160 años de la primera aparicion de Lourdes

France-002009 - Our Lady of Lourdes (15774765182).jpgDel 9 al 12 de febrero de 2018, el Santuario de Lourdes celebra el 160º aniversario de la primera aparición de la Virgen María a Bernardette Soubirous, el 11 de febrero de 1858, indica un comunicado del Santuario. El Cardenal Lorenzo Baldisseri, Secretario del Sínodo de los Obispos, participará en las celebraciones.

Más de 20.000 peregrinos y alrededor de 500 sacerdotes  se esperan a lo largo de esos cuatro días de celebraciones. Los días 9 y 10 de febrero, el Santuario organiza una conferencia “Transmitir la fe a los jóvenes”, en vista del Sínodo que tendrá lugar en Roma en otoño de 2018. Una jornada dedicada a los organizadores de peregrinaciones y presidentes de la hospitalidad tendrá lugar el 12 de febrero.

El Cardenal Lorenzo Baldisseri hablará en la conferencia el 10 de febrero a las 17 horas con el tema “Sínodo de los jóvenes: transmitir la esperanza”. Estará también presente  en el acontecimiento “Sínodo Experiencia de los jóvenes”, el domingo 11 de febrero, a las 15 horas.

Las intervenciones y mesas redondas del coloquio se centrarán  en temas relacionados con el mensaje de Lourdes: la discapacidad, el lugar de los más débiles, el discernimiento de la vocación, Santa Bernardita. Unas 400 personas, de toda Europa, ya se han inscrito.

El domingo 11 de febrero, el Santuario festeja la Señora de Massabielle, Nuestra Señora de Lourdes, recuerda el comunicado. Esta jornada marcará también la XXVIª Jornada Mundial de los Enfermos, instituida por San Juan Pablo II, en 1992.

Se celebrará una misa internacional en la Basílica de San Pio X, a las 10 horas Mons. Nicolas Brouwet, obispo de Tarbes y Lourdes, presidirá la unción de los enfermos y la bendición del Santísimo Sacramento, a las 15:30 horas. Por la tarde, a las 20:30 horas, el Coro Fideles et Amati de Roma interpretará un oratorio “Aquero”, sobre el camino espiritual de Bernardita.

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AUDIENCIA GENERAL – Miércoles 31 de Enero

Catequesis del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy continuamos con las catequesis sobre la santa misa. Después de hablar sobre los ritos de introducción consideramos ahora la Liturgia de la Palabra, que es una parte constitutiva porque nos reunimos para escuchar lo que Dios ha hecho y todavía tiene la intención de hacer por nosotros. Es una experiencia que tiene lugar “en vivo” y no de oídas, porque “cuando se leen las sagradas Escrituras en la Iglesia, Dios mismo habla a su pueblo, y Cristo, presente en la palabra, anuncia el Evangelio.” (Instrucción General del  Misal Romano, 29, ver Const. Sacrosanctum Concilium, 7; 33). Y cuántas veces mientras se lee la Palabra de Dios, se charla: “Mira ése, mira ésa, mira el sombrero que se ha puesto aquella: es ridículo”. Y se empieza a comentar. ¿No es verdad? ¿Hay que hacer comentarios mientras se lee la Palabra de Dios? (responden: “¡No!). No, porque si charlas con la gente no escuchas la Palabra de Dios. Cuando se lee la Palabra de Dios en la Biblia –la primera lectura, la segunda, el salmo responsorial y el evangelio- tenemos que escuchar, abrir el corazón, porque es Dios mismo quien nos habla y no tenemos que pensar en otras cosas o decir otras cosas ¿De acuerdo? Os explicaré que pasa en esta Liturgia de la Palabra.

Las páginas de la Biblia dejan de ser un escrito para convertirse en palabra viva, pronunciada por Dios. Es Dios que, a través de la persona que lee, nos habla y nos interpela a nosotros, que lo escuchamos con fe. El Espíritu, “que habló a través de los profetas” (Credo) e inspiró a los autores sagrados, hace que “la Palabra de Dios realice efectivamente en los corazones lo que suena en los oídos” (Leccionario, Introd., 9). Pero para escuchar la Palabra de Dios también hay que tener el corazón abierto para recibir la palabra en el corazón. Dios habla y nosotros lo escuchamos, para después poner en práctica lo que hemos escuchado. Es muy importante escuchar. A veces, quizás, no entendemos del todo porque hay algunas lecturas un poco difíciles. Pero Dios nos habla igual de otra manera. (Hay que estar) en silencio y escuchar la Palabra de Dios. No lo olvidéis. En misa, cuando empiezan las lecturas, escuchamos la Palabra de Dios.

¡Necesitamos escucharlo! Es, efectivamente, una cuestión de vida, como bien recuerda la certera frase  “no solo de pan vive el hombre, sino de cada palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4, 4). La vida que nos da la Palabra de Dios. En este sentido, hablamos de la Liturgia de la Palabra como de la “mesa” que el Señor prepara para alimentar nuestra vida espiritual. La mesa litúrgica es una mesa abundante, servida en gran parte con los tesoros de la Biblia (véase SC, 51), tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento porque en ellos  la Iglesia anuncia el único e idéntico misterio de Cristo (véase Leccionario, Introd., 5). Pensemos en la riqueza de las lecturas bíblicas presentes en los tres ciclos dominicales que, a la luz de los Evangelios sinópticos, nos acompañan durante el año litúrgico: una gran riqueza. Aquí también deseo recordar la importancia del Salmo responsorial, cuya función es favorecer la meditación sobre lo que se ha escuchado en la lectura que lo precede. Es bueno que el salmo se valorice cantando  al menos en la respuesta (véase OGMR, 61; Leccionario, Introd., 19-22).

La proclamación litúrgica de dichas lecturas, con los cantos procedentes de la Sagrada Escritura, expresa y fomenta la comunión eclesial, acompañando el camino de todos y cada uno de nosotros.  Así se entiende porqué algunas decisiones subjetivas, como la omisión de las lecturas o su sustitución por textos no bíblicos, estén prohibidas. He oído que alguno, si hay una noticia, lee el periódico porque es la noticia del día. ¡No! ¡La Palabra de Dios es la Palabra de Dios!. El periódico se puede leer después. Pero allí se lee la Palabra de Dios. Es el Señor quien nos habla. Sustituir esa Palabra con otras cosas  empobrece y compromete el diálogo entre Dios y su pueblo en oración. Por el contrario,  (se requiere) la dignidad del ambón y el uso del Leccionario, la disponibilidad de buenos lectores y salmistas. Pero hay que buscar buenos lectores, que sepan leer, no esos que leen (tragándose las palabras) y no se entiende nada. Es así. Buenos lectores. Tienen que ensayar antes de misa para leer bien. Y así se crea un clima de silencio receptivo.

Sabemos que la palabra del Señor es una ayuda indispensable para no perdernos, como reconoce el salmista que, dirigiéndose  al Señor, confiesa: «Lámpara para mis pasos es tu palabra, luz en mi camino» (Sal 119,105). ¿Cómo podríamos enfrentar nuestra peregrinación terrena, con sus fatigas  y sus pruebas, sin ser nutridos e iluminados regularmente por la Palabra de Dios que resuena en la liturgia?

