Epifanía del Señor

Fiesta de la esperanza

File:Fra Angelico Adoration.jpgLlevamos ya casi una semana del año 2013, ó 2014 menos uno, como he visto escrito no sé si por broma o por superstición. Todavía es posible pensar en aquello de “año nuevo, vida nueva” y expresar los mejores deseos para nuestros amigos y conocidos. Es cierto que del 2013 se ha dicho que va a ser también duro y penoso a causa de la crisis económica, aunque se hacen pronósticos de que hacia la mitad del año la situación cambiará de signo. Ojalá sea así, porque estamos viendo cómo, una vez más, la peor parte la llevan las personas y las                                                                                       familias menos favorecidas.

Es cierto que han crecido la caridad y la solidaridad, pero es necesario también analizar en profundidad la crisis y actuar con decisión en las causas tanto coyunturales como enquistadas en la vida pública y social. No basta, como dice Jesús en el evangelio, poner remiendos nuevos en un vestido viejo (cf. Mc 2, 21). El buscar soluciones a la crisis atañe a todos aunque no a todos de la misma manera o en el mismo grado, depende de la responsabilidad pública. Se trata, en unos, de compartir lo que se tiene y en otros de dar signos claros de que se procuran los medios que está demandando la misma sociedad y actuando según las exigencias de la ética y del bien común.

Mañana domingo es la fiesta de la Epifanía del Señor, más conocida como la fiesta de los Reyes Magos. Epifanía quiere decir aparición o manifestación, y evoca el reconocimiento de Jesús por los pueblos paganos representados por los sabios de Oriente que, siguiendo una estrella, llegaron a Jerusalén y más tarde al lugar donde estaba el Mesías ante el que se postraron ofreciéndole significativos regalos. Esos hombres que la tradición cristiana, releyendo el relato del evangelio de S. Mateo a la luz de las profecías de Isaías y del salmo 72, hace reyes en número de tres y que Benedicto XVI en su precioso libro sobre La infancia de Jesús los ve como la expresión del anhelo interior del espíritu humano, la marcha de las religiones y de la razón humana al encuentro de Cristo, son toda una invitación a la alegría y a la esperanza. Por algo en los países latinos y en los hispanos la epifanía es la fiesta de la ilusión, no de la fantasía, sobre todo de los niños y de quienes tienen todavía el alma como ellos, pese a los desengaños de la vida. ¿Por qué no vamos a dejarnos impregnar de esas actitudes que hacen más llevadera la existencia?

O así lo creo y por eso, sin detrimento del realismo, invito a la confianza de que, si nos lo proponemos, saldremos también de esta crisis.

+ Julián, Obispo de León

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