La Inmaculada Concepción

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En toda España se celebra, el miércoles día 8, la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, un acontecimiento que es acompañado de numerosas Vigilias y Novenas con las que el pueblo español da fe de su devoción hacia la Madre del Señor. La celebración de este año 2010, tiene una connotación especial al estar inmersos en una profunda situación crítica, no sólo económica sino también cultural, moral y religiosa, implica, primero, para los cristianos, especialmente para los jóvenes y las familias cristianas, un serio consecuente y valiente compromiso por la vida; y, segundo, una llamada a la necesidad de la plegaria constante, dirigida a nuestra Madre amorosa, para implorar su mediación a encontrar el rumbo perdido y salir de la vorágine en la que estamos inmersos.

Llamar a María la Inmaculada Concepción no fue un fruto más o menos sentimental y poético de la admiración del pueblo cristiano por María, la Madre de Jesucristo su Señor y Salvador, sino sobre todo respuesta de la fe de la Iglesia, que declaró este misterio Dogma de fe por medio de la bula Inefabbilis Deus dada por Pio IX, el 8 de diciembre de 1854, que: «La Virgen María desde el primer instante de su concepción había sido preservada inmune de todo efecto del pecado original», que había de transmitirse a todos los hombres por ser descendientes de Adán y Eva, en atención a que iba a ser la madre de Jesús, que es también Dios. La doctrina reafirma con la expresión «llena eres de gracia»; (Gratia Plena) contenida en el Saludo del Ángel (Lc. 1, 28) y en la oración del Ave María, este aspecto de ser libre de pecado por la gracia de Dios.

El historiador y catedrático francés Louis Baunard narra lo siguiente: «Pío IX contemplando el mar agitado de Gaeta escuchó y meditó las palabras del Cardenal Luigi Lambruschini: «Beatísimo Padre, Usted no podrá curar el mundo sino con la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción. Sólo esta definición dogmática podrá restablecer el sentido de las verdades cristianas y retraer las inteligencias de las sendas del naturalismo en las que se pierden»».

El historiador Francesco Guglieta, experto en la vida de Pío IX, señala que el tema del naturalismo, que despreciaba toda verdad sobrenatural, podría considerarse como la cuestión de fondo que impulsó al Papa a la proclamación del dogma: «La afirmación de la Concepción Inmaculada de la Virgen ponía sólidas bases para afirmar y consolidar la certeza de la primacía de la gracia y de la obra de la Providencia en la vida de los hombres». Guglieta señala que Pío IX, pese a su entusiasmo, acogió la idea de realizar una consulta con el episcopado mundial, que expresó su parecer positivo, y llevó finalmente a la proclamación del dogma.

Patronazgo en España

La fiesta de la Inmaculada fue fiesta de guardar en todos los reinos de su Majestad Católica, es decir, en todo el Imperio español, desde 1644; se declaró fiesta de guardar en toda la Iglesia desde 1708 por orden del papa Clemente XI. España celebra a la Inmaculada como patrona y protectora desde 1644, siendo el 8 de diciembre fiesta de carácter nacional. Durante la celebración de dicha festividad, los sacerdotes españoles tienen el privilegio de vestir casulla azul. Este privilegio fue otorgado por la Santa Sede en 1864, como agradecimiento a la defensa del dogma de la Inmaculada Concepción que hizo España.

El voto a la Inmaculada Concepción se hizo por primera vez en España en el pueblo de Villalpando, el 1 de noviembre de 1466, en la iglesia de San Nicolás. Lo hicieron 13 pueblos más.

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