COMO SER UN APÓSTOL -9 CARACTERÍSTICAS

El Papa Francisco, haciendo eco de la gran necesidad de mantener ese fervor evangelizador, hace unos años nos regaló la “Evangelii Gaudium”, una exhortación apostólica sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual. El capítulo final de este texto es titulado: “Evangelizadores con Espíritu”, donde más que recomendaciones metodológicas sobre cómo salir a evangelizar, nos da ideas para mantener vivo el espíritu misionero, ese que experimentaron los apóstoles después de Pentecostés. 

1. Arde en su corazón el fuego del Espíritu
Son evangelizadores que se abren sin temor a la acción del Espíritu Santo, son esos que ya no cuentan con sus propias planificaciones, métodos y recursos, sino que comprenden que esto va más allá de ellos mismos. Un Evangelizador con Espíritu no es simplemente un funcionario voluntario de la Iglesia que cumple las tareas que le son asignadas como una carga o una responsabilidad. Más bien, arde en su corazón el fuego del Espíritu y no puede contener su fuerza, que lo mueve a comunicar la buena noticia.

“En Pentecostés, el Espíritu Santo hace salir de sí mismos a los apóstoles y los transforma en anunciadores de las grandezas de Dios que cada uno comienza a entender en su propia lengua… Les infunde la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar incluso a contracorriente” (EG 259).

2. Rezar y trabajar (Regla de San Benito)
Ora y trabaja. Se dedica a lo pastoral y a lo espiritual reconociendo que ninguna de las dos cosas es más importante que la otra: que las propuestas místicas sin un fuerte arraigo espiritual se quedan en lo teórico y que los discursos y prácticas misioneras sin una fuerte vida de oración y espiritualidad se quedan vacías y se disuelven en mero voluntarismo.

“Estas propuestas parciales y desintegradoras solo llegan a grupos reducidos y no tienen fuerza de amplia penetración, porque mutilan el Evangelio” (EG 262).

3. Enamorado del Amor de los Amores
Es movido por el encuentro personal con Jesús. No hay ideologías, catequesis, mensajes motivadores, cartas papales ni retiros espirituales que lo hagan a uno un evangelizador con Espíritu. Siempre es una experiencia personal de encuentro con el Resucitado. “La primera motivación para evangelizar es el amor de Jesús que hemos recibido” (EG 264).

Esa experiencia es la que busca salir de nosotros y quiere ser compartida con otros, siente un deseo de ser comunicada y mueve nuestros “quereres y voluntades” para convertirnos en agentes evangelizadores. Por eso es necesario clamar a diario para que Jesús siempre nos mantenga enamorados, que vuelva a encantarnos y cautivarnos, y al mismo tiempo, nosotros disponer nuestro corazón para dejarnos enamorar y conquistar por el Amor de los amores, ese que pide ser compartido con otros.

4. Cree que su misión es relevante para los demás
“El misionero está convencido de que existe ya en las personas y en los pueblos, por la acción del Espíritu, una espera, aunque sea inconsciente, por conocer la verdad sobre Dios, sobre el hombre… El entusiasmo por anunciar a Cristo deriva de la convicción de responder a esa esperanza” (EG 265).

Aunque a veces perdamos el entusiasmo por sentir que somos sembradores que tiran la semilla entre piedras, espinos o se las comen los pájaros a la orilla del camino, guardamos en nuestro corazón la esperanza de que aquello que es nuestro tesoro es también valioso para los demás, incluso aunque no lo sepan. Es importante mantener esta esperanza, creer que aquello que cambió nuestra propia vida cambiará también la de todo el mundo. “Una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, no convence a nadie” (EG 266).

5. Le gusta estar cerca de la gente
No se entiende un evangelizador en una oficina, metido en papeles y trámites, que se sienta incómodo con la gente, con la calle, con el ruido. A modo de testimonio personal he visto cómo amigos míos, matrimonios jóvenes con niños pequeños, han ido dejando de participar en actividades pastorales porque no eran bienvenidos con el ruido y el desorden propio de los pequeños; veo como jóvenes no encuentran espacios de desarrollo más allá que el voluntariado, mover bancas, disfrazarse de algo para el Vía Crucis o el Pesebre y ser útiles, mas no valiosos; cómo adultos de edad media no encuentran espacios acorde a sus necesidades y desafíos, sino que solo hay espacio para servir, no para ser oveja; y cómo los pobres y sencillos son solo objeto de caridad, pero pocas veces de vida espiritual y mucho menos se les abre la puerta para servir y ofrecer sus dones.

“Para ser evangelizadores de alma también hace falta desarrollar el gusto espiritual de estar cerca de la vida de la gente, hasta el punto de descubrir que eso es fuente de un gozo superior. La misión es una pasión por Jesús, pero, al mismo tiempo una pasión por su pueblo” (EG 268).

6. Es un buen comunicador
No se trata de técnicas ni estrategias comunicativas planificadas y preparadas de antemano, se trata de una actitud, de una forma de acercarse a los demás, esa forma que vive la Iglesia primitiva. Solo puede ser misionero alguien que se sienta bien buscando el bien de los demás, deseando la felicidad de los otros.

“Se nos invita a dar razón de nuestra esperanza, pero no como enemigos que señalan y condenan. Se nos advierte muy claramente “Hacedlo con dulzura y respeto” (1 Pe 3, 16), y “en lo posible y en cuanto a vosotros dependa, en paz con todos los hombres” (Rm 12, 18)… Sin pretender aparecer como superiores, sino “considerando a los demás como superiores a uno mismo” (Flp 2, 3). De hecho, los Apóstoles del Señor gozaban de “la simpatía de todo el pueblo” (Hch 2,47; 4, 21.33)” (EG 271).

7. No cae preso del pesimismo
“Algunas personas no se entregan a la misión, pues creen que nada puede cambiar y entonces es inútil esforzarse. Piensan así: “¿Para qué me voy a privar de mis comodidades y placeres si no voy a ver ningún resultado importante?”. Con esa actitud se vuelve imposible ser misionero” (EG 275).

El testimonio de los discípulos luego de Pentecostés nos relata que ellos tenían todo en contra para lograr sus objetivos misioneros, pero sabemos que en cuanto salieron a predicar: “El Señor colaboraba con ellos y confirmaba la Palabra” (Mc, 16, 20), y eso debe ser lo que nos anima, aun cuando los frutos esperados no sean visibles.

“A veces nos parece que nuestra tarea no ha logrado ningún resultado, pero la misión no es un negocio ni un proyecto empresarial, no es tampoco una organización humanitaria, no es un espectáculo para contar cuánta gente asistió gracias a nuestra propaganda” (EG 279). Es mucho más que eso y las estadísticas nunca lograrán medir cuánto ha cambiado una vida, nunca podrán cuantificar lo que experimenta una persona al sentirse perdonada, con esperanza o abrazada con misericordia.

8. Confía en la acción del Espíritu Santo
Un evangelizador así reconoce que depende de la acción del Espíritu en su tarea misionera y tiene una decidida y voluntaria confianza en Él, porque “Él viene en ayuda de nuestra debilidad” (Rm 8, 26) cuando la tarea se pone cuesta arriba.

Cuando se confía en la acción del Espíritu Santo “no hay mayor libertad que la de dejarse llevar por el Espíritu, renunciar a calcularlo y controlarlo todo, y permitir que Él nos ilumine, nos guíe, nos oriente y nos impulse hacia donde Él quiera. Él sabe bien qué hace falta en cada época y en cada momento. ¡Esto se llama ser misteriosamente fecundos!” (EG 280).

9. Va de la mano de María
“Con el Espíritu Santo, en medio del pueblo siempre está María. Ella reunía a los discípulos para invocarlo (Hch 1,14), y así hizo posible la explosión misionera que se produjo en Pentecostés. Ella es Madre de la Iglesia evangelizadora y sin ella no terminamos de comprender el espíritu de la nueva evangelización” (EG 284).

