San Juan de Ávila próximo doctor de la Iglesia

Benedicto XVI escogió el mejor marco, estar en España el país del santo, celebrando la Eucaristía en la catedral de la Almudena de Madrid repleta de jóvenes seminaristas la mayoría de ellos españoles, y el mejor momento, la JMJ 2011, para anunciar la proclamación de San Juan de Ávila -patrón de los sacerdotes españoles- como próximo «Doctor de la Iglesia Universl». Un regalo sin duda de su Santidad a España y a todos los católicos, aumentando la lista de los 33 maestros de la fe; entre ellos ya se encuentran tres españoles: San Isidoro de Sevilla, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. La declaración oficial como maestro de la fe de San Juan de Ávila podría tener lugar en 2012.

«Doctor de la Iglesia» es un título que la Iglesia otorga oficialmente a ciertos santos para reconocerlos como eminentes maestros de la fe para los fieles de todos los tiempos. Lo concede o bien el Papa o bien un Consejo Ecuménico

Todo empezó con la carta que realizaron los Obispos en el año 2.000, cuando se celebró el quinto centenario de su nacimiento, pedían un esfuerzo colectivo para lograr la declaración como Doctor de la Iglesia Universal. El gran legado de San Juan de Ávila son sus ideas y propuestas para reformar la Iglesia de su época. «Fue fundamental en su tiempo, aquellos años previos al Concilio de Trento en los que florecía el humanismo. Supo encontrar en las Escrituras un modelo para la renovación del clero». Ahora gracias a la decisión de Benedicto XVI los futuros sacerdotes se acercarán a su ejemplar figura, estudiarán sus textos y encontrarán la doctrina luminosa de un sacerdote santo que, ya en su tiempo, fue consciente de la llamada universal a la santidad que proclamó el Concilio Vaticano II.

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A las puertas del Tercer Milenio la Iglesia muestra una increíble vitalidad, así es también la doctrina de San Juan de Ávila, plenamente evangélica y radicalmente actual porque el «Santo Maestro», arraigado en Cristo, no sólo se mantuvo siempre firme en la Fe, sino que ayudó e influenció a otros -autores de renombre en la historia de la espiritualidad- con su palabra y sus escritos a fundamentar su vida en Cristo, y aun hoy sigue haciéndolo.

En el año del Señor de 1499 en Almodóvar del Campo (Ciudad Real) nace San Juan de Ávila y muy joven siente la vocación sacerdotal, realiza sus estudios en las universidades de Salamanca y Alcalá, impregnándose del humanismo cristiano reinante en su aulario. Ordenado sacerdote marcha a Andalucía con la intención de ir a América, más truncado su deseo, desplegará una intensa labor de apostolado, orientando espiritualmente a aquellos -incluidos muchos sacerdotes- que deseaban vivir con mayor intensidad su vida cristiana -el tratado Audi, filia, es fruto de esta labor. Su fama de elocuencia y sabiduría se propaga y es llamado popularmente«Santo Maestro». Escuchándole en Granada descubre su vocación San Juan de Dios y San Francisco de Borja; le pide consejo Santa Teresa de Jesús, la gran doctora de la Iglesia buscaba confesores santos y sabios. San Ignacio de Loyola deseaba que entrara en la Compañía. Los obispos de Córdoba y Granada le pidieron que predicara al clero de sus diócesis y a instancias de este último escribió dos memoriales para el Concilio de Trento donde iban cifradas las pistas de la renovación espiritual y pastoral que, a raíz de su celebración, se dieron en la Iglesia, a la que tanto amaba. Falleció en Montilla (Córdoba) el 10 de mayo de 1569 y allí reposan sus restos.

San Juan de Ávila discernió que Dios llama a la santidad a todos. Y a todos atendió con inusitada dedicación; les entregó su vida sacerdotal con abnegación y alegría; les infundió la convicción de que la clave radica en la correspondencia al amor de Dios.

El magisterio de San Juan de Ávila no alcanzó la resonancia que merecía por las dificultades de su proceso de canonización que se alargó en el tiempo. Hasta ahora puede decirse que ha estado casi «castigado» en cierto modo, porque posee cualidades más que suficientes para figurar entre los doctores de la Iglesia. Se ha hecho justicia y Benedicto XVI que es muy sensible a la realidad española, ha hecho que San Juan de Ávila no sea ya solo Maestro sino «Doctor de la Iglesia».

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