Una reflexión sobre el proceso a Jesús de Nazaret

 

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En la segunda parte de «Jesús de Nazaret», el Papa no solo ofrece una reflexión teológica y exegética de primer orden, sino que también invita a la reflexión sobre otros aspectos cruciales. Uno de ellos, es el análisis del proceso de Jesús ante Pilatos. Detengámonos en él.

La civilización occidental no puede entenderse sin el calidoscopio en el que se descomponen sus grandes procesos. Así por ejemplo, en el primer cuarto del siglo XX, Occidente despierta de la pesadilla totalitaria a través de los Juicios de Nüremberg, que recordaron la existencia de exigencias morales y éticas superiores a cualquier Derecho positivo. Mucho tiempo antes (s. II a. de C.), el choque verbal entre Cicerón y Catilina, recuerda la importancia del respeto a la ética en los asuntos públicos y los presupuestos del poder legítimo. El juicio de Sócrates en Atenas (s .IV a. de C.), en fin, nos sitúa abruptamente ante el valor de la crítica de la razón frente a los usos sociales.

De todos ellos, el proceso de Jesús ante Pilatos ocupa el lugar central. ¿Quiénes fueron los acusadores? ¿Cuál fue el verdadero motor del proceso? ¿Qué lugar ocupa la verdad en el gran tema de lo justo legal?

 

TRES RESPUESTAS CLAVES

La respuesta a la primera pregunta por Benedicto XVI ha merecido el agradecimiento del pueblo judío. El fiscal no fue Israel como un todo, sino los círculos sacerdotales distinguidos y un pequeño y fanático grupo de seguidores de Barrabás. La segunda cuestión en Benedicto XVI apunta como una flecha a un hecho que ha cambiado el mundo: la separación entre la dimensión religiosa y la política, una separación que, para el Papa, pertenece realmente «a la esencia» del nuevo camino cristiano. El tercer tema requiera algo más de atención ahora.

Ante el requerimiento de Pilatos: «¿Qué es la verdad?», Benedicto XVI recuerda que no ha sido el procurador romano «el único que ha dejado al margen esta cuestión como insoluble y, para sus propósitos, impracticable. También hoy se considera molesta, tanto en la contienda política como en la discusión sobre la formación del derecho».

Ciertamente, para el Derecho la pregunta por la verdad es fundamental. Tal vez por esto, y precisamente desde instancias democráticas, viene afirmándose que los derechos fundamentales, entre ellos el derecho a un juicio «justo», deberían ser rescatados de las presiones de las minorías y de las imposiciones de las mayorías políticas. Al representar un núcleo de valores esenciales, deben quedar al margen de esquemas políticos de uno y otro signo. Como ha dicho Spaemann, «la comunidad jurídica no es una especie de ‘closed shop’, cuyas condiciones de admisión y de exclusión quedan fijadas por la mayoría de los miembros». Por ejemplo, no hay derecho alguno de una mayoría, por muy grande que sea, a decidir sobre el derecho de una minoría a su existencia.

Hace años, cuando Benedicto XVI era solamente el cardenal Ratzinger, observaba que «las decisiones mayoritarias no pierden su condición verdaderamente humana y responsable cuando presuponen un sustrato básico de humanidad y lo respetan como verdadero bien y condición de todos los demás bienes».

Las observaciones primero del cardenal Ratzinger y ahora de Benedicto XVI chocan frontalmente con la visión jurídica que, prescindiendo de la verdad, basa el derecho en el poder, en la fuerza de los votos. Esta línea de pensamiento (me refiero al positivismo jurídico, fruto del relativismo ante la verdad objetiva) hoy intenta ocupar todos los intersticios legales, incluido el juicio histórico de Jesús ante Pilatos.

