San Benito: Resumen de su vida

San Benito, fundador del monasterio de Monte Cassino y gran legislador del monaquismo de Occidente, nace con su hermana gemela Escolástica, en el seno de una familia patricia, sus padres Eutropio y Abundancia, en Nursia (Perusa) hacia el año 480 de nuestra era.

Finalizados los primeros estudios, viaja a Roma; disgustado por las imperantes malas costumbres, lo abandona todo y se retira entre las solitarias áreas rupestres de Subíaco y se entrega a la vida ermitaña «soli Deo placere cupiens» —como escribe su biógrafo San Gregorio Magno: deseando complacer solamente a Dios.

Atraídos por su santa vida, algunos monjes que moraban en los alrededores, le requieren con insistencia como su superior y maestro: Benito acepta, pero en cuanto trata de corregir su conducta, no muy ejemplar, atentan contra su vida con una copa envenenada que él rompe al bendecirla con el signo de la cruz.

Después de haber constituidos doce pequeños monasterios, San Benito deja Subíaco y se dirige hacia el sur, acompañado por algunos discípulos. No se conocen las razones por las cuales selecciona el monte «en el cual Cassino está: En la costa» (Dante, XXII, 37), aún cuando puede pensarse en la generosidad de algún benefactor patricio.

Dotado de sentido práctico, Benito, en la zona del actual claustro de acceso, adapta el templo pagano a oratorio de su comunidad y utiliza los restantes edificios como habitaciones de monjes y peregrinos y también como áreas para las diferentes actividades de trabajo.

En la cima del monte, donde surgía un bosquecito pagano, es construido un pequeño oratorioen honor a San Juan Bautista, destinado para fines de camposanto. Aún hoy en día el venerado sitio del sepulcro de San Benito y de su hermana Santa Escolástica corresponde exactamente a la parte inferior Altar mayor, Basílica.

A la obra de la implantación monástica, San Benito une el anuncio del Evangelio entre los pobladores de la llanura de abajo. Esta misión está aún hoy día encomendada a la comunidad monástica, por lo cual la ciudad de Cassino y las veinte comunidades aledañas forman parte de la jurisdicción pastoral del abad de Monte Cassino.

En Monte Cassino, San Benito completa la implantación de su Regula monachorum, o Regla de los monjes; «pequeño compendio del Evangelio», como la definió Bossuet. Siempre en Monte Cassino, el gran Patriarca, cercano a los setenta años, cerrará su existencia terrenal. Apenas antes de su muerte, sintiendo flaquear sus fuerzas, se hará llevar al oratorio de San Martín y allí, con los brazos tendidos hacia el cielo, después de haber recibido el Cuerpo de Nuestro Señor. La fecha de su muerte ha sido fijada por la tradición en el día 21 de marzo del 547.

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Bendición del peregrino

 
La bendición de la la luz sea contigo, la luz exterior y la luz interior.
La santa luz del sol brille sobre ti, y caliente tu corazón hasta que resplandezcas como una gran llama y en ella pueda calentarse tu amigo.
La luz brille dentro de ti y en tus ojos como el candil colgado en la ventana de una casa, ofreciendo al peregrino un refugio en la tormenta.
Y la bendición de la lluvia, la lluvia suave y buena, sea contigo. Caiga ella sobre tu alma para que puedan brotar las pequeñas flores que derramen suavidad y perfume en la brisa.
Y la bendición de la tierra, la gran tierra redonda contigo. Tengas siempre un saludo amigo para los que pasan junto a ti a lo largo de los caminos.
La tierra sea blanda bajo tus pies cuando reposes sobre ella, cansado tu al fin de la jornada, y ella descanse leve sobre ti, cuando al fin de tus días te acuestes bajo ella.
Ella descanse sobre ti tan levemente que tu alma muy pronto se libere de su peso, libre y leve, en el camino de Dios. Y ahora el Señor te Bendiga, te proteja, ilumine su Rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda su paz. Con toda la bondad te bendiga. el Señor. Amen.
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El monasterio: referente en el Camino

Una de las cosas más admirables que ofrece el Camino de Santiago y que más buscan actualmente los viajeros, es el patrimonio artístico y cultural que se encuentra a lo largo de la ruta. Las estadísticas arrojan que son las obras de arte y su estudio lo que más motiva al viajero para realizar la peregrinación, después de las motivaciones espirituales y religiosas. La profusión de catedrales, monasterios, iglesias, ermitas, y cruceros; albergues, hospitales; puentes, palacios, casonas, palomares, castillos y murallas; museos catedralicios, monacales, diocesanos y provinciales es única en todo el mundo. Por ello la Unesco y el Consejo de Europa la llaman «Ruta Cultural y Patrimonio de Interés de la Humanidad».