No se trata solo de llevar el rosario en la mano y recitar un par de “Avemarías” antes de salir a tocar puertas, sino que se trata de estar con ella, recibirla como Madre y que en nuestro camino personal y comunitario, su compañía nos vaya educando para relacionarnos con el Espíritu Santo como ella lo hacía a ser portadores de La Buena Noticia de Jesús, tal como lo hizo ella.

 

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SAN ANDRÉS -30 de Noviembre

St Andrew the Apostle - Bulgarian icon.jpg«DICHOSO EL MES QUE COMIENZA CON LOS SANTOS Y TERMINA CON SAN ANDRÉS»

«El primero de los discípulos en los que Cristo fijó su mirada. Un audaz apóstol que comenzó conduciendo a su hermano Pedro ante la presencia del Redentor. Considerado por tradición fundador del patriarcado de Constantinopla»

A este apóstol oriundo de Betsaida, que antes de conocer a Cristo ya se había dejado llevar por esa voz interior que le instaba a buscar lo máximo, no le costó reconocer dónde se hallaba esa alta cota que perseguía. Y es que no era un neófito en el seguimiento. No había acallado la inquietud que le indujo a seguir a Juan Bautista, y como discípulo suyo continuaba alentando su afán por crecer en ese gran amor trenzado de apremio, de urgencia en la conversión, de búsqueda incesante de la penitencia, que el precursor predicaba. Cuando estos sentimientos arraigan en el interior tienden a desarrollarse de forma imparable.

Mateo y Marcos dicen que su encuentro con Cristo se produjo en las orillas del lago Tiberíades, cuando se hallaba entre sus aperos de pesca junto a su hermano Pedro; Él los llamó convirtiéndoles en «pescadores de hombres». Juan, en cambio, señala a Andrés como el primer discípulo en el que se fijó el Redentor. Aquél día que Jesús volvía victorioso del desierto habiendo dejando desarmado al maligno, y se cruzó con el grupo presidido por el Bautista, Andrés tenía la sensibilidad precisa para percibir la trascendencia encerrada en las palabras que aquél pronunció señalando al Redentor como «Cordero de Dios». Para otros, que también escucharían este mismo calificativo que Juan le había dado el día anterior, no debieron significar nada. El evangelio únicamente reseña el impacto que causó en Andrés y en otro de los testigos del hecho –que tal vez después no prosiguió ya que no existen otros datos en el texto sagrado que permitan identificarle– mostrando que tuvieron la impronta de acercarse a Jesús.

Es una escena bellísima que permite imaginar el latido de estos corazones que desde el principio creyeron estar en presencia del Mesías. Cuando Él volvió su rostro hacia ellos para inquirir: «¿Qué buscáis?», propósito que conocía, aunque daba ese espacio a su libertad para que se explicaran, cómo expresarían su emoción. Iluminados por la certeza de tan excelso encuentro, simplemente preguntaron: «Maestro, ¿dónde habitas?», sin atisbo de curiosidad. Ya le amaban tanto, que de antemano estaban dispuestos a ir en pos de Él a cualquier lugar que hubiera señalado. De hecho, es lo que hicieron dejando a Juan antes de que Jesús se dirigiera a ellos. Con qué gozo acogerían su invitación: «Venid y lo veréis». Juan informa que «vieron donde moraba y se quedaron con Él» precisando la hora: «como las 4 de la tarde». Cuando algo así sucede, cambiando la vida, el momento exacto no se olvida.

Este es el seguimiento. Fue la conducta que tuvieron otros discípulos: Santiago, Mateo, Juan, Pedro… No se ponen condiciones; no se sopesan los riesgos que una decisión tal puede conllevar, no se encierra la voluntad con candados, no hay cálculo de por medio. Si así fuera no estaríamos hablando de ese amor incomparable y seductor que es capaz de destruir toda prudencia humana, ya que ésta, en realidad, cuando impregna la respuesta que debe darse a Cristo, no esconde más que el egoísmo. Lo único que se aprecia en todos los que han recibido este don de la fe, y han acogido esta gracia, es una disponibilidad previa a compartirlo todo con Cristo.

Andrés orientó sus pasos hacia Él y comenzó su vida apostólica. Era un intrépido evangelizador que en cuanto se encontró con Pedro le dio la gran noticia: «Hemos hallado al Mesías», y raudo lo condujo ante su presencia; es la actitud que procede en todo el que pone en el centro de su vida a Dios. Después, los derroteros de la divina Providencia hicieron que Pedro recibiese de Jesús la altísima responsabilidad de guiar a su Iglesia. Y Andrés, desde una fecunda retaguardia, continuaba alentando a la gente a seguir al Maestro, atento a las vicisitudes que se presentaban, como ese instante previo a la multiplicación de los panes y de los peces, en el que apreció las escasas viandas que poseía un muchacho para poder alimentar a la multitud que se congregaba en torno a Jesús, lo que pone de manifiesto su estado de oración.

Pero el inquieto Andrés era agudo y audaz, rasgos que compartía con otros discípulos. Cuando se hallaba con su hermano Pedro, junto a Santiago y a Juan, quiso saber, igual que ellos, cómo podrían identificar ese momento en el que se cumpliría el vaticinio de Cristo aludiendo a la destrucción de los pilares que sostenían el templo. Por tanto, vivió en primera persona el discurso pronunciado por Él y se nutrió nuevamente con la excelsa pedagogía del Maestro que les instó a vivir en un estado vigilante, como tantas veces aconsejó a lo largo de su vida pública. Las preguntas inducidas por religiosa inquietud reciben inmediata respuesta por parte de Dios.

Aún hubo otro tercer instante significativo que el evangelio reseña, situando a Andrés al lado de Felipe en el escenario de la fiesta de la Pascua que iba a celebrarse en Jerusalén. En esa ocasión el cometido era asistir en su labor apostólica a Jesús, que se dirigía a ciudadanos griegos. Ambos recibieron esta impactante noticia que Él les dio y a la que no hallaron su verdadero significado en ese momento: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. En verdad, en verdad os digo: si el grano de trino no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere da mucho fruto». 

Andrés se encontraba también en Pentecostés junto a todos los discípulos que se hallaban reunidos ese día. Después, la tradición lo sitúa evangelizando a los griegos. Entre ellos gozó de tal preeminencia que se le ha considerado fundador del patriarcado de Constantinopla. Un apócrifo denominado la «Pasión de Andrés», datado a principios del siglo IV, narra su cruento martirio en Patrás donde sería crucificado el 30 de noviembre del año 63 d.C., en una cruz elegida por él, como hizo su hermano Pedro, para que fuese distinta de la que asignaron al Redentor. Le ajusticiaron en una con forma de aspa. Es un apóstol muy venerado en Oriente y en Occidente.

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BEATO BERNARDO FRANCISCO HOYOS – 29 de Noviembre

«Joven jesuita español. Su breve existencia se caracterizó por una intensa vida mística. Fue agraciado con numerosos favores sobrenaturales. Es el impulsor del culto al Sagrado Corazón de Jesús que extendió en España y América»

Este místico nació el 20 de agosto de 1711 en Torrelobatón, Valladolid. Y en esta región española situada en el corazón de Castilla discurrió su breve existencia. Cuando el jesuita Juan de Loyola publicó su biografía en 1735, emergió con luz propia la intensísima experiencia de amor al Sagrado Corazón de Jesús que había jalonado su vida. No obstante, en esa fecha ya era sobradamente conocido por haber extendido esta devoción en España y en América, secundando en esta acción a la que venían realizando en Francia los santos Margarita María de Alacoque, y su director espiritual, Claudio de la Colombière.

