DOMINGO DE RAMOS – 29 de Marzo

 Domingo de Ramos

Invitación de la Madre Abadesa:

Queridos hermanos: ya desde el principio de cuaresma nos venimos preparando, por medio de la oración y de la penitencia, para las celebraciones pascuales. Hoy, cercana ya la Noche santa de Pascua, nos disponemos a recordar la muerte y la resurrección de Jesucristo, conmemorando su entrada en la ciudad Santa de Jerusalén, entrada que simboliza su llegada victoriosa al reino del cielo.             
Que estos y los demás actos que celebraremos durante la Semana Santa nos ayuden a acompañar a Jesús, participando de su pasión y muerte en la cruz, y así tengamos también parte en su triunfo sobre la muerte, que desde ese momento fue vencida para siempre.
Los contrastes de la semana santa… los mismos que aclamamos al Señor hoy, lo condenaremos a muerte el Jueves… ¿Se ve con mis obras lo que creo?¿Echo a Jesús de mi casa cuando no me interesa? ¿Busco situaciones concretas y me propongo mejorar…?

Preparad la Semana Santa para vivirla con intensidad.

Madre Abadesa Sor Mª Anunciación 

Giotto di Bondone - No. 26 Scenes from the Life of Christ - 10. Entry into Jerusalem - WGA09206.jpgEl Domingo de Ramos es pórtico de la Semana Santa

En él celebramos la bendición de las palmas y ramos, procesión y santa Misa.
Acompañamos al Señor cuando entra en Jerusalén para ofrecer su sacrificio para la redención del mundo.
En el siglo IV comenzaron a llegar a Tierra Santa un gran número de peregrinos que deseaban recordar los hechos de Jesús en los mismos lugares en que habían ocurrido. Muy pronto comenzaron a repetir la entrada festiva del Señor en Jerusalén, bajando del monte de los Olivos con palmas, ramos y cantos y acompañando al Obispo.

Esta celebración se difundió por todas las iglesias con diferentes formas, y la propia de la liturgia romana es muy fiel a la tradición primitiva de Jerusalén, con la asamblea que se reúne fuera de la iglesia, y marcha hacia ella después de leer el Evangelio de la entrada de Jesús, siguiendo con cantos al Obispo o sacerdote que preside.

Un rito propio de este día: La procesión de las palmas y ramos. Es un procesión, donde el sacerdote va en cabeza y se va en grupo tras él. No hay imágenes, porque la marcha es como el cuerpo de Cristo, cabeza y cuerpo que van a Sión y al templo, en la Ciudad de Dios. Hacemos lo que hicieron los niños y gentes de Jerusalén en este mismo día.

«Hosanna, bendito el que viene en nombre del Señor»

(Marcos 11, 1-10) 

Hoy le aclamamos como Rey (como entonces le agasajaron) pero, esos vítores, no son precisamente sinceridad ni constancia. Mucho menos fidelidad y perseverancia: en Jueves Santo las palmas serán beso de traición, en viernes santo soledad y en el sábado santo silencio.

Dos sentimientos, en este Domingo de Ramos, se entrecruzan entre sí: júbilo porque aclamamos al que consideramos que es justo, bueno y verdadero y, por otra parte, tristeza. Bien sabemos todos, el final de esta gran pasión: la muerte. Es por otro lado la repetición de muchos de nuestros comportamientos humanos: decimos querer, apostar por…pero luego resulta todo lo contrario. Abandonado entonces por los suyos, entregado por uno de los suyos, negado por uno de los suyos y –hoy- también en muchos instantes relegado a un tercer o cuarto puesto por aquellos que decimos aclamarle, cantarle y seguirle con nuestra vida cristiana. ¿Vida cristiana o vida vacía? ¿Vida de bautizados o vida sin bautismo? ¿Vida de sólo palabras o vida con obras?