Portada San Benito y monasterio

La villa de Sahagún se encuentra justo en la mitad del camino oficial tradicional o francés, según el Itinerario Calixtino es aquí donde el peregrino concluye la séptima jornada y dispuesto a iniciar la octava que concluirá en la regia ciudad de León.

Nuestro Monasterio es, sin lugar a dudas, un lugar referente en el camino, para que los peregrinos no pasen de largo. Compendio aglutinador donde se unifica las motivaciones del peregrino: espiritual, religiosa, artística y descanso en el caminar.

Pues un alto aquí aporta la paz espiritual que ansiamos con los oficios en nuestra bella iglesia monacal o la oración meditación en la capilla del peregrino en el interior de la hospedería y refugio. Recibiendo después de los oficios vespertinos la bendición, impartida por parte de la Madre Abadesa a los peregrinos que se disponen a continuar la ruta. Es obligada la visita a nuestro patrimonio histórico-artístico que como estuche precioso guarda nuestro monasterio:

  • El museo de arte sacro donde admirar la custodia procesional del Corpus Christi obra del orfebre Enrique de Arfe del siglo XVI.
  • Su venerada Peregrina, patrona de la villa e insigne protectora de viandantes en el camino de la vida y en la ruta del perdón hacia Compostela.
  • Imaginería de bellas tallas, objetos litúrgicos, el edificio eclesial de bella traza y sus preciosos retablos junto a las tumbas reales de Alfonso VI y sus esposas.

Peregrina

También disfrutando del necesario y merecido descanso corporal en nuestra acogedora hospedería y la reposición de las fuerzas físicas con los alimentos que nos ofrecen la generosidad de nuestras tierras y nuestro buen hacer culinario. No olviden de nuestra solícita atención para todo el viajero que llama a nuestra puerta en demanda de ayuda y prestación de servicios, es de sobra conocida la hospitalidad de nuestro monasterio.

Tampoco podemos olvidar la belleza del enclave de Sahagún donde las ruinas del omnipotente monasterio de San Benito emergen desafiantes al paso de los siglos con su impresionante arco, pórtico de entrada a la ciudad monumental. Pasear por sus calles, contemplando los templos de arte mudéjar de San Tirso y San Lorenzo, sus torres latericias bordeadas de ábsides, nos evocan reminiscencias de nuestro pasado histórico junto con los aires actuales de dinamismo y modernidad.

Querido peregrino si la entrada a Sahagún te dio la bienvenida el rio Valderaduey, serán las aguas del rio Cea quienes te despidan cruzando las arcadas de su pétreo puente junto con la bendición de nuestra Madre Abadesa.

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Encuentro de voluntarios de la ruta Jacobea

Foto Diario de León - Acacio Díaz

El monasterio acogió el pasado día 18 un encuentro de los voluntarios de las iglesias del camino a su paso por la diócesis de León. La jornada de encuentro fue promovida por la Diócesis de León y la Consejería de Cultura y Turismo y presidida por el coordinador de voluntarios de la Diócesis, D. Genaro Barreales, y el comisario para el Camino de Santiago.

Se trataron temas de organización, formación y coordinación de los voluntarios; así como del programa de  apertura de los templos a lo largo del Camino para su visita.

Tras la jornada informativa y de trabajo el grupo de se trasladó a la Ermita a la Peregrina para la conclusión del encuentro.

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En la ruta Jacobea

El Camino de Santiago muestra una gran variedad de paisajes -rural y urbano-, arquitecturas, costumbres, colores y climas que es necesario vivir, contemplando el gran escenario de la gran ruta de los viajeros.

Bordón

El peregrino normal, antes y ahora, sale de su lugar de origen, divide la peregrinación en unos determinados días, jornadas o etapas: «etapas del viaje, como etapas de la vida y acceso a la perfección». Los antiguos peregrinos hacían una marca con un cuchillo sobre el bastón o báculo como recuerdo de las etapas. El viaje también tiene un sentido religioso y místico, etapas de la vida interior que se reflejan en el exterior o el viaje de la perfección. También se le da un sentido cósmico y vital: pasar de una vida a otra.

El viaje, en todos los casos, se mide por periodos de tiempo, porque son como las pruebas o momentos de purificación, siendo algo interior e intrínseco a cada uno y no como algo iniciático o esotérico que algunos pretenden ver.

Las señales indicadoras del Camino son necesarias para evitar extravíos. Antiguamente eran las torres de las iglesias, los monasterios, las ermitas o humilladeros y los cruceros. Un servicio especial era el toque de campana al anochecer, para orientar a los peregrinos en la oscuridad y días de niebla, de aquí la expresión las campanas llaman a los que han perdido el camino.

