Una historia de amor

 

 

 

La narradora de este relato, como creatura de Dios, se deja modelar por El, y escribe también una obra, que comienza desde su más temprana edad, hasta su respuesta total a Dios, en la vida comunitaria, de un monasterio: Santa Cruz de Sahagún.

A su historia personal, llega la salvación de Jesucristo, por caminos, para ella inesperados. Cuando siente la llamada a seguirlo más de cerca , implicando toda su persona, a los 17 años, decide posponerlo, y hasta los 19 no respondió a Dios plenamente. Su vida , fué un forcejeo con Dios, quien la apremiaba a dejarlo todo por El. Ella no sabía lo que significaba ser monja, pero una voz , por dentro, le decía que tenía que ser monja. ¿Dónde? ¿Cuándo? Esos eran dos de los muchos interrogantes que se planteaba. LLegó un momento en su vida, en que Dios no le dejó otra opción, we interiormente, le gritaba: «O eres monja, o no serás nada de lo que tu quieres.» La voluntad de Dios, en su interior manifestada, estaba clara: Debía ser monja.El único referente que tenía cerca, era el sacerdote de su pueblo. A él se dirigió un día , y éste, después de escucharla atentamente, la invitó a conocer a las M. benedictinas, y allá se fué con ellas. Se la invitó  a hacer una experiencia de una semana. Vivió como cualquier monja de la comunidad, participando en la liturgia y en los trabajos. Después se marchó a su casa, a reflexionar, y decidió volver rapidamente, pues la liturgia la cautivó.  Aquellos cantos al anochecer, no podìa olvidarlos. Leyó la Regla de S. Benito en casa, pero se dió cuenta de que necesitaba el recinto del monasterio, la comunidad y una abadesa para ser fiel al carisma benedictino.

Y… con generosidad de espíritu, ingresó en el monasterio, un 18 de Febrero de 1984. Nunca le pesó seguir al Maestro, pobre y obediente,  en la vida benedictina. Ahora, intenta vivir fiel a sus promesa bautismales, desde un monasterio, bajo la Regla de S. Benito, Patrono de Europa.

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