NOVENA DE LA NAVIDAD

Primera (Amor Trinitario)

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración antes de la meditación de cada día: Señor mío Jesucristo, postrado ante tu Divina presencia, suplico a tu amorosísimo Corazón que me admitas a la meditación de los Excesos de tu Amor en el misterio de tu Encarnación. Dame tu ayuda, gracia, amor, profunda compasión y entendimiento mientras medito el primer Exceso de tu amor. Y a ti Madre Inmaculada, te pido que me encierres en tu Corazón, y me hagas un pequeño lugar en tu seno materno para que pueda contemplar, comprender y acompañar a tu Hijo Jesús es este misterio, e imitándolos a Él y a Ti, deje reinar en mi la Voluntad Divina, como en el Cielo así en la tierra. Amén.

Meditación: Como por ejemplo, en una hora me transportaba con el pensamiento al paraíso y me imaginaba a la Santísima Trinidad. Al Padre que enviaba al Hijo a la tierra, al Hijo que prontamente obedecía al Querer del Padre, y al Espíritu Santo que consentía. Mi mente se confundía al contemplar un misterio tan grande, un amor tan recíproco, tan fuerte y tan igual entre Ellos y hacia los hombres, y luego consideraba la ingratitud de los hombres y especialmente la mía… Y en esta consideración hubiera permanecido no sólo una hora entera sino todo el día, pero una voz interna me decía: “Basta, ven y mira otros excesos más grandes de mi amor.”

Al terminar la meditación: Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Por el triunfo del Reino de la Divina Voluntad y las intenciones del Santo Padre.

Segunda (Amor anonadado)

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración antes de la meditación de cada día: Señor mío Jesucristo, postrado ante tu Divina presencia, suplico a tu amorosísimo Corazón que me admitas a la meditación de los Excesos de tu Amor en el misterio de tu Encarnación. Dame tu ayuda, gracia, amor, profunda compasión y entendimiento mientras medito el segundo Exceso de tu amor. Y a ti Madre Inmaculada, te pido que me encierres en tu Corazón, y me hagas un pequeño lugar en tu seno materno para que pueda contemplar, comprender y acompañar a tu Hijo Jesús es este misterio, e imitándolos a Él y a Ti, deje reinar en mi la Voluntad Divina, como en el Cielo así en la tierra. Amén.

Meditación: Entonces mi mente se veía llevada hasta el seno materno y quedaba estupefacta al considerar a aquel Dios tan grande en el cielo y ahora tan anonadado, empequeñecido y estrechado, que no podía moverse y casi ni siquiera respirar. La voz interior me decía: “¿Ves cuánto te he amado? Ah, dame un lugar en tu corazón, quita todo lo que no es mío, y así me darás más facilidad para moverme y respirar.” Mi corazón se deshacía, le pedía perdón, le prometía que quería ser toda suya y me desahogaba en llanto, pero, lo digo para mi confusión, volvía a mis habituales defectos. ¡Oh Jesús, cuán bueno has sido con esta miserable criatura!

Al terminar la meditación: Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Por el triunfo del Reino de la Divina Voluntad y las intenciones del Santo Padre.

Tercera (Amor devorante)

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración antes de la meditación de cada día: Señor mío Jesucristo, postrado ante tu Divina presencia, suplico a tu amorosísimo Corazón que me admitas a la meditación de los Excesos de tu Amor en el misterio de tu Encarnación. Dame tu ayuda, gracia, amor, profunda compasión y entendimiento mientras medito el tercer Exceso de tu amor. Y a ti Madre Inmaculada, te pido que me encierres en tu Corazón, y me hagas un pequeño lugar en tu seno materno para que pueda contemplar, comprender y acompañar a tu Hijo Jesús es este misterio, e imitándolos a Él y a Ti, deje reinar en mi la Voluntad Divina, como en el Cielo así en la tierra. Amén.

Meditación: Una voz interior me decía: “Hija mía, apoya tu cabeza sobre el seno de mi Mamá, mira dentro de él a mi pequeña humanidad. Mi amor me devoraba; los incendios, los océanos, los mares inmensos del amor de mi Divinidad me inundaban, me incendiaban, levantaban tan alto sus llamas que se elevaban y se extendían por doquier a todas las generaciones, desde el primero hasta el último hombre. Y mi pequeña humanidad era devorada en medio de tantas llamas. Pero ¿sabes tú qué cosa me quería hacer devorar mi amor eterno? ¡Ah, las almas! Y sólo estuve contento hasta que las devoré todas, quedando todas concebidas conmigo. Yo era Dios, tenía que obrar como Dios, debía tomarlas a todas; mi amor no me habría dado paz si hubiera excluido a alguna. Ah hija mía, mira bien en el seno de mi Mamá, fija bien los ojos en mi humanidad recién concebida y ahí encontrarás a tu alma concebida conmigo y también las llamas de mi amor que te devoraron. ¡Oh, cuánto te he amado y te amo!” Yo me perdía en medio de tanto amor y no sabía salir de ahí… Pero una voz me llamaba fuerte diciéndome: “Hija mía, esto es nada aun, estréchate más a Mí, dale tus manos a mi querida Mamá a fin de que te tenga estrechada en su seno materno, sigue contemplando a mi pequeña humanidad recién concebida y mira el cuarto exceso de mi amor.”

Al terminar la meditación: Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Por el triunfo del Reino de la Divina Voluntad y las intenciones del Santo Padre.

Cuarta (Amor obrante)

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración antes de la meditación de cada día: Señor mío Jesucristo, postrado ante tu Divina presencia, suplico a tu amorosísimo Corazón que me admitas a la meditación de los Excesos de tu Amor en el misterio de tu Encarnación. Dame tu ayuda, gracia, amor, profunda compasión y entendimiento mientras medito el cuarto Exceso de tu amor. Y a ti Madre Inmaculada, te pido que me encierres en tu Corazón, y me hagas un pequeño lugar en tu seno materno para que pueda contemplar, comprender y acompañar a tu Hijo Jesús es este misterio, e imitándolos a Él y a Ti, deje reinar en mi la Voluntad Divina, como en el Cielo así en la tierra. Amén.

Meditación: “Hija mía, del amor devorante pasa a considerar mi amor obrante. Cada alma concebida me llevó el fardo de sus pecados, de sus debilidades y de sus pasiones y mi amor me ordenó tomar el fardo de cada uno y no sólo concebí a las almas sino las penas de cada una y las satisfacciones que cada una de ellas debía dar a mi Celestial Padre. Así que mi Pasión fue concebida junto conmigo. Mírame bien en el seno de mi celestial Mamá, oh cómo mi pequeña Humanidad está atormentada; fíjate bien cómo mi pequeña cabecita está rodeada por una corona de espinas, que ciñéndome fuerte las sienes, me hace derramar ríos de lágrimas de los ojos, y no puedo moverme para secarlas… Ah, muévete a compasión de Mí, sécame los ojos de tanto llanto, tú que tienes los brazos libres para podérmelo hacer. Estas espinas son la corona de los tantos pensamientos malos que se agolpan en las mentes humanas. ¡Oh, cómo me punzan más estos pensamientos que las espinas que produce la tierra! Pero mira más, mira qué larga crucifixión de nueve meses: no podía mover ni un dedo, ni una mano, ni un pie, estaba aquí, siempre inmóvil, no había lugar para poderme mover un poquito… ¡Qué larga y dura crucifixión! Agregando que todas las obras malas, tomando forma de clavos, me traspasaban manos y pies repetidamente…” Y así continuaba narrándome pena por pena, todos los martirios de su pequeña Humanidad, y que querer-las decir todas sería demasiado extenso. Entonces yo me abandonaba al llanto. Oía decir en mi interior: “Hija mía, quisiera abrazarte pero no puedo, no hay espacio, estoy inmóvil, no puedo hacerlo; quisiera ir a ti pero no puedo caminar. Por ahora abrázame y ven tú a Mí y luego Yo, cuando salga del seno materno, iré a ti.” Y mientras con mi fantasía me lo abrazaba y me lo estrechaba fuertemente a mi corazón, una voz interior me decía: “Basta por ahora, hija mía, y pasa a considerar el quinto exceso de mi amor.”

Al terminar la meditación: Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Por el triunfo del Reino de la Divina Voluntad y las intenciones del Santo Padre.

Quinta (Amor solitario)

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración antes de la meditación de cada día: Señor mío Jesucristo, postrado ante tu Divina presencia, suplico a tu amorosísimo Corazón que me admitas a la meditación de los Excesos de tu Amor en el misterio de tu Encarnación. Dame tu ayuda, gracia, amor, profunda compasión y entendimiento mientras medito el quinto Exceso de tu amor. Y a ti Madre Inmaculada, te pido que me encierres en tu Corazón, y me hagas un pequeño lugar en tu seno materno para que pueda contemplar, comprender y acompañar a tu Hijo Jesús es este misterio, e imitándolos a Él y a Ti, deje reinar en mi la Voluntad Divina, como en el Cielo así en la tierra. Amén.

