DECÁLOGO DE LA SERENIDAD

San Juan XXIII tenía un decálogo de la serenidad muy interesante que había escrito siendo muy joven.

Este es su decálogo:

1- Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente al día, sin querer resolver los problemas de mi vida todos de una vez.

2- Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto: cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé criticar o disciplinar a nadie, sino a mí mismo.

3- Sólo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino en éste también.

4- Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que las circunstancias se adapten todas a mis deseos..

5- Sólo por hoy dedicaré diez minutos a una buena lectura; recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.

6- Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.

7- Sólo por hoy haré por lo menos una cosa que no deseo hacer; y si me sintiera ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere.

8- Sólo por hoy me haré un programa detallado. Quizá no lo cumpliré cabalmente, pero lo redactaré. Y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.

9- Sólo por hoy creeré firmemente -aunque las circunstancias demuestren lo contrario, que la buena Providencia de Dios se ocupa de mí, como si nadie más existiera en el mundo.

10- Sólo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y de creer en la bondad.

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XXXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO – 8 Noviembre

“HA ECHADO TODO LO QUE TENÍA PARA VIVIR”

              (MARCOS 12, 38-44)

SANTO EVANGELIO

En aquel tiempo enseñaba Jesús a la multitud y les decía: ¡Cuidado con los letrados! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas con pretexto de largos rezos. Esos recibirán una sentencia más rigurosa. Estando Jesús sentado enfrente del cepillo del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos les dijo: Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el cepillo más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.

Palabra del Señor

“El ruido no hace bien”

Hay personas, arrogantes y vanidosas, que presumen de realizar grandes cosas por los demás. Ese es su premio. Existen otras que, lejos de preocuparse por defender la justicia o los derechos de los más débiles, entienden la limosna como una especie de cortina de humo. No es bueno, utilizar la riqueza, para tranquilizar la conciencia. Pero hay otros -ojala entre ellos estemos nosotros- que hacemos lo que podemos. Que no presumimos ni de ser mejores, ni tampoco peores que los demás. Eso sí: creemos que Jesús se fija en la bondad del corazón, y por ello, intentamos en las pequeñas cosas de cada día, que Dios sea creíble no por lo que damos (aunque demos) sino por el cómo lo damos: con sencillez, sin ostentosidad, sin vanidad y sin hacer demasiado ruido.

Citas para reflexionar

  • «Al distinto no lo excluyo de mi corazón, mi oración, mi saludo ni mi sonrisa » Papa Francisco
  • «El bien no hace ruido y el ruido no hace bien « San Vicente de Paul
  • «Que ninguna persona que quiera caminar en la Iglesia quede fuera» Mons. Fidel Herráez.
  • «El defecto más grave del catolicismo español es que hemos creado un tipo de cristiano muy pobre en virtudes sociales» Cardenal Herrera Oria – 1956

Efemérides y noticias

  • El Papa Francisco celebró misa solemne el día 2 en el Vaticano por los 12 cardenales, 1 patriarca y 99 obispos que fallecieron este último año 2014-15. Y rezó en las grutas vaticanas ante los pontífices predecesores allí enterrados.
  • El Papa Francisco  ha denunciado los despidos de embarazadas ante la Unión Cristiana de Dirigentes Empresariales.
  • Mons.  Vallejo Balda y  Francesca Chaouqui (puesta en libertad posteriormente) fueron detenidos por la sustracción y divulgación de noticias y documentos reservados, siendo un delito previsto en la ley del Vaticano.
  • El Papa Francisco le gustaría visitar Chile en 2017
  • Economistas, políticos, artistas, deportistas… reivindicaron en el XIII Congreso de Escuelas Católicas la libertad de elección de centro frente a “ataques ideológicos y estatalistas”.
  • Un mayor protagonismo de los laicos y formación obligatoria son propuestas que baraja la Iglesia para tener más presencia en los hospitales.
  • Cáritas, la Comisión Episcopal de Migraciones, CONFER, el Sector Social de la Compañía de Jesús y Justicia y Paz aprueban el «Marco Común de la Red Intraeclesial frente a la situación actual» una estrategia conjunta de Iglesia ante las migraciones.
  • Mons. Fidel Herráez ha sido nombrado nuevo arzobispo de Burgos. Ha explicado que llega a la diócesis burgalesa para «amar y servir» a los demás. «Así es como entiendo mi tarea de obispo»
  • Da comienzo este sábado el Jubileo de los Dominicos por los 800 años de pobreza y verdad.
  • Profundo pesar del Obispado de Málaga por el ataque a una iglesia.

 

ORACIÓN: HAZME VIVIR, SEÑOR, COMO TÚ DICES Y VIVES

Que haga, no aquello que el mundo espera, 

sino aquello que Tú deseas,

para construir tu Reino siendo tu sal y tu luz.

Sin olvidar que, aun mirándote con mis ojos,

o escuchándote con mis oídos

me faltará por recorrer el camino del recio compromiso.

Proclamando la bondad de Dios en un mundo egoísta

y mostrando, con tus heridas y tu cruz,

que tu vida no es solo palabra…no solo proyectos…

que, tu vida, es hacer aquello que vives: ¡DIOS!       

AMEN

«EL DUEÑO DEL PERRO»

En el despacho de un centro de atención primaria un paciente en fase terminal preguntó al médico:

-Doctor, me asusta la muerte… Dígame, ¿qué hay al otro lado?

Muy suavemente el médico le contestó: –No lo sé.

 -¿No sabe que hay al otro lado…? –replicó el paciente.

Al otro lado de la puerta se oían como rasguños y gemidos. El médico giró el pomo de la puerta… Cuando la abrió, un perro entró en el despacho, saltó sobre el médico y con gran alborozo le lamía muy contento.

El médico se volvió hacia su paciente y le dijo:

-¿Vio lo que hizo mi perro? Él nunca había estado en este despacho. No sabía qué había dentro. Sólo sabía que su dueño estaba aquí y, cuando se abrió la puerta, saltó sin ningún temor. Yo sé muy poco de lo que hay al otro lado de la muerte… pero sí sé una cosa: Que mi Dueño estará allí… ¡Y eso me basta!»

REFLEXIÓN:

Lo que hay al otro lado, hablando en términos humanos, como nos ha dicho el médico del cuento precedente nadie lo sabe. En todo caso, puedo intuir razonablemente que detrás de todo esto hay Alguien que me espera con los brazos abiertos. Santa Teresa de Ávila, mal vista por la Inquisición, se mantuvo firme en sus convicciones arraigadas en su experiencia espiritual. Ésta le ofrecía una mirada a larga distancia que le permitía alentar a sus hermanas a «vivir la vida de tal suerte que viva quede en la muerte». Como podemos comprobar, las personas muy espirituales no hacen hincapié en sí estaré al día del recibo de Santa Lucía cuando me llegue la hora sino en la calidad de vida fraterna y solidaria conseguida a lo largo de los pocos o muchos años vividos. Teresa, de Calcuta, añade: «A la hora de la muerte no seremos juzgados por el número de obras meritorias realizadas, ni por el número de diplomas recogidos a lo largo de la vida. Seremos juzgados por la estimación que hayamos puesto en el que hemos vivido».

Delante de la frontera de la muerte, la ciencia se detiene. Nos dice cuándo uno ya dejó de vivir la existencia que tuvo entre nosotros. Nos explica la descomposición del cuerpo, la destrucción total del cerebro, pero no lo que pasa al espíritu. Lo que hay al otro lado escapa al microscopio más perfecto. El mundo del espíritu es invisible, y la ciencia, menos mal, no puede tocarlo.
Esta vida vale tanto que Dios quiso vivirla con nosotros. Cristo, el Hijo de Dios, dejó abierto el camino hacia el cielo. Nos reveló que hay un juicio, que el amor es todo, que el peligro del infierno acecha tras la muerte. Vale mucho nuestra vida, valen mucho nuestros actos. Pero no estamos solos. Desde una Cruz Jesús, el Resucitado, nos acompaña en nuestros dolores y fatigas. Y nos espera, para siempre, en la casa del Padre.        José Perich

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DESPUÉS DE LA MUERTE

¿Y después de la muerte, qué?