Ciertamente, no es suficiente escuchar con los oídos, sin recibir la semilla de la Palabra divina en el corazón, para que dé fruto. Recordemos la parábola del sembrador y los diferentes resultados según los diferentes tipos de terreno (véase Mc 4, 14-20). La acción del Espíritu, que hace eficaz la respuesta, necesita corazones que se dejen cultivar y trabajar, para que lo que se escucha en la misa pase a la vida cotidiana, según la admonición del apóstol Santiago: “Poned por obra la Palabra y no os contentéis solo con oírla, engañándoos a vosotros mismos” (Santiago 1:22). La Palabra de Dios se abre camino dentro de nosotros. La escuchamos con los oídos y pasa al corazón; no se queda en los oídos; tiene que llegar al corazón y del corazón pasa a las manos, a las buenas obras. Este es el recorrido de la Palabra de Dios: de los oídos al corazón y a las manos. Aprendamos estas cosas. ¡Gracias!

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SAN JUAN BOSCO -31 de Enero

«El fundador de los salesianos fue un sembrador de alegría. Derrochó generosidad entre la infancia y juventud abandonada a la que proporcionó toda clase de recursos. Con una pedagogía excepcional condujo a muchos a la conversión»

Este gran maestro de santos nació en I Becchi, Castelnuovo d’Asti, Italia, el 16 de agosto de 1815.. Un sentimiento alentó su santa vida: «¡Señor, dame almas!… Almas, almas, sobre todo de niños y de jóvenes, para llevarlas a Ti». Muy pequeño orientó toda su capacidad creativa organizando juegos con otros niños, que interrumpía al repique de campanas para conducirlos a la iglesia; entonces comenzaba a hacerse manifiesto su innegable carisma con este colectivo. A los 9 años vio en sueños los rasgos inequívocos del abandono. Una infancia duramente castigada por la distancia afectiva convertía la pradera en escenario de hiriente conducta: robos, blasfemias y otras fechorías, ante las cuales el santo reaccionaba con violencia, golpeando a los muchachos. En el mismo estado de vigilia se sintió amonestado y exhortado a ponerse en medio de ellos; se le daba a entender que debía mostrarles la fealdad del pecado y la belleza de la virtud: «No con golpes, sino con la mansedumbre y con la caridad deberás ganarte a estos tus amigos.. Yo te daré la Maestra bajo cuya disciplina llegarás a ser sabio; y sin la cual, toda sabiduría se convierte en necedad». A su vez, en una aparición, María, que sería esa Maestra anunciada, le mostró una manada de animales extraños y feroces, que pronto se trocaron en mansos corderillos. «¡Mira lo que te espera!», dijo la Virgen, añadiendo: «Hazte humilde, fuerte, bueno, y verás lo que vas a hacer». Juan se echó a llorar, y Ella le aseguró que un día lo comprendería todo. Así fue. En su momento entendió el significado de la visión a través de la cual se le encomendó la recuperación de niños y jóvenes maleantes. María siempre sería para él la «Auxiliadora de los cristianos».

Se había quedado huérfano de padre cuando tenía 2 años, y su madre hizo lo posible para que pudiera estudiar, algo que consiguió en medio de no pocas privaciones y sacrificios. Eran tan pobres que tuvo que mendigar para costear su formación. Almas caritativas le dieron ora la chaqueta, ora el abrigo, y hasta los zapatos. Él aunaba inteligencia y esfuerzo que, junto a su piedad, pronto hicieron maravillas. Cursados los primeros estudios en Chieri, prosiguió realizándolos en el seminario mayor de Turín. Por entonces sus dotes teatrales ya eran conocidas. Los niños quedaban fascinados y estupefactos ante las acrobacias y números de magia que realizaba ante ellos. Eran algunas de sus tácticas para mantenerlos alejados del mal. Con la misma fórmula en Turín se rodeó de chavales que vagaban sin rumbo y se atrajo su amistad sin esfuerzo.

Fue ordenado sacerdote en 1841. Tuvo como guía a san José Cafasso, que corroboró la vocación a la que se sentía llamado: «Prosigue tu trabajo con los chicos abandonados. Eso y no otra cosa es lo que Dios quiere de ti». Y le aconsejó: «Camina y observa a tu alrededor». Su entorno le devolvía estampas desoladoras, miseria asomada en las pupilas de la infancia y la juventud de las zonas marginales que bien conocía. «Hasta el último aliento por los jóvenes», se dijo. Con ellos, en particular los pobres y abandonados, compartía rezos, juegos, y los invitaba a comer de vez en cuando. Contaba para todo con la inestimable ayuda de su madre Margarita Occhiena, que ejerció gran influencia sobre él, y junto a ella hizo frente a las críticas y habladurías. En diciembre de 1841 un muchacho fue acogido por el santo y tras él llegaron otros. Pronto el cobertizo Pinardi se llenó de jóvenes que fueron la semilla del Oratorio de San Francisco de Sales. Cuando en una ocasión una bienhechora le dio a elegir entre el grupo de niños y jóvenes ruidosos, faltos de educación y buenos modales, que no habían recibido cariño, y destinar el lugar que tenía para las muchachas, Juan no los abandonó, sino que se los llevó consigo.

Pudo perder la vida a causa de una pulmonía, pero se recuperó y siguió luchando por los chicos. Logró rescatarlos de las influencias ajenas y de los peligros que les acechaban lejos del hogar que había creado para ellos. La clave de todo era el amor que sembraba a su alrededor: «Con la bondad y el amor trato de ganar para el Señor a estos mis amigos». Un amor derrochado de forma personalizada, de un modo que cada uno podía pensar que era único para él. Su creatividad, que parecía no tener fronteras, dio lugar a talleres diversos donde, al tiempo que los mantenía a cobijo, les proporcionaba formación.

El «método preventivo» consistente en la práctica de la caridad, con el sentido paulino, fue dando sus frutos, materializándose en una sólida educación cristiana y humana. La continuidad de esta obra se produjo a través de la Pía Sociedad de San Francisco de Sales (los Salesianos) y de las Hijas de María Auxiliadora (las Salesianas), fundadas con santa María Dominica Mazzarello. La pedagogía salesiana, conocida y estimada por doquier, incluye los recursos que le proporcionó su fundador: escuelas tipográficas, revistas y editoriales, entre otras. De la pluma del santo surgieron libros didácticos encaminados siempre a poner de manifiesto los más altos ideales. Las obras que emprendió tuvieron como finalidad enseñar que el amor y la confianza en los jóvenes disuelve todos los males.

Uno de sus alumnos, el mejor, fue santo Domingo Savio, elevado a los altares a los 15 años. Éste, antes de morir, glosó el espíritu que les había inculcado su fundador, afirmando: «Nosotros aquí hacemos consistir la santidad en mucha alegría». En un momento en el que todos sus colaboradores, menos uno, abandonaron a Don Bosco, él pensó formar a Domingo para que le acompañase en su delicada misión. Entre sus muchas acciones también mandó erigir varias iglesias. Al final de su vida pudo decir con toda propiedad: «… Lo que he hecho, lo he hecho por el Señor… Se habría podido hacer más… Pero lo harán mis hijos… Nuestra Congregación es conducida por Dios y protegida por María Auxiliadora». Murió en Valdocco el 31 de enero de 1888. Fue beatificado por Pío XI el 2 de junio de 1929, y este mismo pontífice lo canonizó el 1 de abril de 1934.

