XXX DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO- 23 de Octubre

“¡OH DIOS!, TEN COMPASIÓN DE ESTE PECADOR”

(SAN LUCAS  18, 9-14)

SANTO EVANGELIO:

En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola a algunos que se confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: «¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo». El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: «¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador». Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

Palabra del Señor

“El domingo del Domund…

Este domingo es la tradicional jornada misionera en España. El slogan del DOMUND es: “Sal de tu tierra” Frase evangélica bastante conocida, clara y tajante. Dios habló así a Abraham. Pues llegamos a un compromiso solidario con nuestros hermanos que trabajan por la paz y la felicidad de muchas personas.

 Y también el domingo de la oración humilde”

Jesús nos muestra el modo de orar: hay que entregar a Dios nuestra alma y todos nuestros sentimientos desde la humildad, desde el más sincero arrepentimiento. Hemos de rezar para el Señor, no para los otros, para que ellos admiren nuestra “gran” piedad o nuestra condición de buenísimos cristianos. Es el publicano quien con el corazón roto por el peso de sus culpas pide humildemente perdón a Dios. El fariseo, por el contrario, pretende que Dios le admire y que, incluso, le dé algunas palmaditas en la espalda por lo bueno que es… No nos equivoquemos, llevemos nuestra petición de perdón hasta los pies del Señor, sabiéndonos frágiles y pecadores.

Citas para reflexionar:

  • «Cuando damos al necesitado se hace presente la misericordia de Dios» Papa Francisco
  • «Las ideologías están incómodas con la solidaridad en nombre de Cristo» Pilar Rahola (pregón Domund)
  • «Deja la tristeza para aquellos que están en el mundo, los que trabajamos para Dios debemos estar alegres « San Leonardo
  • «Cuando cometas una falta, humíllate delante de Dios con profundo arrepentimiento, y luego, con un acto de gran confianza arroja tu culpa al océano de su inmensa bondad». San Pablo de la Cruz, fundador de los pasionistas

Efemérides y noticias:

  • Más de 18 millones de peregrinos han visitado Roma por el Jubileo de la Misericordia, a pesar de que en casi todas las diócesis del mundo se abrió una Puerta santa, para ganar las indulgencias del Jubileo.
  •  El domingo 20 de noviembre, día de Cristo Rey, es el cierre del Año Santo. El papa Francisco presidirá el rito de clausura de la Puerta Santa con el Colegio cardenalicio y los nuevos purpurados elevados el día anterior en un consistorio; concluyendo una página más de la historia de la Iglesia.
  •  El Papa Francisco concede la Cruz ‘Pro Ecclesia et Pontifice’ a cuatro laicos sorianos uno de ellos es Ana María Romera Ramos, presidenta diocesana de Acción Católica General. La Cruz ‘Pro Ecclesia et Pontifice’ (Por la Iglesia y el Papa) fue instituida por León XIII el 17 de julio de 1888, en la celebración de sus 50 años de ordenación sacerdotal. Es otorgada especialmente a laicos que se han distinguido por su labor en favor de la Iglesia y del Papa.
  •  Del 20 al 23 peregrinación de Polonia a Roma en la fiesta de San Juan Pablo II, participarán unos 50 obispos, 260 sacerdotes y 7 mil peregrinos.
  •  La Universidad de Navarra lanza una edición digital de la Biblia, cuesta 2,99 euros desde los móviles.
  • Kiko Argüello, del Camino Neocatecumenal,  ha presentado su 2º libro en Madrid “Anotaciones, 1988-2014” sobre reflexiones, pensamientos y apuntes personales. En 2012 publicó el 1º: “El Kerigma, en las chabolas con los pobres” que  se ha convertido en un best-seller.
  • En unión con más de 3.000 personas, las dos presencias salesianas de Valencia participaron en la manifestación que recorrió las calles del centro de Valencia con el tema: “Pobreza cero.

ORACIÓN: POR LAS MISIONES

Protege, Señor, a tus misioneros,
sacerdotes, religiosos y seglares,
que dejan todo para dar testimonio
de tu palabra y de tu amor.

En los momentos difíciles, sostenlos,
consuela sus corazones,                                                                                                           
y corona su trabajo de frutos espirituales.

Y que tu imagen del crucifijo
que les acompaña siempre,
hable a ellos de heroísmo,
de generosidad, de amor y de paz.                     Amén.

EN UNA IGLESIA EN SALIDA “SAL DE TU TIERRA”

La Diócesis celebra la Jornada del Domund con el lema «Sal de tu tierra» para apoyar el trabajo de los 440 misioneres leoneses en 54 países de todo el mundo.

El programa de actos se abrió el viernes a las 21 h. en la Parroquia de San Martín con una vigilia de oración con jóvenes y se cierra con las colectas del domingo día 23 en todas las parroquias, destinada íntegramente a las misiones

También el Sr. Obispo D. Julián López, con motivo de la celebración de esta Jornada del Domund que este año cumple su edición número noventa,  ha hecho pública una carta pastoral en la que recuerda que el lema “Sal de tu tierra” es “una llamada e invitación que tiene una correspondencia muy hermosa en las palabras que elegimos el año pasado como referencia para el Programa Pastoral Diocesano del actual quinquenio 2015-2020, tomando a María, la Madre del Señor y Madre nuestra, como el más bello icono que nos sirviese de modelo para la actividad pastoral: «María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá, entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel» (Lc 1,39-40)”. Un punto de conexión entre la Jornada del Domund y la guía de acción pastoral de la Diócesis que lleva al obispo de León a invitar a todos los fieles de León a profundizar en “la actitud que se encierra en las palabras dirigidas por Dios a Abrahán y, por extensión, a todos los enviados para una misión, como es el anuncio del Evangelio: «Sal de tu tierra», de tu ambiente, de tu pequeño mundo, de tus gustos o manías, de tu instalación…,porque esta es la primera condición para convertirse en «misionero»…”

En esta carta pastoral el obispo Don Julián remarca la disyuntiva actual que vive también la Iglesia en León por la que “o somos una «Iglesia en salida» o dejamos de ser Iglesia” por lo que el prelado legionense advierte de que “si no anunciamos de verdad a Jesucristo tratando de cumplir nuestra misión, si no ayudamos eficazmente a los misioneros que se esfuerzan en la vanguardia del Evangelio, nos convertiremos en una bella asociación cultural, una mera sociedad benéfica, etc., o seremos una Iglesia enferma”.

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RECORDANDO A SAN JUAN PABLO II – 22 de Octubre

jpii1.pngEl santo padre Francisco ha recordado en la audiencia jubilar de este sábado a san Juan Pablo II: “Exactamente hace 38 años atrás, casi a esta hora, en esta plaza resonaban las palabras dirigidas a los hombres de todo el mundo: “No tengan miedo (…) abran de par en par las puertas a Cristo”.

