La meditación (III)

 ¿Cuáles son los métodos de meditación?

Vocación juvenilSon tantos los métodos de meditación como tantos son los maestros espirituales. Pero un método es sólo una guía, lo más mportante es avanzar con la ayuda del Espíritu Santo sobre el único camino de la oración: Cristo Jesús.

“Todo fiel puede buscar y puede encontrar en la variedad y riqueza de la oración cristiana, enseñada por la Iglesia, el propio camino, el propio modo de orar, pero todas estas vías personales confluyen, al fin, en el Camino al Padre que es Jesucristo. En la búsqueda de la propia vía cada uno se dejará guiar no por sus gustos personales sino más bien por el Espíritu Santo, el cual lo guiará por medio de Cristo hasta el Padre”(MC, 29).

Tras la variedad de los métodos, uno indicado por la tradición de la Iglesia como particularmente bueno para meditar la Sagrada Escritura: es el que se denomina Lectio Divina.

¿Cómo practicar la Lectio Divina?

Los Padres espirituales indican 5 etapas en el meditar la Biblia, y la describen así.

1. Lectio

En esta primera etapa tomo la Biblia no como un libro cualquiera, sino como el libro que contiene la Palabra de Dios que me habla a mí. Escucho una Palabra viviente, que me da un mensaje personal. La escucho como si fuese la primera vez. Hago el esfuerzo de tomar el sentido más profundo posible. Me encuentro con la luz de Dios: ella hace morada en mi inteligencia y la ilumina.

2. Meditatio

Invoco al Espíritu Santo para que venga en ayuda de la ceguera de mi mente. Imploro humildemente la luz de la fe, escruto la Palabra con nueva atención. Descubro cómo las ideas de Dios son diversas de las de los hombres, tomo conciencia de lo necesario que es dejarme tomar por la Palabra de Dios, transformar mis convicciones, para que se asemejen cada vez más a las de Dios. Acepto cambiar mi mentalidad y mi voluntad para adherirme a la mentalidad y voluntad de Dios.

3. Oratio

Me esfuerzo de hablar con Dios con todo el corazón, llamándolo en ayuda de mi debilidad. Es el momento de pedir a la Virgen María que me comunique su modo de orar, hecho de confianza y amor, hecho de pureza en el corazón. En su fe, en su silencio adorante, en su inocencia y en su coraje de amar y de recibir el amor de Jesús, yo invoco su Hijo para que me socorra. Me hago enseñar de El a orar al Padre en el Espíritu de amor. Mi corazón aprende a hablar a Dios, si se deja inundar del amor de Cristo.

4. Contemplatio

Si he dejado que la Palabra, leída y meditada, ilumine los ojos de mi corazón y de mi mente, si me he dejado interpelar en lo profundo por el sentido de la Sagrada Escritura hasta madurar un deseo de intimidad constante con Dios. Si he orado con fe infinita por mis hermanos y por toda la Iglesia, ahora Dios responde. El infunde en mi corazón una incapacidad de continuar meditando de modo discursivo su Palabra y me concede una especie de participación al fuego de comunión de amor al interno de la Trinidad.

5. Actio

Para darme el don de una íntima conversación, el Señor espera de mi parte que multiplique en cada momento los deseos de comunión con su amor.

¿Cuáles son los límites del método?

La legítima búsqueda de nuevos métodos de meditación deberá tener presente que:

1.- El método no puede ser separado del contenido y concebido como neutral en relación a lo que el porta, y al contexto cultural en el cual nace.

2.- Es necesario respetar la naturaleza íntima de la oración cristiana que:

a.) es un diálogo personal, íntimo y profundo, entre el hombre y Dios. Ella exprime la comunión de la criatura redimida con la vida íntima de las Personas de la Trinidad” (MC, 3)

b.) no se reduce jamás a un método, que sirva a liberarse del dolor, o a estar bien físicamente, es una apertura al amor de Dios, a aquel amor que no ha refutado la muerte y una muerte de cruz;

c.) para ser auténticos, es esencial el encuentro de dos libertades, aquella infinita de Dios con la finita del hombre;

d.) es siempre realizada en unión con Cristo, en el Espíritu Santo, junto a todos los santos por el bien de la Iglesia.

