelay y Domène que a los 30 años fue elegido General de la Orden. Pedro fue un incansable defensor de la necesidad de reformar su orden ya que estaba terriblemente necesitada de reconstrucción tras haber sido depuesto por el Papa el anterior abad, Poncio.

La Orden de Cluny era objeto en esos momentos de ataques por parte de otras órdenes religiosas así como de prominentes monjes y teólogos entre los que destacaba el monje cisterciense San Bernardo de Claraval. Pedro consiguió hacer frente con éxito a esos ataques y también logró llevar a buen término la reforma de su orden, recibiendo por ello el sobrenombre de Venerable.

Pedro se convirtió en una figura destacada de la Iglesia Católica con gran proyección tanto a nivel internacional como en su país, donde colaboró con importantes personalidades civiles y eclesiásticas. Asistió a muchos de los concilios más importantes de su época, incluido el Concilio de Pisa que se celebró en 1134 y en el que colaboró para evitar un posible cisma en la Iglesia dando su apoyo al Papa Inocencio II. Asistió asimismo al Concilio de Reims en 1147. Asumió la defensa del teólogo y filósofo francés Pedro Abelardo después de que fuese condenado por el Concilio de Sens por su interpretación racionalista de la Trinidad. Lo acogió en Cluny e intentó que suavizaran la sentencia del Concilio, logrando reconciliar a Abelardo con su principal acusador San Bernardo. Tras la muerte de Abelardo, Pedro le dio la absolución de sus pecados a petición de Eloísa.

A pesar de su intensa vida y de la importancia del papel desarrollado en la historia europea, el mayor logro de Pedro consistió en la importantísima contribución que realizó para la reevaluación de las relaciones de la Iglesia con el Islam. Fue un decidido impulsor del proyecto de realizar un estudio del Islam tomando como base sus propias fuentes. Pedro utilizó el nuevo material traducido para sus propios escritos sobre el Islam; entre ellos destacan como los más importantes la «Summa Totius heresis Saracenorum» y el «Liber contra sectam sive heresim Saracenorum». En estas obras Pedro considera al Islam como una herejía cristiana que cree que está próxima al paganismo, por ello explica a San Bernardo que su objetivo es, «el mismo que surge de las enseñanzas de los Padres de la Iglesia que nunca desistieron de combatir la herejía sino que se opusieron a ella con toda la fuerza de su fe, poniendo de manifiesto con sus argumentos y sus escritos que la herejía es detestable y merecedora de condena».

Sin embargo, si bien su interpretación del Islam era básicamente negativa, consiguió «que se estableciese un enfoque más razonable del Islam mediante el empleo de textos originales islámicos en lugar de los anteriormente utilizados que tan solo eran el resultado de la hiperactiva imaginación de los primeros escritores cristianos occidentales». Aunque esta aproximación alternativa al Islam no fue ampliamente aceptada ni emulada por otros eruditos cristianos de la Edad Media, sí consiguió influir en un reducido número de personajes influyentes y eruditos de la Iglesia, incluido Roger Bacon.

Es autor de una importante cantidad de correspondencia y de muchos escritos sobre cuestiones teológicas tales como: la doctrina cristiana de la divinidad de Jesucristo, las herejías de su época y el tema de los milagros. Sus escritos son considerados como algunos de los documentos más importantes del siglo XII.

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VENID CONMIGO (Mt. 4, 18-21)

Caminando por la ribera del mar de Galilea vió a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice «venid conmigo y os haré pescadores de hombres». Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron.

Caminando adelante, vió a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando las redes; y los llamó. Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron.

La vocación a la vida consagrada es una llamada por parte de Dios al corazón de una persona que Él elige por una cuestión de Amor (1 Sam. 3:1-21).

«Aquí estoy, Señor, hágase en mí según tu palabra (voluntad)» (Lc. 1, 26-38). Como dice María en su Magnificat «porque ha mirado la humillación de su esclava» (Lc. 1, 46-55). Por eso debe alegrarse el elegido, María nuestra Madre es el ejemplo más fiel de toda vida consagrada, que pasando por muchas pruebas, siempre le fue fiel al Señor.