Meditación: Entonces la voz interior seguía: “Hija mía, no te alejes de Mí, no me dejes solo, mi amor quiere compañía, este es otro exceso de mi amor: que no quiere estar solo. Pero ¿sabes tú de quién quiere compañía? De la criatura. Mira en el seno de mi Mamá, junto conmigo están todas las criaturas concebidas en Mí. Yo estoy con ellas todo amor, quiero decirles cuánto las amo, quiero hablar con ellas para narrarles mis alegrías y mis dolores, para decirles que vine en medio de ellas para hacerlas felices, para consolarlas, y que estaré en medio de ellas como un hermanito dando a cada una todos mis bienes y mi reino a costa de mi muerte. Quiero darles mis besos, mis caricias; quiero entretenerme con ellas. Pero ¡ay, cuántos dolores me dan! Muchas me huyen, otras se hacen las sordas y me reducen al silencio, otras desprecian mis bienes y no se preocupan de mi reino y corresponden a mis besos y mis caricias con el descuido y con el olvido de Mí, y mi entretenimiento lo convierten en amargo llanto. ¡Oh, cómo estoy solo a pesar de que estoy en medio de todos! ¡Oh, cómo me pesa mi soledad! No tengo a quien decirle ni una palabra, con quien desahogarme en amor; estoy siempre triste y callado, porque si hablo, no soy escuchado. ¡Ah, hija mía, te pido, te suplico que no me dejes solo en tanta soledad! Dame el bien de hablar con escucharme, presta oídos a mis enseñanzas, Yo soy el maestro de los maestros. ¡Ah, cuántas cosas quiero enseñarte! Si me escuchas harás que deje de llorar y me entretendré contigo. ¿No quieres tú entretenerte conmigo?”

Y mientras me abandonaba en Él, compadeciéndolo en su soledad, la voz interior continuaba:

“Basta, basta, pasa a considerar el sexto exceso de mi amor.”

Al terminar la meditación:Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Por el triunfo del Reino de la Divina Voluntad y las intenciones del Santo Padre.

Sexta (Amor prisionero)

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración antes de la meditación de cada día: Señor mío Jesucristo, postrado ante tu Divina presencia, suplico a tu amorosísimo Corazón que me admitas a la meditación de los Excesos de tu Amor en el misterio de tu Encarnación. Dame tu ayuda, gracia, amor, profunda compasión y entendimiento mientras medito el sexto Exceso de tu amor. Y a ti Madre Inmaculada, te pido que me encierres en tu Corazón, y me hagas un pequeño lugar en tu seno materno para que pueda contemplar, comprender y acompañar a tu Hijo Jesús es este misterio, e imitándolos a Él y a Ti, deje reinar en mi la Voluntad Divina, como en el Cielo así en la tierra. Amén.

Meditación: “Hija mía, ven, ruega a mi querida Mamá que te haga un lugarcito en su seno materno para que tú misma veas el estado doloroso en el que me encuentro.” Entonces me parecía con el pensamiento que nuestra Reina Mamá, para contentar a Jesús, me hacía un pequeño lugar y me ponía dentro de su seno; pero era tal y tanta la oscuridad que no lo veía, sólo oía su respiro y Él en mi interior continuaba diciéndome: “Hija mía, mira otro exceso de mi amor. Yo soy la luz eterna, el sol es una sombra de mi luz, y mira a dónde me ha conducido mi amor, ¡ve en qué oscura prisión estoy! No hay ni un rayo de luz, siempre es noche para Mí, y noche sin estrellas, sin reposo, siempre despierto, ¡qué pena!, la estrechez de la prisión, sin poderme mínimamente mover, las tinieblas tupidas; hasta el respiro… respiro por medio del respiro de mi Mamá, ¡oh, cómo es dificultoso! Además agrega las tinieblas de las culpas de las criaturas, cada culpa era una noche para Mí, las cuales uniéndose, formaban un abismo de oscuridad sin confines. ¡Qué pena! ¡Oh exceso de mi amor, hacerme pasar de una inmensidad de luz, de amplitud, a una profundidad de tupidas tinieblas y de tales estrecheces hasta faltarme la libertad del respiro…! Y todo esto por amor a las criaturas.” Y mientras esto decía, gemía con gemidos sofocados por la falta de espacio, y lloraba. Yo me deshacía en llanto, le agradecía, lo compadecía, quería hacerle un poco de luz con mi amor como Él me decía… Pero ¿quién puede decir todo? La misma voz interior agregaba: “Basta por ahora. Pasa al séptimo exceso de mi amor.”

Al terminar la meditación: Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Por el triunfo del Reino de la Divina Voluntad y las intenciones del Santo Padre.

Séptima (Amor despreciado)

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración antes de la meditación de cada día: Señor mío Jesucristo, postrado ante tu Divina presencia, suplico a tu amorosísimo Corazón que me admitas a la meditación de los Excesos de tu Amor en el misterio de tu Encarnación. Dame tu ayuda, gracia, amor, profunda compasión y entendimiento mientras medito el séptimo Exceso de tu amor. Y a ti Madre Inmaculada, te pido que me encierres en tu Corazón, y me hagas un pequeño lugar en tu seno materno para que pueda contemplar, comprender y acompañar a tu Hijo Jesús es este misterio, e imitándolos a Él y a Ti, deje reinar en mi la Voluntad Divina, como en el Cielo así en la tierra. Amén.

Meditación: La voz interior continuaba: “Hija mía, no me dejes solo en tanta soledad y en tanta oscuridad, no salgas del seno de mi Mamá para que veas el séptimo exceso de mi amor. Escúchame: en el seno de mi Padre celestial Yo era plenamente feliz, no había bien que no poseyera, alegrías, felicidad, todo estaba a mi disposición; los ángeles reverentes me adoraban, estaban a mis órdenes. Ah, el exceso de mi amor – podría decir – me hizo cambiar fortuna, me restringió en esta tétrica prisión, me despojó de todas mis alegrías, felicidad y bienes para vestirme con todas las infelicidades de las criaturas, y todo esto para hacerles el cambio: para dar a ellas mi fortuna, mis alegrías y mi felicidad eterna. Pero esto habría sido nada si no hubiera encontrado en ellas suma ingratitud y obstinada perfidia. ¡Oh, cómo mi amor eterno quedó sorprendido ante tanta ingratitud y lloró por la obstinación y perfidia del hombre! La ingratitud fue la espina más punzante que me traspasó el corazón desde mi concepción hasta el último instante de mi vida, hasta mi muerte. Mira mi corazoncito, está herido y gotea sangre… ¡Qué pena! ¡Qué dolor siento! Hija mía, tú no me seas ingrata; la ingratitud es la pena más dura para tu Jesús, es cerrarme en la cara las puertas para dejarme afuera aterido de frío. Pero ante tanta ingratitud mi amor no se detuvo; se puso en actitud de amor suplicante, gimiente y mendicante, y este es el octavo exceso de mi amor.”

Al terminar la meditación: Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Por el triunfo del Reino de la Divina Voluntad y las intenciones del Santo Padre.

Octava (Amor suplicante)

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración antes de la meditación de cada día: Señor mío Jesucristo, postrado ante tu Divina presencia, suplico a tu amorosísimo Corazón que me admitas a la meditación de los Excesos de tu Amor en el misterio de tu Encarnación. Dame tu ayuda, gracia, amor, profunda compasión y entendimiento mientras medito el octavo Exceso de tu amor. Y a ti Madre Inmaculada, te pido que me encierres en tu Corazón, y me hagas un pequeño lugar en tu seno materno para que pueda contemplar, comprender y acompañar a tu Hijo Jesús es este misterio, e imitándolos a Él y a Ti, deje reinar en mi la Voluntad Divina, como en el Cielo así en la tierra. Amén.

