Necesidad, cualidades y efectos de la oración

La oración es…

  • La oración es necesaria, como el agua para los árboles y las plantas, como la comida para el cuerpo, como la sangre para el organismo, como los cimientos para la casa, como el estómago para la digestión, como el oxígeno para la vida.
  • La oración es fuente de conocimiento no teórico, sino sapiencial. El Niño Jesús, a quien vieron tantos, sólo fue reconocido por Simeón y Ana, y como Hijo de Dios y Mesías, sólo por San Pedro, porque no lo supo por los sentidos corporales. «Así como las manzanas no hay que mirarlas, sino morderlas para saborearlas y el perfume de la rosa hay que aspirarlo y no contentarse con saber de la rosa leyendo las Enciclopedias, a Dios hay que saborearlo para saber a qué sabe» (San Juan de Ávila). «En la oración se aprenden verdades» (Santa Teresa de Jesús).
  • La oración es fuente de energía. En la vida cristiana, no podemos estar siempre gastando energías. Necesitamos reposo, sosiego, paz: «Marta, Marta, estás muy nerviosa» (Lc 10,41). Y así como el agricultor no pierde el tiempo cuando afila la guadaña, «si yo realizo el trabajo de orar caerán todas las murallas», ha dicho el científico Von Braun. Pero nos dice la experiencia, que este trabajo nos resulta el más difícil. Siempre se nos ocurren cosas que hacer cuando decidimos ir a orar. Porque la dificultad no sólo nos viene de la naturaleza, sino del príncipe de este mundo, que sabe que está perdido si oramos. El cura de Torcy en la novela de Bernanos, «el cura rural», le dice sabiamente al protagonista, un joven sacerdote lacerado: «Muchacho, sufres demasiado para lo que oras. Hay que alimentarse en proporción a nuestros dolores».    El P. Ravignan recomendaba a un ejecutivo que se lamentaba de su stress, hacer un cuarto de hora de oración diaria. «Pero, Padre, ¡si le estoy diciendo que no tengo tiempo!», respondía el manager. «Es verdad, repuso el Padre, haga media hora cada día». Acertó Nietzsche cuando dijo: «Quien tiene mucho que hablar ha de guardar mucho silencio. Quien algún día ha de engendrar el rayo ha de ser largo tiempo nube».
  •  La oración es fuente de alegría. ¿Quiere, acaso Jesús que nuestro Vía crucis sea más largo y duro, de lo que lo es normalmente? -Ciertamente que no. Por eso dice: «Venid los que estáis cansados y yo os aliviaré y hallaréis el descanso» (Mt 11, s), y, «Mi paz os dejo, mi paz os doy» (Jn 20,19). El anhelo de la felicidad es un motor que no deja reposar a los hombres, «Nos has hecho, Señor para ti, y sólo descansaremos en Dios», en la oración. Si Moisés baja radiante del Sinaí es porque había permanecido largo tiempo con el Señor (Ex 34,29). Si Agustín veía radiantes en la catedral de Milán a los jóvenes salmodiando, es porque oraban. «No se puede ser cristiano sin oración», ha escrito Urs Von Balthasar.
  •  La oración es fuente de conversión diaria. Por eso María y la Iglesia nos entregan este modo sencillo de orar: el rosario.

J.M. Ballester

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