XXX Domingo del Tiempo Ordinario

«¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador»
(Lc 18, 9-14)

“El Domingo de la oración humilde”

Este domingo Jesús de Nazaret nos muestra el modo de orar: hay que entregar a Dios nuestra alma y todos nuestros sentimientos desde la humildad, desde el más sincero arrepentimiento. Hemos de rezar para el Señor, no para los otros, para que ellos admiren nuestra “gran” piedad o nuestra condición de buenísimos cristianos. Es el publicano quien con el corazón roto por el peso de sus culpas pide humildemente perdón a Dios. El fariseo, por el contrario, pretende que Dios le admire y que, incluso, le dé algunas palmaditas en la espalda por lo bueno que es… No nos equivoquemos, llevemos nuestra petición de perdón hasta los pies del Señor, sabiéndonos frágiles y pecadores.

«Enaltece a los humildes y humilla a los soberbios
para que vean Tu luz y se encuentren»

Citas para reflexionar

  • «¿Cuántas familias rotas hemos visto por el problema del dinero: hermano contra hermano; padre contra hijo… Cuando una persona se apega al dinero, ¡se destruye a sí misma, destruye la familia! ¡El dinero destruye!» S.S. Francisco
  • «Las familias deben ayudar y evangelizar a otras familias» Mons. Vicenzo Paglia
  • «Durante toda la vida he buscado el rostro de Jesús, y ahora estoy feliz y sereno, porque me voy a verlo». Cardenal Spidik
  • «El martirio fue, en el S. XX, un patrimonio de muchos cristianos en toda Europa. Se pretende olvidar a los mártires, porque ellos son testigos molestos de la Verdad del Evangelio» Mons. Juan Antonio Martínez Camino
  • «Hay pobreza severa en España, y esas personas necesitan ayuda alimentaria».  José Antonio Bustos, Presidente de FESBAL
  • «El cine, un eficaz instrumento pedagógico y catequético». Cardenal Antonio Mª Rouco Varela

Oración

Yo sí soy así, Señor

Quiero hacer oración y me distraigo enseguida
Digo alabarte, y me miro a mi mismo
Digo quererte, y me quiero demasiado a mí
Digo complacerte, y busco mi interés
Quiero seguirte, y voy detrás de tus enemigos
Quiero escucharte, y poco después lo olvido todo.

Quiero corregirme, y caigo en el defecto de ser juez
Quiero adorarte, y me cuesta ponerme de rodillas
Dame humildad para reconocer mis fallos
Fortaleza para hacerles frente
Gratitud para agradecer lo mucho que por mí haces.
Amén

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