No es tarea fácil ser de los amigos de Cristo (pensemos un poco en la persecución de nuestros hermanos por el EI). Las ideas de Cristo, sus idas y sus venidas, no dejaron indiferente al poder establecido de entonces y, también hoy, ante los nuevos poderes no resulta fácil colocar como medidor de la sociedad el metro del Evangelio. No lo fue fácil, estando Cristo en medio de nosotros, y mucho menos hoy aunque sacramentalmente y por el Espíritu habite en nuestra Iglesia.

En este domingo de Ramos, el Señor, nos exige llegar hasta lo más hondo de sus entrañas. No nos quedemos ni nos subamos por las ramas. Hay que ascender hasta esa fuerza que, en Jesús es de tal magnitud, que podemos contemplar la grandeza y el poder de Dios.

-No podemos quedarnos en las ramas de una cruz sin Cristo y como mero adorno.

-No podemos andarnos por las ramas a la hora de defender el estilo de nuestra vida cristiana

-No podemos encaramarnos en las ramas, por muy bonitas que seas, y olvidar lo esencial que es la humildad de un Señor que se hizo presente en Belén y, hoy de nuevo, cabalga sobre un pollino. Acostumbrados nosotros a cabalgar sobre espléndidos caballos con patas de materialismo, sensualismo, comodidad o “todo vale” nos resulta llamativa esta figura: Jesús en un pollino. Ya nos asombró su llegada en Belén (sobre cuatro tablas) y de nuevo nos llama la atención su entrada para sufrir y morir. Lo grande nos aleja de Dios y, montados sobre pollino, nos podemos acercar a Él más y mejor.

¡Feliz Semana Santa, hermanos! La vivamos con intensidad. Acompañemos al Señor que, durante estos días, nos dejará impresionantes lecciones de amor (en palabras y obras) y, sobre todo, preparémonos con alegría desbordante al fruto de la Pascua: su resurrección.

No olvidemos (y así lo hagamos ver) que es Semana Santa para vivir devociones y no para más vacaciones.

ORACIÓN: TE VISTES DE HUMILDAD, SEÑOR

En pollino, pequeño y renqueante,

irrumpes en la ciudad de la paz

pasas por delante de los muros que verán impasibles

cómo se mata al Profeta entre los profetas

TE REVISTES DE HUMILDAD, SEÑOR

Preámbulo de victoria y, a la vez Señor,

aparente derrota o contradicción:

¿Es así como arrolla el Hijo de Dios?

¿Es así como vence el amor?

TE REVISTES DE HUMILDAD, SEÑOR

Y, con laureles en las manos,

los que somos menos humildes

cantamos, pregonamos y proclamamos:

¡Hosanna al Hijo de David!

¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!

¡Paz al mundo! ¡Paz! ¡Paz!

TE REVISTES DE HUMILDAD, SEÑOR

Y, en nosotros como en los que te aclamaban entonces,

se cumple todo lo que esperábamos de Ti.

Hoy, Señor, bien lo sabes

se mezcla en esta fiesta de la alegría

la vida, y la peregrinación hacia la muerte

el júbilo, y la cruz que se levanta invisible en el monte

nuestro deseo de seguirte

y la cobardía de los que huiremos en la tarde del Jueves

Déjanos acompañarte, Señor

Déjanos subir contigo a la ciudad santa

Déjanos servir como Tú lo haces

TE REVISTES DE HUMILDAD, SEÑOR

Y, por encima de la multitud de ramos y palmas,

se divisan las horas con más pasión y amor

por ningún hombre, jamás vividas.

Vamos contigo, Señor, hasta el final

Vamos contigo, Jesús, hasta el Calvario

Nos arrancarás de la muerte, con tu muerte

Con tu cruz, nos redimirás

Nos resucitarás, con tu resurrección

TE REVISTES DE HUMILDAD, SEÑOR

y….te decimos: ¡HOSANNA! ¡HOSANNA!

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