Encuentros: Mary Karr, «La poesía es para mí Eucaristía»

Mary Karr, 54 años, famosa poeta y escritora americana.

En su último libro autobiográfico -ha publicado tres- titulado «Lit» Mary Karr confiesa: «Si me hubieran dicho un año antes que comenzaría a llevar a mi hijo a la Iglesia, que acabaría susurrando mis pecados en un confesionario o que terminaría rezando el rosario, me habría reído a carcajadas».

Después de treinta años dedicada a la poesía, cautiva a los críticos literarios y al público en general con dos volúmenes en los que relata sus memorias de infancia y juventud (en 1995 The Liars´Club y en el 2000 Cherry), en el primero cuenta cómo logra sobrevivir a la locura de su madre, alcohólica y aficionada a las armas y en el segundo narra las aventuras de su adolescencia, sus escarceos con las drogas y su paso por decenas de identidades, buscando su lugar en el mundo. Tras el éxito de estos dos libros le pidieron a Karr un tercero, pero le asustaba seguir contando su vida, por el callejón sin salida en el que se encontraba metida, resultaba duro contar dos décadas de su vida supeditada al alcohol, ya no se trataba de inocencias y excesos de juventud, había tocado fondo era su decadencia y culpabilidad.

Un día siguiendo el consejo de un amigo invocó una plegaria «al ser superior»: «mantenme sobria hoy». Y por la noche después de haberlo conseguido decía: «Gracias por mantenerme sobria hoy». Pocos días después fue su hijo quien le pidió que visitaran una iglesia, extrañada le preguntó: «¿Para qué?». «¿Para ver si Dios existe?». El chico entraba a las iglesias a «buscar a Dios» y ella permanecía fuera esperándolo mientras leía y tomaba café. Su vida transcurría así, entre el agnosticismo militante y sus asiduas plegarias. Un día en Siracusa se detuvo ante una iglesia católica, donde le llamó la atención el cartel de la entrada: «Bienvenidos pecadores» . Ante aquella frase se quedó atónita, era el primer signo de aprecio que recibía en muchos años, entre tanto desprecio. Por eso decidió entrar en la iglesia católica y asistir a misa, experiencia que califica como «un viaje asombroso» le sorprendió «la sencillez» de los fieles y la «carnalidad de la iglesia: había un cuerpo en la cruz». Karr comprendió ante el crucifijo que el cristianismo no es la religión de los que no pecan, sino de los pecadores. Aquel encuentro cambió su vida.

En los últimos veinte años Karr no ha probado ni una gota de alcohol, pero reza a diario para no caer en la tentación; se pregunta por qué le ha tocado a ella la suerte de salir del pozo del alcoholismo, cuando ve a tantas personas sucumbir a la adicción, esta reflexión le sirve para dar constantemente gracias a Dios. Mary Karr dudó de publicar su tercer volumen llamado «Lit», más decidió hacerlo pensando que su experiencia podría serle útil a alguno de sus lectores: «Mi objetivo al escribir sobre mi fe no era hacer proselitismo, sino tender un puente a las personas que, como yo, habían vivido completamente sin bautizar, sin fe, para ponerlas ante la experiencia de fe».

En la actualidad Mary Karr a pesar del éxito de sus memorias, no ha dejado de escribir poesías. Ahora utiliza sus poemas como un vehículo para hacer oración «La poesía es para mí Eucaristía» . Su última obra es el poemario: «Bienvenidos pecadores».

Esta entrada fue publicada en Biografías, Testimonios. Guarda el enlace permanente.