“Estas palabras las ha pronunciado Juan Pablo II al inicio de su pontificado. Un Papa de profunda espiritualidad plasmada por una milenaria herencia de la historia y de la cultura polaca transmitida en el espíritu de fe, de generación en generación”, dijo Francisco.

“Esta herencia era para él fuente de esperanza, de potencia y de coraje, con el cual exhortaba al mundo a abrir ampliamente las puertas a Cristo”.

Añadió que esta invitación hecha por el papa Wojtyla “se ha transformado en un incesante proclamación del Evangelio de la misericordia para el mundo y en favor del hombre, cuya continuación es este Año Jubilar”.

“Hoy quiero desearles –añadió Francisco– que el Señor les dé la gracia de la perseverancia en esta fe, esta esperanza y este amor recibida de vuestros abuelos y que conservan con cuidado”.

Y dirigiéndose especialmente a los peregrincos polacos allí presentes añadió: “En vuestras mentes y en vuestros corazones resuene siempre la llamada de vuestro querido compatriota para que les despierte la fantasía para hacer misericordia, para que puedan dar testimonio del amor de Dios a todos aquello que tienen necesidad”.

Saludó también a los obispos de Polonia que vinieron para “visitar la tumba de los apóstoles” y que junto a los peregrinos vinieron a Roma “para agradecer a Dios por el bautismo que vuestro pueblo ha recibido hace 1050 años atrás” pero también “por todo el bien que nació en los corazones de tantos jóvenes del mundo durante el inolvidable encuentro en Cracovia”.

Francisco agradeció también a Dios por haber podido conocer la patria de san Juan Pablo II, en donde pudo visitar el Santuario de Jasna Gora y el de la Divina Misericordia.

Recordó también la visita que hizo a los campos de concentración de Auschwitz-Birkenau, que visitó en silencio y que, añadió, “en este silencio el mensaje de la misericordia asume una inaudita importancia”.

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DOMUND 2016 – IGLESIA EN SALIDA, IGLESIA MISIONERA

CARTA PASTORAL 

Queridos diocesanos:

“Sal de tu tierra”. Estas palabras del lema del DOMUND de este año son bien conocidas por los fieles cristianos familiarizados con la Sagrada Escritura. Forman parte del mandato de Dios dirigido al patriarca Abrahán cuando le manifestó el destino para el que lo había elegido: “Sal de tu tierra, de tu patria, y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré” (Gn 12,1). Esta llamada e invitación tiene una correspondencia muy hermosa en las palabras que elegimos el año pasado como referencia para el programa pastoral del actual quinquenio 2015-2020, tomando a María, la Madre del Señor y Madre nuestra, como el más bello icono que nos sirviese de modelo para la actividad pastoral: “María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá, entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel” (Lc 1,39-40). Ante la citada jornada misionera os invito a seguir contemplando la figura de María obediente a la indicación del ángel y poniéndose en camino presurosa al encuentro de su pariente Isabel que estaba viviendo un momento especialmente delicado. La actitud de María fue semejante a la de Abrahán, es decir, estaba animada y sostenida por una fe traducida en obediencia diligente, en una disponibilidad personal y absoluta para compartir la alegría y la esperanza que ella misma había experimentado en Nazaret. En la carta pastoral del pasado curso os señalaba el énfasis que pone san Lucas al evocar la actitud de María. El verbo empleado por el evangelista significa no solo alzarse sino, muy especialmente, ponerse en movimiento, de manera que esta referencia aparece también en aquellos relatos del Evangelio que aluden a una fuerza interior que lleva a la acción. Justamente esa es la actitud que se encierra en las palabras dirigidas por Dios a Abrahán y, por extensión, a todos los enviados para una misión, como es el anuncio del Evangelio: “Sal de tu tierra”, de tu ambiente, de tu pequeño mundo, de tus gustos o manías, de tu instalación…, porque esta es la primera condición para convertirse en “misionero”. Dios mismo, en Jesucristo, salió de su gloria eterna para hacer realidad la salvación en nuestra existencia terrena, pobre y limitada. Por eso el Papa Francisco ha dicho que “la manifestación más alta y consumada de la misericordia -no olvidéis que estamos todavía en el Año Jubilar de la Misericordia- se encuentra en el Verbo encarnado” (Mensaje para el Domund 2016). Jesús en persona, con su actitud, es el mejor referente para una Iglesia diocesana, una parroquia o comunidad, una familia, un grupo eclesial, unos creyentes, etc., que no quieran encerrarse en sí mismos o en su falsa seguridad. “Sal de tu tierra” le dijo Dios a Abrahán. “¡Lázaro, sal fuera” le gritó Jesús a quien llevaba muerto varios días (cf. Jn 11,43). ¡Salid de una vez!, nos dice el Señor a todos nosotros. ¡Poneos en camino! ¡No tengáis miedo! Por eso, o somos una “Iglesia en salida” o dejamos de ser Iglesia. Si no anunciamos de verdad a Jesucristo tratando de cumplir nuestra misión, si no ayudamos eficazmente a los misioneros que se esfuerzan en la vanguardia del Evangelio, nos convertiremos en una bella asociación cultural, una mera sociedad benéfica, etc., o seremos una Iglesia enferma: “Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar esta llamada: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (EG 20). Con mi cordial saludo y bendición:                                                                             

                                                                                                           + Julián, Obispo de León

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SANTA MARÍA BERTILLA BOSCARDÍN -20 de octubre

«Yo no sé hacer nada.    Soy una inútil, una ‘tontita’.        Enséñeme a ser santa»

Santa BertillaPor fortuna, la eficacia ni es requisito ni influye en la santidad; tampoco el juicio humano tiene que ver con el divino, algo que se ha recordado ya en este santoral en otras ocasiones. La vida de esta joven italiana, Anna Francesca, fue esa luz fulgurante que brilló en medio de quienes se apresuraron a negarle la gloria, tildándola de «tontita» dentro y fuera de la Iglesia. Relevando misteriosamente al fundador de la Orden en la que se santificaría, Giovanni Antoni Farina, nació el 6 de octubre de 1888, justamente el año en el que este virtuoso prelado entró en el cielo. Anna vio la luz en Bréndola, Italia. Y tal vez si hubiese venido al mundo en un hogar amable y atento, hubiera tenido una infancia y juventud distintas, aunque quién sabe si de ese modo habría conquistado la gloria de los altares.