Tuvo la fortuna de contar con unos padres piadosos que le legaron el preciado patrimonio de su fe, le pusieron bajo el amparo de san Francisco Javier y le alentaron en su vocación religiosa. Desde los 9 años y hasta su temprana muerte siempre estuvo con los jesuitas. Con ellos estudió en varias localidades vallisoletanas y se integró en la Compañía a los 14 años, época en la que ya experimentaba favores celestiales. Éste fue uno de los rasgos preponderantes de su existencia, agraciada con una profunda y singular vida interior que recuerda a la de los grandes místicos como Teresa de Jesús y Juan de la Cruz. Una de esas personas cuyo acontecer no parece encerrar grandes misterios, sencilla, inocente, devota de la Virgen María, diligente en la obediencia, dócil a las indicaciones recibidas, con los brazos tendidos siempre a Dios en espíritu de ofrenda, guiado por el santo temor que le precavía de cualquier falta que pudiera ofenderle. Un apóstol que se afligía por las almas que vivían alejadas del amor divino y por las que estaba dispuesto a entregarse: «Se me parte el corazón de dolor, cuando considero hay quien ofenda a mi Dios; y diera mil vidas para sacar una alma de pecado».

El maligno intentó por distintas vías socavar su bondad, y al joven no le faltaron sus zarpazos externos e internos. Atentados contra su vida espiritual a mansalva y agresiones físicas. Quería sembrar en su ánimo la duda haciéndole creer en su impiedad: «¿Dónde va el deshonesto, el soberbio, el blasfemo? Apártese, que, si llega, será luego confundido en el profundo del infierno». Confiaba a su director espiritual el inmenso sufrimiento en el que vivía: «Esta carta va regada con lágrimas que brotan de mis ojos; y me parece que soy la criatura más infeliz que de mujeres ha nacido». Pero era un elegido de Dios y, con su gracia, lo superó todo. Tenía muy presente esta máxima de Santa Teresa: «Sólo se puede seguir o que Dios sea alabado o yo despreciado: de todo me consuelo».

En su biografía hallamos claramente expresado el instante concreto que marcó lo que iba a ser su misión en honor del Sagrado Corazón de Jesús. No cabe tomar como coincidencia sino como algo providencial lo que le sucedió a los 21 años mientras cursaba teología en Valladolid. Y así lo reconoció él mismo más tarde. Un amigo sacerdote y profesor, algo mayor que él, le pidió el favor de que tomase de la biblioteca el texto  «De cultu Sacratissimi Cordis Iesu», escrito por el padre José de Gallifet, y copiase algunos fragmentos que precisaba para preparar un sermón que tenía encomendado. La lectura de esta obra dedicada a la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, y de la que Bernardo no tenía noción alguna, le produjo una conmoción interior inenarrable. En ese mismo momento hizo ofrenda de su vida ante el Sagrario prometiendo que se dedicaría por entero a extender este culto. Al día siguiente a través de una locución divina supo que era elegido para esta misión: «Yo, envuelto en confusión renové la oferta del día antes, aunque quedé algo turbado, viendo la improporción del instrumento y no ver medio para ello». Esa misma jornada durante la oración vivió otro hecho singular. Se le mostró el Sagrado Corazón «todo abrasado en amor, y condolido de lo poco que se le ama. Repitióme la elección que había hecho de este su indigno siervo para adelantar su culto, y sosegó aquel generillo de turbación que dije, dándome a entender que yo dejase obrar a su providencia, que ella me guiaría…». En otra visión el arcángel san Miguel le aseguró su asistencia para llevar a cabo esta misión.

Hacia los 19 años su ascenso espiritual había sido coronado con el «desposorio místico». Los favores sobrenaturales se sucedían unidos a la experiencia de la purificación. En ella se incluía la aludida insidia del maligno, y sus mezquinos intentos de engañarle mediante falsas locuciones y apariciones. Entre tanto, promovía una intensa cruzada a favor del Sagrado Corazón de Jesús en la que implicó a religiosos, comenzando por su propia comunidad. Dirigió cartas a prelados y miembros de la realeza, imprimió estampas, y logró que el pontífice señalara esta fiesta para España. En una de las locuciones Cristo le había asegurado que reinaría en «España, y con más veneración que en otras muchas partes». Hay que decir que el arzobispo de Burgos le apoyó en esta misión desde un primer momento, y ello propició el florecimiento de congregaciones del Corazón de Jesús y la realización de numerosas novenas que acrecentaban la veneración de las gentes.

A través de los jesuitas que se hallaban en América también allí llegaron los ecos de esta cruzada emprendida por Bernardo y de la que únicamente pudo apartarle su muerte. Ésta se produjo en Valladolid el 29 de noviembre de 1735 como consecuencia del tifus. Tenía 24 años y había sido ordenado sacerdote en enero de ese mismo año. Fue beatificado en Valladolid el 18 de abril de 2010.

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XXXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO -CICLO A- 26 de Noviembre

JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO, SOLEMNIDAD

«NO COMPARTIR ME IMPEDIRÁ VERTE…»

SANTO EVANGELIO  (Mateo 25, 31 – 46) 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones.

Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: «Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme». Entonces los justos le contestarán:

«Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?» Y el rey les dirá: «En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos, más pequeños conmigo lo hicisteis». Entonces dirá a los de su izquierda: «Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. Entonces también estos contestarán: «Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?» Él les replicará: «En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo». Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna».

Palabra del Señor  

“CRISTO QUIERE REINAR”

Cristo sólo una vez aceptó la corona, el cetro y el manto, y eso porque el manto era un trapo viejo, el cetro una caña rota y la corona era de espinas. “Aquí tenéis a vuestro rey”. El verdadero reinado Cristo lo quiere instaurar en la conciencia, en el corazón y en la vida de todo hombre. Cristo quiere reinar en cada:

Familia y poner su reinado de amor y paz, desterrando toda pelea, divisiones y egoísmo.

Joven y poner su reinado de pureza y alegría, desterrando toda miseria y desenfreno moral.

Comunidad eclesial  y poner su reinado de unión, desterrando envidias, pujas, murmuraciones y ansias de protagonismo. 

Obispo, sacerdote, diácono y poner su reinado de servicio humilde, desterrando todo autoritarismo, ansias de carrerismo y ambiciones.

Laico, aunque sea incrédulo, ateo, agnóstico.

Hospital y poner paciencia, alivio e interés por el enfermo.

Nación, instaurando su libertad en este mundo que quiere enarbolar la bandera del liberalismo.

¿Dejaremos reinar a Cristo en nuestra vida o preferimos ser nosotros rey de nuestras decisiones?

 Citas para reflexionar:

  • «Que la sonrisa simple y pura de María sea fuente de alegría para todos nosotros ante las dificultades de la vida». Papa Francisco
  • «El sentido más verdadero y profundo de la vida es un don que se realiza al darse» San Juan Pablo II
  • «El mundo nunca ha necesitado más el testimonio claro y valiente de la Iglesia». Cardenal Burke
  • «Cuando el amor es rey, no necesita palacio». José Narosky
  • «Ningún hombre se conoce mientras no se haya encontrado con Dios». Beato Óscar Romero

Efemérides y noticias:

  • El Papa criticó duramente las “colonizaciones culturales e ideológicas” son una blasfemia, pues pretenden cancelar las diferencias y hacer todo igual.
  • El Papa confirmará a los católicos de Bangladesh en su fe, visitará el país del 30 de Nov. al 2 de Diciembre.
  • La Conferencia Episcopal Española apoya el restablecimiento del orden constitucional en Cataluña.
  • En la India han sido abortadas 12 millones de niñas.
  • El spot de la lotería de navidad de Amenabar, sin referencias religiosas pero con una extraterrestre.
  • Más de 50.000 firmas recogidas contra la multa de la Junta de Andalucía a las monjas del convento Santa Inés de Sevilla, por restaurar el órgano.
  • Presentan el programa del Congreso Internacional sobre cultura Mozárabe que tendrá lugar en Córdoba.
  • Este 26 de noviembre se celebra el Día de las Personas sin Hogar, “Somos personas, tenemos derechos. Nadie sin hogar”.40000 personas viven en España sin hogar, familia ni amigos. Son 25 años de su instauración y Cáritas Diocesana se une a ella.
  • El sábado 25 fue el “Día internacional contra la violencia de género”.

