Los católicos españoles recibimos con gran alegría la llegada del mes de mayo, mes de las flores por excelencia, y de honda tradición mariana. Hemos elegido su primer domingo para honrar también a nuestra madre biológica, ¡qué bonito tener dos madres que cuiden de nosotros!
Hay un hilo conductor que une este largo periodo de días con nuestra Madre Celestial y nosotros y es la “ORACIÓN”, cada vez que nos acordamos de Ella o nos encontramos ante su singular imagen, con su mirada y la mirada de su Hijo, nuestros labios musitan oraciones marianas: Ángelus, salve, jaculatorias… y la oración por excelencia el ROSARIO.
En el siglo XIII Santo Domingo de Guzmán recibió la inspiración de la Virgen para componer la «Corona mariana o Salterio de la Virgen». Desde entonces esta oración tiene una fuerza especial, siendo un arma poderosa contra cualquier problema. El fallecido pontífice Juan Pablo II —al igual que otros 54 Papas— fue uno de los más firmes defensores de esta oración mariana —la completó con los misterios Luminosos— y nos advirtió de que «es urgente una gran oración por la vida que abarque al mundo entero».
Si la Virgen en Lourdes y Fátima se apareció con un rosario en las manos será por algo. Sor Lucía afirmó que «no hay problema, por difícil que sea, temporal o espiritual, se refiera a la vida personal de cada uno, a la vida de nuestras familias o del mundo entero, que no podamos resolver con el rezo del Rosario. Con él nos salvaremos, nos santificaremos, consolaremos a nuestro Señor y obtendremos la salvación de muchas almas. Por eso, el demonio hará lo posible para distraernos: nos pondrá multitud de pretextos, cansancio y ocupaciones para que no recemos el Rosario».
También en 1937 el papa Pio XI escribió: «nuestro siglo en su soberbia, se mofa del Rosario y lo rechaza; en cambio, una innumerable muchedumbre de hombres santos de toda edad y condición lo han estimado siempre, lo han rezado con gran devoción y, en todo momento, lo han usado como arma poderosísima para ahuyentar a los demonios, conservar íntegra la vida y adquirir más fácilmente la virtud».
Unámonos todos ante nuestra Madre y Señora la Santísima Virgen María recemos el Rosario —¡Que maravilloso resulta rezarlo pidiendo su protección y amparo!— son tiempos difíciles para las familias, la vida, la paz… No estamos solos, son muchas las iniciativas de los laicos que se encomiendan a este rezo mariano, gracias a internet y a una creciente devoción por el Rosario.
Ella como «Madre Amorosa» atenderá nuestras plegarias.
«Las cuentas del Rosario son escaleras, para subir al cielo las almas buenas. Viva María, muera el pecado, viva santo Domingo que lo ha fundado».