Lo de menos fue la pobreza de su familia campesina. Pero a su frágil salud y cortedad de miras, se unieron los malos modales de un padre ebrio, apresado por los celos y violento, carácter seguramente agriado por las carencias económicas, que la maltrató cotidianamente. No es de extrañar que a sus 16 años, con este panorama y un desajuste que afectaba también a sus estudios, soñara con otra clase de vida y dejara atrás su empleo doméstico en casa de unos vecinos. Se comprende que mirase con esperanza un futuro mejor junto a las Hermanas Maestras de Santa Dorotea Hijas de los Sagrados Corazones, máxime cuando ya a sus 12 años había consagrado a Dios su virginidad.

Pero le precedía la apreciación de quienes la rodeaban o la conocían someramente, no tanto por su talante trabajador y su fuerza de voluntad, velada para la mayoría, como por el juicio que les merecía su escasa inteligencia. Y hasta el arcipreste Gresele tomó con cierta chanza la vocación de Anna cuando se la notificó el párroco Capovilla que la había acogido como integrante de las Hijas de María. Él también dudó inicialmente de su valía, pero se aseguró de que al menos serviría para realizar tareas domésticas. Así lo transmitió al arcipreste que habló con otras religiosas; ellas se negaron a admitirla. El caso es que Anna ingresó en el Instituto al que aspiraba, en la ciudad de Vicenza, y en 1905 tomó el hábito y nombre de María Bertilla en honor de la abadesa de Chelles, de origen francés, santa Bertilla. A fuerza de ser descalificada en su entorno, ella misma se creía incapaz; se minusvaloraba. Pero su virtud era una potente luminaria.

Con admirable humildad, teniendo claro que no elegía el convento como refugio para sus males sino como un trampolín para su perfecta consagración, fue directa al grano y dijo a la maestra de novicias: «Yo no sé hacer nada. Soy una inútil, una ‘tontita’. Enséñeme a ser santa». Quizá no impresionara demasiado a la formadora con esta insólita y edificante presentación que hizo de sí misma, aunque era para conmoverse, pero la cuestión es que la destinaron a la cocina, a la panadería y a la lavandería, oficios que desempeñó durante un año. Solamente quería cumplir la voluntad de Dios. Mostraba su gratitud cuando era reconvenida por algo. Dócil, con gran inocencia evangélica, estaba a merced de su maestra: «me corrija siempre; me hará un gran favor». Ya estaba trazado su camino, que fue calificado por Pío XII como «‘Camino de los coches’, el más común. Nada de éxtasis, nada de milagros en vida, sino una unión con Dios cada vez más profunda en el silencio, en el trabajo, en la oración, en la obediencia. De esa unión venía la exquisita caridad que ella demostraba a los pobres, a los enfermos, a los médicos, a los superiores, a todos». Y así fue. Las palabras de su fundador: «vívase en la obediencia y en la obediencia se muera» cincelaron también su vida consagrada.

Alguien se percataría de que podía tener cualidades para la asistencia a los enfermos, y la enviaron a estudiar enfermería en el hospital regentado por las religiosas en Treviso. Pero la superiora general la devolvió a la cocina hasta que profesó en 1907. Entonces se reveló como un ángel de bondad para los niños afectados de difteria y del resto de enfermos de las diversas salas por las que pasó, algunos con lesiones nauseabundas. En 1909, no sin dificultad, mientras convalecía de una operación se preparó y obtuvo el título de enfermera.

En 1915 asistió a los heridos de guerra en Viggiù, zona cercana a Como. Era más que evidente que poseía unas excepcionales cualidades para ello. La superiora no apreciaba su labor –que, sin embargo, conmovía a los oficiales y al capellán–, y la corregía severamente por su atención a los enfermos y su celo en el trabajo, enviándola a la lavandería. Del interior de la santa brotaba esta ardiente súplica: «Jesús mío, os pido por vuestras santas llagas, hacedme morir mil veces, antes que yo haga alguna acción solo para que me alaben». Así que las disposiciones que se tomaban en relación a ella, como ésta, las acogía con inmensa gratitud; era explícita a la hora de mostrarla. De hecho, cuando le notificaron su misión en el lavadero, manifestó gozosa: «muchas gracias, madre».

Una nueva superiora general la destinó al hospital de Treviso poniéndola al frente del pabellón infantil de infecciosos. Asumió la tarea con obediencia, en silencio, llena de caridad, haciendo vida su lema: «A Dios toda la gloria, para el prójimo toda la alegría y para mí todo el sacrificio». Al final fue hospitalizada. Años atrás había contraído una enfermedad de la que fue operada sin éxito. Un médico que la asistía, y que se declaraba no creyente, comentó después de hacerle una visita: «allá arriba está muriendo una santa». Su tránsito se produjo el 20 de octubre de 1922. Tenía 34 años. Antes de expirar dejó este mensaje a la superiora general: «Diga a las hermanas que trabajen solamente por el Señor, que todo es nada, todo es nada». Le acompañaron fama de santidad y prodigios. Pío XII la beatificó el 8 de junio de 1952. Juan XXIII la canonizó el 11 de mayo de 1961.

 

 

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SAN PEDRO DE ALCÁNTARA – 18 de Octubre

Hoy 18 de Octubre festividad del apóstol San Lucas, la Iglesia celebra también la vida de San Pedro de Alcántara este gran penitente y reformador español, que vino al mundo en un siglo cuajado de santos como Ignacio de Loyola, Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Juan de Dios, Juan de Ávila, Francisco de Borja y Francisco Solano, entre otros, para unirse a esta pléyade de heraldos de Cristo.

Vio la luz hacia 1499 en Alcántara, Cáceres, noble tierra extremeña, cuna de conquistadores. Y habría de emularlos siguiendo los pasos de su santo fundador, Francisco de Asís, arrebatando incontables conversiones con sus extraordinarias mortificaciones y disciplinas. Estaba dotado de una memoria prodigiosa, excepcional inteligencia, y una voluntad invencible, todo lo cual puesto a los pies de Cristo, como hizo él, no podía por menos que revertir en una cascada de bendiciones. Fue un hombre de gran finura de trato, con una potencia taumatúrgica excepcional. El magnetismo de su virtud inundaba los corazones de quienes le escuchaban.