Meditación: “Hija mía, no me dejes solo, apoya tu cabeza sobre el seno de mi querida Mamá y también desde afuera oirás mis gemidos, mis súplicas, y viendo que ni mis gemidos ni mis súplicas mueven a compasión de mi amor a la criatura, me pongo como el más pobre de los mendigos y extiendo mi pequeña manita pidiendo al menos por piedad, a título de limosna sus almas, sus afectos y sus corazones. Mi amor quería vencer a cualquier costo al corazón del hombre, y viendo que después de siete excesos de mi amor permanecía reacio, se hacía el sordo, no se ocupaba de Mí ni se quería dar a Mí, mi amor quiso ir más allá, hubiera debido detenerse, ¡pero no! Quiso salir más allá de sus límites, y desde el seno de mi Mamá hacía Yo llegar mi voz a cada corazón con los modos más insinuantes, con los ruegos más fervientes, con las palabras más penetrantes. ¿Y sabes qué le decía? ‘Hijo mío, dame tu corazón, todo lo que tú quieras te lo daré con tal de que me des a cambio tu corazón; he bajado del cielo para tomarlo, ¡ah, no me lo niegues! ¡No defraudes mis esperanzas!’ Y viéndolo reacio y que muchos me volteaban la espalda, pasaba a los gemidos, juntaba mis pequeñas manitas y llorando, con voz sofocada por los sollozos, añadía: ‘¡Ay, ay! Soy el pequeño mendigo, ¿ni siquiera de limosna quieres darme tu corazón?’ ¿No es éste un exceso más grande de mi amor: que el Creador para acercarse a la criatura tome la forma de pequeño niño para no infundirle temor y pida al menos como limosna el corazón de la criatura, y viendo que ella no se lo quiere dar, ruega, gime y llora?” Luego me decía: “Y tú, ¿no quieres darme tu corazón? ¿O también tú quieres que gima, que ruegue y llore para que me des tu corazón? ¿Quieres negarme la limosna que te pido?” Y mientras esto decía, yo oía que sollozaba. Entonces decía: “Jesús mío, no llores, te doy mi corazón y toda yo misma.” Y la voz interna continuaba: “Continúa más adelante, pasa al noveno exceso de mi amor.”

Al terminar la meditación: Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Por el triunfo del Reino de la Divina Voluntad y las intenciones del Santo Padre.

Novena (Amor agonizante)

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración antes de la meditación de cada día: Señor mío Jesucristo, postrado ante tu Divina presencia, suplico a tu amorosísimo Corazón que me admitas a la meditación de los Excesos de tu Amor en el misterio de tu Encarnación. Dame tu ayuda, gracia, amor, profunda compasión y entendimiento mientras medito el noveno Exceso de tu amor. Y a ti Madre Inmaculada, te pido que me encierres en tu Corazón, y me hagas un pequeño lugar en tu seno materno para que pueda contemplar, comprender y acompañar a tu Hijo Jesús es este misterio, e imitándolos a Él y a Ti, deje reinar en mi la Voluntad Divina, como en el Cielo así en la tierra. Amén.

Meditación: “Hija mía, mi estado es cada vez más doloroso… Si me amas, tu mirada tenla fija en Mí para que veas si puedes dar a tu pequeño Jesús algún consuelo, alguna palabra de amor, una caricia, un beso que dé tregua a mi llanto y a mis aflicciones. Escucha, hija mía; después de haber dado ocho excesos de mi amor al hombre y éste tan malamente me había correspondido, mi amor no se dio por vencido y al octavo exceso quiso agregar el noveno. Y son las ansias, los suspiros de fuego, las llamas de los deseos porque quería salir del seno materno para abrazar al hombre. Esto reducía a mi pequeña humanidad aún no nacida, a una agonía tal que estaba a punto de dar mi último respiro, pero mi Divinidad que era inseparable de Mí, me daba sorbos de vida y tomaba de nuevo la vida para continuar mi agonía y volver a morir nuevamente… Este fue el noveno exceso de mi amor: agonizar y morir continuamente de amor por la criatura. ¡Oh, qué larga agonía de nueve meses! ¡Oh, cómo el amor me ahogaba y me hacía morir! Y si no hubiera tenido mi Divinidad conmigo, la cual me daba continuamente la vida cada vez que estaba por morir, el amor me habría consumado antes de salir a la luz del día.” Luego agregaba: “Mírame, escúchame cómo agonizo, cómo mi pequeño corazón late, se ahoga, arde; mírame, ahora muero.” Y guardaba un profundo silencio. Yo me sentía morir, se me helaba la sangre en las venas y temblando le decía: “Amor mío, vida mía, no te mueras, no me dejes sola. Tú quieres amor y yo te amaré, no te dejaré más, dame tus mismas llamas para poderte amar más y consumarme toda por ti.”

Al terminar la meditación: Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Por el triunfo del Reino de la Divina Voluntad y las intenciones del Santo Padre.

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SAN JUAN DE LA CRUZ – 14 de Diciembre

Ávila y concretamente Fontiveros fue su patria chica. Luego lo será Castilla y de modo principal Andalucía la tierra de sus amores.

Se llamó Juan Yepes. Nació en 1542 del matrimonio que formaban Gonzalo y Catalina; eran pañeros y vivían pobres. Su padre muere pronto y la viuda se ve obligada a grandes esfuerzos para sacar adelante a sus tres hijos: Francisco, Luis y Juan. Fue inevitable el éxodo cuando se vio que no llegaba la esperada ayuda de los parientes toledanos; Catalina y sus tres hijos marcharon primero a Arévalo y luego a Medina del Campo que es el centro comercial de Castilla. Allí malviven con muchos problemas económicos, arrimando todos el hombro; pero a Juan no le van las manualidades y muestra afición al estudio.

Entra en el Colegio de la Doctrina, siendo acólito de las Agustinas de la Magdalena, donde le conoció don Alonso Álvarez de Toledo quien lo colocó en el hospital de la Concepción y le costea los estudios para sacerdote. Los jesuitas fundan en 1551 su colegio y allí estudió Humanidades. Se distinguió como un discípulo agudo.

Juan eligió la Orden del Carmen; tomó su hábito en 1563 y desde entonces se llamó Juan de Santo Matía; estudia Artes y Teología en la universidad de Salamanca como alumno del colegio que su Orden tiene en la ciudad. El esplendor del claustro es notorio: Mancio, Guevara, Gallo, Luis de León enseñan en ese momento.

En 1567 lo ordenaron sacerdote. Entonces tiene lugar el encuentro fortuito con la madre Teresa en las casas de Blas Medina. Ella ha venido a fundar su segundo «palomarcico», como le gustaba de llamar a sus conventos carmelitas reformados; trae también con ella facultades del General para fundar dos monasterios de frailes reformados y llegó a convencer a Juan para unirlo a la reforma que intentaba salvar el espíritu del Carmelo amenazado por los hombres y por los tiempos. Llegó a exclamar con gozo Teresa ante sus monjas que para empezar la reforma de los frailes ya contaba con «fraile y medio» haciendo con gracia referencia a la corta estatura de Juan; el otro fraile, o fraile entero, era el prior de los carmelitas de Medina, fray Antonio de Heredia.

Inicia su vida de carmelita descalzo en Duruelo y ahora cambia de nombre, adoptando el de Juan de la Cruz. Pasa año y medio de austeridad, alegría, oración y silencio en casa pobre entre las encinas. Luego, la expansión es inevitable; reclaman su presencia en Mancera, Pastrana y el colegio de estudios de Alcalá; ha comenzado la siembra del espíritu carmelitano.

La monja Teresa quiere y busca confesores doctos para sus monjas; ahora dispone de confesores descalzos que entienden -porque lo viven- el mismo espíritu. Por cinco años es Juan el confesor del convento de la Encarnación de Ávila. La confianza que la reformadora tiene en el reformador -aunque posiblemente no llegó a conocer toda la hondura de su alma- se verá de manifiesto en las expresiones que emplea para referirse a él; le llamará «senequita» para referirse a su ciencia, «santico de fray Juan» al hablar de su santidad, previendo que «sus huesecicos harán milagros».

No podía faltar la cruz; llegó del costado que menos cabía esperarla. Fueron los hermanos calzados los que lo tomaron preso, lo llevan preso a Toledo donde vivió nueve meses de durísima prisión. Es la hora de Getsemaní, la noche del alma, un periodo de madurez espiritual del hombre de Dios expresado en sus poemas. Logra escapar en 1578 del encierro de forma dramática, poniendo audacia y ganando confianza en Dios, con una cuerdecilla hecha con pedazos de su hábito y saliendo por el tragaluz.

En los oficios de dirección siempre aparece Juan de la Cruz como un segundón; serán los padres Gracián y Doria quienes se encarguen de la organización, Juan llevará la doctrina y cuidará del espíritu.

Se le ve presente en la serranía de Jaén, confesor de las monjas en Beas de Segura, donde se encuentra la religiosa Ana de Jesús. Después en Baeza; funda el colegio para la formación intelectual de sus frailes junto a la principal universidad andaluza. Y en Granada, en el convento de los Mártires, continuará su trabajo de escritor. En 1586 funda los descalzos de Córdoba, como los de Mancha Real.

Consiliario del padre Doria, en Segovia, por tres años. ¡Cómo no recordar su deseo-exponente de amor rendido- ante la contemplación de un Cristo doliente! «Padecer, Señor, y ser menospreciado por Vos».

En 1591 la presencia de fray Juan de la Cruz empieza a ser non grata ante el padre Doria. La realidad es que está quedando arrinconado y hasta llega a tramarse su expulsión del Carmelo.

Marcha a la serranía de Jaén, en la Peñuela, para no estorbar y se plantea la posibilidad de marchar a las Indias; allí estará más lejos. Es otro tiempo de oración solitaria y sabrosa. La reforma carmelitana vive agitada por el modo de proceder de Doria; a Juan le toca orar, sufrir y callar. Quizá tenga Dios otros planes sobre él y está preparándolo para una etapa mejor.