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IV DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO -Ciclo B- 28 Enero

« LES ENSEÑABA CON AUTORIDAD »

«TU PALABRA NOS LIBERA»

SANTO EVANGELIO  (Marcos 1, 21b – 28)

En la ciudad de Cafarnaún, y el sábado entró Jesús en la sinagoga a enseñar; estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas.

Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: «¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios». Jesús lo increpó: «¡Cállate y sal de él!». El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad es nuevo. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen». Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

 Palabra del Señor

“SOMOS PROFETAS DESDE EL BAUTISMO”

Todo bautizado también participa del profetismo de Jesús. No sólo los sacerdotes son profetas. También todo laico bautizado. Debemos ofrecer a Dios nuestros labios de modo que el Señor pueda seguir predicando por nuestro intermedio durante todo el trascurso de la historia. Debemos predicar la buena nueva por: casa, fábrica, puesto de trabajo, escuela, hospital, asilo de ancianos…hasta alcanzar todas las periferias existenciales, físicas, morales y espirituales. Profetas que también sepamos denunciar con respeto los desvaríos e injusticias de tantos desde todos los medios lícitos y buenos. Y no sólo con la palabra, sino sobre todo con el ejemplo de vida.  ¡Cuidémonos de los falsos profetas! Rápido se dan a conocer prometiendo la teología de la prosperidad o una vida sin normas morales. Cristo ya nos había alertado.

Citas para reflexionar:

  • «La oración que purifica, fortalece e ilumina el camino es como el combustible de nuestro viaje hacia la plena unidad de los cristianos». Papa Francisco
  • «Nada es tan vano como la desesperación. Llorad, que las lágrimas lavan el alma; llorad sin descanso, hasta que la losa de plomo que pesa sobre vosotros se derrita con el calor de vuestras lágrimas» San Antón
  • «Caminemos con nuestros hermanos y compañeros con dulzura, paz y amor; y te lo digo con toda claridad y sin excepción alguna: no te enojes jamás, si es posible; por ningún pretexto des en tu corazón entrada al enojo» San Francisco de Sales

Noticias de la Iglesia:

  • Mensaje del Papa, en la festividad de san Francisco de Sales, para la Jornada Mundial de las Comunicación que será el próximo 13 de mayo, por un «periodismo de paz» en la era de las «Fake news» o noticias falsas.
  • El Papa Francisco resumió su viaje a Chile y Perú en la audiencia general del miércoles pasado «tuve la oportunidad de encontrar al pueblo de Dios que peregrina en aquellas tierras».
  • El Papa pide a los participantes en el Foro Davos que asuman su responsabilidad de la pobreza en el mundo.
  • Hacer patente la alegría de la vocación es el fin de la grabación  de vídeos de religiosos y curas; como su “sí” al Señor les ha cambiado la vida.
  • El cuarto número de la revista «Catedral de León» difunde los puntos clave de la exposición «La Gran Restauración» abierta en Palat del Rey.
  • La Diócesis organizó las «VII Jornadas en solidaridad con las víctimas de una economía que deshumaniza» con una llamada a «hacer cuentas con los jóvenes», el martes y miércoles pasado.

 JORNADA DE LA INFANCIA MISIONERA

Esta celebración está organizada por las Obras Misionales Pontificias, institución de la Santa Sede encargada de fomentar y buscar medios materiales para la actividad misionera de la Iglesia. Pionera en la defensa de la infancia, esta Obra nació en 1843 cuando Monseñor Forbin Janson recurrió a los niños de su Diócesis, en vez de a grandes benefactores, para ayudar a los niños necesitados de China. Desde entonces, defiende la dignidad y la aportación de los niños a la sociedad y a la Iglesia. Infancia Misionera se adelantó 80 años a la Declaración de los Derechos del Niño de Ginebra y un siglo al nacimiento de UNICEF. La Iglesia promueve las actividades de la Infancia Misionera en los distintos colegios y en las catequesis de todos los países del mundo. Con estas medidas, se pretende educar a los niños en la fe y en la solidaridad misionera. La Obra Pontificia de Infancia Misionera se convierte, de este modo, en un campo de acción primordial para la Iglesia. Además, es un semillero de vocaciones misioneras, No es extraño, por tanto, que el lema de la jornada de este año sea “Sígueme”.

ORACIÓN: HÁBLAME, SEÑOR

Para que mis palabras

sean también verdad y sinceridad

HABLAME, SEÑOR

Para que todo lo negativo que hay en mí,

salga y desaparezca de mi vida

HABLAME, SEÑOR

Para que, luego yo,

recuerde y medite tus palabras

asimile y pregone tus palabras

HABLAME, SEÑOR

Para que, allá donde yo esté,

haga algo por Ti y diga algo de Ti

Amén

“CATÓLICOS INDOLENTES”

«El bien que no se hizo quedará por siempre sin hacer»

Hermosos documentos de la Jerarquía se escriben -(desde el Papa a todos los obispos)- animando a los seglares a que asuman las responsabilidades que les incumben, derivadas de su bautismo. Hasta la saciedad se repite que ellos deben asumir sus propios compromisos dentro y fuera de la iglesia. No sólo están en la Iglesia , sino que son Iglesia. Todo esto está muy bien y es muy bonito, pero tengo la impresión que se queda en TEORÍA y no se lleva a la PRÁCTICA, en la mayoría de nuestros laicos.

No es el caso de ahondar en las razones para justificar el absentismo, la abulia, la despreocupación, la apatía o desinterés de los católicos para no comprometerse. Seguro que hay razones para todos los gustos y quedarse «tranquilos». Algunos -cada vez menos- se contentan con la asistencia a la eucaristía dominical, otros asisten, ocasionalmente, a algunos actos en la Iglesia-sacramentos sociales- y la mayoría en fechas señaladas del Patrón, o fiesta del lugar, a ver las procesiones organizadas. Si además, dan, de vez en cuando, sus perrillas en la colecta y son devotos o hermanos de una cofradía o hermandad, es ya el summum de corresponsabilidad. Ya puede el Papa decir que «salgan a la calle», que «se sientan misioneros en su propio ambiente», «que se formen seriamente para dar razón de su fe en el mundo», «que se necesitan catequistas, apóstoles, testigos etc.».Por un oído entra y por otro sale. El compromiso de dar su tiempo, el darse a los demás de algún modo, de formarse en la propia fe y dar la cara por las convicciones cristianas, parece ser que queda sólo para las personas con vocación para ello: curas, monjas, etc.

Nos guste o no, -con honrosas y destacadas excepciones- este es el panorama de muchísimas parroquias y de millares o tal vez millones de «bautizados» españoles. No viven ni sienten su fe y en poco o nada se distinguen de los demás que no pisan la iglesia o se dicen ateos o agnósticos. Llevan una vida de cumplimientos, de rutinas, de superficialidad, de materialismo y consumismo, o de religión a su medida, que no les deja pensar en otras cosas que no sea el dinero, el consumismo, la satisfacción de sus sentidos y en evadirse, bobamente, con diversiones, televisión, cine, viajes de turismo, etc.