Su padre, gobernador de Alcántara, se ocupó de que recibiese esmerada educación en Salamanca. Allí estudió filosofía y derecho. Rozaba el umbral de la juventud y ya cursaba leyes. De hecho al cumplir los 16 años, había aprobado el primer curso. Espiritualmente sabía lo que quería. Pero el seguimiento tiene siempre un coste: el completo abandono en las manos de Dios. Y cuando se posa en el alma la invitación del Altísimo, ésta puede debatirse entre el temblor de un amor incomparable que le desborda, y la luz aparentemente inextinguible de un mundo que no termina de desvanecerse pugnando por cegarla. En ese estío Pedro vacilaba entre dos clásicos caminos, incompatibles entre sí: el mundo y Dios, y tuvo que hacer frente a un abanico de tentaciones que iban y venían sin darle respiro. En esas se encontraba, sosteniendo con firmeza las bridas de la fe, cuando fue en pos de unos religiosos franciscanos descalzos que pasaban por su localidad natal y a los que vio transitar delante de su propia casa. No tuvo que salir a buscarlos siquiera; los tuvo a la mano. Tampoco consultó a sus progenitores; al verlos los siguió, escapándose con ellos.

Profesó en 1515 en el convento de Majarretes, colindante a la localidad de Valencia de Alcántara, cercana a Portugal. La infancia del santo se había caracterizado por su piedad y caridad encarnadas en una oración continua. El convento era un paraíso para alguien como él que iba a entrar en los anales de la ascética por su celo en conquistar la santidad sin ahorrar sacrificios. Allí pudo dar rienda suelta a su ardiente amor por la Santísima Trinidad y su tierna devoción por María. Sintiéndose arrebatado, y ya signado por favores sobrenaturales, vivía exclusivamente para Dios, ajeno, podría decirse, a toda necesidad y particularidades de este mundo. Todo ello aderezado por sus mortificaciones y durísimas penitencias, que a muchos podrían parecerles inauditas. En su inmolación amorosa llegó un momento en que perdió el sentido del gusto, la tierra era su lecho, un clavo en la pared su almohada, las noches una vigilia de oración, etc. Fue portero, barrendero, cocinero y hortelano. La cocina le dio algunos sinsabores porque se distraía y le reconvenían por ello. Nombrado superior de varios conventos desempeñó esta misión ejemplarmente.

Como predicador no tenía precio. Quienes le oían (buscaba que el auditorio fuese de gente pobre) se convertían, sintiendo que sus palabras procedían directamente del cielo. Era aclamado por obispos, reyes y plebeyos. Buscando la soledad de la oración, fue a Lapa donde escribió un texto sobre la misma. En 1556 en El Pedroso reformó la Orden de «estricta observancia» que fue aprobada por el papa. En 1560 conoció a Teresa de Jesús y la ayudó espiritualmente con su claridad y experiencia para que pudiese dilucidar el trasfondo de las visiones que tenía, poniéndola en contacto, además, con expertos y virtuosos confesores. Su apoyo fue decisivo para que ella pudiera llevar a cabo la reforma carmelitana.

Teresa hizo este impactante retrato de él, que tanto conmueve, máxime cuando procede de la autoridad de una santa como ella: «Me dijo que en los últimos años no había dormido sino unas poquísimas horas cada noche. Que al principio su mayor mortificación consistía en vencer el sueño, por lo cual tenía que pasar la noche de rodillas o de pie. Que en estos 40 años jamás se cubrió la cabeza en los viajes aunque el sol o la lluvia fueran muy fuertes. Siempre iba descalzo y su único vestido era un túnica de tela muy ordinaria. Me dijo que cuando el frío era muy intenso, entonces se quitaba el manto y abría la puerta y la ventana de su habitación, para que luego al cerrarlas y ponerse otra vez el manto lograra sentir un poquito más de calor. Estaba acostumbrado a comer solo cada tres días y se extrañó de que yo me maravillase por eso, pues decía, que eso era cuestión de acostumbrarse uno a no comer. Un compañero suyo me contó que a veces pasaba una semana sin comer, y esto sucedía cuando le llegaban los éxtasis y los días de oración más profunda pues entonces sus sentidos no se daban cuenta de lo que sucedía a su alrededor. Cuando yo lo conocí ya era muy viejo y su cuerpo estaba tan flaco que parecía más bien hecho de raíces y de cortezas de árbol, que de carne. Era un hombre muy amable, pero solo hablaba cuando le preguntaban algo. Respondía con pocas palabras, pero valía la pena oírlo, porque lo que decía hacía mucho bien…».

Murió el 18 de octubre de 1562 en Arenas de San Pedro, Ávila. Hizo muchos milagros. Se apareció varias veces a Teresa que reconoció haber obtenido por medio de él, cuando se hallaba en la gloria, «enormes favores de Dios». En una de esas ocasiones le confió:«Felices sufrimientos y penitencias en la tierra, que me consiguieron tan grandes premios en el cielo». Gregorio XV lo beatificó el 18 de abril de 1622. Clemente IX lo canonizó el 28 de abril de 1669.

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HOMILÍA DEL SANTO PADRE EN LAS CANONIZACIONES DEL DÍA 16 DE OCTUBRE DE 2016

“La gracia de Dios es como la lluvia que a todos moja” 

San José Gabriel del Rosario Brochero  – Cura Brochero

Reliquias de los nuevos santos - CTVEl santo padre Francisco canonizó el domingo 16 de Octubre por la mañana, en la plaza de san Pedro, a siete nuevos santos para la Iglesia católica. El español Manuel González García, obispo de Palencia y Fundador de la Unión Eucarística Reparadora y de la Congregación de las Religiosas Misioneras Eucarísticas de Nazaret; José Gabriel del Rosario Brochero, sacerdote diocesano conocido como el cura Brochero, de Argentina; el mexicano José Luis Sánchez del Río, mártir con tan sólo 14 años. Los italianos Ludovico Pavoni, sacerdote fundador de la Congregación de los Hijos de María Inmaculada y Alfonso María Fusco, sacerdote fundador de la Congregación de las religiosas de San Juan Bautista. Los franceses Salomón Leclerq de los Hermanos de las Escuelas Cristianas y sor Isabel de la Santísima Trinidad Catez, monja profesa de la Orden de los Carmelitas Descalzos.

Todos ellos han subido a los altares, en una ceremonia multitudinaria, en la que han participado unos 80 mil fieles venidos de distintas partes del mundo. En la homilía de la misa de canonización, el Santo Padre ha querido recordar que el modo de obrar cristiano es estar firmes en la oración para permanecer firmes en la fe y en el testimonio. Al mismo tiempo ha reconocido que “cada uno de nosotros se cansa” pero “no estamos solos, hacemos parte de un Cuerpo”. El Pontífice ha explicado que “somos miembros del Cuerpo de Cristo, la Iglesia, cuyos brazos se levantan al cielo día y noche gracias a la presencia de Cristo resucitado y de su Espíritu Santo”. Y sólo en la Iglesia y gracias a la oración de la Iglesia –ha añadido–  podemos permanecer firmes en la fe y en el testimonio.

