Meditación: «Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparacer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían posándose encima de cada uno. Se llenaron de Espíritu Santo y…» (Hch 2, 1-8)
El gran día de Pentecostés llegó y el Espíritu Divino descendió cubriendo a todos con el Fuego del Amor y la Purificación, de Dones los llenó y María llena de alegría vio a los discípulos de su Divino Hijo así bendecidos.
Espiritual alegría debe tener toda alma, cuando vea descender Gracias del Cielo sobre sus hermanos, anticipando para Gloria de Dios y bien de la Iglesia la gran Fiesta.
¡Oh Virgen Santa, Madre de alabanza!
Intercede para que descienda sobre todos tus hijos el Espíritu Divino para que seamos guiados por El y veamos al Rey. Amén.