Los abades de Cluny

Su portentosa difusión fue debida también a los abades de Cluny con su autoridad espiritual, los monjes cluniacenses que se convirtieron en obispos, alguno de ellos incluso Papas, fueron protagonistas de esta imponente acción de renovación espiritual. Y los frutos no faltaron: el celibato de los sacerdotes volvió a ser estimado y vivido; en la asunción de los oficios eclesiásticos se introdujeron procedimientos más transparentes .

Personas verdaderamente dignas se sucedieron en la guía de Cluny y de las numerosas comunidades monásticas dependientes.

El abad Bernón

Bernón de Baume, sería el fundador y primer abad de la abadía de Cluny.

Guillermo I de Aquitania, el piadoso, duque de Aquitania y conde de Auvernia, dio a Cluny el nada despreciable privilegio de liberar al monasterio de toda futura obligación hacia él o su familia que no estuviera relacionada con la oración. Otros vasallos normalmente conservaban de forma interesada la propiedad sobre los bienes de los monasterios, y esperaban instalar a sus descendientes como abades. Al parecer, Guillermo llegó a este acuerdo con Bernón, el primer abad, para liberar al monasterio de las ataduras seculares.

Bernón estableció la observancia de la regla de San Benito de Nursia, reformada por Benito de Aniane, respetando, no obstante, las directrices de los monasterios. Bernón murió en 926 tras una vida dedicada a la expansión de la Regla por numerosos monasterios; sucediéndole el abad Odón.

El abad Odón

San Odón de Cluny (nacido sobre el 878 o 879 en el Maine – fallecido el 18 de noviembre de 942), era el hijo de un señor feudal de Déols, cerca de Le Mans. En su infancia, la primera intención de sus padres fue dedicarlo a la vida religiosa, bajo la advocación de San Martín de Tours. Más tarde decidieron continuar su educación en la corte del conde de Anjou y posteriormente en la de Guillermo el Piadoso, duque de Aquitania, donde se preparó para guerrear. Debido a crecientes y fuertes dolores de cabeza que ningún médico podía aliviar, hizo la promesa de que si se produjese su curación se volvería a consagrar a Martín de Tours, recuperada la salud perdida cumplió su voto.

Alrededor de 909, llegó a ser monje benedictino, y luego superior de la escuela abacial de la abadía de Baume, donde llevó consigo 100 libros. Sucede como tercer abad de Aurillac en el 920 a Jean d’Aurillac pariente del fundador San Géraud y escribe su vida a petición de Turpin, obispo de Limoges que lo ordenará sacerdote en 925. Odón recopiló todos los documentos y testimonios de los que habían conocido a Géraud y estudió cuidadosamente la fundación y los estatutos de la abadía Aurillac que había servido de modelo para Cluny. Se desconoce durante cuánto tiempo fue abad de Aurillac, donde tuvo un coadjutor de nombre Arnulphe que le sucedió en 926 como abad de Aurillac.

Era compañero de viaje de Bernón, próximo a las concepciones de su predecesor. Escogido en su testamento por Bernón para sucederle como segundo abad de Cluny, toma posesión a su muerte en 926 o 927. La abadía entonces sólo tenía 12 monjes, pequeñas propiedades y estaba todavía construyéndose. Odón viajó de convento en convento para enseñar la Reforma de Cluny, -en Aquitania, norte de Francia e Italia-, que se convirtió en el modelo de vida monástica durante más de un siglo y fue ejemplo del papel de la piedad en la vida cotidiana en Europa. Entre 936 y 942 visitó Italia en varias ocasiones, teniendo gran influencia, como consejero de los papas León VII y Esteban VIII. Fundó en Roma el monasterio de Nuestra Señora en el Aventino y reformó varios conventos, por ejemplo, Subiaco y Monte Cassino. Su reputación de santidad atrae a numerosos monjes a la abadía y numerosos ermitaños en los alrededores. Es llamado para reformar otros monasterios, entre los que se encuentran San Pablo Extramuros en Roma y San Agustín en Pavía. Fue un erudito siendo el primero que reúne manuscritos en la biblioteca de Cluny trayendo libros provenientes de San Martín de Tours. Dotado de una educación musical, escribió varias obras. En 931 consigue por privilegio del papa Juan XI, que la abadía de Cluny tenga la misma inmunidad que la Abadía de Saint-Géraud d’Aurillac. Como jefe de la orden que depende directamente de la Santa Sede se le permite dirigir y unir todos los monasterios que le quieran confiar los abades laicos (como es el caso de Fleury-sur Loire), así como acoger en Cluny a monjes benedictinos pertenecientes a comunidades todavía no reformadas. El mayor número de monasterios reformados, sin embargo, se mantuvo independiente y se convirtieron en varios centros de reforma.