Los santos son “hombres y mujeres que entran hasta el fondo del misterio de la oración”. Hombres y mujeres que “luchan con la oración”, “dejando al Espíritu Santo orar y luchar en ellos”.  Luchan hasta el extremo –ha asegurado– con todas sus fuerzas, y vencen, pero no solos: “el Señor vence a través de ellos y con ellos”. También estos siete testigos que hoy han sido canonizados, “han combatido con la oración la buena batalla de la fe y del amor”. Por ello, ha reconocido el Santo Padre, “han permanecido firmes en la fe con el corazón generoso y fiel”. Por eso, el Santo Padre ha pedido que con el ejemplo e intercesión de los nuevo santos que “Dios nos conceda también a nosotros ser hombres y mujeres de oración; gritar día y noche a Dios, sin cansarnos”, “dejar que el Espíritu Santo ore en nosotros, y orar sosteniéndonos unos a otros para permanecer con los brazos levantados, hasta que triunfe la Misericordia Divina”.

Los nuevos santos –ha dicho el papa Francisco– han alcanzado la meta, han adquirido un corazón generoso y fiel, gracias a la oración: han orado con todas las fuerzas, han luchado y han vencido. Así, el Santo Padre ha invitado a orar como Moisés, como se lee en la lectura del día, “de pie en la cima del monte con los brazos levantados” pero, en ocasiones, “dejaba caer los brazos por el peso, y en esos momentos al pueblo le iba mal”. Entonces Aarón y Jur hicieron sentar a Moisés en una piedra y mantenían sus brazos levantados, hasta la victoria final. Así, ha recordado Francisco, este es el estilo de vida espiritual que nos pide la Iglesia: “no para vencer la guerra, sino para vencer la paz”. En el episodio de Moisés –ha observado– hay un mensaje importante: el compromiso de la oración necesita del apoyo de otro. Asimismo, ha asegurado que el cansancio es inevitable, y en ocasiones ya no podemos más, “pero con la ayuda de los hermanos nuestra oración puede continuar, hasta que el Señor concluya su obra”.

Por otro lado ha advertido de que no se vence la “batalla” de la perseverancia sin la oración. Pero no una oración esporádica e inestable, sino, como dice Jesús, “orar siempre sin desanimarse”.

El misterio de la oración –ha explicado el Papa– es gritar, no cansarse y, si te cansas, pedir ayuda para mantener las manos levantadas. En esta misma línea, ha precisado que “orar no es refugiarse en un mundo ideal, no es evadir a una falsa quietud”. Por el contrario, “orar y luchar, y dejar que también el Espíritu Santo ore en nosotros”.  Además, es el Espíritu Santo quien nos enseña a rezar, quien nos guía en la oración y nos hace orar como hijos.

 

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SIETE NUEVOS SANTOS DE LA IGLESIA- 16 de Octubre

    1. Salomón Leclercq

Nació en Boulogne (Francia) el 14 de noviembre de 1745. Perteneció a los Hermanos de las Escuelas Cristianas (lasallistas). En 1790, en medio de la Revolución Francesa, se negó con la mayoría de religiosos a juramentar lealtad al gobierno.

El 15 de agosto de 1792 fue detenido y encarcelado en el monasterio carmelita Hôtel des Carmes en París. El 2 de septiembre una turba de revolucionarios irrumpió en el monasterio y asesinó al Beato Salomón junto a 150 más, entre sacerdotes y religiosos.

      2. José Sánchez del Río 

Nació en Sahuayo el 28 de marzo de 1913 en Michoacán, México. Conocido como el niño cristero, murió el 10 de febrero de 1928 a la edad de 14 años durante la persecución religiosa con el grito “¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de guadalupe!». Fue beatificado el 20 de noviembre de 2005.

 

 

           3. Mons. Manuel González García

Nació en Sevilla (España) el 25 de febrero de 1877. Conocido como el Apóstol de los Sagrarios Abandonados, fue Obispo de Málaga y de Palencia, y fundador de la Unión Eucarística Reparadora y de la congregación religiosa de Misioneras Eucarísticas de Nazaret. Falleció en Madrid el 4 de enero de 1940.

               

       4. Ludovico Pavoni

Nació en Brescia (Italia) el 11 de septiembre de 1784. Fundó la Congregación de los Hijos de María Inmaculada, los considerados “sacerdotes obreros”. Falleció a los 65 años el 1 de abril de 1849.

   

     

          5. Alfonso María Fusco

Nació el 23 marzo de 1839 en Angri (Italia) en una familia de padres campesinos. Se ordenó sacerdote en 1863. Fundó la Congregación de las Hermanas Bautistinas del Nazareno, la cual cuidó con gran sabiduría y prudencia. La noche del 5 febrero de 1910 se sintió mal, recibió los Sacramentos y la mañana del domingo 6 febrero partió a la Casa del Padre.

 

   6. El P. José Gabriel del Rosario Brochero (Cura Brochero) 

Nació en Córdoba (Argentina) el 16 de marzo de 1840. Durante la epidemia de cólera corría “de enfermo en enfermo, ofreciendo al moribundo el religioso consuelo”. Murió ciego y padeciendo lepra el 26 de enero de 1914. Falleció de la forma en que vivió: con mucha humildad y sencillez.

 

 

        7. Elisabeth de la Trinidad

Nació en Francia en 1880 y murió en 1906 a causa de la enfermedad de Addison; tan solo cinco años después de haber entrado al Carmelo de Dijon, ubicado en el este del país. Fue declarada beata por San Juan Pablo II en 1984. Es considerada «hermana espiritual» de Santa Teresa de Lisieux.

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XXIX DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO – 16 de Octubre

“¿ENCONTRARÁ ESTA FE EN LA TIERRA?”

(Lucas 18, 1-8)

SANTO EVANGELIO:

En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desfallecer, les propuso esta parábola: «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: «Hazme justicia frente a mi adversario».

Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: «Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme»». Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante el día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».

Palabra del Señor

“Seamos persistentes”

La parábola es una llamada a orar sin desanimarse, pero es también una invitación a confiar en que Dios hará justicia a quienes le gritan día y noche. Lo que pide la viuda no es un capricho, reclama ante el juez: «Hazme justicia». Su petición es la de todos los oprimidos injustamente. Un grito que está en la línea de lo que decía Jesús a los suyos: «Buscad el reino de Dios y su justicia».  Y, muchas veces, somos los mismos creyentes quienes ocultamos su rostro de Padre velándolo con nuestro egoísmo religioso. La parábola nos interpela a todos los creyentes. ¿Seguiremos alimentando nuestras devociones privadas olvidando a quienes viven sufriendo? ¿Continuaremos orando a Dios para ponerlo al servicio de nuestros intereses, sin que nos importen mucho las injusticias que hay en el mundo? ¿Y si orar fuese precisamente olvidarnos de nosotros y buscar con Dios un mundo más justo para todos?