¡Qué lejanas y sin sentido les resultan a muchos «cristianos» las palabras de Jesús en el Evangelio: “Vosotros sois la luz del mundo y la sal de la tierra”; “Sed mis testigos”; “No tengáis miedo, yo he vencido al mundo”. “YO estoy con vosotros hasta el final del mundo”…

La gran pena es que cuando descubran la llamada apremiante de su vocación cristiana, a muchos se les habrá pasado el tiempo de su vida, y la ocasión de hacer algo por Dios y por su Reino. El bien que no se hizo quedará por siempre sin hacer y todos sin excepción, tendremos que dar estrecha cuenta a Dios de nuestros pecados de omisión.                                                            

                                                                                                P. Miguel Rivilla San Martín

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PADRES FUNDADORES DEL CÍSTER -26 Enero

La Orden cisterciense (en latín Ordo Cisterciensis, O.Cist.), igualmente conocida como orden del Císter o incluso como Santa orden del Císter, es una orden monástica católica reformada, cuyo origen se remonta a la fundación de la Abadía de Cister por Roberto Molesmes en 1098, cuando un grupo de 21 monjes benedictinos, con su abad Roberto al frente,  salieron del monasterio movidos por el Espíritu Santo, en busca de un lugar solitario Cîteaux, que sigue siendo la sede central de la Orden del Císter y se encuentra ubicada donde se originó la antigua localidad romana Cistercium, próxima a Dijon Francia, en la comuna de Saint-Nicolas-lès-Citeaux, del departamento de Côte-dór de la región de la Borgoña. Esta abadía fue llamada Novum Monasterium por Roberto de Molesmes para diferenciarla del monasterio de Molesmes, de donde procedía.

Allí  pueden buscar a Dios con mayor autenticidad y sencillez , llevando una vida en pobreza y soledad, proveyéndose de lo necesario con su propio trabajo. Su norma de vida sería el Evangelio y la Regla de San benito en toda su pureza.

Sus padres fundadores fueron junto a san Roberto, san Alberico y san Esteban Harding.

La orden cisterciense desempeñó un papel protagonista en la historia religiosa del S. XII Su influencia fue particularmente importante en el este del Elba donde la orden hizo «progresar al mismo tiempo el cristianismo, la civilización y el desarrollo de las tierras».1

Como restauración de la regla benedictina inspirada en la reforma gregoriana, la orden cisterciense promueve el ascetismo, el rigorlitúrgico dando importancia al trabajo manual. Además de la función social que ocupó hasta la Revolución francesa, la orden ejerció una influencia importante en los ámbitos intelectual o económico, así como en el ámbito de las artes y de la espiritualidad.

Debe su considerable desarrollo a Bernardo de Claraval (1090-1153), hombre de una personalidad y de un carisma excepcionales. Su influencia y su prestigio personal hicieron que se convirtiera en el cisterciense más importante del siglo xii, pues, aun no siendo el fundador, sigue siendo todavía hoy el maestro espiritual de la orden.

En nuestros días, la orden cisterciense está formada por dos órdenes diferentes. La orden de la «Común Observancia» contaba en 1988 con más de 1300 monjes y 1500 monjas, repartidos respectivamente en 62 y 64 monasterios. La Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia, también llamada O.C.S.O., comprende hoy en día cerca de 2000 monjes y 1700 monjas, comúnmente llamados trapenses porque provienen de la reforma de la abadía de la Trapa, repartidos en 106 monasterios masculinos y 76 femeninos.​ Las dos órdenes cistercienses actualmente mantienen vínculos de colaboración entre ellas.

Su hábito es túnica blanca y escapulario negro, retenida por un cinturón que se lleva por debajo; el hábito de coro es la tradicional cogulla monástica, de color blanco. De hecho, se los llamó en la Edad Media «monjes blancos», en oposición a los «monjes negros» que eran los benedictinos. También es frecuente la denominación «monjes bernardos» o simplemente «bernardos», por el impulso que dio a la orden Bernardo de Fontaine.

Aunque siguen la «Regla de San Benito», los cistercienses no son propiamente considerados como benedictinos. Fue en el IV Concilio de Letrán en 1215 cuando la palabra «benedictino» apareció para designar a los monjes que no pertenecían a ninguna orden centralizada,​ por oposición a los cistercienses.

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SAN FRANCISCO DE SALES -24 Enero-

 Franz von Sales.jpg«Este aclamado obispo de Ginebra, doctor de la Iglesia, patrón de los escritores y periodistas católicos, por amor a Cristo se impuso doblegar su defecto dominante, y con su gracia, se convirtió en el excelso doctor de la dulzura» 

La vida de este «apóstol de la amabilidad», doctor de la Iglesia, es uno de los claros ejemplos de lucha sin cuartel contra el defecto dominante y muestra de que cuando se ama a Dios, con su gracia, todo es posible.

Nacido en el castillo de Sales, en Saboya, el 21 de agosto de 1567, fue conquistando la virtud día tras día. En ella condensaba la exquisita enseñanza evangélica que había recibido de su madre, excelente narradora de la fe que desmenuzó ante los ojos inquietos del niño. Heredó su paciencia y constancia, así como la elegancia en el trato. Temiendo su padre que la influencia materna hiciera de él un hombre frágil, designó al riguroso y exigente padre Déage para ser su preceptor. El santo agradeció siempre sus enseñanzas y las acogió humildemente. Eso sí, determinó actuar con los demás de un modo distinto, allanándoles el camino y liberándoles del peso que encierra el perfeccionismo. Al recibir la primera comunión en el colegio de Annecy con 8 años, estableció las consignas que seguiría su vida de entrega a Cristo: orar, visitar al Santísimo, ayudar a los pobres y leer vidas ejemplares. Procuró ser fiel a ellas hasta el fin de sus días.

Sentía ardientes deseos de consagrarse a Cristo, pero su padre lo envió a estudiar a París. Recibió educación en el colegio Clermont de los jesuitas, que combinaba con dos horas diarias de equitación, esgrima y baile, bajo la dirección del padre Déage, en un plan diseñado por él que incluía confesión y comunión semanal. Destacó en retórica, filosofía y teología. La determinación que tomó de consagrarse a la Santísima Virgen le ayudó a superar todas las pruebas que sufrió en esa época, manteniendo incólume su pureza. Sus modelos eran san Francisco de Asís y san Felipe Neri.

A los 18 años era manifiesta su inclinación a la ira. Y, consciente de ello, ponía todo su empeño en contenerla. Se dice que la sangre se agolpaba en sus mejillas en determinadas situaciones incómodas para él. Qué esfuerzos haría para someter este defecto que quienes le conocían, al ver su delicado trato, consideraban que estaba libre de esa tendencia y jamás podrían haber imaginado el combate interior que libraba. Experimentaba también una profunda angustia que le llevaba a pensar en su condenación. Esta idea se le clavó hondamente y trazó en su organismo las huellas de su inquietud: una suma delgadez y el temor por su razón. Le aterrorizaba saber que en el infierno no podría amar a Dios. Este desasosiego se disipó al recitar ante la Virgen la oración de san Bernardo «Acordaos…», y también le ayudó a curar su orgullo.

En 1588 comenzó a estudiar derecho en Padua, como deseaba su padre, sin descuidar la teología que precisaba dominar para ser sacerdote. Aún seguía estrictamente el plan de vida que se trazó a los 8 años. Todos los días hacía su examen particular; tenía presente su defecto dominante: el mal genio, y veía si había actuado con la virtud contraria a esta tendencia. Oraba, meditaba, se proponía ser cada día más amable en su trato con los demás, con la prudencia debida, trayendo a su mente la presencia de Dios. Prosiguió defendiendo su vocación con paciencia y tesón hasta que logró vencer la férrea voluntad de su padre en cuyos planes no entraba la opción de entrega total a Dios, sino que esperaba que hubiera contraído matrimonio eligiendo esa otra forma de vida.