El consagrado tiene que ser una bendición de Dios (1 Pedro) para sus hermanos porque, de lo contrario, en vez de dar uvas dará agrazones (Isaías, 5, 1-7) en vez de ser Fruto de Vida, se convierte en un fruto amargo y repelente.

El consagrado debe identificarse con Cristo, debe mirar en la misma dirección que Él mira, es tener sus mismos intereses, ayudarle a salvar almas, echar la red con Él. Le dijo a Pedro, yo te haré pescador de hombres (Mc. 1, 16-20).

Si el que se siente llamado no tiene estos deseos, aunque sea en embrión (que con el tiempo deben fructificar), entonces diré no es una llamada por parte de Dios, sino un sentimentalismo, o tiene otras razones que oculta.

Dijo Jesús: «por sus frutos los conoceréis, no hay árbol bueno que dé frutos malos ni árbol malo que dé frutos buenos» (Mt. 7. 16-20).

La vocación es sacrificio pero también alegría íntima en el corazón. Es ser otros Cristos entregados a la voluntad del Padre, es ser Redención de muchos otros, si vivimos la vocación unidos a los méritos infinitos de Cristo.

La vocación consagrada es ser parcela de Dios, es ser huerto cerrado (C.C. 4.12) que Él cultiva. Como María, que fue la mejor discípula que tuvo y tendrá el Señor. El consagrado ha de darse a Dios y a los demás, y todo por su Amor único, Dios. Es ser caridad y servicio.

El consagrado ha de ser humilde porque Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes (1 Pedro, 5-6).

Porque la soberbia tiene su raíz directa en Satanás «non serviam» (Génesis).

«Heme aquí Señor, para hacer tu voluntad» (Heb. 10,4-10).

Vivir la humildad de Jesús es el ideal «aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón» (Mt. 11,29).

«Hazte pequeño en las grandezas humanas y alcanzarás el favor de Dios, porque es grande la misericordia de Dios y revela sus secretos a los humildes» (Eclo. 3, 19-20).

Es tiempo de sembrar, sembremos, que el Señor hará crecer, nuestra cosecha la veremos en la Vida Eterna.

María del Carmen de Jesús
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La abadía de Cluny: 1.100 años de historia

«Cluny representó el alma de una profunda renovación de la vida monástica»

El monaquismo occidental, que floreció algunos años antes con san Benito, había decaído mucho por diversas causas: las inestables condiciones políticas y sociales debidas a las continuas invasiones y devastaciones de pueblos no integrados en el tejido europeo, la pobreza difundida y sobre todo la dependencia de las abadías de los señores locales, que controlaban todo lo que pertenecía a los territorios de su competencia.

San Benito de Aniane, el «Segundo Benito», era consciente de que los monjes negros no podían seguir sustentándose a sí mismos simplemente con el trabajo físico en las instituciones monásticas que había concebido en el año 817 para gobernar todos los monasterios carolingios.

La Orden de Cluny es una reforma de la Orden Benedictina. Fue creada hace 1.100 años, el 11 de septiembre de 910 cuando Guillermo I el Piadoso, duque de Aquitania, donó la villa de Cluny al papado para que fundara en ella un monasterio con doce monjes bajo la guía del abad Bernón. Bernón estableció la observancia de la regla de San Benito de Nursia, reformada por Benito de Aniane, respetando, no obstante, las directrices de los monasterios. El monasterio se situó en Mâconnais, en Saona y Loira. La donación hecha por Guillermo I no es gratuita, pretende obtener la protección y la garantía de la Santa Sede dado que su poder era muy escaso. Guillermo I el Piadoso intentó evitar su control por los laicos. En la carta de la fundación de la abadía se establece la libre elección, por parte de los monjes, del abad; un punto de suma importancia en la orden benedictina. La carta condena gravemente a los que transgredan este artículo. Bernón murió en 926 tras una vida dedicada a la expansión de la Regla por numerosos monasterios.