AGUA BENDITA

El agua bendita puede incitar la piedad, hacer huir al demonio e incluso provocar la salud corporal. El agua bendita, como los aceites sagrados, las medallas benditas, las ramas de olivo y las palmas bendecidas… y la señal de la cruz, es un sacramental. Es mucho más poderosa de lo que pensamos: recordemos el famoso pasaje escrito por Santa Teresa de Jesús, Doctora de la Iglesia, en el que relata que el diablo una vez se le apareció: «Me llamó la atención con gran temor y me bendije lo mejor que pude; desapareció, pero regresó de inmediato… No sabía qué hacer. Había allí agua bendita, y la arrojé en esa dirección; nunca más regresó… no hay nada de lo que los demonios huyan más, sin regresar, que el agua bendita».

Es prudente y también una buena costumbre guardar agua bendita en el hogar, benditero en el dormitorio,  usarla cuando nos levantemos por la mañana y cuando vayamos a la cama: «Cuando amanezca, ¿quién dirá qué traerá consigo?», nos preguntamos solemnemente, recordaremos también que «Satanás planta la ruina» al alma del hombre «particularmente durante la noche».

ORACIÓN: TE QUIERO, MI REY 

Porque me hablas desde el amor y con amor

cuando más te necesito.

Porque, ante la mentira que me confunde,

te muestras con la claridad de la verdad

Porque esperas con paciencia,

mi retorno después de la traición.

Porque, en morada donde habitas,

nos  aguardas rebosante de perdón

Porque amaste hasta extenuarte en una cruz

y, como Rey que sirve,

desde ese trono de madera

prodigaste misericordia a raudales

Amén

“EL PERRO Y EL CONEJO”

Un padre de familia compró un conejito para sus hijos. Los hijos del vecino pidieron también a sus padres una mascota y les compraron un perro pastor alemán. -Temo que tu perro un día vaya a comerse mi conejo – dice al vecino.

-¡De ninguna manera! mi pastor es cachorro. Van a crecer juntos, harán amistad.  Era normal ver al conejo en el jardín del cachorro y vice-versa. Crecieron juntos y fueron amigos. Un día el dueño del conejo fue a pasar el fin de semana a la playa con la familia. Este mismo día los dueños del cachorro estaban merendando y entró su pastor alemán a la cocina. El perro, traía al conejo entre los dientes, sucio de tierra y muerto. Llenos de indignación casi mataron al perro de tanto golpearlo. El perro se quedó aullando afuera y lamiéndose las heridas. Dijeron: vamos a lavar al conejo, y lo colocamos en su casita. Y así hicieron, hasta lo perfumaron. ¡Parece vivo! Llegaron los vecinos y oyeron los gritos de los niños. Al momento el vecino llegó asustado, parecía que había visto a un fantasma. -¡El conejo, el conejo!…Murió el viernes, el día antes de irnos a la playa. Mis niños lo enterraron en el fondo del jardín y ahora apareció! El personaje de esta historia es el perro. Después de mucho buscar, desde el viernes, al conejo, su amigo de infancia,  lo encontró muerto y enterrado. Probablemente con el corazón partido, desenterró al amigo y fue a mostrárselo a sus dueños, imaginando que podrían hacerlo resucitar.

REFLEXIÓN:¿Cuántas veces no hemos perdido un objeto y se enciende súbitamente la lucecita roja de la alarma, poniendo en entredicho a los colaboradores más directos? Pero, poco después, lo que parecía un robo sólo ha sido un olvido. ¿Cuántas veces hemos criticado a alguna persona que no nos ha saludado, sin que la otra tuviera conciencia de habernos visto? ¿Cuántas personas han sido encerradas erróneamente en prisión o incluso condenadas a muerte? Diariamente convivimos con malentendidos que pueden desestabilizar nuestra vida. Tendemos a juzgar los hechos sin antes verificar cómo ocurrieron. «Leemos mal lo que pasa en el mundo y después decimos que el mundo nos engaña» (Rabindranath Tagore). ¿Cuántas veces sacamos conclusiones equivocadas de las cosas, causamos un sufrimiento a los demás y nos sentimos los dueños de la verdad? Si de verdad queremos el bien de las personas, debemos de abandonar los  malentendidos y prejuicios que nos atenazan para rehacer la confianza de los unos hacia los otros. Sólo es posible si somos capaces de creer que:

  • No tenemos toda la razón y podemos aprender de los errores y los fracasos.
  • Los que no ven las cosas como yo, tienen una historia diferente de la mía, también son depositarios de buenas semillas y pueden aportar una ayuda complementaria e indispensable.
  • Vale la pena ponerse al servicio del bien común sin intereses y desde la gratuidad. Jesús aún va más allá: «vosotros sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo que vivís? (Lucas 12,56)

José Perich y A. Bautista

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BEATA ENRICHETTA ALFIERI – 23 de Noviembre

Blessed Enrichetta Alfieri

«Sanada milagrosamente por la Virgen de Lourdes de una grave enfermedad cuando ya le acechaba la muerte, se convirtió en un rayo de luz para los reclusos de San Vittore. Ellos la denominaron su ‘mamma’ y su ángel»

La vida de Enrichetta fue apasionante. Coraje, misericordia y piedad, virtudes, entre otras, de esta brava mujer, tocaron las fibras más sensibles de los prisioneros de la cárcel milanesa de San Vittore. Está claro que Dios otorga a cada uno la fortaleza para llevar a cabo su misión. Cuando se contempla retrospectivamente la vida santa, se aprecia la inmensidad del amor divino que se manifiesta por medio de personas que en su fragilidad física y espiritual realizan gestas de alcance imprevisible, sorprendentes, conmovedoras. Enrichetta poseía la madurez humana y espiritual requerida para afrontar las desdichas de los lóbregos corredores de la prisión donde habita la desesperanza y el llanto desgarrador. Supo proporcionar a los reclusos el consuelo que precisaban, acoger sus miedos y temblores, dar un vuelo inusitado a estas vidas, algunas de las cuales, llevadas de su mano, recibieron la gracia de encontrarse con Cristo. Hay que amar mucho, haber encarnado en sí mismo a Cristo fielmente para poderlo transmitir a los demás como hizo ella.

Nació el 23 de febrero de 1891 en Borgo Vercelli, Italia. Era la primogénita de los cuatro hijos de Giovanni y Rosa Compagnone. Y aunque le impusieron en el bautismo tres nombres: María Ángela Domenica, sus allegados la llamaban María. Parecía un vaticinio de la protección que iba a recibir de la Virgen. Encantadora durante su infancia, sensible a las enseñanzas de fe que recibía en su hogar y en la parroquia, al cumplir 17 años, una edad en la que muchos jóvenes de todos los tiempos han sentido la llamada de Dios, ella también se sintió elegida por Cristo para seguirle. Aunque no sufrió oposición paterna, tuvo que aguardar un tiempo para ingresar en la vida religiosa, como su familia aconsejó que hiciera. Muchas veces los padres no comprenden que la decisión de consagrarse a Cristo ya está tomada, y que dilatar el tiempo para iniciar el camino solo conlleva sufrimiento para sus hijos, aunque en esa prueba éstos comiencen a mostrar a Dios el grado de su amor.

La determinación de la beata era irreversible y lo único que hizo fue madurarla. A finales de 1911 ingresó en el convento de Santa Margarita de Vercelli con las Hermanas de la Caridad, fundadas por la madre Thouret, donde le habían precedido varios familiares. Al profesar tomó el nombre de Enrichetta. Apta para la docencia, estudió magisterio en Novara, como le indicaron, y después impartió clases en Vercelli. Pero solo pudo ejercer la profesión durante unos meses puesto que una espondilitis tuberculosa le impidió hacer vida normal. La pésima evolución de la enfermedad fue vertiginosa. Dos años más tarde ni siquiera podía desempeñar trabajos de apoyo en tareas administrativas.

En 1920 los médicos que la trataron en Milán no ocultaron el mal pronóstico. Regresó a Vercelli y continúo empeorando. Su día a día comenzó a ser el lecho. Aprisionada en él por intensísimo dolor, agradecía a Dios la posibilidad de unir sus padecimientos a Cristo Redentor. Comprendió que así como la vocación nos sitúa en el calvario, por la enfermedad estamos en la cruz con Cristo. De modo que el lecho debe considerarse como un altar en el que la persona que sufre se inmola y se deja sacrificar llevada de su amor, siempre y cuando cumpla el requisito de «sufrir santamente», haciéndolo además con «dignidad, amor, dulzura y fortaleza».