Finalmente, logró su deseo, y fue ordenado sacerdote. Lo destinaron a la costa sur del lago de Ginebra para luchar contra el protestantismo, y allí desplegó todas sus artes obteniendo numerosas conversiones. En esta compleja misión de Chablais tuvo que hacer acopio de paciencia y esperar confiadamente que en el árido corazón de las gentes germinase la semilla de la fe. El arma fue el amor, y así lo confió él mismo a santa Juana Chantal: «Yo he repetido con frecuencia que la mejor manera de predicar contra los herejes es el amor, aún sin decir una sola palabra de refutación contra sus doctrinas». En 1602 fue designado obispo de Ginebra, sucediendo en el gobierno de la diócesis al prelado Claudio de Granier. Fijada su residencia en Annecy, enseguida destacó por su generosidad, caridad y humildad.

Juana Chantal fue una de las incontables personas a las que dirigiría espiritualmente. La conoció en 1604 cuando predicaba un sermón de Cuaresma en Dijón. Con ella fundó la Congregación de la Visitación en 1610. Como rector de almas no tenía precio. Era bondadoso y firme a la par. En su Introducción a la vida devota había hecho notar: «Quiero una piedad dulce, suave, agradable, apacible; en una palabra, una piedad franca y que se haga amar de Dios primeramente y después de los hombres». Acuñó esta conocida apreciación, surgida de su experiencia: «un santo triste es un triste santo». A él se debe también la consigna escrita en su Tratado del Amor de Dios«La medida del amor es amar sin medida». Preocupado por la genuina vivencia de la caridad evangélica había escrito: «No nos enojemos en el camino unos contra otros»«Caminemos con nuestros hermanos y compañeros con dulzura, paz y amor; y te lo digo con toda claridad y sin excepción alguna: no te enojes jamás, si es posible; por ningún pretexto des en tu corazón entrada al enojo». Así había vivido: entregado a los demás; hecho ascua de amor.

Tras su muerte, acaecida en Lyon el 28 de diciembre de 1622, monseñor Camus manifestó que al extraerle la vesícula biliar hallaron nada menos que 33 piedras. Eso da idea del ímprobo esfuerzo que habría hecho el santo a lo largo de su vida para trocar en mansedumbre y dulzura un temperamento volcánico poderosamente inclinado al mal genio y a la cólera. Fue canonizado el 19 de abril de 1665 por Alejandro VII. Es patrón de los escritores y periodistas católicos.

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III DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO -Ciclo B- 21 Enero

« SE HA CUMPLIDO EL TIEMPO »

SANTO EVANGELIO (Marcos 1, 14 – 20)

Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía:

«Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».

Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores.

Jesús les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».

Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. A continuación los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él.

Palabra del Señor

“VENID EN POS DE MÍ”

El domingo pasado el Señor hacía una pregunta: “¿A quién buscáis?”. Hoy les habla con un imperativo categórico y una promesa: “Seguidme y yo os haré pescadores de hombres”¿A quién llama? No a filósofos, ni a sabios, ni a arquitectos, ni a sumos sacerdotes o escribas. Llama a pobres pescadores, no eran mendigos, pero sí trabajadores. A esos llamó con amor y libremente. ¿Por qué y para qué les llama? El porqué es bien claro: porque les amó, y el para qué, para ir en la misma barca de Jesús, donde él la guía y lleva el timón, echándose a la mar donde habrá abundantes peces. ¿He sido elegido por el Señor para ser pescador de hombre? ¿Estoy feliz y agradecido con Él? ¿He dejado a Cristo en el timón de mi barca? ¿Lanzo las redes con todo mi arte y con la confianza en el Señor? ¿Prefiero ir a alta mar o me quedo en la orilla del miedo y de la pereza? Señor, gracias, por haberme escogido. Limpia mis redes. Restaura mis remos. Toma el timón de mi barca. Contigo, estoy feliz. Si me das abundantes peces, yo feliz. Si quieres que experimente la esterilidad, también feliz. Con tal de ir contigo, ¿qué me importa lo demás? Estoy contento, Señor, contento.

Citas para reflexionar:

  • «Pidamos a Dios que nos dé la valentía de pedir perdón y la capacidad de aprender a escuchar lo que Él nos está diciendo». Papa Francisco
  • «Esforcémonos en no poseer nada que no nos podamos llevar a la tumba, es decir, la caridad, la dulzura y la justicia. Toda prueba nos es favorable. Si no hay tentaciones no se salva nadie« San Antón
  • «El Amado infunde confianza en el corazón del amigo» Raimundo Lulio
  • «Oración es tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con Quien sabemos nos ama» Santa Teresa de Jesús  

Noticias de la Iglesia:

  • Unas 150.000 personas han participado en la Misa por el progreso de los pueblos en la capital de la Auracanía, Temuco -Chile-. Pidió en tierra Mapuche  que no gane el enfrentamiento y la división.
  • El Papa Francisco en su encuentro con el episcopado chileno dice que  «la Iglesia no es ni será nunca de una élite de consagrados, sacerdotes u obispos».
  • El Papa llegó a Perú y pidió en puerto Maldonado que la Amazonia deje de considerarse “una despensa inagotable”.
  • En los países iberoamericanos el catolicismo sigue desplomándose; en siete países son ya menos del 50% de la población.
  • “Fue tu diestra quien lo hizo, Señor, resplandeciente de poder” (Ex 15, 16) es el lema para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2018 que se celebra del 18 al 25 de enero.
  • Los obispos andaluces condenan la imposición totalitaria de la ideología de género por parte del parlamento andaluz. Invitan a los fieles a no permanecer pasivos ante el peligro.
  • Decoro en la vestimenta, silencio durante la eucaristía, reverencias ante el sagrario, e incluso limitar el dar la paz a las personas de al lado. Estas son las indicaciones que el arzobispo de Valencia, cardenal Antonio Cañizares, ha dado a los sacerdotes para un correcto comportamiento en la iglesia.
  • La Diócesis se suma a la campaña «Museo de todos los leoneses» para que el Museo Diocesano y de Semana Santa de León sea una realidad en 2020. El lanzamiento de esta iniciativa contará con la presencia del obispo Don Julián López

«TIEMPO ORDINARIO»

Este tiempo se llama «ordinario» porque sigue el «orden» (que se dice «ordo,» en latín) de los Evangelios sinópticos para presentarnos todo el ministerio público de Jesucristo. En este tiempo se medita sobre la “vida ordinaria” de Jesús, es decir, lo qué hizo con sus discípulos, los lugares que visitó, los milagros que realizó. Pero, a diferencia de otros tiempos, en el tiempo ordinario se profundiza en la vida cotidiana Jesús, sus “actividades” de día a día.

Por ejemplo, en el tiempo de Navidad se profundiza sobre el nacimiento de Jesús, en el tiempo de Pascua se profundiza en la Resurrección de Jesús.

ORACIÓN: LLÁMAME, SEÑOR

Llámame, Señor, y seré feliz

por colaborar contigo.

Llámame, Señor, y sabré

que Tú me necesitas

que Tú me esperas

Llámame, Señor, y libérame de la tristeza

de las prisas y de la comodidad

de aquello que me produce insatisfacción

que me agobia y me hace fracasar.