Citas para reflexionar:

  • «Como cristianos tenemos la responsabilidad de ser misioneros del evangelio» Papa Francisco
  • «Me gustaría que me recuerden por haber vivido para los demás » Hna Isabel Sola (asesinada en Haití)
  • «La mirada de Jesucristo en el sagrario, es una mirada que se clava en el alma y no se olvida nunca « Beato   Manuel González, Obispo
  • «No hay peor pobreza material que la que no permite ganarse el pan y priva de la dignidad del trabajo». Iglesia por el trabajo decente

Efemérides y noticias

  • El Papa Francisco anunció un consistorio para la creación de 17 nuevos Cardenales de la Iglesia Católica el próximo 19 de noviembre, coincidiendo con la clausura del Jubileo de la Misericordia. Sin embargo, solo 13 de ellos tienen derecho a voto en un eventual cónclave para elegir nuevo Pontífice.
  • El Papa aprueba las virtudes heroicas de los españoles Tiburcio Arnaiz Muñoz, sacerdote de la Compañía de Jesús, y Luís Zambrano Blanco sacerdote diocesano y fundador del Instituto Secular Hogar de Nazareth. También ha aprobado los decretos de las siervas de Dios Mª Teresa Spinelli y Mª Costanza Panas.
  • El cardenal Angelo Amato presidió el sábado en la catedral de Oviedo la beatificación de los 4 martires de Nembra, el sacerdote Genaro Fueyo y los laicos Antonio González, Isidro Fernández y Segundo Alonso, adoradores nocturnos, víctimas de la persecución religiosa de los años 30.
  • Mas de 700 personas acudirán a Roma este domingo para la canonización del obispo sevillano Manuel González, el “Obispo de los Sagrarios abandonados”.
  • El Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro,  agradeció al Papa Francisco su nombramiento como cardenal, afirmó que esta designación supone “un servicio directo al Santo Padre” y “fidelidad absoluta hasta dar la vida por él si hace falta”.
  • Cáritas Internacionales ha llamado a todas las Cáritas del mundo para recaudar 250 mil euros de ayuda a Haití, (mil muertos). Cáritas Española contribuye con 50 mil euros. Puede donar en los siguientes bancos: Santander: ES85 0049 1892 6124 1329 0941 Popular: ES58 0075 0001 8206 0800 9151.
  • Son 13.000 los misioneros españoles que están diseminados por el mundo, demuestran día a día que la justicia y el dolor se combaten con entrega y amor.

ORACIÓN: DAME SEÑOR

Señor, dame el día de hoy fe para seguir adelante

Dame grandeza de espíritu para perdonar

Dame paciencia para comprender y esperar.

Señor, dame voluntad para no caer

Dame fuerza para levantarme si caído estoy

Dame amor para darlo.

Señor, dame lo que necesito y no lo que quiero

Haz de mí un instrumento de tu voluntad

Déjame tu paz para compartirla.                                    AMÉN

LOCURA DE AMOR POR LA EUCARISTÍA Y EL EVANGELIO  

Canonización del obispo Manuel González: locura de amor por la Eucaristía y el Evangelio  El Papa Francisco canonizará este domingo 16 de octubre al beato Don Manuel González en Roma. Conocido entre la feligresía y el clero como «el apóstol de la Eucaristía» por la devoción que profesó a Jesús Sacramentado. Con ese título fue presentado en 1912 al Papa Pío X, durante una recepción en el Vaticano. Una devoción que se puede contrastar en su obra, como cuando en 1910 fundó la «Obra para los Sagrarios-Calvarios» para dar respuesta «al amor de cristo en la Eucaristía».

La historia de Don Manuel comienza en su Sevilla natal el 25 de febrero de 1877. Allí encontraría la devoción desde muy temprana edad. En el 1886 era parte del grupo de los «seises», los niños danzantes del coro durante las celebraciones del Corpus Christi y La Inmaculada. En 1901 fue ordenado sacerdote en la misma ciudad por el beato Cardenal Spínola. Desde ese momento su obra estuvo dedicada a la evangelización, que le llevó a Málaga en 1916 como obispo auxiliar de la Diócesis.

Bajo ese cargo, fundó los «Sacerdotes Misioneros Eucarísticos» en 1918. Hasta que por designio del Arciprestado de Granada fue nombrado obispo de Málaga en 1920. Con la designación comenzó la «locura», como definía a las obras del seminario actual de Málaga, realizadas para que la formación de los nuevos párrocos pudiera huir de las distracciones del centro de la ciudad. El nuevo edificio «a la andaluza» sería visitado por los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia en 1926, un año después de acabar las obras.

Un lugar pensado por Don Manuel González para que «desde el primer grano de tierra de la puerta hasta el remate de la veleta, todo enseñe gráficamente a conocer y amar a Jesús Sacramentado» –relataría el que será santo durante la construcción–. Durante el fin de semana, el recuerdo de esta obra estará presente en su canonización. El Obispado ha anunciado que 26 seminaristas malagueños estarán en la celebración presidida por el Papa Francisco. Una solemnidad en Roma a la que también asistirá el obispo Monseñor Don Jesús Catalá con un nutrido grupo de sacerdotes y cientos de malagueños.

Su obra no quedó ahí. En 1921 fundó la congregación religiosa de «Misioneras Eucarísticas de Nazaret», junto con su hermana María Antonia, para ahondar en su entrega al pueblo y en su amor a Jesús. Fue el número 925 del libro de altas de Adoración Nocturna de Málaga. Durante los años de pontificado desde la Catedral de la Encarnación, estos grupos de oración tuvieron una notable expansión. Según los datos de la Diócesis malagueña, se fundaron los grupos de Adoración de Pizarra, Álora y Alhaurín el Grande, entre otros pueblos. Aunque la mayor difusión se produjo en Málaga capital, donde los turnos pasaron de los seis en 1916 a los veinticuatro en 1931.

Tras la quema del palacio episcopal en 1931, por miedo a morir y a las represalias contra quienes lo protegían de la II República, tuvo que huir de Málaga para refugiarse en Gibraltar y luego en Madrid. Fundaría, tras su marcha, las «Misioneras Auxiliares Nazarenas» (1932) y pasaría de ser obispo de Málaga a regente de la Diócesis de Palencia en 1935, ciudad desde la que alumbraría la «Juventud Eucarística Reparadora» en 1939. Es en la Catedral de Palencia donde descansan sus restos mortales desde 1940 junto al Sagrario, como relata en su epitafio. También estarán mañana en la canonización cientos de palentinos, presididos por su obispo el obispo, monseñor Manuel Herrero.