3.- Dichos los límites y los riesgos de el método, es necesario que el cristiano se ponga en escucha dócil y en humilde recepción de lo que la Iglesia, en especial por medio del Papa y de los Obispos, indican: a ellos en realidad les corresponde “de examinar todo y decir que es lo bueno” (Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, 12).

¿Qué cosa son las gracias místicas?

Son gracias especiales, conferidas de parte de Dios, por ejemplo “a los fundadores de las instituciones eclesiales a favor de toda la fundación, a otros santos, que los caracteriza la particular experiencia de oración y que no pueden, como otros, ser objetos de imitación y de aspiración para otros fieles, aunque pertenezcan a la misma institución, y sean deseosos de una oración siempre mas perfecta” (MC, 24).

“No es el empeño personal, sino la acción del Espíritu Santo la que introduce en la contemplación mística, es una experiencia de Dios sin conceptos, sin imágenes y sin palabras. El hombre no puede encontrarla ni hacerla con su propia voluntad, sólo debe prepararse a recibirla” (CEI, 998).

¿Cuánto dura la meditación cristiana?

La unión habitual con Dios, que viene llamada oración continua no se interrumpe necesariamente cuando se dedica el hombre, según la voluntad de Dios, al trabajo y al cuidado del prójimo. “Sea que coman o beban, o hagan alguna otra cosa, hagan todo para la gloria de Dios”, nos dice el Apóstol (1 Cor 10,31).

San Agustín al respecto afirma: “Sabemos que los eremitas de Egipto hacen oración frecuente, y son todas brevísimas. Ellas son rápidos mensajes que parten hacia Dios. Así la tensión del espíritu, tan necesaria para el que hace oración, permanece siempre despierta y ferviente y no se atenúa por la duración excesiva de la oración… a lo largo de la oración no se corta la incesante suplica, se permanece en fervor y atención. El servirse de muchas palabras en la oración, equivale a tratar una cosa necesaria con palabras superfluas. El orar consiste en golpear a la puerta de Dios e insistir con devoto ardor en el corazón. El deber de la oración se cumple mejor con los gemidos que con las palabras, más con las lágrimas que con los discursos.

¿El cristiano para su meditación puede aprender de otras religiones?

Las practicas de meditación (como por ejemplo el zen o el yoga, la respiración controlada, el mantra…), provenientes del oriente cristiano, y de las grandes religiones no cristianas, pueden constituir un medio adaptado para ayudar al orante para estar delante de Dios interiormente distendido.

Como la Iglesia Católica nada desprecia cuando es verdadero y santo en estas religiones, no se deben despreciar prejuiciosamente estas colaboraciones porque no sean cristianas. Se puede por el contrario, tomar de ellas todo lo que es útil, con la condición de no perder de vista la concepción cristiana de oración, su lógica, sus exigencias, porque es al interno de esta totalidad, que esos fragmentos deben ser reformulados y asumidos. Sobre todo se puede aconsejar tener humilde aceptación de un maestro experto en la vida de oración de sus directivas, de aquello que siempre ha estado en la experiencia de la vida cristiana ya desde tiempos antiguos, desde los padres del desierto. Estos maestros expertos en sentir con la Iglesia, no sólo deben guiar y llamar la atención sobre determinados peligros, sobretodo estos padres espirituales, deben introducirnos de forma viva, de corazón a corazón, en la vida de la oración, que es un don del Espíritu Santo” (MC, 16).

 NB: Para profundizar en este argumento se pueden leer los siguientes documentos:

Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta a los Obispos de la Iglesia Católica sobre algunos aspectos de la meditación (MC) 1989;
Catecismo de la Iglesia Católica (CCC), Cuarta parte;
Conferenza Episcopale Italiana, Catechismo degli adulti: La verità vi farà liberi (CEI).

Fuente: El Primicerio de la Basílica de los Santos Ambrosio y Carlos en Roma Monsignor Raffaello Martinelli

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