CON ANSIAS DE ETERNIDAD

Creación de Adán.jpgDios que por amor creó el mundo, el cielo y la tierra, las aguas y las estrellas, los bosques y los animales, los mares y los ríos, con el único instrumento de su Palabra; quiso, en su proceder divino, tomar con sus propias manos el barro que el mismo había creado y, modelarlo y trabajarlo para amorosamente crear a su criatura preferida: El hombre. Y Aquél que con un simple mandato creó galaxias y átomos, inmensidades y profundidades, insufló su Espíritu en aquella criatura dándole la Vida. El resto de criaturas rendían alabanza a Dios, pero sólo el hombre tenía la capacidad para amarle desde la libertad. Libertad necesaria para amar, pero libertad que puede no amar. Y el hombre, engañado por el Enemigo, hizo un uso inadecuado de su libertad, descubriendo que podía parar el flujo de Amor que mantenía con Dios y estancando en él su propio amor. Libremente optó por encadenarse a la inmediatez de la carne satisfecha. Y ahora, ese hombre oscuramente encerrado en su propia decisión de satisfacerse a sí mismo, necesita ser recreado. Un hombre caído en el barro de lo material, debe ser recreado por Dios.

Ahora, al contrario que entonces, el barro no es dúctil, no es fácil de trabajar. Ahora la posibilidad del hombre de ir contra Dios, hace más ardua la tarea de devolver la dignidad perdida, de conseguir la gracia abandona, de trabajar amorosamente la criatura. Dios debe recuperar la vasija, con paciencia infinita, nos llama nos convoca, nos deja hacer señalándonos el camino. Ya no es solo obra de Dios, el hombre tiene que dejarse modelar, debe ablandar la dureza del corazón. Cierto es que, cuesta trabajo, las heridas pueden ser grandes si quitamos la coraza al corazón. Y así, Jesús llama a la humildad, como forma primitiva de aquel barro, que recibió el soplo de Dios. Así ha de ser, Dios suscitará ese Espíritu que vive en nosotros, que gime por nosotros, y que necesita humedecer la dureza de nuestro corazón.

Ahora la labor es más parecida a la de un médico. Dios debe recrear al hombre caído, respetando toda su esencia, debe buscar cómo hacer que nuestra libertad se ponga de su lado, cómo alimentar nuestra Fe en Él, para que a pesar de los avatares de la vida, no nos vengamos abajo, cómo alentar nuestra Esperanza, para que nos dejemos guiar por la Caridad. Para que sea su Amor a través nuestra, lo que ofrezcamos como caridad. Para que entendamos las razones del Amor, y para ello nos mandó a su Hijo, que se hizo hombre, se hizo criatura y que como nuevo Adán conformó, volvió a dar forma a aquel barro informe y puso en pie al hombre que se reconcilió en Él con Dios.

A base de píldoras de Amor, Dios, con paciencia, va levantando al hombre, lo va recreando, nos va mostrando el verdadero horizonte. El fin, la razón, de nuestra existencia: una mesa de ricos manjares, de eterna felicidad, de aquello que pretendemos buscar en esta existencia pero que no satisface el ansia de infinito que habita en nosotros desde aquel soplo en el Paraíso.                                                                            David Llena

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