Actualmente encontramos una flecha amarilla, colocada en un árbol, una pared, una piedra o en el suelo indica la dirección del camino para los viandantes. Un sistema de señalizaciones recientes a base de conchas de cerámica en las esquinas de las casas (Burgos) y conchas de bronce en el suelo (León) indican la dirección de esta ruta peatonal. La flecha y la concha estereotipada, en amarillo sobre fondo azul, convertida en código de circulación, señaliza la ruta automovilística hacia Compostela.

Si la peregrinación a Santiago fomenta el comercio y la artesanía, con mayores razones ha de fomentar la religiosidad y las prácticas religiosas, de tal manera que bien se puede llamar ruta de oración y de reconciliación. La ruta del Camino se convierte en un espacio sagrado. A lo largo de ella, el peregrino representa el misterio de la peregrinación: el viaje. Dos son los elementos más importantes que imprimen este carácter sagrado a la peregrinación:

  • La asistencia a sus necesidades -Caridad- albergues y hospitales (en la actualidad se encarga el sistema sanitario o las compañías privadas).
  • La oración -Fe- Iglesias y monasterios.

Pese a la secularización actual de la sociedad, los peregrinos mantienen ciertos símbolos que lo identifican como tal.

Este año jacobeo se estima que la Ruta del viajero va a ser transitada por millares de peregrinos, necesitando un sistema organizado de servicios. En sus comienzos estos servicios se ubicaron en los lugares de tránsito más difícil: puertos de montaña y paso de los ríos, surgiendo albergues, hospitales e iglesias, atendidos por personas dedicadas al servicio de los peregrinos en las que ellos mismos fueron, después de su muerte, objeto de peregrinación y homenaje: San Veremundo de Estella, Santo Domingo de la Calzada, San Lesmes y San Amaro en Burgos, etc. Después se unieron a esta labor los monjes y los mismos monarcas que favorecieron la apertura de buenos caminos y establecimiento de todos estos servicios.

Este núcleo primero comienza con una capilla que sirve para el culto, albergue y hospital, que paulatinamente se va agrandando con dependencias como: molino, huerta, bodega. El ejercicio de las obras de misericordia era una muestra de virtud y una garantía de salvación eterna, por lo que se daba: posada, comida, bebida, sanación de enfermos y consuelo. Estos centros, que se inician por una sola persona, terminan formando parte de una comunidad de monjes, religiosos o militares. Aunque los monjes buscaban una vida retirada y sus abadías no estaban situadas en el mismo camino, sino a una relativa distancia, sí intervenían en el control religioso, social y político de la sociedad medieval. No obstante muchas si se establecieron en el mismo camino: Albelda, Nájera, San Zoilo, Sahagún, etc. Muchos de estos núcleos dieron origen a pueblos y ciudades del Camino urbanización de la ruta jacobea, conservando aún esta característica de manera notable.

Puente sobre el Cea

El camino llamado Francés recogía a los peregrinos venidos de la zona del Mediterráneo, determina una organización vial hacia el oeste, exigida por la situación geográfica de Compostela en el occidente. La vía jacobea organiza toda la ruta; las ciudades pueden ser: lineales, jacobeas, de peregrinación, del camino.

La calle o rua de los peregrinos como vía sacra del Camino de Santiago, por ella transitan los peregrinos donde encuentran las iglesias importantes, comercios y albergues, es decir, todo aquello que sirve para completar la ruta jacobea. Es un espacio urbanizado que tiene sentido triple: es un espacio comercial, un espacio de oración y un espacio asistencial. Se analiza más la organización vial desde el punto comercial y urbanístico, en detrimento del asistencial y sagrado.

Una de las cosas más admirables que ofrece el Camino de Santiago y que más buscan actualmente los viajeros, es el patrimonio artístico y cultural que se encuentra a lo largo de la ruta. Las estadísticas arrojan que son las obras de arte y su estudio lo que más motiva al viajero para realizar la peregrinación, después de las motivaciones espirituales y religiosas. La profusión de catedrales, monasterios, iglesias, ermitas, y cruceros; albergues, hospitales; puentes, palacios, casonas, palomares, castillos y murallas; museos catedralicios, monacales, diocesanos y provinciales es única en todo el mundo. Por ello la Unesco y el Consejo de Europa la llaman Ruta Cultural y Patrimonio de Interés de la Humanidad.

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Sahagún: pórtico oriental en el Camino de Santiago

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El Códice Calixtino ya en el siglo XII definió al burgo de Sahagún como «abundante en toda clase de felicidad» y que es válido para el día de hoy. Su nombre proviene de la descomposición de San Facundo. De origen hispano-romano creció junto a la ermita de los hermanos mártires Facundo y primitivo, degollados y arrojados al rio Cea. La literatura carolingia mitificó el lugar divulgándolo con sus romances.