Buscando salida para su penoso estado, la llevaron a Lourdes en 1922 y un año más tarde le administraron el sacramento de la Unción. El 25 de febrero de 1923, celebración de la novena aparición de la Virgen de Lourdes, al tomar un sorbo de agua de la gruta con gran esfuerzo y dolor, se sintió instada a levantarse en medio de una locución divina que provenía de María: «¡Levántate!». En ese momento recobró la salud. No es difícil imaginar el impacto del hecho en toda la comunidad ante un episodio milagroso que atribuyó a María. Estaba presta a morir, pero la voluntad de Dios había sido otra.

Después fue trasladada a la prisión de San Vittore. «La vocación no me hace santa, se decía, pero me impone el deber de trabajar para conseguirlo». Poseía un espíritu luminoso, así como la suficiente madurez y fortaleza para vivir en aquel lugar. Su escuela había sido el sufrimiento. Por eso comprendió y supo acoger a tanto deshecho humano como halló en el penal. Sufrir, orar (también junto a las reclusas), trabajar ejercitando la caridad por amor a Cristo sin descanso, fue el día a día de este apóstol que se ganó el respeto, confianza y cariño de los presos. Ellos la denominaron el «ángel» y la «mamma» de San Vittore. En 1939 fue nombrada superiora de la comunidad. Durante la Guerra Mundial la cárcel fue tomada por los nazis, y se jugó la vida defendiendo y rescatando de la muerte a los judíos y presos políticos que iban a ser gaseados en los campos de exterminio.

En 1944 las SS interceptaron un mensaje de una reclusa. Enrichetta fue acusada y apresada. Gravitando sobre ella la condena a muerte, oraba en su celda en acto de gratitud. Con la intervención del arzobispo de Milán, monseñor Schuster, a través de Mussolini se condonó su pena, pero fue enviada a Bérgamo a un centro de enfermos mentales. De allí partió a Brescia, y escribió sus memorias por obediencia. En 1945 regresó a San Vittore conduciendo al camino de la conversión a muchos, como a la peligrosa convicta de múltiple asesinato Rina (Caterina) Fort. En septiembre de 1950 sufrió una funesta caída en la calle, y no se recuperó. Murió el 23 de noviembre de 1951. Fue beatificada por Benedicto XVI el 26 de junio de 2011.

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I JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES

En la primera “Jornada mundial de los Pobres”, el 19 de noviembre de 2017, el Papa Francisco ha almorzado con unas 1.500 personas necesitadas, en la sala Pablo VI del Vaticano.

Por la mañana el Papa ha celebrado una misa con ellos en la Basílica de San Pedro. Los pobres originarios de todo el mundo, que han servido en el altar, las lecturas, la procesión de las ofrendas, fueron honrados durante la celebración.

Después han tenido un encuentro con el Papa en la comida alrededor mesas dispuestas en la gran sala del Vaticano. “¡Bienvenidos a todos!” les ha dicho el Papa cuando llegaba.

“Preparémonos para este momento juntos. Cada uno de nosotros, con el corazón lleno de buena voluntad y amistad hacia los demás…y deseándonos lo mejor los unos a los otros”, ha animado.

El Papa ha hecho también esta bendición: “Que el Señor bendiga esta comida, que bendiga a quienes la han preparado, que nos bendiga a todos, que bendiga los corazones de nuestras familias, nuestros deseos, nuestra vida y que nos de salud y fuerza. Amén”

El Papa ha dirigido igualmente una bendición “a todos aquellos que están en otros comedores en Roma; porque Roma está llena de ellos hoy. Un saludo y un aplauso para ellos desde aquí”. Miles de pobres han participado en un almuerzo festivo en comedores, seminarios y colegios católicos de la ‘ciudad eterna’.

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XXXIII DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO – Ciclo A – 19 de Noviembre

«ERES UN EMPLEADO FIEL Y CUMPLIDOR»

(Mateo 25, 14 – 30)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó al cargo de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno fue hacer un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: «Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco». Su señor le dijo: «Bien, siervo bueno y fiel; cómo has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor». Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: «Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos». Su señor le dijo: «¡Bien, siervo bueno y fiel!; cómo has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor». Se acercó también el que había recibido un talento y dijo: «Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo». El señor le respondió:

«Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Conque sabias que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese siervo inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes»».

Palabra del Señor  

“¡Y A NEGOCIAR!”

El amo de la parábola es el Hijo de Dios que, antes de partir para su destino extranjero, que es el cielo, nos dejó una fortuna –la vida y una patria, la familia, los amigos, la inteligencia, la voluntad, la afectividad, la sexualidad, los amigos, la salud, la fe, las virtudes teologales y cardinales, los sacramentos, el perdón, el amor, la justicia, el matrimonio, el sacerdocio o la vida religiosa… ¡Y a negociar! Negociar, emprender, comprometerse. Sin miedo al miedo de jugarse la salvación, como condena Jesús en el evangelio, uno se apunta a conservador, prudente y segurón, vago y cobarde. Y así, de un evangelio, que a primer golpe de vista, parece capitalista, resulta que es un evangelio, no de talentos sólo, sino de talantes. ¿Estoy haciendo rendir los  talentos naturales y espirituales que Cristo me ha dado? ¿Escucharé de Él: “Servidor malo y perezoso”? ¿O,  “Te felicito, servidor bueno y fiel”?

Citas para reflexionar:

  • «La fe es una gran compañera de vida: nos permite sentir en primera persona la presencia de un Padre que nunca deja solas a sus criaturas». Papa Francisco
  • ««La Iglesia  no puede olvidarse de estos hijos suyos que unieron su sangre a la de Cristo»» Cardenal Osoro
  • «Parezcámonos en algo a nuestro Rey, que no tuvo casa, sino en el portal de Belén  donde nació y la cruz donde murió». Santa Teresa de Jesús

Efemérides y noticias:

  • El Papa dio el pésame por las víctimas del terremoto entre Irak e Irán que dejó más de 300 muertos.
  • La I Jornada Mundial de los Pobres, hoy 19, más de 4.000 pobres participarán en la Misa con el Papa y 1.500 compartirán el almuerzo con él, otras 2.500 lo harán en comedores católicos, seminarios y colegios.
  • El Papa viajará a Chile y Perú del 15 al 22 de enero de 2018, estará 4 días en cada país.
  • En México miles de personas marchan en desagravio por blasfemia contra la Virgen de Guadalupe.
  • Radio María bate records de audiencia en España, más de millón y medio de oyentes, la clave parece radicar “en la mayoría de radios y televisiones están hablando todo el día del proceso independentista de Cataluña y no lo soportan”. Radio María llegó a España hace 18 años, está presente en otros 70 países subsiste con donaciones y más de 5 mil voluntarios.
  • La Junta de Andalucía ha multado con 170.000 euros a las monjas clarisas del convento de Santa Inés de Sevilla, por restaurar sin permiso el órgano.
  • La Mons. Barrio afirma que la realidad de los sin techo “es una emergencia social” que invita a ser sensibles al sufrimiento que supone vivir sin hogar.
  • VI Cena solidaria el 1 de diciembre en Srio. Mayor.

LOS TALENTOS

Si vamos a la isla de Creta, por el mar Egeo, y visitamos el palacio rojo de Minos podremos encontrar en el museo los talentos: unos bloques planos, más o menos cuadrados y lobulados, de unos 45 centímetros de lado y peso de 26 a 36 kilos. No son moneda de bolsillo, sino peso de pago y que, según tiempos y culturas, fueron de oro, plata o bronce. Un talento era un peso. Equivalía a 21.000 gramos de plata. Para entender esto, si un denario equivalía a 4 gramos de plata, entonces un talento equivalía a 6.000 denarios. Un jornalero judío ganaba un denario en todo un día de trabajo (Mateo 20, 2). Si un jornalero quisiera ganar tan solo un talento, tendría que trabajar 6.000 días, o mejor dicho, ¡casi 20 años! Si hacemos los cálculos correctos, podremos entender que el siervo que recibió cinco talentos en realidad recibió un sueldo de 100 años, el que recibió dos recibió lo equivalente a un sueldo de 40 años y el que recibió uno solo estaba recibiendo el sueldo de 20 años de trabajo.