Aquella inapetencia tan grande provocada por las calenturas persistentes provocó un mimo de Dios haciendo que aparecieran espárragos cuando no era su tiempo para calmar el antojadizo deseo de aquel fraile que iba de camino, sin fuerzas y medio muerto de cansancio, buscando un médico.

Pasó dos meses en Úbeda. No acertó el galeno. Se presentó la erisipela en una pierna; luego vino la septicemia. Y en medio andaban los frailes con frialdad y era notoria la falta de consideración por parte del superior de la casa. Hasta que llegó el 13 de diciembre, cuando era de noche, que marchó al cielo desde el «estercolero del desprecio». Llovía.

Al final de este resumen-recuerdo de un fraile místico que supo y quiso aprovechar el mal para sacar bien, el desprecio de los hombres para hacerse más apreciado de Dios, y el mismo lenguaje para expresar lo inefable de la misteriosa intimidad con Dios con lírica palabra estremecida, pienso que será buen momento para hacer mención de algunas de las obras que le han hecho figura de la cultura hispana del siglo XVI. Subida al Monte Carmelo y Noche oscura del alma que bien pueden considerarse tanto una obra como dos; el Cántico espiritual, Llama de amor viva y algunos poemas y avisos.

Lo canonizaron en 1726. Pío XI lo hizo doctor de la Iglesia en 1926. Su gran conocedor y admirador Juan Pablo II, lo nombró patrono de los poetas.

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III DOMINGO DE ADVIENTO – 13 de Diciembre

“LES ANUNCIABA LA  BUENA NOTICIA”

(LUCAS  3, 10-18)

GAUDETE=ALEGRÍA

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO

En aquel tiempo, la gente preguntó a Juan: Entonces, ¿qué hacemos?

Él contestó: El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.

Vinieron también a bautizarse unos publicanos, y le preguntaron: Maestro, ¿qué hacemos nosotros?

Él les contestó: No exijáis más de lo establecido.

Unos militares le preguntaron: ¿Qué hacemos nosotros?

Él les contestó: No hagáis extorsión a nadie, ni os aprovechéis con denuncias, sino contentaos con la paga.

El pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará con Espíritu Santo y fuego: tiene en la mano la horca para aventar la parva y reunir el trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga. Añadiendo otras muchas cosas exhortaba al pueblo y les anunciaba la Buena Noticia.

Palabra del Señor

“Tiempo de misericordia, de compartir, de ser hermano, de darse con alegría y esperanza”

“Compartir con el que no tiene”

La palabra del Bautista desde el desierto tocó el corazón de las gentes. Su llamada a la conversión y al inicio de una vida más fiel a Dios despertó en muchos de ellos una pregunta concreta: ¿Qué debemos hacer? Es la pregunta que brota siempre en nosotros cuando escuchamos una llamada radical y no sabemos cómo concretar nuestra respuesta. Nos propone ser de otra manera, vivir de forma más humana, desplegar el deseo de una vida más justa, digna y fraterna.  El Bautista sabe resumirles su respuesta con una fórmula genial por su simplicidad y verdad: «El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo». Así de simple y claro. Y ¿qué podemos hacer los cristianos ante esta llamada tan sencilla y tan humana? Hay que ser muy humilde y virtuoso para saber aceptar la propia realidad de cada uno y hay que ser muy caritativo para saber aceptar y dar lo que necesitan los demás.   

 Citas para reflexionar:

  • «Debemos anteponer la misericordia al juicio y, en todo caso, el juicio de Dios será siempre a la luz de su misericordia » Papa Francisco
  • «Hoy  no es época de maestros, sino de testigos; y se es maestro porque se es testigo» Papa Pablo VI
  • «No todas las propuestas de los partidos políticos son iguales desde el punto de vista cristiano: hay unas mejores y otras peores» Mons.  Gil Tamayo
  • «Son momentos en los que urge ser cristiano con autenticidad y valentía, y que la fe no es para esconderla » Mons. Cañizares 

Efemérides y noticias

  • El Papa Francisco decidió romper la tradición de los años santos, que se convocan cada 25 años, para dejar constancia de lo fundamental que es para él la misericordia.
  • El  “Año de la Misericordia”, un año para sentirse perdonado, se extenderá hasta el 20 de noviembre de 2016 y tendrá un sello puramente bergogliano. Será, ante todo, un Jubileo descentralizado que permitirá a muchos fieles evitarse el viaje a Roma.
  • En la apertura de la Puerta Santa estuvo presente el Papa emérito Benedicto XVI, siendo el segundo en pasar por ella después del Papa Francisco. Luego le tocó el turno a cardenales, obispos y a los fieles en general.
  • Manos Unidas lanza la campaña  «El hambre no solo se combate con comida» la ONG quiere hacer llegar a la sociedad española un llamamiento a la colaboración que ayude a continuar con un trabajo que, desde hace ya 56 años, promueve para luchar contra el hambre.
  • La Asociación de Abogados Cristianos pide al gobierno de España  que bloqueen las subvenciones  al aborto de 377.000 euros a la filial  española de Planed Parentwood .
  • Los obispos españoles no se pronuncian ante las elecciones del 20 de diciembre. Consideran que el laicado ya es mayor de edad para actuar con responsabilidad.
  • Las diócesis abren sus puertas a la Misericordia. Las 70 diócesis españolas designan más de 300 templos para ganar la indulgencia plenaria y emprender una campaña masiva para promover las obras de misericordia entre los fieles.

INICIA EL AÑO DE LA MISERICORDIA:   «LA ALEGRÍA DEL PERDÓN»

Cinco acciones para vivirla:

1.-No juzgues ni condenes comprende y disculpa.

2.-Haz una buena acción sin esperar respuesta.

3.-Se indulgente con los errores del otro.

4.-Maneja la impaciencia con mansedumbre.

5.-Da lo mejor de ti y sonríe siempre como un rasgo propio de hija/o de    Dios.

«SOY  TU»

Erase un discípulo honesto. Moraba en su corazón el afán de perfeccionamiento. Un atardecer, acudió a la modesta casita de un yogui y llamó a la puerta. -¿Quién es? preguntó el yogui. -Soy yo, respetado maestro. He venido para que me proporciones instrucción espiritual. –No estás lo suficientemente maduro –replicó el yogui sin abrir la puerta–. Retírate un año a una cueva y medita. Medita sin descanso. Luego, regresa y te daré instrucción.  Al principio, el discípulo se desanimó, pero era un verdadero buscador, de esos que no ceden en su empeño. Buscó una cueva en la falda de la montaña y durante un año se sumió en meditación profunda. Aprendió a estar consigo mismo. Después abandonó la cueva y se puso en marcha hacia la casita del maestro. Llamó a la puerta. ¿Quién es? –preguntó el yogui. -Soy tú –repuso el discípulo. Si es así –dijo el yogui–, entra.

No había lugar en esta casa para DOS YOES.

REFLEXIÓN: Karim es un joven gambiano de treinta años que se encuentra solo con su hijo, pues su pareja y madre del niño acaba de morir. Llegó a nuestro país en patera y lleva cinco años haciendo el mismo horario de un supermercado, se coloca en el exterior del mismo y ayuda muy educadamente a las personas a llevar las compras a cambio de alguna propina. Un día me preguntó si le podía ayudar a pagar parte de un recibo de la luz, ya que no tenía bastante para abonarla y se la cortarían. Lo pudimos arreglar.

Pasados ​​unos días me dice de nuevo que desea hablar conmigo. ¡Ya hecho mano a la cartera, pues seguro me contará y me pedirá para el recibo del agua…! Entonces me informa que ha encontrado un trabajo con un sueldo de 600 euros al mes. Me pregunta qué debe hacer para pagar el «diezmo», es decir un 10% de sus ingresos, para atender a los más pobres de Cáritas. Esto es lo que se hace en su país. Quedé con cara de boniato.

«La hospitalidad es abrir las puertas de nuestra casa, abrirse al extraño y hacerlo parte de nuestro mundo; especialmente cuando este extraño es, además, vulnerable. Hospitalidad es hacer más amplio el «nosotros» que pronunciamos… En la buena acogida, quien llega no es meramente tolerado, sino celebrado. Algo cambia en la identidad de las dos partes: el anfitrión y el huésped. En el fondo, ¿quién acoge a quién?»                                                                                                               José Perich y Águeda Bautista

ORACIÓN: ESTOY ALEGRE SEÑOR

Porque Tú vienes, y yo salgo a tu encuentro

Porque Tú iluminas las noches más oscuras de la humanidad

Porque tu presencia, es la mayor riqueza que uno puede tener

ESTOY ALEGRE, SEÑOR

Porque, la Navidad, es el amor que se desborda

Porque la Navidad, es regalo del cielo que se nos da gratuitamente

Porque la Navidad se descubre con fe, esperanza y amor

ESTOY ALEGRE, SEÑOR

Porque mi corazón se hace pesebre para tu nacimiento

Porque mis ojos me dicen a quién adorar y ante quien no postrarme

Porque mi razón mi dicta qué caminos elegir para llegar hasta Ti

ESTOY ALEGRE, SEÑOR ¡CÓMO NO ESTARLO!