Llámame, Señor, y contigo iré.         

Gracias, Señor.

¿QUÉ ES LA ORACIÓN?”

Según santa Teresa de Jesús

Cuando se ama a alguien, no se puede vivir sin comunicarse. La oración es “un trato de amistad”, en donde aprendemos a mirarnos como nos mira Dios, en donde aprendemos  a amarnos como nos ama Dios y amar como Él, en donde descubrimos nuestro verdadero valor. Dios es un amigo que nos quiere, nos cuida, nos sana y saca de nosotros nuestro mejor “yo” para que nosotros podamos hacer lo mismo y ayudar a otros. Tratar de amistad: orar es hablar con Dios, con Jesús, pero Él mismo nos enseñó que no se trata de hablar por hablar. Se trata de hablar con Jesús para hacer amigos, amigos que se conocen a fondo y se quieren con locura. Es ESTAR, escuchar, hablar, dialogar, mirar, compartir…  “Como habláis con otras personas, ¿por qué os han de faltar palabras para hablar Con Dios?… Familiaridad y amistad se pierden con la falta de comunicación” S.T.

Estando muchas veces: Orar no es un ejercicio de soledad. Se está con ALGUIEN que es más íntimo que nosotros mismos, con alguien que siempre está presente…orar no es cosa de momentos aislados, cuando lo a , en una emergencia… hay que orar todos los días,  porque cuando se ama a alguien, no se puede vivir sin comunicarse.

Tratando a solas… solas dos personas… los que se aman… Dios y yo. Para ello necesito silencio, por dentro y por fuera. Centrarnos en una persona que está dentro de nosotros. “Procuremos estar a solas para que entendamos con quien estamos y los que nos responde el Señor a nuestras peticiones. Aunque no le oigamos, bien habla Dios al corazón cuando se lo pedimos de corazón” S.T.

Con quien sabemos nos ama… el amor no se cuenta, se experimenta… Sabernos y sentirnos amados por Dios…

1.- ¿CUÁNDO ORAR?: Los momentos de la oración. Dios no hace esperar, más bien es Él quien espera. Podemos orar siempre, pero es bueno tener momentos determinados para hacerlo: al levantarse y al acostarse, visitando al Santísimo por la tarde, después de comulgar, al empezar un trabajo… No debemos olvidar que la Santa Misa es el momento cumbre para alabar, dar gracias, adorar interceder y pedir por nuestras necesidades.

2.- MODOS DE ORAR: Hay infinitos modos de orar porque Dios guía a cada uno por su camino. La tradición cristiana señala como formas principales de orar:

La oración vocal. Es la que se realiza también con palabras, rezar el padrenuestro..

La oración mental. Todo el trato con Dios descansa en la actuación de la mente y no en las palabras; interviene el pensamiento, la imaginación, la emoción…

3.- CUALIDADES DE LA ORACIÓN: La oración bien hecha habrá de ser:

-PIADOSA: Hemos de acudir a la oración como hijos, porque lo somos.

-HUMILDE: Siempre necesitamos de Dios, y somos pecadores.

-CONFIADA: Él nos ama como Padre, nos fiamos de Él y estamos seguros de que      nos dará lo mejor.

-PERSEVERANTE: Pedir sin cansancio ni desánimo.

Puede ocurrir que rezamos mal, o nos portamos mal o pedimos cosas no convenientes.

 

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SAN ANTONIO ABAD o SAN ANTÓN -17 de Enero

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Es uno de los padres del desierto, un gran asceta que fue tentado por el maligno de muy diversas formas. Es también uno de los santos que suscita gran devoción popular al ser considerado protector de los animales.

Es uno de los santos más populares, al menos en España, por cuanto este día existe la tradición de llevar a los animales a las iglesias para ser bendecidos. Su biógrafo fue san Atanasio. Antonio nació en el Alto Egipto hacia el año 251, y siendo joven quedó conmovido por el pasaje evangélico del joven rico que escuchó en una iglesia. Entregó su patrimonio a los pobres (pertenecía a una familia pudiente) y emprendió una vida de severo ascetismo. Durante un tiempo su “lecho” fue un sepulcro vacío, y después las ruinas de una fortaleza militar que se hallaba en ruinas en el desierto de Nitria hasta que se afincó en un promontorio cerca del Mar Rojo morando en una humilde choza que se construyó él mismo.

Muchos jóvenes de su tiempo conmovidos por esta vida de silencio, oración y penitencia, acudían allí para materializar sus sueños de perfección en el yermo. Se había convertido en el punto de referencia para los que llevaban una vida de oración compartida a ratos comunitariamente y otras en la soledad de las oquedades que convirtieron en sus moradas. Veinte años permaneció Antonio haciendo frente a las tentaciones que querían atentar contra su castidad. La violencia de las mismas se aprecia en las palabras que dirigió a sus seguidores: «Terribles y pérfidos son nuestros adversarios. Sus multitudes llenan el espacio. Están siempre cerca de nosotros. Entre ellos existe una gran soledad. Dejando a los más sabios explicar su naturaleza, contentémonos con enterarnos de las astucias que usan en sus asaltos contra nosotros».

La bibliografía sobre este santo ermitaño refleja las múltiples artimañas de toda índole empleadas por el maligno para seducirle. Lo intentó todo con objeto de apresarlo entre sus pérfidas redes, acosándolo de una forma tremebunda. En una ocasión en la que el rugido de la horda brutal de fieras manipulada por Satanás hacía temblar todo en derredor de Antonio, una inmensa luz desterró instantáneamente las fieras que campeaban entre tinieblas, y del mismo modo que siglos más tarde le sucedería a Santa Catalina de Siena, exclamó: «¿Dónde estabas, mi buen Jesús? ¿Dónde estabas? ¿Por qué no acudiste antes a curar mis heridas?». La voz de lo alto replicó: «Contigo estaba, Antonio; asistía a tu generoso combate. No temas; estos monstruos no volverán a causarte el menor daño». Pero prosiguieron atormentándole durante un tiempo con otras estrategias más sutiles, hasta que el acoso del inmundo diablo que prosiguió tras él no le causaba ni la más mínima turbación. Solía decir: «Los rezos y las lágrimas purifican hasta lo más impuro»; «Los más puros son los que con más frecuencia se ven acosados por las arteras mañas del demonio».

El denominado «padre de los monjes», de vez en cuando abandonaba el desierto y misionaba en Alejandría combatiendo el arrianismo. Su máxima fue: «esforcémonos en no poseer nada que no nos podamos llevar a la tumba, es decir, la caridad, la dulzura y la justicia. Toda prueba nos es favorable. Si no hay tentaciones no se salva nadie». Para todos los que se acercaban a él, que fueron multitudes, tenía un sabio consejo: «Nada es tan vano como la desesperación. Llorad, que las lágrimas lavan el alma; llorad sin descanso, hasta que la losa de plomo que pesa sobre vosotros se derrita con el calor de vuestras lágrimas», decía a los que se hallaban al borde del desánimo, sopesando su fragilidad espiritual. Un día del año 356, siendo de avanzadísima edad, parece que superó con creces los cien años, sintió que su vida se apagaba. Y dio las últimas indicaciones a sus discípulos. Les dejó su cilicio, el único objeto material que poseía, y entregó su alma a Dios. San Atanasio conservó su túnica. Antonio fue canonizado el año 491.