Cluny representó el alma de una profunda renovación de la vida monástica, para reconducirla a su inspiración original, un movimiento de gran importancia en la Edad Media, que restauró la observancia de la Regla de San Benito con algunas adaptaciones ya introducidas por otros reformadores. Sobre todo se quiso garantizar el lugar fundamental que debe ocupar la Liturgia en la vida cristiana, los monjes estaban convencidos de que así participaban en la liturgia del Cielo.

Los monjes cluniacenses se dedicaban con amor y gran cuidado a: la celebración de las Horas Litúrgicas, al Canto de los Salmos, a Procesiones tan devotas como solemnes, la celebración de la Santa Misa, incrementaron el culto de la Virgen María, promovieron la música sacra, quisieron que la arquitectura y el arte contribuyeran a la belleza y a la solemnidad de los ritos, enriquecieron el calendario litúrgico de celebraciones especiales, por ejemplo, al principio de noviembre, la Conmemoración de los fieles difuntos, pues se sentían responsables de interceder ante el altar de Dios por los vivos y los difuntos, dado que muchísimos fieles les pedían con insistencia que se les recordara en la oración.

Precisamente por este motivo había querido Guillermo I el Piadoso el nacimiento de la Abadía de Cluny. En el antiguo documento, que atestigua su fundación, leemos: «Establezco con este don que en Cluny sea construido un monasterio de regulares en honor de los santos apóstoles Pedro y Pablo, y que en él se recojan monjes que viven según la Regla de san Benito […] que allí se frecuente un venerable refugio de oración con votos y súplicas, y se busque y se implore con todo deseo e íntimo ardor la vida celeste, y se dirijan al Señor asiduamente oraciones, invocaciones y súplicas».

La Regla Cluniacense

Para custodiar y alimentar este clima de oración, la regla clunisienne o cluniacense acentuó la importancia del silencio, a cuya disciplina los monjes se sometían de buen grado, convencidos de que la pureza de las virtudes, a las que aspiraban, requería un íntimo y constante recogimiento. No sorprende que bien pronto, una fama de santidad envolviera el monasterio de Cluny, y que muchas otras comunidades monásticas decidieran seguir sus costumbres. Muchos príncipes y Papas pidieron a los abades de Cluny que difundieran su reforma, de modo que en poco tiempo se extendió una tupida red de monasterios ligados a Cluny, con una especie de afiliación carismática, un verdadero imperio monástico de prioratos autónomos pero sometidos al gobierno común del abad de Cluny. Se iba así dibujando una Europa del espíritu en las varias regiones de Francia, Italia, España, Alemania y Hungría. De este modo, hace mil años, cuando estaba en pleno desarrollo el proceso de formación de la identidad europea, la experiencia cluniacense, difundida en vastas regiones del continente europeo, ha aportado su contribución importante y preciosa.

Tras la gran expansión realizada en el siglo X, la Orden continuó desarrollándose durante el siglo XI y la primera mitad del siglo XII, ganando en organización al aplicar unos reglamentos muy precisos.

El éxito de Cluny

El éxito de Cluny fue asegurado ante todo por la elevada espiritualidad que allí se cultivaba, en contra posición por la relajación moral del clero secular y la baja estima del celibato, pero también por algunas otras condiciones que favorecieron su desarrollo. A diferencia de cuanto había sucedido hasta entonces, el monasterio de Cluny y las comunidades dependientes de él fueron reconocidas exentas de la jurisdicción de los obispos locales y sometidas directamente al Romano Pontífice, y gracias a su protección, los ideales de pureza y de fidelidad, de la reforma cluniacense pudieron difundirse rápidamente. Además, los abades eran elegidos sin injerencia alguna por parte de las autoridades civiles, a diferencia de lo que sucedía en otros lugares.