Si Tú, Señor, eres Navidad

Si Tú, Señor, eres adorno y estrella, dulce y mesa por Navidad

Si Tú, Señor, eres la mejor lotería para la salud del corazón

ESTOY ALEGRE, SEÑOR

Tú, te lo digo ahora, eres la causa de mi felicidad

Tú, te lo decimos ahora, eres la fuente de nuestra dicha

Tú, te lo decimos ahora, eres la razón de tanto regocijo

 

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COMO NACE UNA VOCACIÓN, EXPLICA EL PAPA FRANCISCO

“Toda vocación en la Iglesia tiene su origen en la mirada compasiva de Jesús”

Afirmó el Papa Francisco en su mensaje para la 53ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que se celebrará el 17 de abril de 2016, IV domingo de Pascua. En el que también expresó su deseo de que el Jubileo Extraordinario de la Misericordia sea ocasión para que todos los bautizados experimenten “el gozo de pertenecer a la Iglesia”.

El Santo Padre en su mensaje titulado «La Iglesia, madre de vocaciones», señaló que “conversión y vocación son como las dos caras de una sola moneda y se implican mutuamente a lo largo de la vida del discípulo misionero”.

El Papa, quien indicó que “la llamada de Dios se realiza por medio de la mediación comunitaria”, explicó en su mensaje los tres pasos que sigue cada persona que descubre la llamada del Señor.

Los tres pasos son: en la Iglesia nace, crece y se sostiene

La vocación nace en la Iglesia. En este punto, el Papa Francisco indicó que “desde el nacimiento de una vocación”, es necesario “un adecuado ‘sentido’ de Iglesia”, pues “nadie es llamado exclusivamente para una región, ni para un grupo o movimiento eclesial, sino al servicio de la Iglesia y del mundo”.

Un signo claro de la autenticidad de un carisma es su eclesialidad, su capacidad para integrarse armónicamente en la vida del santo Pueblo fiel de Dios para el bien de todos. Respondiendo a la llamada de Dios, el joven ve cómo se amplía el horizonte eclesial, puede considerar los diferentes carismas y vocaciones y alcanzar así un discernimiento más objetivo”.

Así, “la comunidad se convierte de este modo en el hogar y la familia en la que nace la vocación. El candidato contempla agradecido esta mediación comunitaria como un elemento irrenunciable para su futuro. Aprende a conocer y a amar a otros hermanos y hermanas que recorren diversos caminos; y estos vínculos fortalecen en todos la comunión”.

La vocación crece en la Iglesia. El Pontífice dijo que durante la formación, los candidatos “necesitan conocer mejor la comunidad eclesial, superando las percepciones limitadas que todos tenemos al principio”.

“Para ello, es oportuno realizar experiencias apostólicas junto a otros miembros de la comunidad, por ejemplo: comunicar el mensaje evangélico junto a un buen catequista; experimentar la evangelización de las periferias con una comunidad religiosa; descubrir y apreciar el tesoro de la contemplación compartiendo la vida de clausura; conocer mejor la misión ad gentes por el contacto con los misioneros”.

Asimismo, “profundizar en la experiencia de la pastoral en la parroquia y en la diócesis con los sacerdotes diocesanos. Para quienes ya están en formación, la comunidad cristiana permanece siempre como el ámbito educativo fundamental, ante la cual experimentan gratitud”.

La vocación está sostenida por la Iglesia. Francisco señaló que “después del compromiso definitivo, el camino vocacional en la Iglesia no termina, continúa en la disponibilidad para el servicio, en la perseverancia y en la formación permanente. Quien ha consagrado su vida al Señor está dispuesto a servir a la Iglesia donde esta le necesite”.

Dijo que “la misión de Pablo y Bernabé es un ejemplo de esta disponibilidad eclesial. Enviados por el Espíritu Santo desde la comunidad de Antioquía a una misión, volvieron a la comunidad y compartieron lo que el Señor había realizado por medio de ellos”.

“Los misioneros están acompañados y sostenidos por la comunidad cristiana, que continúa siendo para ellos un referente vital, como la patria visible que da seguridad a quienes peregrinan hacia la vida eterna”, afirmó.

Además, recordó a los presbíteros su deber de velar por “el cuidado pastoral de las vocaciones”. “Los sacerdotes acompañan a quienes están en buscan de la propia vocación y a los que ya han entregado su vida al servicio de Dios y de la comunidad”, indicó.

Antes de terminar su mensaje, el Pontífice llamó a todos los fieles a tomar “conciencia del dinamismo eclesial de la vocación, para que las comunidades de fe lleguen a ser, a ejemplo de la Virgen María, seno materno que acoge el don del Espíritu Santo”.

“La maternidad de la Iglesia se expresa a través de la oración perseverante por las vocaciones (…). También lo hace a través de una cuidadosa selección de los candidatos al ministerio ordenado y a la vida consagrada”, y en el sostenimiento continuo de “aquellos que han consagrado su vida al servicio de los demás”.

Finalmente, Francisco exhortó a pedir a Dios que conceda “a quienes han emprendido un camino vocacional una profunda adhesión a la Iglesia; y que el Espíritu Santo refuerce en los Pastores y en todos los fieles la comunión eclesial, el discernimiento y la paternidad y maternidad espirituales”.

 Oración por las vocaciones

“Padre de misericordia, que has entregado a tu Hijo por nuestra salvación y nos sostienes continuamente con los dones de tu Espíritu, concédenos comunidades cristianas vivas, fervorosas y alegres, que sean fuentes de vida fraterna y que despierten entre los jóvenes el deseo de consagrarse a Ti y a la evangelización. Sostenlas en el empeño de proponer a los jóvenes una adecuada catequesis vocacional y caminos de especial consagración. Dales sabiduría para el necesario discernimiento de las vocaciones de modo que en todo brille la grandeza de tu amor misericordioso. Que María, Madre y educadora de Jesús, interceda por cada una de las comunidades cristianas, para que, hechas fecundas por el Espíritu Santo, sean fuente de auténticas vocaciones al servicio del pueblo santo de Dios”.

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SE INICIA EL JUBILEO DE LA MISERICORDIA

EL PAPA FRANCISCO ABRIÓ LA PUERTA SANTA

El papa Francisco abrió hoy 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro del Vaticano e inauguró así el Jubileo Extraordinario de la Misericordia que finalizará el próximo 20 de noviembre.

Cruzó la puerta de la Basílica de San Pedro a las 11.10 hora local (10.10 GMT), en un acto multitudinario y rodeado de fuertes medidas de seguridad.

Abrió y cruzó el umbral de la Puerta Santa solo, y permaneció durante unos minutos orando antes de entrar en la Basílica de San Pedro. Tras él, cruzó la puerta el papa emérito Benedicto XVICRC07 CIUDAD DEL VATICANO 08/12/2015.- El papa Francisco (i) saluda al papa emérito Benedicto XVI antes de la ceremonia de apertura de la Puerta Santa con motivo de la inauguración del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, en el Vaticano, hoy, 8 de diciembre de 2015. El papa Francisco afirmó hoy, antes de abrir la Puerta Santa, que el Jubileo Extraordinario de la Misericordia que se celebrará hasta el próximo 20 de noviembre, "será un año para crecer en la convicción de la misericordia". EFE/MAURIZIO BRAMBATTI.

Después de pedir la apertura de la Puerta Santa, que como señaló el Obispo de Roma representa a Cristo – que en el ministerio de la Iglesia nos introduce en el consolador misterio del amor de Dios, que abraza a la humanidad entera – el Santo Padre se detuvo en oración en el umbral, para luego, acompañado por el canto del Te Deum entrar a través de ella y llegar hasta la Tumba del Apóstol Pedro, el Altar de la Confesión.

Y encabezó a Cardenales, Obispos y representantes de sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos que cruzaron la Puerta Santa dirigiéndose luego en procesión, con el himno del Año Santo de la Misericordia,  hasta la tumba del Apóstol Pedro para el rito final de la Santa Misa.

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LA INMACULADA CONCEPCIÓN

MADRE DE MISERICORDIA: INMACULADA CONCEPCIÓN

En este día en el que aclamamos a María como Inmaculada y Virgen, nos unimos al Papa Francisco que en esta jornada mariana abre e inicia oficialmente el Año Santo Jubilar de la Misericordia. Una llamada a trabajar, redescubrir y llevar en todas nuestras líneas cristianas ese gran amor que, porque de Dios viene, se ha de hace efectivo, afectivo y constante allá donde nos encontramos. Podemos empezar hoy invocando a la Virgen Inmaculada como Madre de Misericordia. Que Ella, en este Año Santo Jubilar, nos ayude a descubrir el rostro de Cristo, el Niño de Belén en tantas situaciones que reclaman nuestra atención, nuestra mirada o nuestro compromiso.