La historia lo encumbra gracias al mimo que le tienen Fernando I y Alfonso VI, este trajo aquí a los monjes cluniacenses y con ellos todas las reformas que configuraron la vida medieval. Hasta el siglo XVI su abadía benedictina es la más célebre de España, a ella pertenecieron hombres eminentes: fray Bernardino de Sahagún y fray Pedro Ponce de León.

Confluyeron en esta villa personas de diferentes nacionalidades y oficios, lo que contribuyo a su engrandecimiento.

El peregrino al cruzar el rio Valderaduey siente gran regocijo ante la pradera y chopera de la ermita de la Virgen del Puente. Sahagún es villa hortelana y laboriosa, de gentes hospitalarias con un corazón tan grande como la inmensidad de sus tierras de labrantío, es enriquecedor el intimar con ellas, por lo que la prisa no aconseja agobios.

Sahagún en el pasado contó con buen número de templos entre ellos el dedicado al Apóstol Santiago, de insigne devoción, centralizada en la actual parroquia de San Lorenzo.

Antes de abandonar la población y si no hemos pernoctado en la hospedería del Monasterio de Santa Cruz de las Rvdas. Madres Benedictinas, debemos visitar dicho monasterio por la grandiosidad artística que posee, tanto en su construcción como en las obras de su museo, así como poder degustar la repostería típica de la comarca.

El peregrino evocará esta etapa de su camino con nostalgia y sin duda anidará el ansiado regreso a esta tierra noble y acogedora.

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Convivencia de jóvenes

Estamos a pocos días de la convivencia con jóvenes que organizamos en el monasterio.
Comparte con nosotras unos días de oración y reflexión. Te encontrarás con otras jóvenes con tus inquietudes, conocerás la orden benedictina y participarás en la vida de la Comunidad. La convivencia está abierta a jóvenes que deseen ahondar y reflexionar sobre su identidad de jóvenes cristianas.
La convivencia tendrá lugar en el monasterio de Santa Cruz, en Sahagún (León) los días 2 al 4 de julio.
Durante los tres días están programadas actividades que incluyen ponencias, encuentros, reflexión personal y oración. Se presentarán los siguientes temas de reflexión: La persona de Jesucristo, La llamada, El sí de María, El carisma benedictino y La lectio divina. Tras cada ponencia habrá un tiempo de diálogo y puesta en común.
Si estás interesada en asistir, si quieres más información o tienes cualquier duda puedes contactar con nosotras en el teléfono 987 780 078, por correo info @ monasteriosantacruz.com o a través del formulario de contacto.
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Margarita María Alacoque

Margarita María Alacoque

Santa Margarita María Alacoque fue una religiosa que perteneció a la Orden de la Visitación de Santa María. Nació el 22 de julio de 1647 en la pequeña aldea de Hautecour, perteneciente al territorio de Verosvres, pequeña ciudad cercana a Paray le Monial. Recibió el Bautismo el 25 de julio.

Luego de fallecer su padre fue internada en el pensionado de las Religiosas Clarisas. Desde entonces empezó a vivir una vida de sufrimiento que supo encausar hacia el Amor de Dios: «Sufriendo entiendo mejor a Aquél que ha sufrido por nosotros», decía.

Tuvo una enfermedad que la inmovilizó y de la que se curó milagrosamente por intercesión de la Virgen María: «La Santísima Virgen tuvo siempre grandísimo cuidado de mí; yo recurría a Ella en todas mis necesidades y me salvaba de grandísimos peligros…».

El 20 de junio de 1671 entró al convento del Monasterio de la Visitación de Paray le Monial.

En la festividad de San Juan evangelista de 1673, sor Margarita María, que tenía 25 años, estaba en adoración ante el Santísimo Sacramento. En ese momento tuvo el privilegio particular de la primera de las manifestaciones visibles de Jesús que se repetirían durante dos años más, todos los primeros viernes de mes.

Primer diseño del Sagrado Corazón de Jesús

En 1675, durante la octava del Corpus Christi, Jesús se le manifestó con el corazón abierto, y señalando con la mano su corazón, exclamó: «He aquí el corazón que ha amado tanto a los hombres, que no se ha ahorrado nada, hasta extinguirse y consumarse para demostrarles su amor. Y en reconocimiento no recibo de la mayoría sino ingratitud».

Las extraordinarias visiones con que fue favorecida le causaron al principio incomprensiones y juicios negativos hasta cuando, por disposición divina, fue puesta bajo la dirección espiritual del jesuita San Claudio de la Colombière. En el último periodo de su vida, elegida maestra de novicias, tuvo el consuelo de ver difundida la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, y los mismos opositores de un tiempo se convirtieron en fervorosos propagandistas. Murió a los 43 años de edad, el 17 de octubre de 1690.

