HOY ES VIERNES SANTO

DSCN0629 RECORDAMOS

Recordamos con veneración la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. Él está ante nosotros como el Hombre de Dolores, insultado, torturado, desfigurado, aplastado, finalmente muerto en una cruz con la muerte vil de un criminal. Sin embargo, al pie de la cruz, no estamos lamentándonos por un hombre cuya vida fue un fracaso, ya que para nosotros la cruz es signo de victoria sobre el pecado y sobre la muerte. Creemos que él es Hijo del mismo Dios , resucitado de entre los muertos  y vivo en medio de nosotros . Ésta no es una mera historia acerca del pasado, ya que la pasión y muerte de Jesús continúa todavía hoy en la gente y en los pueblos que sufren, en los pobres, los hambrientos, en los drogadictos, en las víctimas de la guerra, en todos los que son crucificados de cualquier manera. Pero también creemos que Cristo resucita hoy en cristianos que luchan contra el pecado y contra el mal, en los que llevan esperanza y alegría a sus hermanos. Este es el modo cómo estamos unidos con nuestro Señor, hoy Viernes Santo.  

pascua.pngLA CRUZ   

Al contemplar al cruz, en los más diversos rincones de nuestro mundo, millones de personas sentirán que –sus cruces- son poco o nada comparadas con la que Jesús soportó.

¿Qué tiene la cruz en Viernes Santo? Posee la radicalidad del amor clavado y, además, la entereza de un hombre (Jesús) que más allá de las horas de Getsemaní supo abrazarla y dejarse clavar sabiendo que, todo eso, tenía su componente redentor. ¿Lo sabemos nosotros? ¿Damos valor a lo que cuelga, sangra y duerme en la cruz? ¿Somos conscientes de que, la cruz, es precio del rescate por todos y cada uno de nosotros?

2) Hoy, desgraciadamente, muchos no mirarán a la cruz ni verán trascendencia alguna en este Viernes Santo. Vivirán este momento con la misma indiferencia o frialdad de aquellos que, viéndola pasar por la Vía Dolorosa, se quedaron en su mismo lugar sin moverse un solo centímetro. La cruz, en este instante histórico, es silencio y emoción para los que elevamos nuestros ojos hacia el que está clavado en el madero y, en cambio, es vacío para el que no sabe ni por qué es Viernes Santo, Semana Santa o tiempo sagrado.

Hoy, al observar la cruz, vemos la gigantesca misericordia del Padre. O dicho de otra manera: vemos a las claras el amor que Dios nos tiene. ¿Aún queremos más?

-Dichosa esa cruz que ha sido inspiración de poetas en sus más bellos versos

-Bendita la cruz que, en las líneas del arquitecto, coronó con ella la más insigne catedral o la más sencilla ermita

-Prodigiosa esa cruz que, en la mano del pintor, dejó sobre el lienzo colores que mueven a la piedad, en su silueta de brazos abiertos al mundo y madero disparándose al cielo.

-Grande esa cruz que, en la mente prodigiosa del músico, combinó las más elevadas melodías para hacernos entender y escuchar que, la cruz, es la sinfonía (aunque sea dolorosa a los oídos) del amor inmenso de Dios a los hombres.

3) Aprendamos a sujetarnos a ella con firmeza. Solo la cruz es capaz de transformar nuestros sufrimientos y decepciones humanas en paz y verdadera esperanza. Quien se une a la cruz se unirá al Crucificado; en ella Cristo mismo nos acoge y abraza. Así, nunca estaremos solos; así, Él dará estabilidad a nuestras vidas y nos salvará de hundirnos entre las olas y remolinos del miedo o la desesperación.

Es hora de terminar nuestra breve meditación. Es hora de continuar con nuestra celebración y venerar aquella cruz que ha sellado a fuego nuestra vida cristiana. A ella dirijamos ahora nuestra mirada para saludarla con estas breves palabras:

 Salve, oh Cruz Santa:

Abrazo de Dios Amor,

Leño de nuestra Salud,

Escala que lleva a la Gloria,

Ancla que baja del cielo,

Patíbulo del Señor,

Firme mástil de la Iglesia.

 Salve, oh Cruz nuestra:

A ti nuestra mirada,

Por ti nuestro anhelo,

En ti nuestra esperanza,

Contigo la paz y el alivio,

En tus brazos refugio y consuelo,

Sin ti soledad y frio.

Salve, oh Cruz Gloriosa:

Callado de los Apóstoles,

Estandarte de los mártires,

Corona de todos los santos,

Remedio de los pecadores,

Luz de todos los hombres,

Y en nuestra última hora

Derrota del cruel Enemigo

Amén.

Javier Leoz

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