Es lógico. La mujer que iba a llevar en su seno al Salvador, en todo igual a los humanos salvo en el pecado, no podía tener pecado. Por eso es del todo lógico pensar que la herencia del pecado original no podía estar en ella. En Oriente, de especial devoción por la Virgen, ya tenía presente la inmaculada concepción de María desde, por lo menos, el siglo VIII. Y en Occidente fue el pueblo llano el que comenzó a tenerlo presente, sin que, oficialmente se asimilara rápidamente. España fue adelantada de esa devoción porque ya en el siglo XVI y XVII estaba muy presente en el pueblo. La jaculatoria con respuesta de “Ave María Purísima- Sin Pecado Concebida”, es de esos tiempos. Por fin el Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854, declaró dogma de fe que –como dice el Misal—“María por especial privilegio, fue preservada de toda mancha de pecado original”. Y, en fin, esto es lo que celebramos hoy. Es una fiesta mariana entrañable, situada en medio del Adviento y que, es sin duda, una forma de agasajar a la Virgen que espera la llegada del Salvador, su Hijo.

San Bernardo, el último de los santos padres de la Iglesia latina, describe bellamente el saludo del arcángel san Gabriel así:

(San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia. Homilía 4 sobre «Missus est », §8-9)

-Oíste, Virgen, que concebirás y darás a luz a un hijo; oíste que no era por obra de varón, sino por obra del Espíritu Santo. Mira que el ángel aguarda tu respuesta, porque ya es tiempo que se vuelva al Señor que lo envió. También nosotros, los condenados infelizmente a muerte por la divina sentencia, esperamos, Señora, esta palabra de misericordia. Se pone entre tus manos el precio de nuestra salvación; en seguida seremos librados si consientes. Por la Palabra eterna de Dios fuimos todos creados, y a pesar de eso morimos; mas por tu breve respuesta seremos ahora restablecidos para ser llamados de nuevo a la vida…

-No tardes, Virgen María, da tu respuesta. Señora Nuestra, pronuncia esta palabra que la tierra, los abismos y los cielos esperan. Mira: el rey y señor del universo desea tu belleza, desea no con menos ardor tu respuesta. Ha querido suspender a tu respuesta la salvación del mundo. Has encontrado gracia ante de él con tu silencio; ahora él prefiere tu palabra. El mismo, desde las alturas te llama: «Levántate, amada mía, preciosa mía, ven…déjame oír tu voz» (Cant 2,13-14) Responde presto al ángel, o, por mejor decir, al Señor por medio del ángel; responde una palabra y recibe al que es la Palabra; pronuncia tu palabra y concibe la divina; emite una palabra fugaz y acoge en tu seno a la Palabra eterna…

-Abre, Virgen dichosa, el corazón a la fe, los labios al consentimiento, las castas entrañas al Criador. Mira que el deseado de todas las gentes está llamando a tu puerta. Si te demoras en abrirle, pasará adelante, y después volverás con dolor a buscar al amado de tu alma. Levántate, corre, abre. Levántate por la fe, corre por la devoción, abre por el consentimiento.

 «Aquí está la esclava del Señor, -dice la Virgen- hágase en mí según tu palabra.» (Lc 1, 38)

Festejamos y honramos a María en medio del Adviento. Y nuestra veneración es un buen ejercicio para mejor construir nuestro tiempo de espera. En la gruta de Belén, María dio a luz la salvación del mundo. Y en la espera a los días del Nacimiento del Hijo de Dios, hemos de dar una especial relevancia a la figura de la Madre Virgen. Relevancia interior y exterior, pero ambas, siempre, dotadas de la humildad y entrega sin condiciones que María imprimió a todos los actos de su vida.

La Virgen Inmaculada sigue siendo la Patrona de España, un motivo más, en estos tiempos de desajuste de la unidad española, como bien moral común, para que ella interceda por todos los españoles a que busquemos todo lo que nos une y olvidemos lo que nos separa.

 

 

 

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LAS OBRAS DE MISERICORDIA

¿Qué son las obras de misericordia?

Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales. Instruir, aconsejar, consolar, confortar, son obras espirituales de misericordia, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos). Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios.Catecismo de la Iglesia Católica, 2447

«Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina.

La predicación de Jesús nos presenta estas obras de misericordia para que podamos darnos cuenta si vivimos o no como discípulos suyos. Redescubramos las obras de misericordia corporales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos. Y no olvidemos las obras de misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y por los difuntos.»       Papa Francisco, Bula Misericordiae Vultus.

¿Cuáles son las obras de misericordia?

Hay catorce obras de misericordia: siete corporales y siete espirituales.

Obras de misericordia corporales:

1) Visitar a los enfermos

2) Dar de comer al hambriento

3) Dar de beber al sediento

4) Dar posada al peregrino

5) Vestir al desnudo

6) Visitar a los presos

7) Enterrar a los difuntos

Obras de misericordia espirituales:

1) Enseñar al que no sabe

2) Dar buen consejo al que lo necesita

3) Corregir al que se equivoca

4) Perdonar al que nos ofende

5) Consolar al triste

6) Sufrir con paciencia los defectos del prójimo

7) Rezar a Dios por los vivos y por los difuntos.

Las obras de misericordia corporales, en su mayoría surgen de una lista hecha por Jesucristo en su descripción del Juicio Final.

La lista de las obras de misericordia espirituales la ha tomado la Iglesia de otros textos que están a lo largo de la Biblia y de actitudes y enseñanzas del mismo Cristo: el perdón, la corrección fraterna, el consuelo, soportar el sufrimiento, etc.

¿Cuál es el efecto de las obras de misericordia en quien las practica?

El ejercicio de la obras de misericordia comunica gracias a quien las ejerce. En el evangelio de Lucas Jesús dice: «Dad, y se os dará». Por tanto, con las obras de misericordia hacemos la Voluntad de Dios, damos algo nuestro a los demás y el Señor nos promete que nos dará también a nosotros lo que necesitemos.

Por otro lado, una manera de ir borrando la pena que queda en el alma por nuestros pecados ya perdonados es mediante obras buenas. Obras buenas son, por supuesto, las Obras de Misericordia. «Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos alcanzarán misericordia» (Mt.5, 7), es una de las Bienaventuranzas.

Además las Obras de Misericordia nos van ayudando a avanzar en el camino al Cielo, porque nos van haciendo parecidos a Jesús, nuestro modelo, que nos enseñó cómo debe ser nuestra actitud hacia los demás. «En Mateo, se recogen las siguientes palabras de Cristo: «No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde los ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón». Al seguir esta enseñanza del Señor cambiamos los bienes temporales por los eternos, que son los que valen de verdad.

Las obras de misericordia corporales: breve explicación

San Mateo recoge la narración del Juicio Final (Mt 25,31-16): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de derecha: ‘Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me disteis de comer, sediento y me disteis de beber, era forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, encarcelado y fuisteis a verme’. Los justos le contestarán entonces: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos ver?’. Y el rey les dirá: Os aseguro que, cuando lo hicisteis con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicisteis. Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos; id al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles; porque estuve hambriento y no me disteis de comer, sediento y no me disteis de beber, era forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y encarcelado y no me visitasteis. Entonces ellos le responderán: Señor ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de forastero o desnudo, enfermo o encarcelado y no te asistimos?’ Y él les replicará: Os aseguro que, cuando no lo hicisteis con uno de aquellos más insignificante, tampoco lo hicisteis conmigo. Entonces irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna.

1) Dar de comer al hambriento y 2) dar de beber al sediento.

Estas dos primeras se complementan y se refieren a la ayuda que debemos procurar en alimento y otros bienes a los más necesitados, a aquellos que no tienen lo indispensable para poder comer cada día.

Jesús, según recoge el evangelio de san Lucas recomienda: «El que tenga dos túnicas que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer que haga lo mismo» (Lc 3, 11).

3) Dar posada al peregrino.

En la antigüedad el dar posada a los viajeros era un asunto de vida o muerte, por lo complicado y arriesgado de las travesías. No es el caso hoy en día. Pero, aún así, podría tocarnos recibir a alguien en nuestra casa, no por pura hospitalidad de amistad o familia, sino por alguna verdadera necesidad.

4) Vestir al desnudo.

Esta obra de misericordia se dirige a paliar otra necesidad básica: el vestido. Muchas veces, se nos facilita con las recogidas de ropa que se hacen en Parroquias y otros centros. A la hora de entregar nuestra ropa es bueno pensar que podemos dar de lo que nos sobra o ya no nos sirve, pero también podemos dar de lo que aún es útil.