 

 

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RELATIVISMO Y POSITIVISMO LEGAL

Tal vez haya sido el jurista austríaco Hans Kelsen el que lo ha planteado de forma más radical. Cuando desde su visión normativista se sitúa ante la pregunta del procurador romano frente a la verdad, no duda en tomar partido por la postura que, a la postre, adoptará Pilatos. Estas son sus palabras : «Y puesto que Pilatos, un relativista escéptico, no sabía qué era la verdad, la verdad absoluta en que este hombre creía, consecuentemente, procedió de modo democrático sometiendo la decisión del caso a votación popular» (H. Kelsen, «¿Qué es la Justicia?, Barcelona, 1992).

Ciertamente no deja de provocar un cierto «escalofrío jurídico» esta renuncia a la verdad, para entregar la justicia en manos de una mayoría, tantas veces manipulable (como se deduce también del relato evangélico). El relativismo -de entonces y de ahora- termina, en el fondo, por renunciar a saber qué es lo justo, aferrándose a una maraña de subterfugios procedimentales, que difícilmente pueden ocultar la presión del poderoso sobre el débil.

El Papa se refería de forma explícita a estas cuestiones de profundo calado, con motivo de su discurso a la Comisión Teológica internacional de 5 de octubre de 2007. Decía entonces Benedicto XVI: «En muchos pensadores parece dominar hoy una concepción positivista del derecho. Según ellos, la humanidad, o la sociedad, o de hecho la mayoría de los ciudadanos, se convierte en la fuente última de la ley civil. (…) En la raíz de esta tendencia se encuentra el relativismo ético, en el que algunos ven incluso una de las condiciones principales de la democracia, porque el relativismo garantizaría la tolerancia y el respeto recíproco de las personas. Pero, si fuera así, la mayoría que existe en un momento determinado se convertiría en la última fuente del derecho. La historia demuestra con gran claridad que las mayorías pueden equivocarse. (…) Cuando están en juego las exigencias fundamentales de la dignidad de la persona humana, de su vida, de la institución familiar, de la equidad del ordenamiento social, es decir, los derechos fundamentales del hombre, ninguna ley hecha por los hombres puede trastocar la norma escrita por el Creador en el corazón del hombre».

Me he permitido una cita algo extensa, precisamente porque explica nítidamente el desenlace jurídico de la crucial cuestión también teológica que el Papa Ratzinger plantea cuando analiza el proceso de Jesús.

Por Rafael Palomino Catedrático de Derecho Eclesiástico en la Universidad Complutense, y Vocal del Consejo Asesor de OSCE para la Libertad de Religión y de Creencias.
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2 respuestas a Una reflexión sobre el proceso a Jesús de Nazaret

  1. Rodolfo Plata dijo:

    “NO” PERMITAS LA JUDAIZACIÓN DEL CRISTIANISMO PROMOVIDA POR LA DOCTRINA APÓSTATA DE BENEDICTO XVI:
    LOS VALORES SUPREMOS DE LA TRASCENDENCIA HUMANA Y LA SOCIEDAD PERFECTA, DEBEN ORIENTAR LOS OBJETIVOS DEL CURRÍCULO ESCOLAR LAICO Y LA CATEQUESIS, A FIN DE ALCANZAR LA SUPRA HUMANIDAD__ La relación entre la fe y la razón, la religión, la ciencia y la educación, se enmarca en el fenómeno espiritual de la trasformación humana abordado por la doctrina y la teoría de la trascendencia humana: conceptualizada por la sabiduría védica, instruida por Buda e ilustrada por Cristo; la cual concuerda con los planteamientos de la filosofía clásica y moderna, y las conclusiones comparables de la ciencia: (psicología, psicoterapia, logoterápia, desarrollo humano, etc.) __La paideia griega tenía como propósito educar a la juventud en la virtud (desarrollo de la espiritualidad) y la sabiduría (cuidado de la verdad), mediante la práctica continua de ejercicios espirituales (cultivo de sí), a efecto de prevenir y curar las enfermedades del alma. El educador, utilizando el discurso filosófico y la discusión de casos y ejemplos prácticos, más que informar trataba de inducir transformaciones buenas y convenientes para si mismo y la sociedad, motivando a los jóvenes a practicar las virtudes opuestas a los defectos encontrados en el fondo del alma, a efecto de adquirir el perfil de humanidad perfecta (cero defectos) __La vida, ejemplo y enseñanzas de Cristo coincide cien por ciento con el currículo y objetivo de la filosofía griega. Y por su autentico valor pedagógico, el apóstol Felipe introdujo en los ejercicios espirituales la paideia de Cristo (posteriormente enriquecida por San Basilio, San Gregorio, San Agustín y San Clemente de Alejandría, con el pensamiento de los filósofos greco romanos: Aristóteles, Cicerón, Diógenes, Isócrates, Platón, Séneca, Sócrates, Marco Aurelio,,,), a fin de alcanzar la trascendencia humana (patente en Cristo) y la sociedad perfecta (Reino de Dios). Meta que no se ha logrado debido a que la mitología del Antiguo Testamento, al apartar la fe de la razón, castra mentalmente a sus seguidores extraviándolos hacia la ecumene abrahámica que conduce al precipicio de la perdición eterna (muerte espiritual)__ Es tiempo de rectificar retomando la paideia griega de Cristo, separando de nuestra fe el Antiguo Testamento y su teología fantástica que han impedido a los pueblos cristianos alcanzar la supra humanidad. Pierre Hadot: Ejercicios Espirituales y Filosofía Antigua. Editorial Siruela.