Pero su historia no acabó con su muerte. La devoción por el santo andaluz se propagó y se le atribuyen dos milagros reconocidos, años después de fallecer. El párroco de Requena del Campo (Palencia) Francisco Teresa entregó en diciembre de 1953 una reliquia y una novena a Sara Ruiz, una joven desahuciada por los médicos al padecer una peritonitis tuberculosa. La curación hizo que San Juan Pablo II lo beatificara el 29 de abril de 2001, en una devoción que cerraba el expediente abierto en 1952 y que llevó al mismo Papa a promulgar sus virtudes heroicas en 1998.

Este año el reconocimiento de un segundo milagro le abrió las puertas de la santidad. En 2008 se le volvió a atribuir una curación inexplicable. En esa ocasión se trató de María del Carmen Varela, una señora de Madrid que sufría un linfoma agresivo. El padre Francisco Teresa, que cambio el ejercicio de su labor pastoral a Madrid, entregó al marido de la enferma una novena y una reliquia para encomendarse al beato. Tras la sanación de María del Carmen, los teólogos del Vaticano dieron el visto bueno al nuevo milagro.

El pasado marzo el Papa Francisco autorizó a la Congregación para la Causa de los Santos a promulgar el decreto del nuevo milagro. El pasado 20 junio se realizó el Consistorio para canonizar a cinco beatos, entre los que se encuentra el «apóstol» andaluz Don Manuel González, que será santo el domingo 16 de octubre.

Esta es la biografía que se leerá:

SAN MANUEL GONZÁLEZ GARCÍA,1877-1940. Obispo. Fundador de la Unión Eucarística Reparadora y de la Congregación de las Hermanas Misioneras Eucarísticas de Nazaret

Nació en Sevilla y concluyó sus días en Palencia, donde reposan sus restos en la Capilla del Sagrario de la Catedral. Como sacerdote (ordenado en 1901), ejerció su ministerio en Sevilla y Huelva. Fue Obispo de Málaga (consagrado en 1916) y de Palencia.

Fundó obras sociales en Huelva y construyó un nuevo seminario en Málaga. En 1931, tras ser incendiada su residencia, dejó Malaga y rigió la Diócesis desde Gibraltar y Madrid. En 1935, Pío XI le asignó la sede palentina; allí consumó la ofrenda de su vida a imagen del Buena Pastor, sin perder la bondad en la mirada y la sonrisa en los labios.

En 1902, en la parroquia de Palomares del Río, recibió la gracia que polarizaría toda su vida. Él mismo cuanta: «Fuime derecho al Sagrario. Allí mi fe veía a un Jesús tan callado, tan paciente, que me miraba, que me decía mucho y me pedía más, una mirada en la que se reflejaba todo lo triste del Evangelio: lo triste de no tener posada, de la traición, de la negación, del abandono de todos».

Luego de esta experiencia mística, el 4 de marzo de 1910, fundó en Huelva la primera rama de la Familia Eucarística Reparadora (formada por laicos, consagrados y sacerdotes), con el fin de dar y buscar una respuesta a Cristo Eucaristía. Fundó también dos revistas de acción eucarística: «El Granito de Arena» (para los adultos) y «RIE» (para los niños), y escribió libros de oración, formación sacerdotal y catequesis.

«Para mis pasos yo no quiero más que un camino, el que me lleva al Sagrario, y yo sé que andando por este camino encontraré hambrientos y pobres de muchas clases… y haré descender sobre ellos la alegría de la Vida». Estas palabras trazan el perfil del nuevo santo. Con razón el Papa san Juan Pablo II lo propuso como «modelo de fe eucarística».

Fue beatificado el 29 de abril de 2001 por el Papa Juan Pablo II y canonizado el 16 de octubre de 2016 por el Papa Francisco.

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SANTA TERESA DE JESÚS – 15 de Octubre

En este mes de octubre misionero el santoral nos ofrece la vida de dos insignes carmelitas, ambas de nombre Teresa, que se unieron a Jesús. Teresa de Lisieux, y la fundadora Teresa de Cepeda y Ahumada, considerada una de las grandes figuras de la Iglesia, de poderoso influjo en santos y beatos.

Imposible precisar el número de personas anónimas que la eligieron y continúan tomándola como modelo, pero seguro que son multitud. Se han vertido tantas reflexiones en torno a ella que nada nuevo se puede añadir. Seguimos admirados de su entrega, agradeciendo a Dios su fecunda existencia.

Nacida el 28 de marzo de 1515 en Ávila, España, tenía una personalidad impactante. Mujer de empuje, audaz, soñadora, apóstol incansable, mística y doctora de la Iglesia, primera a la que se le confirió tan alto honor, escritora, poeta…, ha logrado que su vida y obra, que mantiene su frescura original, prosiga en lo alto de este podium de santidad. Se enamoró de Cristo precozmente, y quiso derramar su sangre por Él siendo mártir a la edad de 6 años; huyó para ello con su hermano Rodrigo, pero los encontraron. La vida eremítica formó parte de sus juegos infantiles. Después, pasó un tiempo entre devaneos, atrapada por el contenido de libros de caballería y el cortejo de un familiar. Su madre murió dejándola en la difícil edad de los 13 años. Internada por su padre a los 16 en el colegio de Gracia, regido por las madres agustinas, echaba de menos a su primo, que era el galán que la pretendía.

Aunque se hallaba en contacto con la vida religiosa, el mundo seguía disputándosela a Cristo; ser monja no estaba en sus planes. Hasta que en 1535, después de ver partir a Rodrigo, casarse a una de sus hermanas, e ingresar una amiga en el monasterio de la Encarnación, hablando con ésta descubrió su vocación, y entró en el convento a pesar de la oposición paterna. Una grave enfermedad la devolvió a los brazos de su padre en 1537. Luchó contra la muerte y venció, atribuyéndolo a san José, aunque le quedaron secuelas. En 1539 volvió a la Encarnación. La vida en el convento era, como hoy se diría, demasiado light. Tanta apertura y comodidades, entradas y salidas, no eran precisamente lo más adecuado para una consagrada. Y en la Cuaresma del año 1544, el de la muerte de su padre, ante la imagen de un Cristo llagado, con ardientes lágrimas suplicó su ayuda; le horrorizaba ofenderle.

Era su amor vehemente, sin fisuras, alimentado a través de una oración continua: «La oración no consiste en pensar mucho, sino en amar mucho». Comenzó a experimentar la vida de perfección como ascenso de su alma a Dios, y a la par recibía la gracia de verse envuelta en místicas visiones que incendiaban su corazón, aunque hubo grandes periodos templados por una intensa aridez. Susurros de su pasión impregnaban sus jornadas de oración: «Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero…». Demandaba fervientemente la cruz cotidiana: «Cruz, descanso sabroso de mi vida, Vos seáis la bienvenida […]. En la cruz está la vida, y el consuelo, y ella sola es el camino para el cielo…».

