DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO

“¿QUÉ QUIERES QUE HAGA POR TI?”                                                                               Marcos 10, 46-52

El ciego Bartimeo nos enseña con su oración humilde y confiada la necesidad que el ser humano tiene hambre y sed de de luz. Y Cristo es la Luz verdadera que ilumina a todo hombre para que pueda caminar en la luz. Caminar en la luz equivale a pensar, honrar, decir y practicar la verdad, en cada circustancia que nos toque ir viviendo, sin pactar jamás con la mentira. Somos enviados en medio del mundo como los testigos de Cristo , los testigos de la Luz, los testigos de la Verdad, en la universidad, en la fábrica, en la oficina, en las plazas y en las calles, en todos los ambientes. No podemos caer en la tentación de pactar con la mentira ambiental,  ni tampoco podemos permitir  que nos arrastren las componendas de planteamientos opuestos a la vida cristiana. Vivamos en la Verdad siendo testigos de ella.

CITAS PARA REFLEXIONAR

  • «La Iglesia escucha (esas palabras) con particular intensidad y reaviva la conciencia de vivir completamente en perenne actitud de servicio al hombre y al Evangelio, como Aquel que se ofreció a sí mismo hasta el sacrificio de la vida». S.S. Benedicto XVI
  • «La fe viene de la escucha, y hoy vivimos en una sociedad secularizada, que tiene los oídos cerrados. Si queremos evangelizar, es preciso dar signos que abran los oídos al hombre contemporáneo».  Kiko Argüello, Camino Neocatecumenal
  • «El lugar privilegiado para despertar, el interés por el cristianismo es la vida cotidiana, donde como cristianos entramos en relación con nuestros hermanos los hombres».  Julián Carrón –Comunión y Liberación
  • «A veces da la impresión que el verdadero apostolado corresponde solo a los movimientos, mientras que la parroquia ha quedado para lo que algunos llaman el cristianismo de cumplimiento«. Don Jesús Higueras, Párroco de Santa Mª de Caná –Pozuelo de Alarcón
  • «Así como las manzanas no hay que mirarlas, sino morderlas para saborearlas y el perfume de la rosa hay que aspirarlo y no contentarse con saber de la rosa leyendo las Enciclopedias, a Dios hay que saborearlo para saber a qué sabe «.  San Juán de Ávila

7 SANTOS, MODELOS DE MISIÓN EN LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

Jacques Berthieu, nacido en 1838 en Francia, su gran amor por Cristo y cómo deseaba salvar las almas y recorrer el mundo en pos de ellas. Designado como jesuita a la isla de Santa María y después en Madagascar, “luchó contra la injusticia, aliviando a los pobres y los enfermos”, los malgaches lo veían “como un padre y una madre” para ellos. Fue en 1896 cuando encontró el martirio diciendo “Prefiero morir antes que renunciar a mi fe”. El Papa lo presentó como modelo para los sacerdotes, invitándolos a ser como él, y señalándolo como ejemplo para los numerosos cristianos que hoy en día son perseguidos a causa de su fe.

Pedro Calungsod, nacido alrededor del año 1654, en la región de Bisayas en Filipinas. Su amor a Cristo lo llevó a prepararse como catequista y acompañar al presbítero jesuita también mártir, Diego Luis de San Vítores a las Islas Marianas, para evangelizar al pueblo Chamorro, donde encontró la muerte el 2 de abril de 1672. El Papa quiso presentarlo como un testimonio valeroso y pidió que Pedro Calungsod inspire al pueblo filipino para anunciar con ardor el Reino y ganar almas para Dios.

Giovanni Battista Piamarta (1841-1913), sacerdote de la diócesis de Brescia, gran apóstol de la caridad y de la juventud. El santo padre destacó en él “su empeño en hacer progresar cristiana, moral y profesionalmente a las nuevas generaciones, con claras dosis de humanidad y bondad” Superó grandes dificultades para emprender obras apostólicas, cuyo fundamento fue siempre la oración y la confianza en Dios por medio de largas horas de oración.

María del Carmelo Sallés y Barangueras, religiosa nacida en Vic, España, en 1848, segunda de diez hijos. Pronto, sintió un amor especial por María Inmaculada, una devoción alimentada por la educación que recibió en el colegio de la Compañía de María, en Manresa. Sus padres deseaban que se casara pero ella había decidido consagrarse a Dios. A los 23 años, a pesar de la oposición paterna, entró en las Terciarias Dominicas de la Anunciación.   El Papa recordó cómo hizo progresar con mucho esfuerzo la congregación de Religiosas Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza que había fundado en 1892,  quería que la formación de las niñas y jóvenes surgiera del corazón para llegar también a la inteligencia. La congregación está actualmente presente en otros once países: Italia, Brasil, Venezuela, México, República Dominicana, Estados Unidos, Filipinas, Japón, Corea, Guinea Ecuatorial y República Democrática del Congo. Cuenta con sesenta comunidades y miles de alumnas.

Mariana Cope, nacida en 1838 en Heppenheim, Alemania, aunque crecida en los Estados Unidos. Contó cómo la santa entró en la Tercera Orden Regular de san Francisco, en Siracusa, Nueva York en 1862 y más tarde, aun siendo superiora general de su congregación, fue a cuidar a los leprosos de Hawai. Cinco años después de haber fundado un hospital de Malulani en Maui y de haber abierto una casa para niñas de padres leprosos, fundó una casa para mujeres y niñas, esta vez en la isla de Molokai, donde aislada del mundo, tuvo la oportunidad de conocer y cuidar al ya famoso por entonces, padre Damián, hoy santo. Quiso la providencia que lo atendiera en su agonía, mientras continuaba su trabajo entre los leprosos “con amor, valor y entusiasmo inmenso”, señalándola como “un ejemplo luminoso y valioso de la mejor tradición de las hermanas enfermeras católicas y del espíritu de su amado san Francisco”.

Kateri Tekakwitha, nacida en el actual estado de Nueva York en 1656, de padre mohawk y madre algonquina cristiana, el papa recordó que fue bautizada a la edad de 20 años, encontrando la muerte a los 24 años cerca de Montreal. La “protectora de Canadá” y primera santa amerindia, fue fiel a las tradiciones de su pueblo, pero renunciando a las convicciones religiosas del mismo, llevando una vida sencilla, con oración y misa diaria. “Su deseo más alto –enseñó el papa-, era conocer y hacer lo que agradaba a Dios, carente de apoyos externos, y firme en su vocación”. La presentó como un testimonio donde fe y cultura se enriquecen, “sin renegar de lo que somos”.

Anna Schäffer (1882-1925), de Mindelstetten, recordó que tuvo el deseo de entrar en una congregación misionera, pero no pudo hacerlo por un accidente laboral en el cual sufrió quemaduras incurables en los pies. Postrada en un lecho para el resto de sus días, ofreció su sufrimiento al apostolado misionero, siendo ella misma una “intercesora infatigable en la oración, y un espejo del amor de Dios para muchas personas en búsqueda de consejo”. Pidió el papa que su intercesión favorezca la pastoral de los enfermos en cuidados paliativos.

Benedicto XVI deseó que el testimonio de los nuevos santos, “hable hoy a toda la Iglesia, y su intercesión la fortalezca y la sostenga en su misión de anunciar el Evangelio al mundo entero”.

 

 

 

 

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