  2. Rodolfo Plata dijo:

    LOS CAMBIOS QUE LA SOCIEDAD DE NUESTRO TIEMPO, EXIGE A BENEDICTO XVI POR LA BOCA DISIDENTE DE __LOS TEÓLOGOS MODERNISTAS, LOS SACERDOTES IRLANDESES, LOS OBISPOS AUSTRIACOS Y LA ASOCIACIÓN DE MONJAS DE EEUU (LCWR), ETC__ ES DE JUSTICIA Y SENTIDO COMÚN APROBARLOS DE INMEDIATO, YA QUE SOLO SON UNA CUESTIÓN DE FORMA Y NO DE FONDO, QUE TIENE COMO FIN ADECUAR LAS PRÁCTICAS IMPUGNADAS A LA MODERNIDAD, SOBRE: el uso de anticonceptivos y condones, el aborto, el divorcio, la eutanasia; el celibato, el matrimonio de sacerdotes y religiosos consagrados, el sacerdocio femenino, el derecho a recibir los beneficios y prestaciones que otorga la Ley Federal del Trabajo a los empleados de cualquier institución; y que tiene por objeto reivindicar la dignidad los sacerdotes y religiosos consagrados. __LA CUESTIÓN DE FONDO ES: LA REVISIÓN DE LOS CADUCOS CIMIENTOS DE LA FE QUE IMPUGNAMOS LOS LIBRE PENSADORES CRITICANDO LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA, POR QUE ES EL VERDADERO CÁNCER QUE HAY QUE EXTIRPAR, SI SE QUIERE ACTUALIZAR Y REVITALIZAR EL CRISTIANISMO__ La importancia de la crítica a la doctrina judaizante de la Iglesia, radica en que nos aporta los elementos de juicio necesarios para visualizar nítidamente __la felonía moral que cometió San Pablo al omitir intencionalmente en su cristología la vida, ejemplo y enseñanzas de Cristo hombre, en su afán de convertir en religión, el movimiento cristiano inicialmente laico (Cristo, ni sus apóstoles, fueron sacerdotes). Privando al cristianismo de la doctrina de la trascendencia humana (instruida e ilustrada por Cristo) que se alcanza practicando las virtudes opuestas a nuestros defectos hasta adquirir el perfil de humanidad perfecta (cero defectos), dándonos acceso a las potencialidades del espíritu a medida que nos vamos desarrollando espiritualmente__ Y la urgente necesidad de retornar al cristianismo laico (sin clero, ni dogmas, ni Antiguo Testamento) centrado solo en la vida, ejemplo y enseñanzas de Cristo para motivar a sus seguidores a vivir una vida digna y abnegada al servicio de los más necesitados practicando el altruismo, el misticismo y el activismo social intensos, a fin de alcanzar la trascendencia humana y la sociedad perfecta.

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