Promesas del Corazón de Jesús
  • Daré a mis devotos las gracias necesarias a su estado.
  • Pondré paz en sus familias.
  • Los consolaré en sus aflicciones.
  • Seré su amparo y refugio seguro durante la vida y particularmente durante su muerte.
  • Bendeciré abundantemente sus empresas
  • Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente inagotable de la misericordia.
  • Las almas tibias se harán fervorosas.
  • Las almas fervorosas se elevarán con gran rapidez a gran perfección.
  • Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones más endurecidos.
  • Bendeciré la casa en que la imagen de mi Corazón sea expuesta y honrada.
  • Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón y jamás será borrado de él.
  • Yo prometo en la excesiva misericordia de mi Corazón, que mi amor todo poderoso concederá a todos los que comulguen los nueve primeros viernes consecutivos, la gracia de la perseverancia final: no morirán en mí desgracia ni sin recibir los Sacramentos, haciéndose mi Corazón su asilo seguro, en aquella última hora.

Margarita María Alacoque: visiones

Jaculatoria:

Sagrado corazón de Jesús en Vos confío, dulce corazón de María sed la salvación del alma mía.

Oración:

Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío y sé que jamás quedaré defraudado, porque sé muy bien de quien me fio. Es el Corazón humano que más ha amado y sigue amando a todos los hombres, también a los que lo traspasaron con la lanza. De él brotó la fuerza del agua y de la sangre: los sacramentos de Bautismo y Eucaristía, que dan la vida a la Iglesia y la fortaleza. ¡Gracias, gracias!.

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San Juan de Sahagún

San Juan de Sahagún

Celebramos su festividad el día 12 de junio.

Juan nació probablemente en el año 1430 o 1431 en Sahagún (León), fue un hijo muy ansiado por sus padres, dos próceres leoneses, don Juan González del Castrillo y doña Sancha Martínez, pues no conseguían ver su mutuo amor reflejado en sus descendientes. Después de una novena de preces, ayunos y limosnas Santa María de la Puente les hizo el regalo deseado, nació estando ausente del hogar su padre en la guerra de Juan II contra los moros. El niño fue educado por los monjes benedictinos del pueblo nativo, Sahagún. Como se le vio inclinado a los estudios eclesiásticos, nadie contrarió su vocación. Muy joven recibió la tonsura y estudió artes y teología, favoreciéndose de las rentas de un beneficio que cobraba su padre, aunque pronto, por delicadeza de conciencia, renunció a él. Por sus buenas prendas puso los ojos en él el obispo de Burgos, Alonso de Cartagena, que le tomó para su familiar y camarero. Él mismo le ordenó de sacerdote y le nombró secretario y canónigo de la catedral. Pero estos cargos honoríficos no le agradaban y pidió entonces ser nombrado para la pobre parroquia de Santa Gadea, o Santa Águeda en el arrabal.

Después de varios años de sacerdocio, sintió el deseo de especializarse en teología y se matriculó como un estudiante ordinario en la Universidad de Salamanca.

Al año siguiente de llegar allí fue invitado a predicar en la fiesta de San Sebastián, patrono del famoso colegio de San Bartolomé, agradó tanto su panegírico que le hicieron ingresar en él como capellán interno y fue muy popular entre la gente de la ciudad. Todavía una estatua del frontispicio recuerda al antiguo y glorioso capellán. En aquel colegio, fundado a principios del siglo XV para estudiantes pobres y virtuosos por don Diego de Anaya, obispo de Salamanca, quince colegiales y dos capellanes, vestidos de manto y beca, con certificado de limpieza de sangre, vivían sometidos a una rígida disciplina. Allí estuvo cuatro años hasta completar todos sus estudios teológicos. Probablemente tenía entonces unos veintisiete años de edad. En el Memorial antiguo del colegio, contra costumbre, se estampa este elogio en su favor:

«Este es aquel verdadero israelita en quien no se halló engaño, y que por su bondad y honestidad de vida y por la entereza de sus costumbres fue nombrado capellán de adentro.»

El ciprés luminoso

Un día de duro trabajo y recogida la comunidad para el descanso de la noche, se acordó que le faltaba por rezar una parte del oficio divino, sobresaltado, tomó el breviario y se dispuso a salir de la habitación en busca de luz cuando comenzó a entrar en su habitación un chorro luminoso de claridad, a través del ramaje del ciprés del claustro, lleno de alegría pudo cantar en la celda las divinas alabanzas. Aquel ciprés, perpetuado en relieves y pinturas, fue respetado, tomándose de él astillas para hacer imágenes del Santo.

Se alojó después en casa de un virtuoso sacerdote llamado Pedro Sánchez, dedicándose de lleno a la predicación. Iba con sencillo traje de clérigo, de color pardo durante la semana y de azul celeste en los días de fiesta. Fue entonces el predicador oficial de Salamanca, y vivió sostenido por la caridad pública.

