Domingo XXI del Tiempo Ordinario

Señor, ¿a quien vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos. Y sabemos que eres el Santo consagrado por Dios.
San Juan 6, 60-69

Es el último domingo de agosto y se nos va acercándonos el tiempo de volver a nuestra actividad cotidiana. Una vez más, Jesús se detiene cerca de nosotros para pedirnos que le acompañemos. Hoy, llama la atención, especialmente, el evangelio de Juan. Se produce una fractura, una ruptura entre Cristo y sus discípulos. Es un momento dramático. Jesús, preguntará a Pedro —como lo hace con nosotros todos los días— si queremos marcharnos de su lado. Y la única respuesta posible es la de Simón: «Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos». No es que los doce sean más listos que los otros, ni tampoco más buenos, ni quizá más expertos en la Biblia;  lo que sí son es más sencillos, más confiados, más abiertos al Espíritu, más dóciles.

A la luz de este Evangelio nos podemos preguntar: ¿dónde tengo puesto mi amor?, ¿qué fe y qué obediencia tengo en el Señor y en lo que la Iglesia enseña?, ¿qué docilidad, sencillez y confianza vivo con las cosas de Dios?. En el fondo, estamos planteandonos si queremos vivir bajo los valores de la entrega, la generosidad, la fidelidad, el amor, el perdón, la justicia, etc… o si preferimos dejarnos llevar por el materialismo, el consumismo, el poseer, el interés propio, la corrupción… Hay que elegir.

Jesús es el Pan de la Vida. La Eucaristía es el alimento que nos fortalece en nuestra entrega, en nuestra fe, en nuestra opción por Jesús y su Evangelio. Que no nos falte nunca en nuestra vida para que podamos optar por un estilo de vivir en el que tengamos en cuenta a nuestros hermanos, especialmente a los que sufren y a los más necesitados.

Esta entrada fue publicada en Liturgia. Guarda el enlace permanente.