En la carta de Santiago se nos anima a ser generosos: «Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice: «Id en paz, calentaos o hartaos», pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?» (St 2, 15-16).

5) Visitar al enfermo

Se trata de una verdadera atención a los enfermos y ancianos, tanto en el aspecto físico, como en hacerles un rato de compañía.

El mejor ejemplo de la Sagrada Escritura es el de la Parábola del Buen Samaritano, que curó al herido y, al no poder continuar ocupándose directamente, confió los cuidados que necesitaba a otro a quien le ofreció pagarle. (ver Lc. 10, 30-37).

6) Visitar a los encarcelados

Consiste en visitar a los presos y prestarles no sólo ayuda material sino una asistencia espiritual que les sirva para mejorar como personas, enmendarse, aprender a desarrollar un trabajo que les pueda ser útil cuando terminen el tiempo asignado por la justicia, etc.

Significa también rescatar a los inocentes y secuestrados. En la antigüedad los cristianos pagaban para liberar esclavos o se cambiaban por prisioneros inocentes.

7) Enterrar a los difuntos

Cristo no tenía lugar sobre el que reposar. Un amigo, José de Arimatea, le cedió su tumba. Pero no sólo eso, sino que tuvo valor para presentarse ante Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús. También participó Nicodemo, quien ayudó a sepultarlo. (Jn. 19, 38-42)

Enterrar a los muertos parece un mandato superfluo, porque –de hecho- todos son enterrados. Pero, por ejemplo, en tiempo de guerra, puede ser un mandato muy exigente. ¿Por qué es importante dar digna sepultura al cuerpo humano? Por que el cuerpo humano ha sido alojamiento del Espíritu Santo. Somos «templos del Espíritu Santo (1 Cor 6, 19).

Las obras de misericordia espirituales: breve explicación

1) Enseñar al que no sabe

Consiste en enseñar al ignorante en cualquier materia: también sobre temas religiosos. Esta enseñanza puede ser a través de escritos o de palabra, por cualquier medio de comunicación o directamente.

Como dice el libro de Daniel, «los que enseñan la justicia a la multitud, brillarán como las estrellas a perpetua eternidad» (Dan. 12, 3b).

2) Dar buen consejo al que lo necesita

Uno de los dones del espíritu Santo es el don de consejo. Por ello, quien pretenda dar un buen consejo debe, primeramente, estar en sintonía con Dios, ya que no se trata de dar opiniones personales, sino de aconsejar bien al necesitado de guía.

3) Corregir al que se equivoca

Esta obra de misericordia se refiere sobre todo al pecado. De hecho, otra manera de formular esta obra es: Corregir al pecador.

La corrección fraterna es explicada por el mismo Jesús en el evangelio de Mateo: »Si tu hermano peca, vete a hablar con él a solas para reprochárselo. Si te escucha, has ganado a tu hermano». (Mt. 19, 15-17)

Debemos corregir a nuestro prójimo con mansedumbre y humildad. Muchas veces será difícil hacerlo pero, en esos momentos, podemos acordarnos de los que dice el apóstol Santiago al final de su carta: «el que endereza a un pecador de su mal camino, salvará su alma de la muerte y consigue el perdón de muchos pecados»(St. 5, 20).

4) Perdonar las injurias

En el Padrenuestro decimos: «Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden»y el mismo Señor aclara: «si perdonáis las ofensas de los hombres, también el Padre Celestial os perdonará. En cambio, si no perdonáis las ofensas de los hombres, tampoco el Padre os perdonará a vosotros (Mt. 6, 14-15).

Perdonar las ofensas significa superar la venganza y el resentimiento. Significa tratar amablemente a quien nos ha ofendido.

El mejor ejemplo de perdón en el Antiguo Testamento es el de José, que perdonó a sus hermanos el que hubieran tratado de matarlo y luego venderlo. » Ahora pues, no os entristezcáis ni os pese el haberme vendido aquí; pues para preservar vidas me envió Dios delante de vosotros» (Gen. 45, 5).

Y el mayor perdón del Nuevo Testamento es el de Cristo en la Cruz, que nos enseña que debemos perdonar todo y siempre: »Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». (Lc. 23, 34).

5) Consolar al triste

El consuelo para el triste, para el que sufre alguna dificultad, es otra obra de misericordia espiritual.

Muchas veces, se complementará con dar un buen consejo, que ayude a superar esas situación de dolor o tristeza. Acompañar a nuestros hermanos en todos los momentos, pero sobre todo en los más difíciles, es poner en práctica el comportamiento de Jesús que se compadecía del dolor ajeno. Un ejemplo viene recogido en el evangelio de Lucas. Se trata de la resurrección del hijo de la viuda de Naím: «Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda, a la que acompañaba mucha gente de la ciudad. Al verla el Señor, tuvo compasión de ella, y le dijo: No llores. Y, acercándose, tocó el féretro. Los que lo llevaban se pararon, y él dijo: Joven, a ti te digo: Levántate. El muerto se incorporó y se puso a hablar, y él se lo dio a su madre.»

6) Sufrir con paciencia los defectos de los demás

La paciencia ante los defectos ajenos es virtud y es una obra de misericordia. Sin embargo, hay un consejo muy útil: cuando el soportar esos defectos causa más daño que bien, con mucha caridad y suavidad, debe hacerse la advertencia.

7) Orar por vivos y difuntos

San Pablo recomienda orar por todos, sin distinción, también por gobernantes y personas de responsabilidad, pues «El quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad». (ver 1 Tim 2, 2-3).

Los difuntos que están en el Purgatorio dependen de nuestras oraciones. Es una buena obra rezar por éstos para que sean libres de sus pecados. (ver 2 Mac. 12, 46).

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II DOMINGO DE ADVIENTO – 6 de Diciembre

“TODOS VERÁN LA  SALVACIÓN DE DIOS”

 (LUCAS  3, 1-6)

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO

En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la Palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.

Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del Profeta Isaías.

Una voz grita en el desierto: preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios.

 Palabra del Señor

“En el marco del desierto”

«Fue dirigida la palabra de Dios a Juan» en el desierto. En ninguna parte se puede escuchar mejor que en el desierto la llamada de Dios a cambiar el mundo. El desierto es el territorio de la verdad. El lugar donde se vive de lo esencial. No hay sitio para lo superfluo. No se puede vivir acumulando cosas sin necesidad. No es posible el lujo ni la ostentación. Lo decisivo es buscar el camino acertado para orientar la vida. En este marco del desierto, el Bautista anuncia el símbolo grandioso del «Bautismo», punto de partida de conversión, purificación, perdón e inicio de vida nueva. ¿Cómo responder hoy a esta llamada? El Bautista lo resume en una imagen tomada de Isaías: «Preparad el camino del Señor». Nuestras vidas están sembradas de obstáculos y resistencias que impiden o dificultan la llegada de Dios a nuestros corazones y comunidades, a nuestra Iglesia y a nuestro mundo. Dios está siempre cerca. Somos nosotros los que hemos de abrir caminos para acogerlo encarnado en Jesús.

“Tiempo de trabajar juntos, allanando el camino, quitando lo malo, construyendo, sumando y añadiendo esfuerzos”

 Citas para reflexionar

  • «Jesús está presente aquí, donde están los  pobres, los enfermos, encarcelados y los que sufren» Papa Francisco
  • «No podemos celebrar matrimonios que no lo son; hay que ayudar a los novios a contraer un matrimonio válido» Papa francisco
  • «Cuando ayudas al pobre, tu, rico, no le das lo tuyo, sino que le das lo suyo« Ambrosio de Milán
  • «Quien no amare al prójimo no os ama, Señor mío» Santa Teresa de Jesús 

Efemérides y noticias

  • El Papa Francisco pide a la Cumbre del Clima en París “un acuerdo global y transformador”.
  • El Papa Francisco ha comentado «para mí no ha sido una sorpresa no me ha quitado el sueño la corrupción en el Vaticano. Los jueces nos dirán la verdad».
  • La República Centroafricana se convirtió en «la capital espiritual del mundo» durante la visita del Papa Francisco, que  inauguró en la catedral de Bangui el “Año de la Misericordia”.
  • Entre los años 80 y 90 del siglo XX Perú vivió uno de los periodos más sangrientos de su historia, Sendero Luminoso sembraba la zozobra. Tres misioneros entregaban su vida en la selva, por ayudar a los indígenas y retrasar la llegada de la revolución. El sábado día 5 subirán a los altares como beatos de la Iglesia Católica por ese testimonio magnífico de fidelidad sin límites.
  • En la III Gran Recogida de los Bancos de Alimentos, se han donado 22 millones de kilos de comida, 5% más que el año pasado. Nuestro país está a la cabeza de la Unión Europea.
  • Monseñor Fidel Herráez tomó posesión el sábado 28 de noviembre de la diócesis de Burgos.
  • España acoge una nueva edición del Atrio de los Gentiles centrada en el mundo de la empresa y un congreso internacional sobre gestión cristiana.
  • La reforma de los procesos de nulidad matrimonial promovida por el Papa Francisco entra en vigor este 8 de diciembre, en España se aplicará en su totalidad a mediados de mayo.