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SAN FRANCISCO FERNÁNDEZ DE CAPILLAS -15 Enero

San Francisco Fernández de Capillas. Wikimedia Commons

“El impresionante testimonio de un dominico, ardoroso apóstol y gran asceta, que no ahorró sacrificios para difundir la fe en China, siendo el primer martirizado en ese país. Es un referente inequívoco para cualquier misionero” 

Solo la obcecación del que vive inmerso en el odio puede tildar de rebeldía lo que es un alarde de valentía inigualable y para muchos incomprensible. Francisco consumó en China su amor a Cristo derramando su sangre a manos de quienes no supieron vislumbrar la grandeza de un corazón henchido de gozo ante la aventura cotidiana de vivir y difundir la fe en derredor suyo. Su ardor apostólico es todo lo que podía esgrimirse en su contra cuando fue condenado. Ahora bien, está claro que no se llega a apurar el cáliz en esa hora suprema sin haberse dispuesto a cumplir la voluntad de Dios día tras día. La fortaleza en la que se asienta una vocación cuando se nutre de la oración y de la entrega sin paliativos emerge con todo su vigor en el instante definitivo, y eso lo han percibido todos los que se abrazaron a la palma del martirio en defensa de su fe, como le sucedió a Francisco.

La trayectoria humana de este primer beato martirizado en China se inició el 15 de agosto de 1607 en la localidad de Baquerín de Campos, Palencia, España, cuando vio la luz por vez primera, cerrando con su llegada el número de hijos que alegraron aquel humilde hogar bendecido por otros cuatro vástagos anteriores. Familiarizado desde niño con el carisma dominico que tuvo ocasión de conocer en Palencia, vio en él la vía óptima para encauzar su propia vida, por lo cual se trasladó a Valladolid ingresando a sus 17 años en el convento de San Pablo. Coincidió su llegada a la Orden en un momento de expansión por América y el Extremo Oriente. Urgido por su celo apostólico se ofreció voluntariamente para partir en una expedición compuesta por una treintena de jóvenes, todos dominicos, que no dudaban en entregar lo mejor de sí en esa labor evangelizadora, desplegando sus sueños e ilusiones sin temer a la larguísima y complicada travesía que les esperaba. Ese año de 1631, fuertemente asidos a la cruz y llenos de alegría, iniciaron viaje a México. Numerosos contratiempos y fatigas les salieron al paso hasta que llegaron a Manila, su destino final, cuando estaba a punto de cumplirse un año de su partida.

Francisco, que aún no había sido ordenado, recibió este sacramento en la capital filipina. Tenía 25 años y durante casi una década permaneció en la misión de Cagayán, en Luzón, alimentando en su corazón el anhelo de ir a China. Intuyendo lo que allí podía aguardarle, cuidaba su salud espiritual con toda rigurosidad. No podía dejar resquicio alguno para que penetrase la vacilación y el miedo, sentimientos que no pervivían en él, pero que no están lejos de los que se proponen seguir a Cristo. Él mismo reconociendo humildemente que no estaba libre de estas debilidades pedía las oraciones de los suyos: «Que rueguen por mí todos para que me dé Dios nuestro Señor valor, si acaso se ofrece el volver a padecer por Él mayores tormentos de los padecidos y glorificarlo por la muerte, que para todo estoy dispuesto en la voluntad de nuestro Señor». Francisco sabía cómo se combaten las flaquezas humanas: haciéndoles frente, sin dar cancha a las apetencias personales. Buen conocedor de los entresijos de la vida espiritual, vivía con estricta austeridad. La dureza del clima le ayudaba en esta filigrana que trazaba sobre su acontecer: el sol asfixiante y la incómoda presencia de una turba de insectos eran algunos de sus aliados en esta batalla diaria. Una cruz de madera su lecho para los escasísimos momentos que se concedía de descanso; el resto, oración e intensa vida apostólica. Así llegó en 1642 a Fu-kién, después de haber recalado en Formosa.

Su penoso estado de salud acentuado por las mortificaciones, fiebres cuartanas, y otras muchas dificultades, no le impidieron seguir adelante. Firmemente resuelto a todo por Cristo afrontaba su quehacer con inquebrantable fe y la absoluta convicción de que estaba cumpliendo la voluntad divina: «…es Dios nuestro Señor el que aquí me ha traído…» […] «no bastan trazas humanas para sacarme de aquí hasta que se llegue la hora en que tiene determinado nuestro Señor Jesucristo sacarme». Por sus muchas virtudes, que no pasaban desapercibidas para la comunidad cristiana, lo denominaban «santo Capillas». Supo hacerse uno con los que le rodeaban y fue referente para los fieles y ejemplo modélico a seguir. Su fortaleza era bastión en el que los débiles se apoyaban. Era consciente del valor que encierra la autoridad moral: «viéndome todos padecer con igualdad de ánimo… ».

Cuando lo apresaron, acababa de dejar a los enfermos a los que solía atender. Ellos y los que padecían por cualquier motivo obtenían su consuelo: «… yo reparto con ellos (los encarcelados) de lo que me dan y les sirvo en lo que me mandan y me tengo por muy dichoso en eso». Ya dominaba su lengua y había suscitado numerosas conversiones por Fogán, Moyán, Tingteu y otras ciudades. Estuvo detenido dos meses en los que fue sometido a crueles tormentos, hasta que el 15 de enero de 1648 murió decapitado. Sus últimas palabras, dirigidas al juez, fueron: «Yo nunca he tenido otra casa que el mundo, ni otro lecho que la tierra, ni otro alimento que el pan que cada día me ha dado la Providencia, ni otra razón de vivir que trabajar y sufrir por la gloria de Jesucristo y por la felicidad eterna de los que creen en su nombre». Pío X lo beatificó el 2 de mayo de 1909, y Juan Pablo II lo canonizó el 1 de octubre del 2000.

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II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO – Ciclo B – 14 Enero

«VENID Y VERÉIS »

SANTO EVANGELIO según SAN JUAN 1, 35 – 42

En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:

«Este es el Cordero de Dios». Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús.

Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta:

«¿Qué buscáis?». Ellos le contestaron: «Rabí (que significa  Maestro), ¿dónde vives?».

Él les dijo: «Venid y veréis» Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora décima. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice:

«Hemos encontrado al Mesías  (que significa Cristo)».

Y lo llevó a Jesús. Jesús se  le quedó mirando y le dijo:

«Tú eres Simón, el hijo de  Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro)».

Palabra del Señor

“¿A QUIÉN BUSCÁIS?”

Tres veces hizo Jesús la misma pregunta: “¿A quién buscáis?”. Hoy, a sus primeros discípulos. La última noche de su vida mortal a los que le detuvieron en Getsemaní. Y a María Magdalena, la mañana de Pascua. Cuando Jesús hace esa pregunta es porque nos ve hambrientos de felicidad, de sentido, de orientación, de armonía interior. Es para decirnos que la iniciativa parte siempre de Él y que espera una respuesta libre, consciente, amorosa y sincera. Jesús la hace cuando y donde Él quiere: en nuestro trabajo, en la facultad, en el noviazgo, en el seminario, en el sacerdocio, en medio de la tormenta de una crisis o de la calma, en un momento de oración o de retiro, en la niñez, en la adolescencia, en la juventud o en la edad madura o en la vejez. Con esperanza, con sumo respeto, sin atosigar a nadie, sin obligar a nadie. Es el momento de preguntarnos: ¿hemos escuchado también nosotros esta pregunta en momentos de oración, de silencio contemplativo, de desierto del alma, de fracasos aparentes, de éxitos, de enfermedad…? Pensemos: ¿Sigo a Cristo por Él mismo o por ventajas temporales? ¿Qué espero de Jesús: felicidad terrena o vida eterna? ¿Mi vida como seguidor de Cristo es coherente, alegre, por eso atraigo a otros para Cristo?