Las respuestas pueden ser muchas. Si las intentamos reducir a lo esencial, nos encontramos con tres respuestas fundamentales.

La primera: después de la muerte no hay nada. Tú, yo, todos, nos vamos a desintegrar, desaparecemos. Nuestras partículas, olvidadas de lo que fueron, irán a parar a mil lugares distintos. Algunos serán recordados, pero la fama de los grandes hombres no les permite disfrutar un minuto de alegría después de atravesar la frontera del “no retorno”. Tampoco habrá justicia: el criminal, el ladrón, el traidor, se habrán ido, quizá sin haber sido castigados por la justicia humana. Una vez muertos, nadie podrá pedirles cuentas de sus fechorías…

La segunda: después de la muerte empieza una nueva vida terrena, o incluso sigue una serie de vidas (dos, tres, cinco, ¿mil?). Es decir, quizá nos reencarnemos. Nuestra alma volará y tomará otro cuerpo, tendrá una nueva existencia. Quizá seremos una mariposa, o un cangrejo, o un perro que persigue conejos en praderas interminables. Se inicia así una “segunda oportunidad”. Y esto nos llena de un cierto alivio: si lo hicimos todo mal en la vida anterior, quizá en la nueva podremos portarnos bien y merecer, en la siguiente reencarnación, un cuerpo un poco mejor del que nos haya tocado ahora.

La teoría de la reencarnación presenta muchas variantes según la respuesta que se dé a estas preguntas. ¿Cada uno escoge su nuevo tipo de vida? ¿Cuántas veces uno se puede reencarnar? ¿Y después? ¿Hay algún Dios que juzga y que decide el cuerpo que nos va a tocar? Lo extraño es que ninguno (al menos, de los que yo conozco) recuerda que tuvo una vida anterior a la que ahora tiene. Ni hemos visto a un perro o a un gato contarnos lo que hicieron cuando estaban al lado de Napoleón en la batalla de Waterloo… Pero la idea de una segunda oportunidad nos tienta de un modo extraño, y, tal vez, nos hace valorar poco la existencia que ahora tenemos. Y eso puede ser muy peligroso.

La tercera respuesta: después de la muerte, hay un juicio, y unos van al cielo y otros van al infierno. Sin más: no existe una “segunda oportunidad” en una eventual futura reencarnación… Cristianos, musulmanes y bastantes autores del judaísmo aceptan esta respuesta, si bien difieren en lo que sea el cielo o el infierno, o en el modo en el cual procederá el juicio.

Desde este último punto de vista, la vida actual, esta única vida antes del juicio, adquiere un valor enorme. Lo que yo hago ahora no se perderá en el universo (como se piensa en la primera respuesta), ni tendré una nueva ocasión de actuar mejor gracias a una reencarnación (segunda respuesta). Ahora determino y decido lo que va a ser, eternamente, mi existencia en la otra vida. Decido mi cielo o mi infierno.

Delante de la frontera de la muerte, la ciencia se detiene. Nos dice cuándo uno ya dejó de vivir la existencia que tuvo entre nosotros. Nos explica la descomposición del cuerpo, la destrucción total del cerebro, pero no lo que pasa al espíritu. Lo que hay al otro lado escapa al microscopio más perfecto. El mundo del espíritu es invisible, y la ciencia, menos mal, no puede tocarlo. Lo triste es vivir con un corazón eterno como si fuésemos un pedazo de materia orgánica obtenida por la casualidad evolutiva, sin esperanza ni amor.

Nos entusiasma poder amar y vivir en esta tierra. Nos llena de alegría acariciar a un niño o contemplar una estrella. Nos conmueve la ternura de un anciano y la mirada serena y tranquila de algunos “locos” que nos penetran con sus ojos entre compasivos y alegres. Pero, lo creemos de verdad, no somos capaces de intuir lo que nos espera más allá de la muerte.

Esta vida vale tanto que Dios quiso vivirla con nosotros. Cristo, el Hijo de Dios, dejó abierto el camino hacia el cielo. Nos reveló que hay un juicio, que el amor es todo, que el peligro del infierno acecha tras la muerte. Vale mucho nuestra vida, valen mucho nuestros actos. Pero no estamos solos. Desde una Cruz Jesús, el Resucitado, nos acompaña en nuestros dolores y fatigas. Y nos espera, para siempre, en la casa del Padre.
Padre. F. Pascual 

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SANTOS Y DIFUNTOS

El 1 de noviembre, antes de ir al cementerio para rezar por nuestros difuntos, bajando la mirada a la tierra donde todos volvemos, la familia católica invita a levantar los ojos al cielo para contemplar la constelación de los santos innumerables entre los que están también nuestros antepasados.

A estas personas conocidas sólo por Dios y sus seres queridos, que reconocemos en el panteón familiar y que forman parte de la constelación de los santos desconocidos, es decir no “canonizados” por la Iglesia para el culto universal, el mismo catecismo dice que podemos pedirles su intercesión de manera privada. Por aquello de “la comunión de los santos” que confesamos en el Credo de nuestra fe, podemos pedirles a los familiares y amigos que se adelantaron a nosotros en la peregrinación y que ya gozan del abrazo de amor de Jesús, de la luz de sus ojos y su sonrisa, que nos miren a nosotros y nos acompañen desde el cielo. Hasta podemos rogarles milagros y no solamente en la fiesta de todos los santos el 1 de noviembre.

Y el 2 de noviembre, cuando la familia católica conmemora a todos los fieles difuntos, rogamos a Dios por la intercesión de Jesucristo muerto y resucitado, por los familiares y amigos que pasan por la purificación que necesitan para gozar también ellos del abrazo de Jesús, con la luz de su mirada y su sonrisa. Rogamos a Dios, por el sacrificio de Jesús, sumo y eterno sacerdote: “Dales Señor el descanso eterno y brille para ellos la luz que no tiene fin”.                                                                                                                      Jesuita G. Ortiz 

LOS CATÓLICOS Y LA MUERTE

¿Cómo entendemos los católicos la muerte?
El día dos de noviembre de cada año los católicos celebran el día de los fieles difuntos. La realidad de la muerte está presente en nuestra vida cada día, cada momento.

1.- ¿Cómo entiende la sociedad la muerte?
La muerte en la sociedad es para muchas personas un tabú. La gente no quiere siquiera que se nombre la palabra «muerte», piensan que así se ignora esa realidad.
Por otro lado, estamos siempre viendo la muerte como espectáculo, en la televisión, en los accidentes. Vemos que la muchas personas disfrutan viendo una y otra vez las imágenes donde hay personas que mueren…

2.- La muerte para los católicos
Para los católicos, la muerte forma parte de la vida; no es una ruptura especialmente importante. Nosotros nos fiamos de Jesús que dio su vida por nosotros para que nosotros tengamos vida eterna.
Creemos que Jesús resucitó y también nosotros resucitaremos con Él.

3.- ¿Por qué existe la muerte? ¿Por qué tenemos que morir?
La respuesta nos la da la Biblia:
«Así pues, por medio de un solo hombre entró el pecado en el mundo, y con el pecado la muerte, y la muerte pasó a todos porque todos pecaron.» (Romanos 5, 12).
«El pago que da el pecado es la muerte; pero el don que da Dios es vida eterna en unión con Cristo Jesús, nuestro Señor.»
La muerte existe en el mundo como consecuencia del pecado. Como nosotros también somos pecadores, un día moriremos. Desde la fe vemos que en la muerte unidos a Cristo también resucitaremos con Él.

