La obra de María, movimiento de los focolares

ch6c.jpg (19420 byte) «Nadie sabía
cuál habría sido
el desarrollo de esta obra,
las circunstancias
que se verificaron poco a poco
lo fueron revelando.
También la estructura del Movimiento,
más que sugerida
por ideas humanas,
ha sido inspirada por un carisma,
es decir, por un don de Dios»
Chiara Lubich

Este Movimiento de unidad y fraternidad universal tuvo sus comienzos en los tiempos de odio y de violencia de la segunda guerra mundial.

En 1943, en Trento, Chiara Lubich con sus primeras compañeras, redescubre el Evangelio. Juntas lo viven cotidianamente, comenzando por los barrios más pobres de la ciudad.

Su vida personal y colectiva da un salto de calidad. Aquel primer grupo muy pronto se convierte en un Movimiento que se difunde, primero en Italia, después en Europa y en el mundo.

Inicia una nueva corriente de espiritualidad centrada en el amor, expresado en el Evangelio, que suscita un Movimiento de renovación espiritual y social: la espiritualidad de la unidad, típicamente comunitaria.

Genera un estilo de vida que, inspirándose en los principios cristianos —sin descuidar, es más, poniendo en evidencia los valores paralelos en otros credos y culturas— responde a la tan difundida pregunta sobre el sentido de la vida y la autenticidad y contribuye a llevar al mundo paz y unidad: caen prejuicios, las semillas de verdad y de amor presentes en las distintas culturas se convierten en una riqueza recíproca; se abren nuevos horizontes en los distintos ámbitos de la sociedad: cultura, política, economía, arte.

Por esta espiritualidad, vivida en los más variados ambientes y culturas, se han abierto diálogos fecundos: en el mundo católico entre individuos, grupos, Movimientos y asociaciones, para contribuir a reforzar la unidad; entre cristianos de diversas Iglesias para favorecer la plena comunión; entre creyentes de varias religiones y personas de convicciones distintas. Juntos nos encaminamos hacia esa plenitud de la verdad y esa fraternidad universal a la que todos tendemos.

El Movimiento, por la variedad de las personas que lo componen —jóvenes y adultos, niños y adolescentes, familias y sacerdotes, religiosos y religiosas de distintas congregaciones y también obispos— aun siendo una única realidad, se articula en 18 ramas.

Poco a poco se han desarrollado varias concretizaciones entre las cuales, en el campo de la Cultura, la Escuela Abbá para la elaboración de una cultura renovada; en el de la Economía, el proyecto para una Economía de Comunión en la que están comprometidas más de 700 empresas; ciudadelas de testimonio, obras sociales, casas editoriales y revistas.

El Movimiento de los Focolares se sitúa en ese fenómeno del florecimiento de los Movimiento Eclesiales que el Papa ha definido «una respuesta suscitada por el Espíritu Santo ante este dramático reto del fin del milenio».

Ha sido aprobado por la Santa Sede desde 1962 y, con los sucesivos desarrollos, en 1990. Han sido varios los reconocimientos de las Iglesias Ortodoxa, Anglicana y Luterana; de las distintas religiones y de organismos culturales e internacionales.

Este Movimiento de unidad y fraternidad universal tuvo sus comienzos en los tiempos de odio y de violencia de la segunda guerra mundial. En 1943, en Trento, Chiara Lubich con sus primeras compañeras, redescubre el Evangelio. Juntas lo viven cotidianamente, comenzando por los barrios más pobres de la ciudad. Su vida personal y colectiva da un salto de calidad. Aquel primer grupo muy pronto se convierte en un Movimiento que se difunde, primero en Italia, después en Europa y en el mundo.Inicia una nueva corriente de espiritualidad centrada en el amor, expresado en el Evangelio, que suscita un Movimiento de renovación espiritual y social: la espiritualidad de la unidad, típicamente comunitaria. Genera un estilo de vida que, inspirándose en los principios cristianos —sin descuidar, es más, poniendo en evidencia los valores paralelos en otros credos y culturas— responde a la tan difundida pregunta sobre el sentido de la vida y la autenticidad y contribuye a llevar al mundo paz y unidad: caen prejuicios, las semillas de verdad y de amor presentes en las distintas culturas se convierten en una riqueza recíproca; se abren nuevos horizontes en los distintos ámbitos de la sociedad: cultura, política, economía, arte. Por esta espiritualidad, vivida en los más variados ambientes y culturas, se han abierto diálogos fecundos: en el mundo católico entre individuos, grupos, movimientos y asociaciones, para contribuir a reforzar la unidad; entre cristianos de diversas Iglesias para favorecer la plena comunión; entre creyentes de varias religiones y personas de convicciones distintas. Juntos nos encaminamos hacia esa plenitud de la verdad y esa fraternidad universal a la que todos tendemos. El Movimiento, por la variedad de las personas que lo componen —jóvenes y adultos, niños y adolescentes, familias y sacerdotes, religiosos y religiosas de distintas congregaciones y también obispos— aun siendo una única realidad, se articula en 18 ramas.Poco a poco se han desarrollado varias concretizaciones entre las cuales, en el campo de la Cultura, la Escuela Abbá para la elaboración de una cultura renovada; en el de la Economía, el proyecto para una Economía de Comunión en la que están comprometidas más de 700 empresas; ciudadelas de testimonio, obras sociales, casas editoriales y revistas. El Movimiento de los Focolares se sitúa en ese fenómeno del florecimiento de los Movimiento Eclesiales que el Papa ha definido «una respuesta suscitada por el Espíritu Santo ante este dramático reto del fin del milenio».Ha sido aprobado por la Santa Sede desde 1962 y, con los sucesivos desarrollos, en 1990. Han sido varios los reconocimientos de las Iglesias Ortodoxa, Anglicana y Luterana; de las distintas religiones y de organismos culturales e internacionales.