Los monasterios cluniacenses aportaron a la sociedad significativos beneficios: La caridad con los indigentes y los peregrinos necesitados; contribuyeron al desarrollo de la economía con el trabajo manual; no faltaron tampoco algunas típicas actividades culturales del monaquismo medieval, como las escuelaspara niños, la puesta en marcha de bibliotecas, los scriptoria para la transcripción de los libros.En una época fuertemente marcada por la violencia y por el espíritu de venganza, no menos importantes fueron otras dos instituciones, típicas de la civilización medieval, promovidas por Cluny: las llamadas «treguas de Dios» se aseguraban largos periodos de no beligerancia, con ocasión de determinadas fiestas religiosas y de algunos periodos de la semana y la «paz de Dios» se pedía, bajo pena de una censura canónica, el respeto de las personas inermes y de los lugares sagrados. Así educó a un espíritu de paz e inspiró y favoreció iniciativas e instituciones para la promoción de los valores humanos.

La primera mujer que entró como miembro de la orden, lo hizo entrado el siglo XI. En parte debido a la opulencia de la orden, las monjas cluniacenses no fueron consideradas especialmente rentables, lo que se reflejó en un aparente desinterés por fundar conventos cluniacenses para mujeres.

La orden benedictina fue clave en la estabilidad conseguida por la sociedad europea del siglo XI, y en parte debido a su estricta adhesión al código benedictino reformado, Cluny se convirtió en el monasterio ejemplarizante del estilo de vida monacal en Occidente desde finales del siglo X. Una sucesión de abades competentes fueron también figuras relevantes en el terreno internacional. El mismo monasterio de Cluny se convirtió en el mayor y más prestigioso monasterio, y en la institución monástica mejor preparada de Europa. La influencia de Cluny se extendió desde la segunda mitad del siglo X hasta principios del siglo XII. Cluny es, en el siglo XI, el instrumento más eficaz en la consecución de la paz y en la reforma gregoriana. En el siglo XII, cuenta con dos mil prioratos, algunos de ellos considerados como los más grandes monasterios de la época: La Charité-sur-Loire, Souviny, Saint-Martin-des-Champs, cercano a París. Si la mayoría de los monasterios pasan a ser simples prioratos, un reducido número de ellos, conserva, sin embargo, su rango de abadía, aceptando, no obstante, la disciplina común y la autoridad del abad de Cluny.

Acusada por su enriquecimiento y un poder temporal excesivo, la orden de Cluny pierde su influencia espiritual a finales del siglo XI y principios del siglo XII, cuando eclosionan nuevas órdenes inspiradas en un idealismo de pobreza y austeridad: Cister, Prémontrés, la Chartreuse. San Bernardo sostiene una áspera disputa con Pedro el Venerable defendiendo el ideal cisterciense frente a los ideales de Cluny, uno de los principales focos de la vida intelectual y artística de Occidente.

Cluny fue el origen de muchos teólogos, moralistas, poetas e historiadores.

La abadía de Cluny fue saqueada y destruida en su mayor parte por una turba de revolucionarios en 1790. Hoy, sólo una pequeña parte del conjunto arquitectónico original sobrevive.

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¡Oh, Santísima Virgen capitana!

La majestad de la agreste sierra
coronada de nubes y soles
perfumada con silvestres flores
suaves cantos del agua en la piedra.

El cielo quiso hacerse tierra
ser morada entre los farallones
firme refugio de pecadores
que arrepentidos van a su Reina.

¡Oh, Santísima Virgen capitana!
pequeñita, morena, serrana
corazón de los conquistadores.

¡Guadalupe!, siempre venerada
por miles de labios invocada
¡Señora otórganos tus favores!

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La cruz de los jóvenes en Sahagún

La Cruz de los jóvenesLa Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud o Cruz de los Jóvenes visitará nuestro monasterio el próximo día 6 de noviembre. Sahagún será la entrada de la cruz en la Diócesis de León procedente de la de Palencia.

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