4.- ¿Cómo afrontamos los católicos la muerte?
Con serenidad, con confianza. Para nosotros la muerte no es «nada del otro mundo». Nos fijamos en Jesús cuando vio que su muerte se aproximaba y tratamos de tener sus mismas actitudes y su confianza en el Padre Dios:
«Adelantándose unos pasos, se inclinó hasta el suelo, y oró diciendo: Padre mío, si es posible, líbrame de esta copa de amargura; pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.» (Mateo 26, 39)
Hay que aprender a aceptar la muerte como algo que forma parte de la vida. Esto se logra poco a poco, fiándonos de Dios, poniendo en Él nuestra confianza. Los cristianos sabemos que todo no acaba con la muerte. Sabemos que el amor es más fuerte que la muerte.
Cuando muere una persona que queremos, nuestro amor hacia ella permanece intacto y, aunque pasen los años, el amor no muere nunca. Si hemos amado a Jesús con toda nuestra vida y con todo nuestro corazón, podemos decir con el apóstol san Pablo:
«Porque para mí la vida es Cristo, y la muerte ganancia. Pero si viviendo en este cuerpo puedo seguir trabajando para bien de la causa del Señor, entonces no sé qué escoger. Me es difícil decidirme por una de las dos cosas: por un lado, quisiera morir para ir a estar con Cristo, pues eso sería mucho mejor para mí; pero por otro lado, es más necesario por causa de ustedes que siga viviendo.» (Filipenses 1, 21-24).

5.- Los Católicos ¿Creemos en la reencarnación?
No. Los cristianos en general no creemos en la reencarnación. La Palabra de Dios nos dice:
«Y así como todos han de morir una sola vez y después vendrá el juicio.» (Hebreos 9, 27)
No hay reencarnación después de la muerte. Tenemos la seguridad tal y como nos dice la palabra de Dios:
«Esto es muy cierto: Si morimos con Él, también viviremos con Él; si sufrimos, tendremos parte en su reino.» (2 Timoteo 2, 11).

6.- ¿Qué hay después de la muerte?
Ya hemos dicho que para los cristianos la muerte es sólo el final de la vida terrena, pero no el final de la vida. Lo que creemos los católicos es lo siguiente:
Creemos que tenemos un alma inmortal creada por Dios que no muere con la muerte sino que pervive en una vida eterna.
No es que seamos dos cosas distintas. El ser humano es una unidad. Yo soy alma y cuerpo a la vez. Mi cuerpo muere, pero mi «yo» pervive eternamente.

7.- ¿Qué es eso de la «Vida Eterna»?
La vida eterna no es igual a esta vida.
Cada persona que muere vivirá en la vida eterna lo que ha elegido previamente en esta vida. Jesús nos da la salvación (la vida eterna), pero no nos obliga a aceptarla. Eres tú quien tiene que aceptarlo en tu vida de una manera voluntaria, amorosa.
En la vida eterna, una vez muertos, los católicos creemos que hay tres posibilidades para el ser humano. Tu «yo personal», lo que llamamos «el alma», pasará a una de estas tres opciones:
1. El cielo, contemplando a Dios.
2. El purgatorio, purificándose para poder entrar en comunión con Dios.
3. El infierno, quedará definitivamente separada de Dios.

8.- ¿Qué es el Juicio Final después de la Muerte?
Los católicos creemos que una persona cuando muere queda sometido a un juicio inmediato del Señor, que decidirá definitivamente su suerte. En el Nuevo Testamento hay varios ejemplos donde se nos habla de que la persona nada más morir, recibirá su retribución según hayan sido sus obras en la tierra:

  • Lc 16, 19-22: parábola de Epulón y Lázaro.
  •  Lc 23,43: Jesús al buen ladrón.

Cada persona, al morir, recibe en su alma inmortal la «herencia» según en su vida haya aceptado a Jesús como su salvador y su vida haya sido coherente con el mensaje de su salvador.

9.- ¿Qué es «el Cielo»?
Para los cristianos, el cielo es la vida definitiva junto a Dios, para siempre, para toda la eternidad. Mientras estamos en esta vida caemos y nos alejamos de Dios con frecuencia. El cielo es el estar con Dios para toda la eternidad. En el cielo seremos totalmente felices y de una manera definitiva, una felicidad absoluta. San Pablo nos dice:
«Ni ojo vio, ni oído oyó, ni el hombre pudo pensar lo que Dios ha preparado para los que le aman.» (1 Cor 2,9).
Al cielo llega inmediatamente una persona que acaba de morir en gracia y amistad con Dios.
«Cuando vaya y les prepare sitio, vendré de nuevo y les acogeré conmigo; así, donde estoy yo estarán también ustedes. Y para ir adonde yo voy, ya saben el camino. » (Jn 14,3-4)
Vivir en el cielo es estar con Cristo. La Palabra de Dios nos habla del cielo dándole varios nombres distintos: vida, luz, banquete de bodas, vino del reino, casa del Padre, Jerusalén celeste, paraíso…
Ten en cuenta que el cielo no es «un lugar» al que vamos, es un estado en el que se encontrará nuestra vida (el alma).

10.- ¿Qué es el «Infierno»?
Es la condenación eterna. Es cuando una persona rechaza conscientemente en su vida terrenal a Dios. Dios nos invita a salvarnos, nos invita al cielo, pero los seres humanos somos libres para elegir. Si rechazamos a Dios, si no lo tenemos en cuenta en nuestra vida, estamos autocondenándonos.
«Tampoco tengan miedo de los que matan el cuerpo pero no pueden matar la vida; teman si acaso al que puede acabar con vida y cuerpo en el fuego.» (Mt 10,28).
En el Evangelio se puede presuponer por las palabras de Jesús que existen y existirán personas condenadas en el infierno:

  •  «el hijo de la perdición»: Jn 17,12
  •  «vayan malditos al fuego eterno…» Mt 25,41

La Iglesia católica nunca ha dicho que haya alguien condenado, aunque sí ha dicho que las almas de quienes mueren en pecado mortal son llevadas inmediatamente al infierno, donde son atormentadas con penas inacabables.
«Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y saben que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él.» (1 Jn 3,15)
Los católicos no creemos en el destino. Nosotros no creemos que la vida de cada persona «esté ya escrita». Cada ser humano es libre de elegir el estado que quiere para su vida.
Los católicos creemos que para ir al «estado de infierno» (recuerda que el infierno no es tampoco «un sitio» al que vamos después de morir…) la persona tiene que tener una voluntaria aversión a Dios (un pecado mortal) y persistir en ese pecado hasta el final.

11.- ¿Qué es el «Purgatorio»?
Es un estado, tampoco es un «lugar» o espacio físico.
La Iglesia siguiendo el consejo de la Escritura (2 Macabeos 12,46) siempre rezó por los difuntos. Creemos que los que mueren en gracia y amistad con Dios sin estar, sin embargo, plenamente purificados o con algún resto de pecado, sufrirán una purificación antes de llegar a Dios.
El rezar por los difuntos, y de una manera especial la santa misa, ofrecida por los difuntos pueden ayudar a su pronta purificación.

12.- ¿Qué es la «Resurrección de la Carne»?
Los cristianos católicos creemos que al final de los tiempos resucitaremos todos. Creemos que del mismo modo que Cristo ha resucitado verdaderamente de entre los muertos, y vive para siempre, igualmente los justos después de su muerte vivirán para siempre con Cristo resucitado y que Él los resucitará en el último día:
«Y éste es el designio del que me envió: que de todo lo que me ha entregado no pierda nada, sino que lo resucite el último día. Porque este es el designio de mi Padre, que todo el que reconoce al Hijo y le presta adhesión tenga vida definitiva, y lo resucite yo el último día. » (Jn 6, 39-40).
Creer en la resurrección de los muertos ha sido desde sus comienzos el elemento esencial de la fe cristiana:
«Ahora bien, si nuestro mensaje es que Cristo ha resucitado. ¿cómo dicen algunos de ustedes que los muertos no resucitan? Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, el mensaje que predicamos no sirve para nada, ni tampoco sirve para nada la fe que tienen. Pero lo cierto es que Cristo ha resucitado. Él es el primer fruto de la cosecha. Ha sido el primero en resucitar.» (1 Cor. 15 12-14.20)
«¡Y Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos!» (Mc 12,27)
Jesús liga la fe en la resurrección a la fe en su propia persona:
«Jesús le dijo entonces: Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y ninguno de los que viven y creen en mí morirá jamás. ¿Crees esto?» (Jn 11,25)

13.- ¿Cómo resucitan los muertos?
¿Qué es resucitar?
No es volver de nuevo a esta vida material. En la muerte, separación del alma y del cuerpo, el cuerpo de la persona cae en la corrupción, mientras que su alma va al encuentro con Dios, en espera de reunirse con su cuerpo glorificado. Dios en su infinito poder dará a nuestros cuerpos la vida incorruptible uniéndolos a nuestras almas, por la virtud de la resurrección de Jesús.