Citas para reflexionar:

  • «Cuanto más enraizados estamos en Cristo, más serenidad interior encontramos, incluso en medio de las contradicciones cotidianas». Papa Francisco
  • «Cuando un niño destroza un juguete parece que le está buscando el alma« Víctor Hugo
  • «Los pecados contra el primer mandamiento son los que más agradan al diablo»  P. Pedro P. Alexandre  

Noticias de la Iglesia:

  • Este domingo, 14 se celebra la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, este año con el lema “Acoger, proteger, promover e integrar a los emigrantes y refugiados”.
  • Más de 2.000 personas viviendo en las “periferias” disfrutaron de un especial “Circo de Solidaridad” el pasado jueves 11 de enero, gracias al Papa Francisco.
  • El Papa Francisco irá a Chile y a Perú como “Peregrino de la Alegría del Evangelio”.
  • Varias diócesis de Francia han comenzado un camino de encuentro poniendo en práctica de Amoris laetitia.
  • El Patriarca Kiril de Moscú en su mensaje navideño dijo: «Los valores de la familia resisten a pesar de los increíbles esfuerzos para destruirlos».
  • Donad Trump es “Personalidad Pro-vida del año”.
  •  Un millón doscientas mil personas participaron en la Marcha de los Reyes Magos, celebrada en Polonia.
  • El Ayuntamiento de Castellón rectifica en parte tras señalizar iglesias cristianas con medias lunas.
  • Los obispos españoles critican al gobierno por no cumplir los cupos de refugiados. La Iglesia propone un gran pacto por la hospitalidad, en vista a la “Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado”.
  • El pasado domingo se clausuró el Año Jubilar de Caravaca de la Cruz, pero continúan la indulgencia y las peregrinaciones.
  • –La Diócesis de León se suma a la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado con una llamada a la acción para «acoger, proteger, promover e integrar».

LOS FRUTOS DE LA SAGRADA COMUNIÓN BIEN RECIBIDA

1-La Eucaristía nos une íntimamente con Cristo y, en cierto sentido, nos transforma en Él.

2-La Eucaristía nos une con la Santísima Trinidad.

3-La Eucaristía aumenta la gracia santificante al darnos la gracia sacramental que alimenta, conforta y vigoriza nuestra vida sobrenatural.

4-La Eucaristía aumenta la fe, la esperanza y, sobre todo, la caridad. Las virtudes infusas, los dones del Espíritu Santo y la eficacia santificadora.

5-Borra los pecados veniales y preserva de los pecados futuros. Perdona la pena temporal debida a los pecados y es prenda de la gloria futura.

ORACIÓN: TE HE BUSCADO SEÑOR

TE HE BUSCADO SEÑOR

Y te he encontrado en el amor

Y te he visto en el hermano

Y te he tocado en el triste.

TE HE BUSCADO SEÑOR

Y en la oración he hablado contigo

Y en la paz te he abrazado

Y en el perdón te he descubierto.

Y en la alegría te he visto sonreír

TE HE BUSCADO SEÑOR

Y en la fraternidad me has visitado

Y en la Palabra te he escuchado.

Y, después de buscarte, Señor

es cuando me he dado cuenta

de que por fin te he encontrado.

GRACIAS POR DEJAR BUSCARTE SEÑOR

 “EL REGALO NAVIDEÑO”

Erase dos niños muy amigos. Se ayudaban y se lo pasaban la mar de bien jugando con sus compañeros. A uno de ellos le encantaba tocar la armónica. Siempre la tenía en la boca deleitándose con sus melodías favoritas. El otro  amigo era muy aficionado al patinaje. Se pasaba muchas tardes patinando de un lugar a otro, dando saltos y haciendo piruetas. Las veces que los dos coincidían con sus patines y su armónica creaban auténticos espectáculos en la calle. La gente se paraba admirada y los aplaudía. Llegaron las  fiestas de Navidad. Los  dos amigos tenían la costumbre de hacerse un regalo por estas fechas. El de los patines tuvo la idea de regalar una armónica nueva a su amigo. Rompió su hucha, pero se dio cuenta enseguida que no disponía de dinero suficiente para comprarle la mejor. Sin pensarlo dos veces vendió sus patines. Con el dinero que consiguió y el de la hucha pudo comprar la mejor armónica de la tienda. Cuando llegó el día de los Reyes se encontraron los dos amigos para intercambiar los regalos. Al abrirlos se llevaron una gran sorpresa. Los dos habían hecho lo mismo: vender lo que más les gustaba para poder comprar el mejor regalo para su amigo. El regalo que recibió el que había vendido sus patines, fue el de unos patines nuevos. Y el regalo que recibió el que había vendido su armónica fue una armónica nueva. Los dos estallaron en una sonrisa empapada de emotivas lágrimas. Los dos, renunciando a lo que más les gustaba, habían salido ganando.

REFLEXIÓN: Me vienen cuatro niños a pedirme caramelos. Sólo me quedan tres y ellos son cuatro. Se los doy  al mayor, y éste los distribuye a los más pequeños. Él se queda sin caramelo. Entonces me acuerdo que me queda un «chupa-chups» en un cajón y se lo doy. El más pequeño levanta la voz: «¡Qué morro!» Sin pensárselo dos veces, el niño le da el «chupa-chups» y le coge el pequeño caramelo.

Esta escena, aparentemente intrascendente, me ha impactado. En el clima de desencanto que vive hoy gran parte de la humanidad, encontrarte con chispas motivadoras de esperanza como ésta rehace el estado de ánimo del más escéptico. Si ponemos los ojos en los poderosos «Herodes» de este mundo y nos arrodillamos ante ellos para salir del pozo estamos perdiendo el tiempo. Una vez más hay que reafirmarnos «ingenuamente» que el camino de salida personal, familiar y social es de agacharnos hacia los más pequeños e indefensos para extraer lecciones de vida. Es verdad que son pequeñas chispas luminosas pero que son capaces de crear un mundo fraterno. «El arroyo de Dios desborda de agua preparando los sembrados» (salmo 64).

Esta escena, unos días después de Reyes, se debe reproducir en muchas familias que han perdido una oportunidad educativa. Un juguete, por más costoso que sea, nunca podrá llenar el vacío de una presencia paterna-materna gratuita. Quedas alucinado cuando ves a un pequeño «exigiendo» al abuelo, no un regalo, sino dinero. «¿Pasaría esto, por ejemplo, si hubiéramos ayudado a los niños a escribir la carta a los Reyes Magos pidiendo también para el papá, la mamá, la abuela, el abuelo…?» Ya de mayor, aquel niño «especial» nacido en Belén, sentenció: «Hace más feliz dar que recibir». El niño de «la armónica», el de los «patines» y el del «chupa-chups» nos lo confirman. ¿Los grandes nos lo hemos acabado de creer?

José Perich y A. Bautista

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