Ingreso en los agustinos

Y sucedió que le sobrevino una gravísima enfermedad con serio peligro de muerte y no había más remedio que hacerle una difícil intervención quirúrgica. Fue entonces cuando prometió a Dios que si le devolvía la salud mejoraría totalmente sus comportamientos y entraría de religioso. Dios le concedió la salud y Juan entró en el convento de San Agustín, y allí, el 18 de junio de 1463, vistió el hábito fray Juan de Sahagún. Con sus treinta y tres años de edad, se puso bajo la dirección del padre Juan de Arenas, maestro de novicios, celebrado por su virtud, espiritualidad y penitencia. El nuevo novicio abrazó con alegría y humildad los oficios en que se ejercitaban los aspirantes a la perfección religiosa. Al antiguo canónigo de Burgos y predicador de Salamanca le tocó hacer de refitolero, cuidando de la limpieza de las escudillas y de los vasos. Servía el vino a la comunidad y un día hizo el milagro de que con un poco de vino sirvió a muchos comensales y le sobró vino; todavía se conserva la vasija utilizada. No le ganaba ninguno de los otros religiosos en cumplimiento de sus deberes, en penitencias, en obediencia y en humildad.

Altar de la iglesia de San Juan de Sahagún

El día 28 de agosto, fiesta de San Agustín, de 1464 rubricó el acta de su profesión en la Orden Agustina. Siempre fray Juan se mostró como un religioso observante, modelo de virtudes, afable con todos, devotísimo del Santísimo Sacramento y amigo del coro y de la oración. «Estaba en el coro como un ángel», dice un biógrafo suyo. Fue hombre de mucha paz y de equilibrio interior. Amaba el estudio, sobre todo el de la Sagrada Escritura, algunos de cuyos pasajes apuntó y comentó de su puño y letra. El convento de los padres Agustinos en Salamanca tenía fama de gran santidad, pero desde que Juan de Sahagún llegó allí, esa buena fama creció enormemente. Era un predicador muy elocuente y sus sermones empezaron a transformar a las gentes. En la ciudad había dos partidos que se atacaban sin misericordia y el santo trabajó incansablemente hasta que logró que los cabecillas de los partidos se amistaran y firmaran un pacto de paz. A veces gastaba todo el día visitando enfermos, tratando de poner paz en familias desunidas, ayudando a los pobres y hasta se olvidaba de ir a comer.

Algunos lo criticaban porque en la confesión era muy rígido con los que no querían enmendarse y se confesaban sólo para comulgar, sin propósito de arrepentimiento. Pero su rigidez hizo cambiar a muchos.

Otro defecto que le criticaban sus superiores era que tardaba mucho tiempo en celebrar la Santa Misa. El motivo era que nuestro santo veía a Jesucristo en la Sagrada Eucaristía y al verlo se quedaba como en éxtasis, impidiéndole proseguir la celebración. Pero las gentes gustaban de asistir a sus misas porque les parecían más fervorosas que las de otros sacerdotes.

San Juan de Sahagún predicaba duramente contra los ricos que explotaban a los pobres. Un rico, quiso vengarse por estas predicaciones, pagó a dos delincuentes para buscarlo y darle una paliza. Pero cuando llegaron junto a él sintieron tal terror que no fueron capaces de mover las manos. También le prohibieron ir a predicar a la villa de Ledesma por haberlo hecho en contra de los señores que abusaban de sus campesinos.

Sus preferidos eran los huérfanos, los enfermos, los más pobres y los ancianos. Para ellos recogía limosnas y buscaba albergues o asilos. A las muchachas huérfanas o desprotegidas les conseguía familias dignas que las cuidaran.

En el periodo de 1465-1466 y en 1476 hubo brotes de peste negra, terriblemente contagiosa, que abatió a la población más con su oración interpeló ayuda divina, obteniendo que Salamanca la librara Dios de ella.

Los milagros

Causó gran revuelo el milagro que realizó a un joven que cayó a un pozo y él alargó su correa y, sin saber cómo, el joven salió asido a ella. La gente se puso a gritar «¡Milagro! ¡Milagro!», pero él huyó hacia la inmediata plaza de la Verdura y, tomando allí una canasta de pescado que estaba vacía, se la puso en la cabeza en la forma que acostumbran los muchachos para jugar al toro, y, corriendo, comenzó a gritar: «¡Al loco, al loco!». Toda la chiquillería se fue detrás de él con grande algazara y diversión. Así el milagro acabó en una fiesta y algarabía increíble.