¿Quién resucitará?
Todas las personas que han muerto: «No se admiren de esto, porque va a llegar la hora en que todos los muertos oirán su voz y saldrán de las tumbas. Los que hicieron el bien, resucitarán para tener vida; pero los que hicieron el mal, resucitarán para ser condenados.» (Jn 5, 28-29).

¿Cómo resucitaremos?
Cristo resucitó con su propio cuerpo: «Vean mis manos y mis pies: ¡soy yo mismo! Tóquenme y miren: un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo.» (Lc 24,39)
Pero Jesús no volvió a la vida terrenal. Del mismo, en Él: «Nosotros somos ciudadanos del cielo, y estamos esperando que del cielo venga el Salvador, el Señor Jesucristo, que cambiará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo glorioso como el suyo. Y lo hará por medio del poder que tiene para dominar todas las cosas.» (Filpenses 3, 20-21)
Será un «cuerpo espiritual»: «Tal vez alguno preguntará: «¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Qué clase de cuerpo tendrán?» ¡Es una pregunta tonta! Cuando se siembra, la semilla tiene que morir, para que tome vida la planta. Lo que se siembra no es la planta que ha de brotar, sino el simple grano, sea de trigo o de otra cosa. Lo mismo sucede con la resurrección de los muertos: lo que se entierra es corruptible y lo que resucita es incorruptible. Pues nuestra naturaleza corruptible se revestirá de lo incorruptible, y nuestro cuerpo mortal se revestirá de inmortalidad.» (1 Corintios 15, 35-37 42.53).
Nosotros no sabemos el «cómo» será ese cuerpo, porque ese conocimiento va mucho más allá de lo que como humanos podemos imaginar y no lo sabemos sino por la fe.

14.- ¿Cuándo resucitaremos?
Sin duda, en el último día, al fin del mundo.
Participar en la misa es también participar en la resurrección de Jesús:
«Jesús les dijo: Les aseguro que, si no comen el cuerpo del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán vida. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré el último día. Porque mi cuerpo es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, vive unido a mí; y yo vivo unido a él. El Padre , que me ha enviado, tiene vida, y yo vivo por él. De la misma manera, el que me coma vivirá por mí. Hablo del pan que ha bajado del cielo. Este pan no es el que comieron sus antepasados, que a pesar de haberlo comido murieron. El que coma de este pan, vivirá para siempre.» (Jn 6, 53-58).
El Bautismo también nos hace participar en la resurrección de Cristo:
«Al ser bautizados, fueron sepultados con Cristo y resucitados también con él, porque creyeron en el poder de Dios que le resucitó. Por lo tanto, ya que han sido resucitados con Cristo, busquen las cosas del cielo, donde está Cristo sentado a la derecha del Padre». (Colosenses 2, 12; 3,1)
El creyente espera la resurrección, esperamos «en Cristo»:
«…el cuerpo es para el Señor, y el Señor es para el cuerpo. Y así como Dios resucitó al Señor, también nos resucitará a nosotros por su poder. ¿No saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que Dios les ha dado, y que el Espíritu Santo vive en ustedes? No son ustedes sus propios dueños, porque Dios les ha comprado por un precio. Por eso deben honrar a Dios en el cuerpo.» (1 Corintios 6, 13-15. 19-20).

M. S. Bueno -Fuente:diócesis de Canarias 

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XXXI DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO – 1 de Noviembre

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“ESTAD ALEGRES Y CONTENTOS, PORQUE VUESTRA
RECOMPENSA 
SERÁ GRANDE EN EL CIELO”

     (MATEO 5, 1-12a)

SANTO EVANGELIO

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó y se acercaron los discípulos; y él se puso a hablar, enseñándolos: Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos lo que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

Palabra del Señor

“¿Quieres ser santo?”

El Vaticano II nos recordó que todos estamos llamados a la santidad. Pero los santos no son de otras épocas, hoy sigue habiendo santos.  A veces da la sensación de que tenemos que hacer lo que hizo éste o aquél santo para llegar al cielo.  Cada cual se santifica a su modo, con sus cualidades, con los dones que le ha dado el Señor. Y son personas normales, que se santificaron en el día a día, según el espíritu de las bienaventuranzas,  esta manera de vivir contrasta con lo que dice el mundo, pero es la única manera de seguir a Jesús. ¿Quieres ser Santo? Implícate y trabaja arduamente para que el mundo en el que vivimos sea un poco más bueno cada día, que sea  el reino de Dios ya en esta vida.  Dios, quiere que todas las personas seamos felices también aquí. Es nuestra tarea de cada día, que debemos llevar a cabo con la gracia de Dios.

Citas para reflexionar

  • «La misión de la Iglesia no consiste en <distribuir condenas o anatemas, sino proclamar  la misericordia de Dios>» Papa Francisco
  • «No os preocupéis dónde me daréis sepultura, lo que os pido es que no os olvidéis de ofrecer oraciones por mí ante el altar de Dios « Santa Mónica
  • «Los santos son los que cambian este mundo y realizan la gran revolución que este necesita» Mons. Osoro
  • «Los  gitanos nos abrimos con más facilidad a la fe que a las razones de este mundo» Belén Carreras

Efemérides y noticias

  • El Papa Francisco ha manifestado su deseo de que se inicie una nueva historia para el pueblo gitano en el encuentro con los siete mil participantes de la peregrinación mundial a Roma. En la conmemoración del 50º aniversario de la histórica visita del beato Pablo VI al campo nómada de Pomezia.
  • La propuesta de la nueva ejecutiva del PSOE de suprimir la clase de Religión y construir un “Estado laico” fractura a los barones, a los históricos y a los cristianos socialistas.
  • Cáritas Española ha cerrado su campaña quinquenal “Nadie Sin Hogar” con un Encuentro Estatal en el que la mitad de participantes eran personas sin hogar en proceso de recuperación.
  • Valencia acogerá a 15000 jóvenes participantes en el Encuentro Europeo  de Jóvenes de Taize.
  • La devoción al apóstol san Judas Tadeo (28 de octubre) como patrón de las causas imposibles está cada vez más extendida en España.
  • El 6 de noviembre recordaremos a todos los santos y beatos mártires de siglo XX en España.
  • El Museo de la Catedral de León recibe la donación de dos cuadros esenciales del pintor leonés Pablo Gago, precursor y pionero de la corriente de la abstracción.
  • Monseñor Julián López, presidirá el próximo lunes día 2 a partir de las 12,00 horas en la Catedral, una eucaristía especial en el día de la Conmemoración de los Fieles Difuntos.

MUERTE Y RESURRECCIÓN 

Los cristianos solemos asociar este mes de Noviembre, de tardes cortas, a nuestros difuntos. Quien más, quien menos, desde cerca o desde lejos, recuerda a sus familiares difuntos y, si le es posible, se acerca al cementerio para depositar un ramo de flores y una oración, en señal de afecto y recuerdo. Para quienes creemos en Jesucristo, sabemos que la muerte de los justos es un encuentro con Dios, que nos llama para sentarnos a la mesa de su Reino y hacernos partícipes de su Vida divina.

Este sentimiento ha sido tan fuerte en el cristianismo, que ya los primeros cristianos creían firmemente que cuando un cristiano cierra los ojos a este mundo, los cierra de modo temporal, hasta el momento de su resurrección. Por eso al lugar donde los sepultaban no le llamaban necrópolis “ciudad de los muertos”, sino “dormitorio”, que es lo que significa cementerio.

¡Qué gratificante y consolador es pensar, iluminados por la fe, que nuestros seres queridos se han despedido de nosotros con un esperanzador “hasta luego”! Y que, aunque no estén a nuestro lado de forma física, ellos viven su propia identidad en la presencia de Dios e interceden por nosotros. Nada de lo que hay en el corazón humano deja Dios sin satisfacerlo, y nuestro ser añora la inmortalidad.

