MES DE MAYO A LA VIRGEN MARÍA – Día 7

LA MEMORIA DEL CORAZÓN Virgen de guadalupe1.jpg

La sabiduría de las personas inteligentes se guarda en los libros, que a veces se cubren de polvo. La sabiduría que se conserva en el corazón está siempre viva. Es una sabiduría que ahonda en sus raíces en lo hondo de la persona. Esa fue la actitud de María, la Madre de Jesús. Ella veía cosas en su Hijo que no llegaba a comprender. Eran un misterio de Dios. Por eso, la actitud de María fue meditar con fe en su corazón ese misterio, iluminada por el Espíritu Santo.

La Iglesia lleva dos mil años meditando con fe y ama ese misterio del Hijo de Dios, hecho hermano nuestro. Nosotros no podemos contentarnos con lo poco que sabemos de la fe, sino que hemos de reflexionar, de meditar en ella, para purificarla, profundizarla.

FLOR: Medita en tu corazón los misterios de Dios. El espíritu Santo te iluminará.                                                                                                                                          Mes de mayo a María Auxiliadora 

MENSAJE DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE

Un sábado de 1531 a principios de diciembre, un indio llamado Juan Diego, iba muy de madrugada del pueblo en que residía a la ciudad de México a clase de catecismo y a la Santa Misa. Al llegar junto al cerro llamado Tepeyac amanecía y escuchó que le llamaban de arriba del cerro diciendo: «Juanito, Juan Dieguito». Él subió a la cumbre y vio a una Señora de sobrehumana belleza, cuyo vestido era brillante como el sol, la cual con palabras muy amables y atentas le dijo: «Juanito: el más pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive. Deseo vivamente que se me construya aquí un templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra y a todos los demás amadores míos que me invoquen y en Mí confíen. Ve donde el Señor Obispo y manifiéstale que deseo un templo en este llano. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo.

Ten seguro que te agradeceré bien y te lo pagaré. Vas a merecer que yo te recompense el trabajo y fatiga con que procuras hacer lo que te encomiendo». «Ten entendido hijo mío, el más pequeño, que no es tan importante lo que te asusta y aflige. No se entristezca tu corazón ni te llenes de angustia. ¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre? ¿Acaso no soy tu ayuda y protección? No te aflijas por la enfermedad de tu tío, que en este momento ha quedado sano. Sube ahora a la cumbre del cerro y hallarás distintas flores. Córtalas y tráelas». Ella le dijo: «Hijo mío, esta es la prueba que llevarás de parte mía al Obispo. Te considero mi embajador, muy digno de confianza. Ahora te ordeno que sólo delante del Obispo despliegues tu manta y descubras lo que llevas. Contarás todo lo que viste y admiraste para que logres que el prelado construya el templo que he pedido».           Artículo de Religiónenlibertad

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