La influencia de Cluny va aumentando, pero carece de organización. El monasterio obtiene el derecho de acuñar moneda, se abren escuelas y una biblioteca. A la muerte de Odón, en 942, el prestigio de Cluny es ya muy importante.

El abad Aimar de Cluny

Aimar de Cluny es nombrado por Odón para sucederle, de la misma forma que Bernón lo había escogido a él. Este prosigue su obra, pero en el 948 queda ciego y escoge como coadjutor a Mayolo, que acabará dirigiendo Cluny desde 954 hasta 994.

El abad Mayolo

San Mayolo, proveniente de una rica e importante familia de señores de Válenosle, Mayolo utiliza toda la experiencia adquirida para gestionar y administrar la gran pujanza de Cluny, fue llamado el Árbitro de los Reyes por sus relaciones con la aristocracia. Su prestigio fue notable, y rehusó ejercer la función papal en 973. Sus funerales corrieron a cargo de Hugo Capeto, fue beatificado poco después de su muerte, convirtiéndose en uno de los santos más populares.

El abad Odilón

San Odilón, en el 994 es nombrado abad de Cluny y dirige el monasterio durante 55 años. Hijo de los señores de Mercoeur, mantiene relaciones con los personajes más ilustres de su tiempo y aprovecha las oportunidades que se le ofrecen a la Orden. Pero en una época marcada por el desmoronamiento de las estructuras carolingias y el desmantelamiento laico, no puede contar con la protección de la alta aristocracia y se alía con los señores, la fuerza preponderante en el año mil. Trata de apaciguar la violencia de éstos, apoyándose en la Tregua de Dios. Ayuda a los caballeros y recurre a los servicios espirituales de sus monjes para que favorezcan a sus familias, y se encarga de afirmar la vocación (a veces forzada) de los jóvenes hidalgos. La política de Cluny a favor de la asociación y creación de grandes conventos, disminuye, en tanto que los pequeños van creciendo. Sin embargo siguen controlados, bien por el propio Odilón, bien por la mediación de los grandes abades.

Destacó el abad Odilon por entablar relaciones con el rey Sancho el Mayor de Navarra: que a principios del siglo XI comenzó a apoyar decididamente la reforma de Cluny en sus territorios, que entonces comprendían prácticamente toda la España cristiana. Cuando muere Odilón, se cuenta con 70 conventos, y Cluny se asocia con pujantes abadías, que mantienen, en ocasiones, su autonomía. Es venerado como santo.

El abad Hugo de Semur

San Hugo el Grande. (1049-1109). Fue uno de los líderes más influyentes de las órdenes monásticas de la Edad Media. Es nombrado abad y continúa ampliando el poder de Cluny. Posee una gran elocuencia y un gran sentido político. Concluye la integración con el Feudalismo que acaba de nacer. Se crean todavía pequeños conventos. El principio hierático va flexibilizándose hacia 1075, cuando Cluny acepta en la orden abadías de otras órdenes, diferentes a la benedictina, como Vézelay, que se hallan dispuestas a ingresar en la Orden sin tener que renunciar a su rango para convertirse en prioratos. Durante su abadiato se incorporaron a Cluny grandes abadías, como las de Moissac, Lézat (Ariège), Figeac (Quercy). La Orden se extendió por España, Inglaterra, contando con 10.000 monjes. El abad Hugo tuvo una importantísima intervención en la Querella de las Investiduras que enfrentó al papado con el emperador germánico. Fue canonizado por S.S. Calixto II en 1121 como San Hugo el Grande .

El abad Pons de Melgueil

Pons de Melgueil. (1109-1125) Hábil pero muy intransigente. Intervino activamente al final de la Querella de las Investiduras, y prosiguió con la idea de engrandecer la Orden. A tal fin, inicia la construcción de Cluny III, una abadía gigantesca que acabaría con todas las donaciones y compromisos adquiridos provenientes del Reino de León y Castilla.