Desde esta fe cristiana ha nacido la piadosa costumbre de ofrecer sufragios por las almas de los difuntos. En el fondo no son otra cosa que una ferviente e insistente súplica a Dios para que tenga misericordia por quienes nos precedieron en la fe, los purifique con el fuego de su amor misericordioso y los introduzca, para siempre, en el reino de la luz y de la vida.

Todo ello nos recuerda, como creyentes cristianos, que mientras vivimos esta vida no hemos llegado aún a la meta, sino que somos caminantes que nos dirigimos a la Vida eterna. Esta peregrinación comienza el día de nuestro nacimiento y de nuestro Bautismo y concluirá en el encuentro con Dios, que nos acogerá por toda la eternidad en su gloria.

Nuestra fe en Jesucristo nos asegura que, si intentamos vivir de verdad, como Él vivió, moriremos con Él y resucitaremos con Él. Nuestra peregrinación, por tanto, está marcada por la esperanza. Es verdad que somos frágiles y pecadores, pero la misericordia de Dios nos llama sin cesar a la conversión, y nos perdona, nos renueva y alimenta con el pan de la Vida. El camino no lo hacemos solos: Jesucristo nos precede y nuestra Madre del Cielo nos lleva de su mano, junto con la gran familia de nuestra Madre la Iglesia.

TODOS LOS SANTOS

Patriarcas que fuisteis semillas
del árbol de la fe en siglos remotos,
al vencedor divino de la muerte
rogadle por nosotros.
Profetas que rasgasteis inspirados
del porvenir el velo misterioso,
al que sacó la luz de las tinieblas,
rogadle por nosotros.
Almas cándidas, santos Inocentes,
que aumentáis de los ángeles el coro,
al que llamó a los niños a su lado,
rogadle por nosotros.
Apóstoles que echasteis en el mundo
de la Iglesia el cimiento poderoso,
al que es de verdad depositario,
rogadle por nosotros.
Mártires que ganasteis vuestra palma
en la arena del circo en sangre roja,
al que os dio fortaleza en los combates,
rogadle por nosotros.
Vírgenes bellas cual las azucenas
que el verano vistió de nieve y oro,
al que es fuente de vida y hermosura,
rogadle por nosotros.
Monjes que de la vida en el combate
pedisteis paz al claustro silencioso,
al que es iris de calma en las tormentas,
rogadle por nosotros.
Doctores cuyas plumas nos legaron
de virtud y rico tesoro,
al que es caudal de ciencia inextinguible,
rogadle por nosotros.
Soldados del ejército de Cristo,
santas y santos todos,
rogadle que perdone nuestras culpas
a aquel que vive y reina entre nosotros.

Gustavo Adolfo Bécquer

ORACIÓN: ES POSIBLE SEÑOR

Ser hombres y mujeres de  este tiempo y, además,

mirar hacia el cielo  sabiendo que otra ciudad nos aguarda.

Pensar en esa otra realidad  de la que, aun sabiendo poco,

podemos adelantarla aquí y  ahora en esta tierra que nos rodea.

Dar a todo ello un nombre y,  ese nombre, es el “ser santo”

Un santo que tiene como  buena madera el evangelio.

Como oro, la caridad y como  dicha el hacer felices a los demás.

Como grandeza su pobreza y  como orgullo su servicio.

Los Santos de todos  los tiempos, nos invitan y nos recuerdan,

un “es posible” ante lo que  en el mundo parece una utopía:

¡SER  DE DIOS Y COMO DIOS MANDA! ¡ESO ES SER SANTO!

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LAS CUATRO DIMENSIONES DE HALLOWEEN

En España y otros países latinos de tradición católica se va extendiendo la costumbre norteamericana de celebrar Halloween, entendida para la inmensa mayoría sobre todo como una fiesta divertida y nocturna que da permiso para la transgresión y con una cierta temática dedicada al género de terror.

El Halloween mundano
En España se extiende por varias vías: el cine y las teleseries que llegan de Estados Unidos, los colegios -incluso católicos- que la celebran por lo general como una actividad ligada a la asignatura de inglés y, sobre todo, los comercios que decoran con motivos halloweenenses con un objetivo psicológico bien conocido por cualquier vendedor, que es dar sensación de fiesta, porque con la sensación de fiesta se vende más.

Una cosa que es divertida, que está apoyada por los medios de comunicación de masas, por los colegios y por el comercio está llamada a triunfar socialmente, sobre todo si la única alternativa es celebrar la fiesta de Todos los Santos y la de los Fieles Difuntos, algo que básicamente consiste en ir a misa o al cementerio y no es divertido, no cuenta con apoyo mediático, con el de los colegios ni el del comercio.

Sin embargo, falta un elemento por ahora, que es el apoyo de las familias. En las casas españolas no se hacen actividades caseras de Halloween como en Estados Unidos. Es siempre algo externo, algo que llega del colegio. Algunos padres pueden dar regalos o disfraces divertidos de temática de terror a sus hijos y dejar que jueguen con ellos, pero no tiene la implantación de un carnaval.

Entre los adultos jóvenes, exceptuando aquellos que les guste específicamente el cine o la literatura de terror, es una mera excusa para beber, ir de fiesta y ligar. Las tiendas de disfraces hace años que tienen comprobado que los disfraces femeninos que se venden o alquilan más en octubre no son estrictamente de miedo, sino «sexis»: «diablesa sexy», «bruja sexy», «vampiresa sexy»…

En una tienda de disfraces de Madrid,  a sus clientas el miedo les da igual. Ellas quieren gustar. «Nosotras pedimos estar guapas vayamos a donde vayamos y queremos un esqueleto ceñido, provocativo, y que el maquillaje favorezca aunque sea de calavera», argumenta. Por su parte, las niñas pequeñas quieren lo que salga en la TV (por lo general, las Monster High) y los únicos de verdad interesados en intentar dar miedo son los niños varones.

El Halloween pagano
Parece que hay consenso en que el origen antropológico antiguo de la fiesta de Halloween tiene que ver con algo tan humano como el respeto a los difuntos, o al menos la gestión del alma de los difuntos, un tema complicado desde que el hombre intuye que hay vida espiritual más allá de la descomposición del cuerpo.

Los antiguos celtas, que creían en la inmortalidad del alma, pensaban que la noche del 31 de octubre era especial porque las fronteras entre el mundo de los vivos y el de los muertos se desvanecían por unas horas y las almas de los difuntos volvían a rondar los lugares que habitaron en vida. Era importante para las nuevas generaciones aplacar a los difuntos de las anteriores y ayudarlas (o forzarlas) a volver al país de los muertos. Esa mezcla de respeto y miedo para con las almas de los difuntos (ofrendas de comida, luces y olores) es peculiar del hombre tradicional.

Como las fronteras con el Otro Mundo se debilitaban, también era un buen momento para practicar adivinación, hablar con ciertos dioses, con los muertos, buscar lo oculto… En este caso la motivación ya no era el respeto a los difuntos y servirlos (o protegerse de ellos) sino la búsqueda de poder, la idea de que con la metodología adecuada (magia, brujería, poder al fin y al cabo) es posible forzar o engañar al Otro Mundo a entregar sus secretos o su fuerza.

El Halloween cristiano
Según parece, en los primeros siglos del cristianismo latino, la fiesta de Todos los Santos se celebraba en la luminosa primavera, en mayo, después de la Resurrección de Cristo, y buscaba conmemorar a todos los mártires sin una fecha propia. En el año 835 la Iglesia Occidental empezó a trasladar al 1 de noviembre la fiesta de Todos los Santos. La de Fieles Difuntos colocada en el 2 de noviembre fue potenciada por San Odilón, abad de Cluny, hacia el año 998. Se trataba, en cualquier caso, de cristianizar el trato de los fieles con los difuntos, recordando que sólo Cristo es Señor de vivos y muertos, vencedor de la Muerte y Camino, Verdad y Vida.

Frente a las inacabables negociaciones del pagano con las siempre irascibles y peligrosas almas de los muertos, el cristianismo enseña que Cristo y Dios Padre se aseguran del destino de cada difunto y protegen a los vivos.