ORACIÓN: NO ENTERRARÉ,  SEÑOR  

 NO ENTERRARÉ, SEÑOR

La alegría de ser cristiano

Las ganas de hacer el bien

NO ENTERRARÉ, SEÑOR

La oración que me une a Ti, mi Dios

La oración que me une al prójimo

NO ENTERRARÉ, SEÑOR

El deseo de ser mejor

La voluntad de practicar el bien.

NO ENTERRARÉ, SEÑOR

La Eucaristía dominical

La Confesión frecuente

NO ENTERRARÉ, SEÑOR

Amén

“¡SEMILLA QUE DARÁ FRUTO!”  –  60 MÁRTIRES DEL SIGLO XX

«Por uno que reciba la muerte vendrán otros muchos. Su sangre será como una semilla que dará fruto, y fruto abundante. Vais a hacer el acto más grande de amor a Dios que puede hacerse y que jamás habéis hecho, pues no hay ninguno más grande que el del martirio» (San Vicente de Paul). Sus palabras fueron proféticas cuando, el pasado sábado en Madrid, la Iglesia en España celebró la beatificación de 60 mártires de la familia vicenciana. «Estos 60 mártires dieron su vida por amor. Murieron amando y perdonando. Mostraron una sabiduría que viene de arriba, que no lleva a rivalidades ni a desórdenes, sino que viene de Jesucristo», afirma el cardenal Osoro, sobre estos 60 miembros de la familia vicenciana, entre los que hay varios sacerdotes y hermanos paúles, hijas de la Caridad, sacerdotes diocesanos vinculados al apostolado de la Medalla Milagrosa y varios laicos hijos de María, estos mártires son un modelo «más actual que nunca», porque «hay momentos en la historia en los que parece que nos cuesta perdonar. Por eso es bueno traer a la memoria a personas como estas, gente que no destruye sino que perdona, que da la vida no por una idea, sino por una persona: Jesucristo», porque «la paz tiene un nombre y un rostro: Jesucristo». El Padre Jesús Mª González incide en que «para nosotros esta beatificación es un broche de oro al jubileo de los 400 años de carisma vicenciano que estamos celebrando este año». Estos mártires «llevaron a cabo a la perfección nuestro carisma: misión y caridad, continuadores de la misión que Cristo nos ha confiado». Sor Josefina destaca: esta beatificación es «una gran fiesta de fe, de perdón y de esperanza», porque para los mártires «su gran tesoro es la vida, que entregan por amor a semejanza de Cristo. Y esto solo se entiende con la fe». Además, «todos ellos murieron perdonando», porque para ellos el perdón fue «su perla preciosa». P. Roque Catalán: Fue al martirio como un niño. El 22/7/36, llegó al barrio de Hortaleza y le dieron el alto unos milicianos. «¿A dónde vas?», le dijeron. «Me han dicho que aquí hay un convento en el que recogen a los padres», contestó, declarando que era un hermano paúl. «Vuélvete a Madrid, aquí no se recoge a nadie», le espetaron. Y cuando se dio la vuelta le dieron un tiro por la espalda que le entró por la nuca. P. Ibañez: detenido el domingo 26/7/36 al ir a celebrar Misa para las Hijas de la Caridad. Ese mismo día, después de someterlo a toda clase de vejaciones, fue fusilado. Sin embargo, un día después sus captores se lo encontraron deambulando por la calle Francos Rodríguez de Madrid. Lo volvieron a detener y se lo llevaron al Ateneo Libertario de Chamberí, donde lo descuartizaron todavía con vida. Miguel Aguado: Lo mataron el día de la Milagrosa de 1936, era caballero de la Milagrosa, adorador nocturno y congregante de San Vicente de Paúl. «Todos los días a las 6 de la mañana iba Misa y comulgar. Era un hombre muy sencillo que tuvo una vida de piedad muy intensa por la buena influencia que sobre él ejerció su mujer, María Merino. Rafael Lluch,  joven de 19 años, lo mataron por defender a la Virgen, el 12/10/36 tres milicianos entraron a la farmacia donde trabajaba y había un calendario de la Virgen, blasfemaron contra Ella, como no consintió que le hicieran nada se lo llevaron preso, al tercer día de amenazas sin desfallecer su fe, les descerrajaron varios tiros a bocajarro muriendo al grito de ¡Viva Cristo Rey! En una nota a su madre decía: “No llores, mamá, quiero que estés contenta, porque tu hijo es muy feliz. Voy a dar la vida por nuestro Dios. En el cielo te espero”.

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SANTA ISABEL DE HUNGRÍA – 17 de Noviembre

Santa Isabel de Hungría. Wikimedia Commons

«Princesa de Hungría, landgrave de Turingia. Joven esposa, madre y viuda. El rostro de la ternura hacia los enfermos y los pobres. Patrona de la Tercera Orden franciscana, de Bogotá y de las enfermeras españolas, entre otras»

El 17 de noviembre de 2007 Benedicto XVI dio inicio al año internacional dedicado a esta santa que vivió experiencias intensísimas de amor y de dolor en su corta existencia. Es muy venerada y querida. Patrona de la Tercera Orden franciscana, de Bogotá, de las enfermeras españolas, de las niñas y mujeres alemanas, proclamación esta última efectuada por León XIII. Ostenta el patronazgo de la Orden Teutónica, junto a María y a san Jorge. Tiene dedicadas numerosas iglesias y capillas, y el arte ha multiplicado su imagen y milagros. Su primera biografía la publicó en 1237 el cisterciense Cesáreo de Heisterbach y han seguido proliferando otras muchas.

Nació en 1207, puede que en el castillo de Sàrospatak, Hungría; no hay más datos. Era hija del monarca Andrés II, dueño de gran fortuna, y de Gertrudis de Andechs-Merania descendiente de reyes; tenía dos hermanos prelados. En el árbol genealógico de Isabel había ejemplos de excelsa virtud. Santa Eduvigis de Silesia fue su tía materna, y lazos de sangre la vinculaban a santa Isabel de Portugal. Además, su propia hija Gertrudis, abadesa de Altenberg, es beata. Acordado su matrimonio por razones de estado cuando tenía 4 años, con Hermann, hijo del landgrave de Turingia, la trasladaron allí para instruirla; era la costumbre.

Enseguida se desencadenaron trágicos acontecimientos. En 1213 su madre fue asesinada, en 1216 murió su prometido y al año siguiente lo hizo el landgrave, que le profesaba gran afecto. Entonces quedó en manos de Sofía Wittelsbach de Baviera, la segunda esposa de éste. Tanto a ella como a Hermann les agradaba la cultura haciendo de la corte un escenario perfecto para artistas y poetas.

Entre tanto, Isabel había dado muestras de piedad, una tendencia muy marcada a ejercer la caridad y alejamiento de los oropeles de palacio. Implicada en un entramado político, aunque estaba muy lejos de conflictos, se decidió que regresara a su país, pero Luís IV, nuevo landgrave tras la muerte de su padre, que había tenido ocasión de tratarla en palacio, se desposó con ella en 1221.

La idílica compenetración entre ambos sembró sus vidas de inenarrable felicidad. Isabel había hallado en Luís su alma gemela, un hombre generoso, desprendido de sí mismo, que respetó en todo momento sus intensas prácticas de oración y piedad. Velaba sus noches de vigilia de forma solícita teniendo cuidado de que las penitencias de su esposa no minaran su salud. Y mostraba público reconocimiento hacia sus constantes gestos de caridad con los necesitados defendiéndola de las críticas que alguna vez llovieron sobre ella por parte de quienes no supieron apreciar su proverbial espíritu de pobreza y magnanimidad, que Dios bendecía ya con signos extraordinarios. La idea en la que se inscribe el momento en el que Isabel portaba panes para los pobres, asegurando que un desconfiado Luís le pidió que le mostrara lo que llevaba, y solo vio rosas, es fruto de la leyenda, como otras que se han tejido en torno a la santa.