Etapas significativas en la vida de Chiara

Trento

El padre a causa de sus ideas políticas, se queda sin trabajo, quedando toda la familia sumida en graves estrecheces económicas. Chiara tiene que ponerse a trabajar para poder costearse sus estudios universitarios y así, desde muy joven, comienza a dar clases particulares.

Va creciendo en su interior su deseo de ser toda para Dios y el 7 de diciembre de 1943, en soledad y en una capilla de su ciudad, se consagra a Dios para toda la vida. Esta fecha marca oficialmente el inicio del Movimiento de los Focolares.

Su casa fue destruida el 13 de mayo de 1944, durante uno de los más violentos bombardeos que sufrió Trento durante la II Guerra Mundial. Su familia busca amparo en las montañas cercanas. Chiara decide quedarse en la ciudad. Abrazando entre los escombros a una madre enloquecida por la muerte de sus cuatro hijos, siente que debe abrazar el dolor de la humanidad, y así, entre los pobres de su ciudad, junto con otras compañeras que la siguen en su decisión, trata de vivir el Evangelio al pie de la letra, como Palabra vivida. Al hacerlo, experimenta que ha descubierto la más poderosa revolución social, capaz de incendiarlo todo con un solo fuego: El Amor.

En el año 1948 Chiara se encuentra en el Parlamento italiano por primera vez con Igino Giordani, un prestigioso político, diputado, escritor, periodista y padre de 4 hijos. Fue él mismo quien ayudó a Chiara a encarnar en la sociedad la espiritualidad de la «unidad», por lo que es considerado cofundador del Movimiento. Giordani fue pionero del ecumenismo , la Iglesia católica ha iniciado recientemente su causa de beatificación.

En el año 1949 Chiara Lubich se encuentra con Pasquale Foresi, un joven seminarista deseoso de conjugar evangelio y vida en la Iglesia. Ordenado presbítero en 1954, Don Foresi es el primer focolar sacerdote.

En 1956 hace surgir a los «Voluntarios», nueva rama de su movimiento, constituido por personas adultas comprometidas en los más diversos campos sociales: política, economía, justicia, salud, docencia, arte, industria, etc. Tratan de ser animadores en sus actividades y vivirlas en unión con cada persona desde Dios.

En 1966 propone a los jóvenes la radicalidad del Evangelio y así surge el «Movimiento Gen» (Generación Nueva).

En el 1991 en Brasil, se siente impactada por el contraste social y la miseria de las «favelas», y pone en marcha la “Economía de Comunión”, entonces un proyecto y hoy una realidad en creciente desarrollo de esta novedosa teoría y praxis económica, la de compartir los beneficios obtenidos por las empresas con los más necesitados. Por ejemplo, algunas empresas españolas están financiando con sus beneficios  la puesta en marcha de proyectos empresariales en Bolivia.  Lo que tienen en común son principios como la gratuidad, la fraternidad y la comunión. Sobre ella se están publicando tesis y trabajos de investigación en las universidades de todo el mundo, y existen centenares de empresas aplicándola en vivo en todas las latitudes.

Entre 1997 y 1998 abre nuevas perspectivas de diálogo inter-religioso: es invitada a hablar de su experiencia interior en Tailandia a 800 monjes y monjas budistas; en Nueva York de EEUU, a 3.000 musulmanes negros en la mezquita de Harlem, y en Argentina a la comunidad hebrea de Buenos Aires. Es así la primera vez en la historia que esto sucede en tales religiones y que lo hace una mujer católica.

El encuentro con el Padre que es Amor

A principios de marzo de 2008, internada con insuficiencia respiratoria grave en el Policlínico Gemelli, recibió la visita del Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I. Pocos días después, agravándose su estado, regresó por expreso deseo suyo a su residencia habitual de Rocca di Papa, donde acompañada por sus hijos espirituales de todo el mundo, falleció serenamente el 14 de marzo de 2008 a las 2 de la mañana.

S. S. Benedicto XVI, dijo tras conocer la noticia: «He recibido con emoción la noticia de la muerte de Chiara Lubich, al final de una vida larga y fecunda caracterizada incansablemente por su amor hacia Jesús abandonado. En esta hora de separación dolorosa estoy cercano espiritualmente y con afecto a los familiares y a toda la Obra de María -Movimiento de los Focolares, que ella fundó, como a todos los que han apreciado su compromiso constante por la comunión en la Iglesia, el diálogo ecuménico y la hermandad entre todos los pueblos. Doy gracias a Dios por el testimonio de su existencia dedicada a la escucha de las necesidades del ser humano contemporáneo en plena fidelidad a la Iglesia y al Papa. Mientras confío su alma a la Bondad Divina para que la acoja en el seno del Padre, deseo que cuantos la conocieron y encontraron admirando las maravillas que Dios cumplió a través de su entrega misionera sigan sus huellas manteniendo vivo su carisma. Con esos votos invoco la intercesión maternal de María e imparto a todos la bendición apostólica».

La Confraternidad Argentina Judeo —Cristiana por su parte expresó: «El mundo pierde una mujer excepcional, madre y guía espiritual de muchísimos hombres, su generosidad en el vivir la plenitud de la Palabra de Dios fue más allá del mundo cristiano».

El testamento de Chiara Lubich, coincide con la invitación que el Papa Benedicto XVI dirigió a España durante su último viaje: «Sed una familia». Es la realidad que podemos ofrecer: una familia de razas y culturas distintas que abraza todo tipo de personas, sin excepción, que vive para cear espacios en comunión y de fraternidad en cualquier ambiente. ¿No será este el rostro del nuevo mundo que se prepara?.

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