ORACIÓN A CRISTO RESUCITADO

Señor Jesús:

Mi alma salta de golpe hacia el espacio cósmico sabiendo que Tú has resucitado y que, algún día, todos nosotros te seguiremos.

No sé medir bien el enorme amor del Padre, que nos desea eternos y enteros, cuerpo y alma, gracias a tu Resurrección gloriosa. Pero nuestro Padre común quiere nuestra salvación y nuestra fidelidad.

He tenido sentimientos encontrados –y tal vez confusos—con tu sufrimiento en la Pasión. Es inaudito que el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Trinidad, por quien todo fue hecho, se suma en el castigo total de la Cruz y se vea abandonado por todos.

No es fácil acostumbrarse y no es fácil, asimismo, asumir la –que la tenemos—complicidad en la autoría de ese crimen nefando y nefasto. Como los malos arrendatarios de la viña hemos sido capaces, con nuestros pecados, de matar al Hijo del Dueño de la Viña. Eso nos produce pesar y confusión.

Pero llega la luz pascual, la primera vuelta del Señor Jesús y con ella la promesa fehaciente de nuestra felicidad futura y eterna.

Las dudas y los sentimientos contradictorios de van a tornar en alegría desbordante.

Y cada vez que asistimos a la noche santa de la Vigilia Pascual –y seguimos con alegría las celebraciones posteriores– crecemos un poco más en el conocimiento alegre de nuestro destino de Hijos de Dios.

¡Ojalá no lo olvidemos nunca! ¡Ojalá comuniquemos nuestra alegría a un mundo triste por el permanente mal y el continuo pecado!

Te quiero pedir, Señor Resucitado, por la paz en el mundo, porque no siga ni la guerra, ni el terrorismo. Que el diálogo sustituya a las armas y el amor a la violencia. Y mucho más si ese terrorismo se hace en nombre de la religión

Esto, hoy, parece, Señor Jesús, una utopía, pero también a algunos, ahora hace más de dos mil años, tu Resurrección les pareció una utopía. Y no era otra cosa que una victoria definitiva sobre la muerte que es lo que hoy necesitamos. La muerte exhibe su aguijón en demasiados lugares y no, precisamente, como final de un ciclo biológico. Es la muerte producida por el desamor, la injusticia y la opresión.

Te quiero pedir, Jesús Resucitado, por este mundo loco de la economía y de las finanzas en el que la avaricia de unos pocos nos ha traído uno de los mayores conflictos de la historia, sin, al parecer, resolución inmediata y que está acrecentando la pobreza, la opresión económica y la desigualdad.

Y en cuanto a todas las violencias, la esperanza de que se cumplan las profecías pacificas de Isaías vive en nosotros. Sabemos que un día será así y que las lanzas serán podaderas y que la serpiente venenosa jugará con el niño pequeño. Estamos seguros de que la paz, el amor y la felicidad reinarán un día con nosotros.

El Reino puede construirse en este tiempo real y ese Reino llegará si nosotros somos capaces de creer que tú, Señor, has resucitado.

Nuestra fragilidad necesita de tu ayuda, de tu fuerza y de tu amor.

No nos abandones. Ni permitas que jamás nos separemos de ti.

¡Aleluya! ¡Aleluya!

A. Gómez Escorial

 

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