Los nobles sentimientos que vinculaban a la pareja elevaban el espíritu de Isabel, que por encima de todo ansiaba unirse con Dios. «Si yo amo tanto a una criatura mortal, ¿cómo debería amar al Señor inmortal, dueño de mi alma?», confidenció a una de sus damas. Lo que vivía en su hogar junto al piadoso landgrave no era más que una simple imagen de ese otro amor con mayúsculas que ardía en su interior. Tuvieron tres hijos: Sofía, Gertrudis y Hermann, que murió en 1241. Gertrudis vino al mundo en 1227 al poco de fallecer su padre a causa de la peste cuando iba a embarcarse como cruzado junto al emperador Federico II. Isabel tenía 20 años cuando afrontó esta nueva tragedia que laceró su corazón: «El mundo con todas sus alegrías está ahora muerto para mí». 

Desde que los frailes se afincaron allí a finales de 1221 estaba vinculada a la espiritualidad franciscana. En 1223 comenzó a ser dirigida por ellos. Al enviudar la acompañaba en este itinerario Conrado de Marburgo. En aras de la obediencia que prometió, como tenía vía libre para hacer uso de sus bienes, siguió sembrando la estela de caridad entre los pobres. Con la excusa de que dilapidaba su fortuna siendo inepta para el gobierno, su cuñado Enrique Raspe la expulsó de la corte en pleno invierno. Buscó cobijo en un humilde granero. Y al clarear el alba se dirigió al convento de los franciscanos entonando a Dios un Te Deum en acción de gracias.

Luego en Eisenach vivió en una modesta cabaña construida en la rivera del río, y continuó socorriendo a los pobres con el fruto de su trabajo: costura e hilado. Cuando su tía materna, abadesa de las benedictinas de Kitzingen, supo de sus penalidades, la confió a su hermano Eckbert, obispo de Bamberg. La idea de su tío era que Isabel contrajese nuevo matrimonio, pero ella se negó en aras de la promesa que hizo al enviudar.
Se afincó en el castillo de Pottenstein. A su tiempo, sus hermanos le restituyeron la dote y se estableció en Marburgo, seguida por su riguroso director espiritual. Su heroico ejemplo de caridad sería ya imborrable. Fue artífice de dos hospitales, en uno de los cuales, abierto en su castillo, procuró atención cotidiana a centenares de indigentes; el otro lo mandó erigir en la colina de Wartburg.
En 1228, año en que tomó el hábito gris de los penitentes en la capilla de los franciscanos de Eisenach, impulsó un tercer hospital en Marburgo y allí sirvió a los enfermos, muchos de los cuales estaban aquejados de graves úlceras; lo hizo sin temer al contagio. Los pobres y los desvalidos, hospitalizados o no, en quienes siempre vio el rostro de Cristo, nunca cesaron de recibir sus tiernos consuelos. Ella misma, dando muestras de su amor al carisma franciscano, había hecho de la pobreza su forma de vida, desprendida de todo, hasta que murió con fama de santidad en Marburgo, presa de altas fiebres, la madrugada del 17 de noviembre de 1231. Gregorio IX la canonizó cuatro años después, el 27 de mayo de 1235, ante la presencia de miles de fieles, entre otros, el emperador Federico II.

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SANTA GERTRUDIS – 16 de Noviembre

Santa Gertrudis- (cuadro Miguel Cabrera, 1763 - Wikicommons)

«Esta gran benedictina es un ejemplo de fortaleza en medio de la debilidad. Toda su vida tuvo que luchar contra su fuerte temperamento. Vio conmovida cómo, a pesar de ello, era constantemente agraciada con favores sobrenaturales» 

En los claustros del monasterio de Helfta se fraguó el itinerario espiritual de esta gran santa mística benedictina nacida el 6 de enero de 1256, de la que no se puede proporcionar fehacientemente ni lugar de nacimiento ni nombre de sus progenitores. Ella comprendió a través de una locución que este hecho se insertaba en un plan divino sobre su vida. Sin referente alguno familiar, exonerada de cualquier lazo de sangre, en su horizonte solo cupo la oración y la contemplación, alimento de sus jornadas monacales que se iniciaron cuando tenía 5 años. En esa unión con la Santísima Trinidad que perseguía no cabrían más afectos.

Las religiosas benedictinas le procuraron una esmerada y vasta formación espiritual y cultural en conformidad con el espíritu monacal, que incluía diversas disciplinas. Como le ha sucedido a muchos seguidores de Cristo, tuvo modelos para su acontecer. Se fijó en otras grandes místicas alemanas, Matilde y Gertrudis de Hackeborn, que era entonces la abadesa del monasterio. Una tercera hermana, con la que compartió amistad y vivencias de manera singular, fue la excepcional mística, también de origen germano, Matilde de Magdeburgo, que se incorporó a la comunidad hacia el año 1270.

A simple vista Gertrudis no mostraba rasgos significativos espirituales que pudieran identificar en ella a una persona que podía recibir el privilegio divino de ser agraciada con diversos favores. Su fina sensibilidad y hondura espiritual pronto le llevaron a reconocer en su interior debilidades y tendencias que constituían un veto para caminar por el sendero de la perfección. Examinaba su alma apreciando en ella zonas umbrías, alejadas de Dios. La piedra de toque de toda vida santa es el defecto dominante que usualmente no se circunscribe a uno solo. Malos hábitos agazapados, a veces inconscientes, sutilmente perviven insertados en él. Se hallan prestos a exteriorizarse a la primera de cambio, dominando al asceta, a menos que viva una oración continua. Un temperamento impulsivo y otras manifestaciones caracterológicas provocaban muchos sufrimientos a Gertrudis que, como san Pablo advirtió, veía que no hacía el bien que quería sino el mal que no deseabaCon todo, la apreciación de rasgos no virtuosos en ella no le indujeron al desánimo. Por el contrario, humildemente y de manera insistente oraba por su conversión; lo hizo en medio de la lucha que sostuvo contra sus tendencias a lo largo de su existencia.

Pese a sus flaquezas, Dios la agraciaba con diversos favores, lo cual era incomprensible para ojos ajenos regidos por razones humanas, esas que no reparan en el misterio de los designios divinos. La victoria sobre la debilidad es fuente de fortaleza. Y aunque Gertrudis se sintiera empujada por un carácter impetuoso y poco dado a la templanza, fue humilde, caritativa, sencilla, servicial, sensible hacia los débiles que socorrió con ternura, una persona accesible a todos, fiel observante de la regla y penitente.

El 27 de enero de 1281 constituyó el inicio de su despegue espiritual e intelectual. Se produjo después de ver a un joven Jesucristo que le invitaba a cambiar de vida asegurándole que la asistiría conduciéndola en ese camino. Desde ese momento, huyendo de la vanidad y desprendiéndose de sus aficiones, se centró en alcanzar la unión con Dios, y comenzó a profundizar en la Escritura, los santos Padres y la teología, abandonando otros intereses intelectuales. Tenía una dotes formidables para el estudio al que estaba dedicada muy especialmente. Se ha considerado que quizá esta atención pudo influirle de forma inicial en su progreso espiritual, restándole recogimiento. Pero también se ha hecho notar que debió ayudarle a neutralizar flaquezas, y preservarla de incurrir en otros errores personales, debidos a su fuerte temperamento, que hubieran podido conducirla por derroteros ajenos a la vida espiritual.