Como insiste el canto bizantino: «Cristo resucitó de entre los muertos, y con su muerte venció a la Muerte; a los que estaban en el sepulcro ha dado vida«. Eso es mucho más poderoso que la simple gestión pagana o espiritista para evitar que las almas difuntas molesten.

La famosa calabaza con una vela dentro (Jack O´Lantern) se ha conservado en Irlanda ligada a una leyenda moralizante y cristiana. El tal Jack creía ser muy listo en vida: no hacía caso a Dios, prometía cosas que nunca cumplía e incluso engañó al diablo tres veces.Pensaba que jurar en vano no tendría consecuencias. Pero cuando llega a la otra vida, ni San Pedro le deja entrar en el Cielo ni el diablo en el infierno. El diablo le castiga a errar por el mundo con una calabaza hueca y una llama en su interior como única iluminación. La enseñanza es clara: «Jack» no es un símbolo de alegría ni luz, sino un castigo por haber tratado de engañar a la Justicia Eterna con promesas incumplidas.

La tradición irlandesa -que los emigrantes llevaron a EEUU- de que los niños pidan caramelos por las casas con la amenaza «truco o trato» en su origen tenía también un elemento de penitencia cristiana. Con la sensación de año que acaba (el otoño marcaba el fin del año celta) los niños cristianos iban por las casas del vecindario pidiendo perdón por sus pequeñas travesuras; los vecinos, como signo de reconciliación, regalaban un dulce a los chicos y volvía la paz entre familias a las comunidades rurales. Borrón y cuenta nueva. Algo muy cristiano que se fue perdiendo en versiones posteriores.

En cualquier caso, el Halloween cristiano y el pagano coinciden en el trato con «ese otro» que es el difunto, que es alguien que aunque murió sigue siendo de los nuestros, nuestro pariente, nuestro familiar. Hay trato con el difunto que nos puede ayudar (en Todos los Santos) y el difunto que necesita nuestra ayuda y oración para purificarse y llegar al Cielo (en Fieles Difuntos), porque la muerte no rompe el trato entre nosotros. El cristianismo lo que añade es que ese trato es de amor, de comunión, y nunca de miedo.

El Halloween mundano y consumista, por el contrario, olvida por completo al difunto real-puesto que eso obligaría a pensar seriamente en el sentido de la vida- y lo sustituye por el difunto ficticio, o sea, el monstruo, el no muerto, el vampiro o el zombie… y procurando no profundizar demasiado en una narrativa (la novela «Drácula», por ejemplo, es demasiado católica para el gusto moderno), pasando rápidamente a la bebida y la diversión.

El Halloween demoníaco
Grupos satánicos, esotéricos y brujeriles en general han heredado de los celtas la idea de que se trata de una noche «poderosa», en la que los rituales obtienen «poder». Es evidente que en otras culturas (africanas o asiáticas) las noches «poderosas» para hacer brujería son otras.La lógica señala, por lo tanto, que no hay ninguna noche más poderosa que otra.

La palabra «poder» no es necesariamente mala. Jesucristo dice a sus discípulos: «recibiréis poder [dynamos, en griego] que viene de lo alto». Se refiere el poder del Espíritu Santo, que llega con el bautismo, y se manifiesta con sus frutos y carismas. Solo se recibe por la generosidad libre de Dios para quien lo pida uniéndose a Él y su Iglesia. No hay forma de pactar, obligar o forzar a Dios para que dé su poder, mientras que la brujería y la magia consisten siempre en intentar engañar o manipular a las «fuerzas» sobrenaturales para obtener algo.

La Iglesia Católica enseña que todo poder que no venga de la naturaleza (estudiado por las leyes de la física, las ciencias naturales, etc…) o que no venga de Dios y sus sacramentos y dones, si es sobrenatural, llega del mundo demoníaco. Incluso si lo demoníaco no llega a manifestarse en un ritual esotérico (a veces planteado como meramente «energético», pero de una energía que la ciencia no mide, porque es sobrenatural) el hecho de estar buscando ese poder sin pasar por Dios es para la Iglesia ya un pecado de superstición... Implica no reconocer a Cristo como Señor y Salvador, es buscar «engañar» o «pactar» con ese otro mundo... algo que, como enseña la leyenda de Jack O´Lantern, suele salir mal.

Un peligro del «Halloween mundano» es que puede llevar al «Halloween esotérico» o demoníaco. El primero anima a «disfrutar al límite en esta noche especial», con un elemento de «arriésgate, asume peligros». El segundo refuerza esa idea: «en esta noche especial, da un paso más, arriésgate a lo sobrenatural y adquirirás poder«.

En ambos casos, no interesan ni los santos ni los difuntos, a menos que creamos que podemos manipularlos con magia para obtener poder. La Iglesia responderá a los brujos que si obtienen algún poder será de origen demoníaco, sólo por un tiempo, engañoso y a precio muy caro como se revelará más adelante. Tratar con lo demoníaco es como tratar con la mafia que asegura protegerte: te engancha y te cobra tarifas brutales.

Alternativas a Halloween
Un punto débil de Halloween es que, al contrario que la fiesta de los Reyes Magos, por ejemplo, no tiene una historia, un cuento, una leyenda, no hay una narrativa fundacional para contar. En España esta función la cumplió mucho tiempo el «Don Juan Tenorio» de Zorrilla, con su historia de un seductor al que se aparece un difunto explicándole lo que espera en la Otra Vida. Lo cierto es que incluso las historias de monstruos y zombies terminan haciendo pensar en el bien y el mal, y eso es subversivo en nuestro mundo de relativismo. Cada vez que se repone una película tan ortodoxa como «El exorcista» hay algo que chirría en la sociedad posmoderna hedonista y comodona.

Muchas actividades de Holywins que se celebran desde hace algunos años consisten en disfrazar a los niños de santos y animarles a conocer la historia de su santo. Una figura histórica real, con una historia que contar, es más poderosa que una mera fiesta de disfraces. Ha habido santos guerreros, princesas, decapitados, mutilados… cualquier cosa que guste a un niño o niña puede encontrar su disfraz de santo adecuado. 

Hay tradiciones cristianas que se mantienen con fuerza. Mucha gente que no va a misa durante el año sí que va en Todos los Santos. En Fieles Difuntos se visitan los cementerios, se ponen flores y a menudo se celebra misa en el cementerio mismo. Los sacerdotes deberían ir allí donde están las personas con inquietudes espirituales, y el 2 de noviembre están en los cementerios. 

Los postres tradicionales (buñuelos de viento, huesos de santo y otros tipos de dulces tradicionales) pueden dar ocasión para hablar en casa de la fiesta. Los hijos pueden acompañar a padres y abuelos en la visita a cementerios.

Al final, lo más subversivo contra el Halloween consumista será hablar de los muertos, de los difuntos, de nuestros seres queridos que ya murieron y de las condiciones en que nos reencontraremos con ellos… eso es algo profundamente instalado en el corazón de cualquier ser humano que ya haya perdido un ser querido. Detenerse un momento y reflexionar sobre eso puede transformar a una persona.           P.J.Ginés

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ENTRE LA TIERRA Y EL CIELO

EL CARDENAL PIACENZA EXPLICA EL JUBILEO DE LA MISERICORDIA:

¿Qué es el Jubileo? ¿Cómo se distingue del celebrado por las comunidades judías en la antigüedad? ¿Por qué el papa Francisco ha convocado el Año Santo Extraordinario sobre el tema de la misericordia? ¿Y qué es la misericordia? ¿Qué significa perdonar los pecados? ¿Quién ha dado a la Iglesia este poder? ¿Y la misericordia interviene también en quien no cree o es fiel a otras religiones? ¿Por qué ha sido elegida la fecha del 8 de diciembre para dar inicio al Jubileo de la Misericordia?

Para responder a estas y otras pregunta ZENIT ha entrevistado al cardenal Mauro Piacenza, Penitenciario Mayor ante el Tribunal de la Penitenciaria Apostólica.

Estamos casi a las puertas del gran Jubileo Extraordinario convocado por el papa Francisco. ¿Podría explicarnos qué es un Año Jubilar?