Iglesia de de San Juan de Sahagún

Su mediación consiguió apaciguar las virulentas contiendas conocidas con el nombre de «Los bandos de Salamanca», desatadas por el odio de María de Monroy La Brava. El motivo fue que dos nobles caballeros, de la familia de los Manzanos, dieron muerte a dos hijos de una viuda principal, llamada doña María de Monroy. Los asesinos huyeron a Portugal pero María disfrazándose de hombre y sirviéndose de espías descubrió su paradero y los mató, cortándoles las cabezas y trayéndolas a Salamanca donde las colocó sobre el sepulcro de sus dos hijos. A instancias del santo se arrepintió de su venganza. Pero la consecuencia de aquel suceso fue la división de Salamanca en dos bandos guerreros. Los apellidos de los Manzanos y Monroyes se hicieron bandera de discordia y turbulencia. En 1476 los dos bandos contrarios con juramento se perdonaron y abrazaron en testimonio de concordia. Unos veintidós apellidos ilustres -los Maldonados, Anayas, Acebedos, Nietos, Arias, Enríquez, etc.-, firmaron un documento público, «deseando el bien e paz e sosiego de esta ciudad, e por quitar escándalos, ruidos e peleas e otros males e daños dentre nosotros, e por nos ayudar a faser buenas obras unos a otros, queremos y prometemos de ser todos de una parentela e verdadera amistad e conformidad e unión». Todavía la Casa y la plaza de la Concordia de Salamanca recuerdan este hecho social importante, en que tuvo tanta parte el humilde fraile agustino.

Salamanca sufría un terrible verano. Él les anunció que con su muerte llegarían lluvias abundantes, así sucedió cuando murió. La causa de su muerte se atribuye a la venganza de una amante desdeñada al ser abandonada por el adultero arrepentido de la mala vida que llevaba gracias a los sermones de fray Juan. Se dice que entonces aquella pérfida y malvada exclamó: «Ya verá el tal predicador que no termina con vida este año». Y mandó echar un veneno en un alimento que el santo iba a tomar. Desde entonces Fray Juan empezó a enflaquecerse y a secarse, y el 11 de junio de 1479, el santo predicador murió con tan sólo 49 años. A su muerte, dejaba la ciudad de Salamanca completamente transformada, y la vida espiritual de sus oyentes renovada de manera admirable.

Fue beatificado en 1601 por el Papa Clemente VIII y canonizado el 15 de julio de 1691 por Inocencio XII, con grandes festejos cívicos y religiosos en Salamanca y otras partes. La misma ciudad costeó en 1692 una urna de plata primorosamente cincelada para guardar los restos del Santo, los cuales, después de varias translaciones, se colocaron en el año 1835 en la catedral donde se veneran todavía en el altar mayor al lado del Evangelio.

Salamanca honra a San Juan de Sahagún por su Patronazgo, Sahagún por ser Hijo Insigne y la España eucarística le cuenta entre sus extáticos adoradores del Divino Sacramento.

¡Que Dios nos mande muchos valientes predicadores como San Juan de Sahagún, pues son muchos los desconocedores de la palabra de Dios!

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Los Sacramentos de Iniciación Cristiana II

La Primera Comunión

El Papa san Pío X trataba de proteger el mejor acercamiento de los niños al Cuerpo de Cristo mediante el adelantamiento de la edad de acceso a los siete años. Trataba así de luchar contra la herejía jansenista, que concebía el Cuerpo de Cristo algo así como un premio al que había que acceder por mérito, más que como un don: «La costumbre de retrasar la edad de acceso a la Primera Comunión -explicaba el Papa- ha sido causa de no pocos males: la inocencia de los primeros años, apartada de abrazarse con Cristo, se veía privada de todo jugo de vida interior; de donde se seguía que la juventud, careciendo de tan eficaz auxilio, y envuelta por tantos peligros, perdido el candor, cayese en los vicios antes de gustar los santos misterios. Y aunque a la Primera Comunión preceda una preparación diligente y una confesión bien hecha, siempre resulta tristísima la pérdida de la inocencia bautismal, que, recibiendo en edad más temprana la Santa Eucaristía, acaso pudiera haberse evitado».

La celebración necesita una preparación. La preparación no puede reducirse al ensayo material de la ceremonia, como si se tratase de un bonito espectáculo que se quiere ofrecer a quienes asisten. No puede ser algo ocasional, desligado de todo el proceso educativo en la fe. La misma preparación deberá hacer percibir la celebración como un momento importante en la vida del niño, que le impulsa a continuar su formación en la fe y su integración en el gran grupo de la comunidad cristiana.

La Primera Comunión es el momento en que el niño, incorporado ya a la Iglesia por el Bautismo, sentándose a la mesa eucarística con todos los creyentes llega a participar plena y solemnemente en el sacramento del Cuerpo y de la Sangre del Señor en la Eucaristía, que es la expresión perfecta de la fe, uniéndose plenamente a la asamblea cristiana. Es la culminación de un tiempo catequético en el que el niño ha ido descubriendo quién es Jesucristo. Es el encuentro de comunión total con el Señor.

