LA CUERDA Y EL RÍO

“LA CUERDA Y EL RÍO”

Había una vez dos países: el la felicidad y de la desgracia. Estaban separados por un caudaloso río. Muchos se ahogaron tratando de cruzarlo. Un día llegó un hombre que dijo: «Voy a tratar de echar una cuerda que una las dos orillas del río. Si perezco en el intento poco importa, ya que otros podrán agarrarse a la cuerda y atravesar el río«. Este hombre se preparó una cuerda, fijó un extremo a un árbol e hizo un nudo corredizo al otro extremo. Y así entró en el río, luchando contra los remolinos. Unos cazadores le lanzaron unas flechas y lo hirieron de muerte, tomándolo por un animal. En un último esfuerzo, antes de hundirse, logró atar la cuerda alrededor del tronco de un árbol. Perdió la vida, pero realizó su proyecto.

Los que fueron testigos le rindieron culto, pero no todos siguieron su ejemplo tratando de cruzar el río. Muchos pensaban: podemos agarrarnos a la cuerda, pero el agua está tan fría. Como la cuerda no se utilizaba, se fue cubriendo de algas. Un grupo de sabios declaró: «Lo único que hay que hacer es adorar a nuestro héroe como un dios y creer que murió para salvarnos a todos. Y así, cuando muramos, entraremos en el país de la felicidad. Nuestra alma volará hacia la otra orilla. Los habitantes del país de la desgracia se decían con alegría: ¡A vivir que son dos días! El espíritu de este héroe los contemplaba con tristeza y trataba de ayudarles diciendo: «Estáis equivocados. Habéis olvidado la cuerda que até entre el país de la desgracia y el de la felicidad. Quitad las algas que esconden la cuerda y si os agarráis a ella solidariamente y sin miedo podréis alcanzar la otra orilla.

REFLEXIÓN: El ISIS ejecutó a la cooperante norteamericana Kayla Mueller, de 25 años, después de un secuestro de más de un año, en la última carta que consiguió enviar decía: “Nunca pediré a los secuestradores que me perdonen porque no merezco ser perdonada. He aprendido que incluso en prisión uno puede ser libre. NO QUIERO que las negociaciones para mi liberación sean un deber. No teman por mí. Sé que ustedes quieren que me mantenga fuerte. Eso es lo que estoy haciendo. Recuerdo que mamá siempre me decía que al final de todo, al único que se tiene es a Dios. Gracias a Dios y a vuestras plegarias, me he sentido acunada mientras iba en caída libre. Rezo todos los días para que se hayan sentido más cerca de Dios y hayan creado un lazo de amor y apoyo entre ustedes. Estoy agradecida .Con todo mi ser Kayla”.

Kayla «ha sacado las algas que esconden la cuerda. Se ha aferrado solidariamente y ha llegado a la otra orilla». No saldrá en los libros de historia pero habrá marcado la historia de muchas personas que la han conocido o han recibido su ayuda humanitaria. ¿Alguien sensato podrá decir qué su vida ha sido un fracaso? ¿Alguien sensato podrá decir qué aquel hombre de la «cuerda», de hace dos mil años, fracasó en el intento? Más bien somos nosotros que debemos pronunciarnos entre la búsqueda de una vida más «fácil» o la búsqueda de una personalidad más «fuerte» capaz de sonreír ante las adversidades y afrontarlas. Este tiempo de Cuaresma, previo a la Pascua, es una nueva oportunidad para sacar las «algas», la superficialidad, que oculta la «cuerda» y aferrarnos a ella, dando la mano a los «náufragos» de nuestro entorno hasta que llegamos solidariamente a la «otra orilla».                                                                                                                                    José Perich

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