  •  Cardenal Mauro Piacenza: El Jubileo es un tiempo “apocalíptico” en el sentido etimológico del término; un tiempo de “revelación” de la Realidad verdadera, del nuevo significado y valor que el Cristianismo concede a la vida humana, al “tiempo presente”. En la antigüedad hebrea, el Jubileo consistía en un año, cada cincuenta, inaugurado por el sonido de un cuerno de carnero –en hebreo yobel– y durante el cual se esperaba esta “novedad” de vida, con gestos simbólicos y concretos, como el descanso de la tierra, la restitución de los terrenos confiscados y la liberación de los esclavos. ¡Pero solo en el cristianismo este descanso, esta reconciliación, esta liberación encuentran pleno y definitivo cumplimiento! El cristianismo, de hecho, la llegada de Cristo al mundo y a la historia, el revestirse de nuestra pobre humanidad por parte del Hijo de Dios, concede al mismo tiempo un valor nuevo, un valor infinito. Cada instante, desde que Dios se ha hecho Hombre, ha muerto y resucitado, se ha convertido en “ocasión” de relación con Él, del Encuentro vivo y vivificante con Él, y de la ofrenda a Él de la propia vida. Por tanto, este Año jubilar en el cual nuestro tiempo, entendido en sentido cronológico, viene como “absorbido” en otra unidad de medida, la de la gracia. En el Año jubilar, la Iglesia como Madre amorosa, se esfuerza por multiplicar las “ocasiones de gracia”, sobre todo en lo relacionado con el perdón de los pecados, mediante la confesión sacramental. Para simbolizar este ingreso en un tiempo de gracia especial, se cumple el rito del inicio del Jubileo: la apertura de la Puerta Santa.

El Jubileo dará inicio el 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada. ¿Por qué la elección de esta fecha?

  •  Cardenal Mauro Piacenza: El Papa ha querido esta fecha para celebrar un aniversario particularmente significativo para la historia más reciente de la Iglesia: la conclusión del Concilio Ecuménico Vaticano II. Muchos son los frutos de gracia que el Señor ha donado a través del último encuentro conciliar –si lo piensas, solo como ejemplo, el poderoso reclamo a la santidad para todos los bautizados y el gran florecer de los movimientos eclesiales–, pero muchas son aún las riquezas encerradas en sus textos y que piden ser adecuadamente estudiadas, comprendidas y recibidas en la vida de la Iglesia. En el fondo, especialmente los pontificados de san Juan Pablo II, del santo padre emérito Benedicto XVI y del papa Francisco están atravesados por esta obra de promoción de la correcta recepción de los textos conciliares. Además, esta fecha “mariana” de inicio del Jubileo nos llama a todos a fijar la mirada y el corazón en la Inmaculada, Madre y Modelo de la Iglesia, y pre-redimida, es decir, primera salvada en vista de los futuros méritos de Cristo, desde su concepción. Sabemos que toda la Iglesia, y en ella nuestras mismas vidas, están en sus manos, bajo su protección y de su “omnipotencia suplicante” esperamos todos los dones de gracia hoy más necesarios, para servir a Cristo, el único y verdadero Señor del cosmos y de la historia.

El papa Francisco ha dedicado este Año Jubilar al tema de la misericordia, que, desde el inicio, ha ocupado un papel central en su pontificado. ¿Qué se debe entender con esta palabra, qué es y qué no es la misericordia?

  • Cardenal Mauro Piacenza: Comencemos, como hace santo Tomás, diciendo qué “no es” misericordia. Misericordia no es tolerancia ciega, no es justificación del pecado y, sobre todo, no es un derecho. La misericordia no es tolerancia, en cuanto que no se limita a “sostener” al pecador, dejando que continúe pecando, sino que denuncia abiertamente el pecado, y precisamente así ama al pecador: reconoce que no se trata de su pecado; sino que es más; lleva sus acciones a la luz verdadera, a toda la verdad; y le ofrece, de esta forma, la salvación. La misericordia no justifica el pecado, en virtud de las circunstancias socio-culturales, político-económicas o personales que sean, sino que estima hasta tal punto al hombre, que le pide cuentas de cada una de sus acciones, reconociéndolo así, “responsable” delante de Dios. La misericordia, finalmente, no es un derecho, no puede ser asumida por el solo hecho de existir; eso son los derechos: algo que le corresponde al hombre por el solo hecho de existir. La misericordia, sin embargo, no puede ser asumida ni en lo relacionado con Dios, ni en lo relacionado con la Iglesia, ministra de la divina misericordia. Vamos ahora a lo que es la misericordia propiamente dicha. La misericordia es sobre todo una realidad, viva y verdadera, inmutable y para siempre, que viene al encuentro de la miseria humana, por un misterio de absoluta y divina libertad, y “salva” esta miseria humana no cancelándola o ignorándola ni tampoco olvidándola , sino haciéndose cargo “personalmente”. En las espléndidas celebraciones de Semana Santa que se desarrollan en el sur de España, como también en muchos otros lugares donde la piedad popular es ferviente, cuando el Cristo resucitado es conducido en procesión fuera de la iglesia, del pueblo recogido en oración se eleva a menudo una voz conmovida y de profunda piedad que grita: ¡La misericordia! La misericordia es una Persona, es Cristo. Encarnado, Muerto y Resucitado. Él quiere inculcar en cada hombre una relación personal de verdad y de amor, y todo esto, desde nuestra perspectiva de pobres pecadores, asombrados y sorprendidos, se llama: “misericordia”.
Entrevista al Penitenciario Mayor sobre el Año Santo Extraordinario – Antonio Gaspari
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ORACIÓN AL PADRE PIO

PARA PEDIR LA CURACIÓN DE UN ENFERMO

Asiste desde el cielo a todos los enfermos del mundo;

sostiene a quienes han perdido toda esperanza de curación;

consuela a quienes gritan o lloran por sus tremendos dolores;

protege a quienes no pueden atenderse o

medicarse por falta de recursos materiales o

ignorancia; alienta a quienes no pueden reposar porque deben

trabajar; vigila a quienes buscan en la cama una posición menos

dolorosa; acompaña a quienes ven que la enfermedad frustra sus

proyectos; alumbra a quienes pasan una “noche oscura” y desesperan;

toca los miembros y músculos que han perdido movilidad; ilumina a

quienes ven tambalear su fe y se sienten atacados por dudas que los

atormentan; apacigua a quienes se impacientan viendo que no mejoran;

calma a quienes se estremecen por dolores y calambres; concede

paciencia, humildad y constancia a quienes se rehabilitan; devuelve

la paz y la alegría a quienes se llenaron de angustia; disminuye los

padecimientos de los más débiles y ancianos; vela junto al lecho de

los que perdieron el conocimiento; guía a los moribundos al gozo

eterno; conduce a los que más lo necesitan al encuentro con Dios;

bendice abundantemente a quienes los asisten en su dolor, los

consuelan en su angustia y los protegen con caridad.

Amén

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SILOS Y SU CIPRÉS

Este ciprés, considerado el símbolo vivo del castellano, fue plantado por monjes franceses. Los restauradores galos del monasterio que, abandonado tras la Desamortización de 1836, fue recuperado de la ruina en 1880 por benedictinos del monasterio de Solesmes, en la región del Loira, los mismos que trajeron a España el canto gregoriano.

Enhiesto surtidor de sombra y sueño

que acongojas el cielo con tu lanza.

Chorro que a las estrellas casi alcanza

devanado a sí mismo en loco empeño.

Mástil de soledad, prodigio isleño,

flecha de fe, saeta de esperanza.

Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,

peregrina al azar, mi alma sin dueño.

Cuando te vi señero, dulce, firme,

qué ansiedades sentí de diluirme

y ascender como tú, vuelto en cristales,

como tú, negra torre de arduos filos,

ejemplo de delirios verticales,

mudo ciprés en el fervor de Silos.