El abad Pedro el Venerable

Se le conoce también como Pedro de Montboissier (Hacia 1092 – 25 diciembre 1156 en Cluny). Ha sido honrado como santo aunque nunca fue canonizado formalmente.

Pedro fue consagrado a Dios al nacer y entregado a los monjes del monasterio de la Orden de Cluny en Sauxillanges. Hizo sus votos allí a la edad de 17 años, consiguiendo en poco tiempo ser muy estimado, validándole para ser nombrado profesor y a los 20 años prior del monasterio de Vézelay. Más tarde se trasladó al monasterio de Domène. Tuvo tanto éxito en el cumplimiento de sus funciones en los monasterios de Vézelay y Domène que a los 30 años fue elegido General de la Orden. Pedro fue un incansable defensor de la necesidad de reformar su orden ya que estaba terriblemente necesitada de reconstrucción tras haber sido depuesto por el Papa el anterior abad, Poncio.

La Orden de Cluny era objeto en esos momentos de ataques por parte de otras órdenes religiosas así como de prominentes monjes y teólogos entre los que destacaba el monje cisterciense San Bernardo de Claraval. Pedro consiguió hacer frente con éxito a esos ataques y también logró llevar a buen término la reforma de su orden, recibiendo por ello el sobrenombre de Venerable.

Pedro se convirtió en una figura destacada de la Iglesia Católica con gran proyección tanto a nivel internacional como en su país, donde colaboró con importantes personalidades civiles y eclesiásticas. Asistió a muchos de los concilios más importantes de su época, incluido el Concilio de Pisa que se celebró en 1134 y en el que colaboró para evitar un posible cisma en la Iglesia dando su apoyo al Papa Inocencio II. Asistió asimismo al Concilio de Reims en 1147. Asumió la defensa del teólogo y filósofo francés Pedro Abelardo después de que fuese condenado por el Concilio de Sens por su interpretación racionalista de la Trinidad. Lo acogió en Cluny e intentó que suavizaran la sentencia del Concilio, logrando reconciliar a Abelardo con su principal acusador San Bernardo. Tras la muerte de Abelardo, Pedro le dio la absolución de sus pecados a petición de Eloísa.

A pesar de su intensa vida y de la importancia del papel desarrollado en la historia europea, el mayor logro de Pedro consistió en la importantísima contribución que realizó para la reevaluación de las relaciones de la Iglesia con el Islam. Fue un decidido impulsor del proyecto de realizar un estudio del Islam tomando como base sus propias fuentes. Pedro utilizó el nuevo material traducido para sus propios escritos sobre el Islam; entre ellos destacan como los más importantes la «Summa Totius heresis Saracenorum» y el «Liber contra sectam sive heresim Saracenorum». En estas obras Pedro considera al Islam como una herejía cristiana que cree que está próxima al paganismo, por ello explica a San Bernardo que su objetivo es, «el mismo que surge de las enseñanzas de los Padres de la Iglesia que nunca desistieron de combatir la herejía sino que se opusieron a ella con toda la fuerza de su fe, poniendo de manifiesto con sus argumentos y sus escritos que la herejía es detestable y merecedora de condena».

Sin embargo, si bien su interpretación del Islam era básicamente negativa, consiguió «que se estableciese un enfoque más razonable del Islam mediante el empleo de textos originales islámicos en lugar de los anteriormente utilizados que tan solo eran el resultado de la hiperactiva imaginación de los primeros escritores cristianos occidentales». Aunque esta aproximación alternativa al Islam no fue ampliamente aceptada ni emulada por otros eruditos cristianos de la Edad Media, sí consiguió influir en un reducido número de personajes influyentes y eruditos de la Iglesia, incluido Roger Bacon.

Es autor de una importante cantidad de correspondencia y de muchos escritos sobre cuestiones teológicas tales como: la doctrina cristiana de la divinidad de Jesucristo, las herejías de su época y el tema de los milagros. Sus escritos son considerados como algunos de los documentos más importantes del siglo XII.

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1 respuesta a Los abades de Cluny

  1. df dijo:

    MALOO no me gusto no sale nada de loque nedecito en la abadia de cluny .l.

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