Se abre la puerta de la Misericordia

El Año Jubilar de La Misericordia será a partir del próximo día 8 de diciembre, cuando el Papa Francisco abrirá simbólicamente la puerta de la catedral de Roma, San Juan de Letrán, como abrirá también ese mismo día la puerta de la Basílica de San Pedro, justo en la solemnidad de la Inmaculada Concepción cuando se conmemoran los cincuenta años de la clausura del Concilio Vaticano II. Entremos, pues, queridos fieles, por esa puerta recordando que nuestro Redentor se presentó, él mismo, como la verdadera puerta para los que «somos su pueblo y ovejas de su rebaño» (Sal 99; cf. Jn 10,7).

En la Diócesis de León la solemne apertura de este Año Jubilar de la Misericordia se celebrará el domingo día 13 de diciembre, Domingo III de Adviento, en el trascoro de la Catedral a las 17,00 horas para hacer estación y partir en procesión hasta la Basílica de San Isidoro. A la llegada al templo tendrá lugar el acto de la solemne apertura de la Puerta del Perdón, que será Puerta de la Misericordia, que no es la puerta única que se puede atravesar. También nuestra Santa Iglesia Catedral y la Basílica de la Virgen del Camino son espacios privilegiados para realizar la peregrinación jubilar.  El Papa ha dicho también que se obtiene la indulgencia practicando una o varias de las obras de misericordia tanto corporales o espirituales. Los enfermos y personas impedidas no necesitan salir de casa para obtener la indulgencia. Lo decisivo, en todos los casos, es recibir debidamente los sacramentos de la Penitencia y de la Comunión. Pero la puerta es un símbolo muy significativo: atravesarla supone dejar fuera el lastre de nuestras miserias y pecados y acogernos arrepentidos a la misericordia del Padre celestial que nos espera para volcar sobre nosotros su inmensa ternura y compasión. Por eso os invito a todos los que podáis, a participar en la celebración anunciada.

Nuestro obispo Julián López acaba de hacer pública una Carta Pastoral «Se abre la Puerta de la Misericordia» destaca la importancia de la simbólica apertura de la Puerta Santa de San Isidoro, que este año será Puerta de la Misericordia, y hace una invitación expresa a que «entremos, pues, queridos fieles, por esa puerta recordando que nuestro Redentor se presentó, él mismo, como la verdadera puerta para los que «somos su pueblo y ovejas de su rebaño» (Sal 99; cf. Jn 10,7)» con el deseo de que «vayamos jubilosos al encuentro del Señor. Nos anima también la Santísima Virgen María, Reina y Madre de Misericordia. A ella confío el fruto espiritual de este Año Santo».

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«SE ABRE LA PUERTA DE LA MISERICORDIA»

CARTA PASTORAL

Queridos diocesanos:

Con el domingo I de Adviento, el pasado día 29 de noviembre, hemos estrenado un nuevo año litúrgico consistente, como sabéis, en el sagrado recuerdo y celebración del misterio de Jesucristo y de su obra de salvación siguiendo la sabia pedagogía de la Iglesia que nos va guiando a través de la historia en la sucesión de los tiempos, de los domingos, de las fiestas y de otras conmemoraciones. Cada año litúrgico representa una nueva oportunidad de gracia y de salvación en nuestra vida y en el camino histórico de nuestra comunidad diocesana. La primera etapa del año litúrgico está marcada, pues, por la esperanza, la virtud característica del Adviento, con la mirada puesta en la renovada venida del Señor en su palabra, en la liturgia y en nuestro quehacer cotidiano, evocando su primera llegada hace más de dos mil años y sabiendo que volverá también al final de la historia para recoger el fruto de nuestra cooperación a su obra de salvación.

Pero esta vez el Adviento y, con él, todo el año litúrgico se hacen más vivos e intensos al inaugurarse, por deseo del Papa Francisco, el Año Jubilar de la Misericordia. Su convocatoria, fue anunciada el 13 de marzo pasado, en el segundo aniversario de la elección del actual obispo de Roma, durante la homilía de la celebración penitencial con la que el Santo Padre dio inicio a las 24 horas para el Señor a fin de promover en todo el mundo la celebración del sacramento de la Reconciliación. La referencia específica de este año jubilar ha sido tomada de la carta de San Pablo a los Efesios: “Dios rico en misericordia” (Ef 2, 4). Estas fueron las palabras del papa: “Estamos viviendo el tiempo de la misericordia. Éste es el tiempo de la misericordia. Hay tanta necesidad hoy de misericordia, y es tan importante que todos los fieles la vivan y la lleven a los diversos ambientes sociales. ¡Adelante!”

El momento ha llegado. En la tarde del 13 de diciembre, domingo III de Adviento, como ya se ha dicho, nos reuniremos a las 5 de la tarde en la catedral para acudir en procesión penitencial hasta la Basílica de San Isidoro y abrir allí su «Puerta santa del Perdón», que solamente se abre en los años santos y que será para nosotros la simbólica “Puerta de la Misericordia” de este año, para que entremos alegres y confiados en el amor misericordioso de Dios. Pero quiero dejar claro que no es la puerta única que se puede atravesar. También nuestra Santa Iglesia Catedral y la Basílica de la Virgen del Camino son espacios privilegiados para realizar la peregrinación jubilar. El Papa ha dicho también que se obtiene la indulgencia practicando una o varias de las obras de misericordia corporales o espirituales. Los enfermos y personas impedidas no necesitan salir de casa para obtener la indulgencia. Lo decisivo, en todos los casos, es recibir debidamente los sacramentos de la Penitencia y de la Comunión.

Pero la puerta es un símbolo muy significativo: atravesarla supone dejar fuera el lastre de nuestras miserias y pecados y acogernos arrepentidos a la misericordia del Padre celestial que nos espera para volcar sobre nosotros su inmensa ternura y compasión. Por eso os invito a todos los que podáis, a participar en la celebración anunciada. El propio Santo Padre abrirá simbólicamente, ese mismo día, la puerta de la catedral de Roma, San Juan de Letrán, como abrirá también, el 8 de diciembre, L aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, la de la Basílica de San Pedro.

Entremos, pues, queridos fieles, por esa puerta recordando que nuestro Redentor se presentó, él mismo, como la verdadera puerta para los que «somos su pueblo y ovejas de su rebaño» (Sal 99; cf. Jn 10,7). Vayamos jubilosos al encuentro del Señor. Nos anima también la Santísima Virgen María, Reina y Madre de Misericordia. A ella confío el fruto espiritual de este Año Santo.

+ Julián, Obispo de León

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JUBILEO EXTRAORDINARIO DE LA MISERICORDIA DIVINA

MISERICORDIOSOS COMO EL PADRE

  • Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre.
  • Misericordia es el acto último y supremo con el que Dios viene a nuestro encuentro.
  • Misericordia es el camino que une al hombre con Dios.
  • La misericordia de Dios no es una idea abstracta sin o una realidad concreta con la que revela su amor.
  • La Misericordia hace de la historia de Dios con Israel, una historia de salvación.
  • Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de Dios.
  • Jesús vivió su pasión y muerte en esta misma perspectiva de la misericordia de Dios.
  • Si Dios se detuviera en la justicia, dejaría de ser Dios.
  • Misericordia: es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad.
  • Reflexionamos en este año jubilar, en las obras de misericordia corporales y espirituales.
  • Estamos llamados a vivir de misericordia, porque se nos ha aplicado misericordia a nosotros en primer lugar.
  • Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo.
  • La misericordia es la viga maestra que sostiene a la Iglesia.
  • La misericordia posee un valor que sobrepasa los confines de la iglesia.
  • Vivamos este año jubilar a la luz de la palabra del Señor.
  • Es propio de Dios usar misericordia y en esto especialmente se manifiesta su omnipotencia.
  • Vivamos intensamente el jubileo pidiendo al Padre el perdón de los pecados y la dispensación de su indulgencia misericordiosa.
  • María MDesprestaur.jpgadre de misericordia nos acompañe en este año santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios.
  • María atestigua que la misericordia del Hijo de Dios no conoce límites y alcanza a todos sin
    excluir a nadie.

Se inicia el 8 de diciembre de 2015 y se finaliza el 20 de noviembre de 2016 

ORACIÓN: MARÍA, MADRE DE LA MISERICORDIA

Señor Jesucristo, tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo, y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación. Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la Magdalena de buscar la felicidad solamente en una creatura; hizo llorar a Pedro luego de la traición,y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido. Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana: ¡Si conocieras el don de Dios! Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso. Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error: haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios. Manda tu Espíritu y consagrarnos a todos con su unción para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y restituir la vista a los ciegos. Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

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