Lo cierto es que a esa primera revelación siguieron otras comunicaciones y experiencias místicas que le alentaban en su búsqueda de lo divino, mientras se esforzaba en progresar en la virtud, horrorizada por sus pecados y agraciada por el don de temor de Dios. Confundida, sintiéndose cada vez más indigna de recibir tantos favores sobrenaturales porque se veía frágil y pecadora, vivía con indecible conmoción que Dios le otorgara tal cúmulo de dones: «…he aprovechado tan poco tus gracias que no puedo decidirme a creer que me hayan sido concedidas para mí sola, no pudiendo tu eterna sabiduría ser frustrada por alguien. Haz, por tanto, oh Dador de todo bien, que me has concedido gratuitamente dones tan inmerecidos, que, leyendo este escrito, el corazón de al menos uno de tus amigos se conmueva por el pensamiento de que el celo por las almas te ha inducido a dejar durante tanto tiempo una gema de valor tan inestimable en medio del fango abominable de mi corazón». En los cinco tomos que comprenden sus Revelacionesplasmó las gracias que recibió; el segundo es de su autoría. Con rigor y fidelidad transmitió la fe en sus escritos, entre los que también se cuentan Heraldo del divino amory sus excepcionales ejercicios espirituales.

Fue agraciada, entre otros, con el don de milagros y de profecía. Se le otorgó reposar su cabeza en la llaga del costado de Cristo oyendo el pálpito de su divino corazón. Pero entre todos los favores que recayeron sobre ella, destacó dos en particular con estas palabras: «Los estigmas de tus saludables llagas que me imprimiste, como preciosas joyas, en el corazón, y la profunda y saludable herida de amor con que lo marcaste…». Y «el de darme por Abogada a la santísima Virgen María Madre Tuya, y de haberme recomendado a menudo a su afecto como el más fiel de los esposos podría recomendar a su propia madre su esposa querida». Gertrudis padeció muchas enfermedades. Murió el 17 de noviembre, bien de 1301 o de 1302. El 27 de enero de 1678 fue inscrita en el Martirologio Romano.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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SAN ALBERTO MAGNO – 15 de Noviembre

  AlbertusMagnus.jpg«Aclamado obispo, doctor de la Iglesia y doctor universal. Uno de los más insignes maestros de la teología medieval. Patrono de la Jornada Mundial de la Juventud, de la ciencia y de los científicos»

Nació en 1206 en el castillo de Lauingen, Baviera. Era hijo de los condes de Bollstädt, quienes se hallaban al servicio del monarca Federico II. Contaba con 16 años cuando inició los estudios universitarios de derecho. Pasó por Bolonia y Venecia, y finalmente recaló en Padua, lugar donde residía un tío suyo. En ese momento la ciudad era sede de una de las más prestigiosas universidades. Hizo acopio de una vasta preparación decantándose por las ciencias naturales. Solía acudir al templo de los dominicos y en 1223 conoció al beato Jordán de Sajonia, que era entonces el segundo maestro general de la Orden de predicadores. El inquieto joven, profundamente conmovido por el testimonio de vida y palabra del beato, no dudó en seguir el llamamiento de Cristo que se produjo en su interior, y en 1224 se abrazó a este carisma, junto a otros nueve novicios, uno de ellos hijo de un noble, como lo era él.

La conmoción familiar que se desató al conocer la noticia alcanzó cotas preocupantes. Su padre, en particular, estaba tan enfurecido que determinó aplicar la fuerza, si era preciso, para desligarlo de los frailes mendicantes. Alberto no pensaba claudicar. Pero, en todo caso, y con la más que probable idea de evitar males mayores, los superiores le trasladaron a Colonia. Allí impartió clases en 1228 y en 1229; éste último año tomó el hábito. Por esa época el enojo paterno se había aplacado. Era un profesor tan brillante que sus alumnos desbordaban las aulas tanto en las universidades de Colonia, como en las de Hildesheim, Friburgo, Ratisbona, Estrasburgo, y en la Sorbona de París, lugares donde también enseñó. Además, en París había estudiado teología. Algunas veces, cuando el auditorio crecía al punto de exceder el espacio del aula, se vio obligado a impartir clases al aire libre. El texto que tenía como base era el Liber Sententiarum, de Pedro Lombardo. En Colonia, donde fue enviado en 1248 para regir como rector la nueva universidad puesta en marcha por los dominicos, tuvo como discípulo al Aquinate, su más excelso alumno, por el que tuvo predilección. Consciente de su valía, hizo notar: «Ustedes llaman a Tomás ‘buey mudo’, pero yo les digo que los mugidos de este buey se escucharán en todo el mundo».

Pero si notables fueron las cualidades intelectuales de Alberto, insigne científico, teólogo y filósofo, autor de numerosas obras, no palidecían ante ellas sus excelsas virtudes. Vivía henchido de gozo porque era un hombre de intensa y continua oración. Su penetrante análisis sobre la ciencia y la filosofía estaban encarnados en ella, por eso su magistral exposición enardecía a sus enfervorizados seguidores. Se le considera impulsor de la escolástica. Pero no se dejó tentar por la vanagloria y, con espíritu sencillo y humilde elevó sus súplicas a Dios: «Señor Jesús pedimos tu ayuda para no dejarnos seducir de las vanas palabras tentadoras sobre la nobleza de la familia, sobre el prestigio de la Orden, sobre lo que la ciencia tiene de atractivo».

Se dejó guiar de este sentimiento de plena aquiescencia con la voluntad divina: «Querer todo lo que yo quiero para gloria de Dios, como Dios quiere para su gloria todo lo que él quiere». Destacaba por su amor a la Eucaristía y su devoción por María. Se cuenta que en su juventud, experimentando gran dificultad para el estudio, pensó fugarse del colegio a través de una escalera que pendía sobre la pared. Y la Virgen, saliéndole al encuentro, le ofreció su amparo vaticinando lo que le ocurriría al final de sus días: «Alberto, ¿por qué en vez de huir del colegio, no me rezas a mí, que soy ‘Causa de la Sabiduría’? Si me tienes fe y confianza, yo te daré una memoria prodigiosa. Y para que sepas que fui yo quien te la concedo cuando ya te vayas a morir, olvidarás todo lo que sabías». Ella había sido la que guió sus pasos a la Orden dominicana. Le dedicó el Mariale.

En 1254 fue designado provincial de Alemania recorriendo el vasto territorio a pie mientras mendigaba. El pontífice le encomendó diversas misiones y tuvo que combatir graves tendencias y abusos. Defendió el derecho a la enseñanza de las órdenes mendicantes, y fue encargado de redactar el plan de estudios para todos los dominicos. Cuando se aceptó su renuncia, se centró en el estudio, la docencia y la escritura. En 1260 fue nombrado obispo de Ratisbona, lugar donde emprendió la reforma del clero y erradicó las costumbres licenciosas. No consiguió que el papa Alejandro IV le liberase del oficio, pero sí lo hizo Urbano IV encomendándole que predicara la Cruzada desde 1261 a 1263. Fue un gran pacificador. En 1274 participó en el Concilio de Lyon que había convocado Gregorio X y, entre otras cosas, tuvo ocasión de salir en defensa de las tesis de su amado Tomás de Aquino que habían sido objeto de críticas infundadas.

En 1278, mientras impartía clase en Colonia, perdió la memoria. Y desde ese momento se recluyó en su celda, en oración. Diariamente acudía a la tumba que mandó erigir para rezar el Oficio de difuntos. En 1279 redactó su testamento. Murió el 15 de noviembre de 1280 serenamente, sobre su mesa. Fue beatificado en 1622 por Gregorio XV, y canonizado por Pío XI el 16 de diciembre de 1931, quien lo proclamó doctor de la Iglesia. En 1941 Pio XII lo declaró patrono de los científicos. Ha recibido el título de «magnus» (grande), y de «doctor universal» por la extensión de su saber que engloba las disciplinas filosófico teológicas y las científicas.

Como señaló Benedicto XVI, Alberto «tiene mucho que enseñarnos aún […] muestra que entre fe y ciencia no hay oposición, a pesar de algunos episodios de incomprensión que se han registrado en la historia […] recuerda que entre ciencia y fe hay amistad, y que los hombres de ciencia pueden recorrer, a través de su vocación al estudio de la naturaleza, un auténtico y fascinante recorrido de santidad».

Publicado en Biografías | Comentarios desactivados en SAN ALBERTO MAGNO – 15 de Noviembre