Hacia 1562 vivió la experiencia mística de la transverberación: «Veía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo, en forma corporal, lo que no suelo ver sino por maravilla […]. No era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos que parecen todos se abrasan. Deben ser los que llaman querubines […]. Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios».

En otra de las visiones le fue dado a contemplar el infierno. Fue tan terrible que determinó el rigor de su entrega y emprendió la reforma carmelitana así como su primera fundación. Tenía 40 años, y Dios iba marcándole el camino que debía seguir. San Juan de la Cruz se unió a su empeño. La reforma no fue fácil. Las pruebas de toda índole, insidias del diablo, contrariedades, problemas internos, dudas y vacilaciones de su propio confesor, así como el trato hostil dispensado por la Iglesia, entre otros, le infligieron grandes sufrimientos. A pesar de su frágil salud, tenía un potente temperamento y no se dejaba amilanar; menos aún, cuando se trataba de Cristo. Así que, acudió a los altos estamentos, se codeó con reyes y nobleza, fue donde hizo falta, y se entregó en cuerpo y alma a tutelar y enriquecer espiritualmente las fundaciones con las que regó España. Todas nacieron a impulso del mismo Dios que las inspiraba.

Era una excepcional formadora. Tenía alma misionera; lloró amargamente pensando en las necesidades apostólicas que había en tierras americanas, donde hubiera querido ir. Plasmó sus experiencias místicas en obras maestras, imprescindibles para alumbrar el itinerario espiritual como «El camino de la perfección», «Pensamientos sobre el amor de Dios» y «El castillo interior», que no vio publicadas en vida. La Inquisición estuvo tras ella; incluso quemó uno de sus textos por sugerencia de su confesor. Fortaleza y claridad, capacidad organizativa y sabiduría para ejercer el gobierno, confianza y entereza en las contrariedades, humildad, sencillez, sagacidad, sentido del humor, una fe y caridad heroicas son rasgos que también la definen.

Devotísima de San José decía: «solo pido por amor de Dios que lo pruebe quien no creyere y verá por experiencia cuan gran bien es recomendarse a ese glorioso Patriarca y tenerle devoción». Aunó magistralmente contemplación y acción. Recibió dones diversos: éxtasis, milagros, discernimiento… Murió en Alba de Tormes el 4 de octubre de 1582. Pablo V la beatificó el 24 de abril de 1614. Gregorio XV la canonizó el 12 de marzo de 1622. Pablo VI la declaró doctora de la Iglesia el 27 de septiembre de 1970.

 

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SAN EDUARDO III, REY – 13 de Octubre

Confessor.pngA San Eduardo se le llama «Confesor» en el sentido de confesor de la fe, como se denomina en la tradición cristiana a alguien que se cree vivió una vida santa pero que no fue un mártir.

Presentar como excusa para nuestra vida mediocre aquello de que los tiempos no son buenos o que las circunstancias presentan su cara adversa, y apoyarse en los manidos dichos para afirmar que así no es posible buscar y conseguir la santidad hoy y ahora, no deja de ser un recurso vulgar tras el cual se esconde la pereza para vivir las virtudes cristianas o la falta de confianza en Dios que lleva al desaliento.

De hecho, ni los tiempos en sus usos y costumbres, ni las circunstancias personales facilitaban lo más mínimo la fidelidad cristiana de Eduardo. Nace en Inglaterra en el año 1004, casi con el siglo XI, cuando las incursiones navales de los piratas daneses o escandinavos son causa de numerosos atropellos sangrientos y de represalias aún más crueles. El pueblo sufre desde hace tiempo violencia; está en vilo soportando la ignorancia y pobreza. Los palacios de los nobles están preñados de envidia, ambición y deseos de poder; en el lujo de sus banquetes se sirve la traición.

El mismo Papado en lo externo es ,en este tiempo, más un signo de miseria que un motivo de emulación. La Iglesia de Roma tiene sus basílicas en ruinas, en la elección del Pontífice intervienen los intereses políticos y militares a los que se paga a su tiempo la cuota de dependencia. Hace falta una reforma que por más evidente no llega. Incluso el cisma de Oriente está a punto de producirse y lastimosamente se consuma. Nunca faltó la ayuda del Espíritu Santo a su Iglesia indefectible, pero hacía falta fe teologal para aceptar el Primado, sí, una fe a prueba de cismas y antipapas.

Con diez años tiene que huir Eduardo de Inglaterra, pasando el Canal, a la Bretaña o Normandía donde vivirá con sus tíos –hermanos de su madre– los Duques de Bretaña, en la región por aquel entonces más civilizada de Europa. Allí, al tiempo que crece en su destierro, va recibiendo noticias de la ocupación, saqueo y tiranía del rey Swein de Dinamarca. También de la muerte de su padre, el rey Etelberto, y de su hermano Edmundo, que era el príncipe heredero. ¡Claro que su madre Emma llora estos sucesos! Pero un buen día lo abandona, partiendo misteriosamente; se ha marchado para hacerse la esposa de Knut, el nuevo usurpador danés. Tiene Eduardo 15 años y sigue escuchando los consejos de los monjes en Normandía; ya es un regio doncel exilado que se inclina en la oración al buen Dios. A la muerte de Knut, los ingleses le proponen la corona de Inglaterra, pero, cuando está a punto de disfrutar del cariño de sus súbditos, le traiciona su madre que quiere el trono para el hijo nacido de Knut; él no quiere un reino ganado con sangre y regresa a Normandía. Los leales súbditos piden una vez más su vuelta y la de su hermano Alfredo; pero es una trampa, Alfredo es asesinado.

Llega a ser rey a los cuarenta años, después de una larga, fecunda y sufrida existencia. Es la hora del heroísmo. No alimenta odio. Está lleno de nobleza y generosidad. Contrae matrimonio con Edith, hija del pernicioso, intrigante y hábil duque de Kent. Relega al olvido el pasado, perdona y no castiga. Se dedica a gobernar. A su madre la recluye en un monasterio. Se entrega a buscar el bien de sus súbditos. De Normandía importa arte y cultura. Como su vida es austera, la Corona se enriquece y pueden limitarse los impuestos. Su dinero es el erario de los pobres. Dotó a iglesias y monasterios de los que Westminster es emblema.

Hoy, a la distancia de casi diez siglos, aún Inglaterra llama a su Corona «de San Eduardo».

No lo tuvo fácil, ¿verdad? Recuerdo ahora ese maravilloso refrán castellano que dice: «Todos los días son buenos para alabar a Dios».

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