Es preciso reconocer y valorar justamente los esfuerzos pastorales que vienen haciendo sacerdotes y catequistas en nuestras parroquias y en algunos colegios, en la preparación y celebración de las Primeras Comuniones. Igualmente, es notoria la preocupación de muchos educadores de la fe, que constatan que la Primera Comunión se ve afectada, en algunos casos, por el ambiente consumista de una fiesta social. Muchas de las personas que acuden a la celebración de la Primera Comunión lo hacen más en calidad de familiares y amigos que como creyentes dispuestos a expresar y compartir su fe. Algunos no están habituados a participar en las celebraciones litúrgicas e, incluso, se confiesan indiferentes o no practicantes. Es necesario tener en cuenta el sentido evangelizador y misionero de la celebración, las familias deben testimoniar su fe ante los presentes y ser coherentes con sus vidas en modélicas conductas cristianas.

La confirmación

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Lamentablemente -y convendría reflexionar a fondo de quién es la responsabilidad-, recibido el sacramento de la Confirmación, no pocos jóvenes comienzan a desertar y a desaparecer de la Iglesia. Es una realidad dolorosa: cada año son miles los confirmados que no regresan a las catequesis de post confirmación, ni se integran en ninguna otra actividad pastoral. Y esto, como siempre, suele llevar al abandono paulatino de la fe en Cristo y de la vida de oración. Don Pedro de la Herrán asegura que «la práctica de retrasar este Sacramento hasta los 16 o 18 años no parece muy acorde con la tradición de la Iglesia, ni con la necesidad de que el período de iniciación cristiana aparezca como un proceso unitario, catecumenal e integrador de todos los aspectos catequéticos y litúrgicos». Además, el sacerdote lamenta que, «en muchas catequesis parroquiales se da un parón de varios años en la formación de los niños, desde su Primera Comunión hasta la adolescencia. Y cada año aumenta el número de adolescentes que desertan de la Confirmación antes de recibirla». El panorama, como se ve, no deja margen a la pasividad en los católicos. Como señalaron los obispos españoles en 2006, «la situación de la fe de los niños, adolescentes y jóvenes nos obliga a asumir con mayor realismo y cuidado las tareas propias de la iniciación cristiana, promoviendo con nuevo impulso y renovada orientación la tarea maravillosa y esforzada que espera a todos los fieles laicos, a todos los cristianos, sin pausa alguna: conocer, cada vez más, las riquezas de la fe y del Bautismo, y vivirlas en creciente plenitud». Porque, a fin de cuentas, los sacramentos son mucho más que un rito.

Benedicto XVI en una sesión con pequeños catecúmenos, respondió a algunas de las preguntas que le plantearon los pequeños. Y éstas fueron algunas de sus respuestas: «No bastan las cosas técnicas, aunque sean importantes. Necesitamos esta amistad con Dios, que nos ayuda a tomar las decisiones correctas. Jesús nos alimenta para llegar a ser realmente personas maduras y para que nuestra vida sea buena»; «Si Dios está ausente en mi vida, me falta una orientación, una amistad esencial, una alegría que es importante para la vida. Me falta la fuerza para crecer como hombre, superar mis vicios y madurar. El efecto de estar con Jesús en la Comunión se ve con el tiempo».

La Confirmación, antes de la Primera Comunión

La diócesis de Alcalá de Henares lleva varios años adelantando el sacramento de la Confirmación a la Primera Comunión, gracias a una iniciativa de su anterior obispo, monseñor Jesús Catalá.

Para ello, se decidió hacer la Confirmación a los 8 años, y la Primera Comunión a los 9, «para hacer de la Eucaristía el culmen de la iniciación cristiana». «No se trata de confirmar al mayor número de chicos. Buscamos que puedan vivir la fe intensamente. La vida cristiana sólo la puede vivir uno cuando el Espíritu Santo obra en él, y la persona colabora con esta gracia».

El proyecto de la diócesis se basa en el Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos (RICA), va siguiendo una serie de pasos: la entrega del Catecismo, de la Cruz y la Biblia, la primera Confesión, la entrega del Credo, el sacramento de la Confirmación, la entrega del Padrenuestro y del Decálogo, y, finalmente, la Primera Comunión, que se realiza en el tiempo de Pascua. Después, se continúa la formación de los niños con las llamadas catequesis mistagógicas, de explicación de los misterios de la fe, y se culmina con la inserción en la vida de las parroquias y en los grupos juveniles. Los niños viven así cosas esenciales, y se acostumbran a confesarse, a rezar, a vivir la fe en la parroquia. Se trata de que las cosas esenciales de nuestra fe queden marcadas, no sólo como doctrina, sino también viviéndolas.

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