La devoción a San José

San José con Jesús niño en sus brazos

San José no es un santo más del calendario de la Iglesia. Es un santo que está en el corazón de la Iglesia como «Patrono de la Iglesia Universal».

José es el hombre más Santo de todos, pues nadie puede rivalizar con el honor y la gracia que Dios le concedió, ser  el primer ser humano que ve a Dios, cuando en el portal de Belén es alumbrado por María.

La devoción a San José, está arraigada desde los primeros albores del cristianismo, pues su puesto en la historia de la salvación es el más alto, al lado de su esposa (cuando la Virgen María recibe el mensaje del ángel sobre su elección y predestinación para Madre del Hijo de Dios —relato de San Lucas—, estaba desposada ya con José) y «había sucedido así por voluntad de Dios» (Juan Pablo II).

José es el hombre que ayudó al Hijo de Dios, Jesús, a nacer; que veló su sueño en el pesebre; que le salvó la vida, llevándole a Egipto. El evangelista, Lucas, dedica sólo media docena de palabras: «El niño crecía y se robustecía». Seis palabras para describir doce años de la existencia del personaje más importante de la Historia);  cuidó de él y de su madre, y  fue quién dió sentido y dimensión humana, a la obra de Dios en la tierra «La Sagrada Familia». La Nncarnación del Hijo de Dios y su Nacimiento, debía realizarse en una familia. San José no es una figura externa, remota o accidental en la Encarnación, está vinculado a ella por disposición de Dios. El  predestino de José es equiparable en muchos aspectos al de María, pero sobre todo, en lo que suponía la exigencia plena y absoluta de la virginidad; José porta la vara de nardo desde el portal de Belén hasta el día de su subida al cielo.
San José es patrono de la buena muerte y de los moribundos; en el rosario le rezamos un Padrenuestro para que nos de una larga vida y una santa muerte. El motivo radica en la gracia y el alto honor de morir en los brazos del Hijo de Dios y de la Madre de Dios. Jesús pudo resucitar a José como a Lázaro, pero posiblemente la muerte de José fue un tránsito, un premio , es lo más próximo a la Asunción que había reservado para su Madre, ¿qué no va a hacer con su padre adoptivo?, al que ama infinitamente. El carácter de Jesús debió tener la forja de José; el carácter se adquiere y puede modificar el propio temperamento, la peculiaridad del carácter de Jesús lo entrevemos en los textos evangélicos, por ejemplo, cuando aprecia en sus interlocutores indecisión o tibieza; sus finas contestaciones a preguntas perversas; tampoco transige a ciertos planteamientos.

¡Qué pena no disponer de más datos sobre José!.

Sobre la edad de San José ha habido muchas discrepancias, desde una gran vejez, hasta el hombre maduro —la iconografía da testimonio—. Parece ser que los últimos cálculos lo sitúan con treinta y dos años, el doble de María, en el momento del nacimiento de Jesús;   José podría tener cincuenta y dos años, al morir. El Concilio Vaticano II, nos orienta en la devoción a San José, complemento de la devoción a la Virgen María.

  • Conocimiento-fe ilustrada del santo Patriarca.
  • Amor hacia él, como padre virginal de nuestro Redentor, esposo virginal de María, padre espiritual de las familias y Patrono de la Iglesia universal.
  • Imitación de sus virtudes domésticas y de su santidad.

La figura de la «Sagrada Familia de Nazaret: Jesús, María y José» deben tenerla grabada en sus ojos y en sus corazones, los miembros de las familias cristianas, por ser modelo a seguir.

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