Este soneto inmortal nació el 4 de julio de 1924, cuando el escritor cántabro Gerardo Diego (Santander, 1896 – Madrid, 1987) llegó al monasterio de Santo Domingo de Silos  en el viejo automóvil Ford de su amigo Mariano Granados para pasar una noche en la hospedería monacal. Al despedirse de los monjes dejó escrito en el libro de visitas, como original dedicatoria, el famoso poema que esa misma noche había compuesto en su celda. Durante mucho tiempo no existió más copia que esa. Años más tarde volverá al monasterio y compondrá un nuevo soneto menos conocido, “Primavera en Silos”, completando en 1936 su trilogía silense con otro poema, esta vez “Ausente”.

En la época en que se compuso el famoso soneto, el ciprés tenía tres hermanos olvidados, plantados uno en cada esquina del claustro. Cuando llegó Gerardo Diego dos habían sido recortados en forma de pequeños conos y el tercero “se había quedado muy chiquito y desparramado”, me explicó un día el abad Clemente Serna. Pronto los cipreses más pequeños desaparecieron. Sólo ha sobrevivido el situado en la zona con más luz, de una belleza única.                                                                                         Comentario de C.J.Palacios

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XXX DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO – 25 de Octubre

            “ÁNIMO, LEVÁNTATE, QUE TE LLAMA”

       (MARCOS 10, 46-52)

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo (el hijo de Timeo) estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: Hijo de David, ten compasión de mí. Muchos le regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: Hijo de David, ten compasión de mí. Jesús se detuvo y dijo: Llamadlo. Llamaron al ciego diciéndole: Ánimo, levántate, que te llama.

Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: ¿Qué quieres que haga por ti? El ciego le contestó: Maestro que pueda ver. Jesús le dijo: Anda, tu fe te ha curado. Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.

“Curarnos de la ceguera”

¿Qué podemos hacer cuando la fe se va apagando en nuestro corazón? ¿Es posible reaccionar? ¿Podemos salir de la indiferencia? No es difícil reconocernos en la figura de Bartimeo. Vivimos a veces como «ciegos», sin ojos para mirar la vida como la miraba Jesús, y «sentados», sin fuerza para seguir sus pasos. Necesitamos suplicar al Maestro –como Bartimeo—que nos dé la vista para seguir caminando…Y con la mirada puesta en el amor y en la felicidad de los hermanos y hermanas. Cuando uno comienza a ver las cosas de manera nueva, su vida se transforma. Vayamos, pues, detrás de Jesús, gritando de alegría, porque nos ha dado la vista de la fe.

 Citas para reflexionar

  • «Nuestro esfuerzo abre la puerta al Espíritu, pero es Él quien salva» Papa Francisco
  • «Las familias deben ser la vanguardia de la evangelización» Cardenal Ruini
  • «Los santos son los que cambian este mundo y realizan la gran revolución que este necesita» Mons. Osoro
  • «Los  gitanos nos abrimos con más facilidad a la fe que a las razones de este mundo» Belén Carreras
  • «El amor de Dios no ha de ser fabricado en nuestra imaginación, sino probado por obras.» Santa Teresa de Jesús

Efemérides y noticias

  • Todavía no se sabe si el documento final del Sínodo, una vez aprobado, será dado a conocer o si el Papa Francisco decidirá mantenerlo para sí. Tampoco es claro si habrá una exhortación apostólica postsinodal. La decisión la tiene el Papa.
  • El Papa Francisco el pasado día 18 canonizó a  Madre María de la Purísima de la Cruz, Luis y Celia Martin, padres de Santa Teresita del Niño  Jesús, y el sacerdote italiano Vincenzo Gross. Ellos sabían muy bien que para la santidad se precisan dos cosas: la gracia de Dios y la buena voluntad.
  • La Santa Sede ha presentado el programa del Papa a África del 25 al 30 de noviembre. También se ha confirmado que el Papa viajará a México probablemente en el primer semestre de 2016.
  • El  PSOE quiere eliminar la religión de las aulas. Los obispos responden que la asignatura es parte de “un currículum que va a la par que el resto de los saberes”, es obligatoria para los colegios pero opcional para los alumnos.
  • El Tribunal Superior  de Justicia de Asturias avala la clase de Religión en Secundaria y en primero y segundo de Bachillerato.
  • El arzobispo de Burgos confirmó la próxima beatificación en la archidiócesis del sacerdote burgalés Valentín Palencia y cuatro jóvenes asesinados por su fe en los años 30.
  •  La Unos 400 gitanos de toda España peregrinan a Roma para encontrarse con el Papa en el 50 aniversario del encuentro que hubo con Pablo VI.

ORACIÓN: NO PASES DE LARGO, SEÑOR JESÚS

Que temo quedarme en la oscuridad,

Sabiendo como sé que Tú eres Luz de Luz

Dios de Dios, Dios verdadero según el Credo.

Necesito que te detengas, Señor;

¿Te detendrás, Señor?

Gritaré, como el ciego, para que me escuches

Insistiré, como él, para que me atiendas.

Acércate y, pronto sabrás, que soy un pobre hombre

Que, creyendo ver, me falta descubrir lo más importante

Que, creyendo amar, lo hago a mi manera.

Por eso, como Bartimeo, Señor, te digo:

¡TEN COMPASION DE MI!

Halloween, ¿Lo debe celebrar un cristiano? 

 

Las fiestas que celebramos reflejan quiénes somos e influyen en nuestros valores. Desgraciadamente muchos cristianos han olvidado el testimonio de los santos y la importancia de rezar por los muertos y se dejan llevar por costumbres paganas para festejar con brujas y fantasmas.

«Halloween» significa (All hallow´s eve), del inglés antiguo, all hallows eve, o Víspera Santa, pues se refiere a la noche del 31 de octubre, víspera de la Fiesta de Todos los Santos. La fantasía anglosajona, sin embargo, le ha robado su sentido religioso para celebrar en su lugar la noche del terror, de las brujas y los fantasmas. Halloween marca un triste retorno al antiguo paganismo, tendencia que se ha propagado también entre los pueblos hispanos.

Ya desde el siglo VI antes de Cristo los celtas del norte de Europa celebraban el fin del año con la fiesta de Samhein (o La Samon), fiesta del sol que comenzaba la noche del 31 de octubre. Marcaba el fin del verano y de las cosechas. Creían que aquella noche el dios de la muerte permitía a los muertos volver a la tierra fomentando un ambiente de muerte y terror. Según la religión celta, las almas de algunos difuntos estaban atrapadas dentro de animales feroces y podían ser liberadas ofreciéndole a los dioses sacrificios de toda índole, incluso sacrificios humanos. Sin duda Samhein no es otro sino el mismo demonio que en todas las épocas busca implantar la cultura de la muerte. Aquellos desafortunados también creían que esa noche los espíritus malignos, fantasmas y otros monstruos salían libremente para aterrorizar a los hombres. Para aplacarlos y protegerse se hacían grandes hogueras.

Al no conocer al verdadero Dios vivían aterrorizados ante las fuerzas de la naturaleza y las realidades del sufrimiento y la muerte. Cuando los pueblos celtas se cristianizaron, no todos renunciaron a las costumbres paganas.

La coincidencia cronológica de la fiesta pagana con la fiesta cristiana de Todos los Santos y la de los difuntos, que es el día siguiente, hizo que algunos las mezclaran. Es lamentable que, con el pretexto de la curiosidad o de solo pasar el tiempo, no son pocos los cristianos que juegan con las artes del maligno.

Como católicos, profesamos que solo Jesucristo nos libera de la muerte. Solo Él es la luz que brilla en la oscuridad de los largos inviernos espirituales del hombre. Solo Él nos protege de la monstruosidad de Satanás y los demonios. Solo Él le da sentido al sufrimiento con su Cruz. Solo Él es vencedor sobre el horror y la muerte. Solo Dios basta para quién ha recibido la gracia y vive como discípulo de Cristo. Ante Cristo la cultura de la muerte cede el paso al amor y la vida. Debemos  retornar a la verdadera celebración del Día de los Santos y a la riqueza del festejo del Día de los Difuntos.

Publicado en Devociones, Liturgia, Reflexiones | Etiquetado | Comentarios desactivados en XXX DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO – 25 de Octubre