Los ángeles

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El pasado 29 de septiembre celebramos la festividad con la que honramos a los tres arcángeles san Gabriel, san Rafael y san Miguel. Los ángeles rodean a Dios y le alaban por toda una eternidad, le sirven y cumplen las tareas que Él les encomienda con relación a nosotros.

Según San Agustín los ángeles se llaman así «por su oficio no por su naturaleza». Son ángelos, en griego significan: enviado, embajador, nuncio; aunque en las escrituras les vemos haciendo más cosas: guiando -a Moisés en el desierto-; instruyendo -a Tobías de cómo la oración acompañada de sacrificios y caridad, alcanza la misericordia divina y la vida eterna-; protegiendo -a Lot del castigo de Sodoma-… toda una multiplicidad de funciones.

La Biblia nos habla de los ángeles en más de cien pasajes y solo ofrecen tres nombres: Gabriel -se apareció a Daniel, a Zacarías y finalmente a la Santísima Virgen María para anunciarle el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios-, Rafael -acompaña y ayuda al joven Tobías- y Miguel -el gran defensor de la Iglesia y el encargado de presentar las almas al Señor en el momento decisivo de la muerte. En la piedad popular el ángel custodio ha sido siempre objeto de singular devoción. La tradición es coincidente en considerarlos parte de la Revelación, y así lo recogió en el año 1.215 el IV Concilio de Letrán. El Catecismo de la Iglesia Católica define su existencia como «verdad de fe», y están representados en la iconografía cristiana de todas las épocas.

Ángeles buenos y ángeles malos, su separación se hizo una única y definitiva vez. Dice la tradición que parte de ellos se rebelaron al saber que debían adorar al Hijo de Dios hecho hombre y postrarse ante su Madre, una mujer. La soberbia de los demonios -ángeles malos- les impidió humillarse ante una naturaleza inferior y les condujo al odio a Dios y a nosotros, y ya nada les moverá de él.

San Pablo en las cartas a los Efesios y a los Colosenses ya hace mención a cinco grupos: virtudes, potestades, principados, dominaciones y tronos. En los libros de los profetas encontramos a los más excelsos: querubines y serafines. Es san Gregorio Magno y el Pseudo-Dionisio Aeropagita los que establecieron nueve coros angélicos repartidos en jerarquías, de menor a mayor cercanía a Dios: ángeles, arcángeles y virtudes; potestades, principados, y dominaciones; tronos, serafines y querubines. Todos pueden actuar sobre nosotros y nuestro entorno de forma misteriosa pero real, nos iluminan intelectualmente, influyen en nuestra voluntad o animan la imaginación para hacer el bien.

Referente al angel custodio leemos: «Yo te enviaré a mi Ángel, que vaya delante de ti, te defienda en el camino y te conduzca al lugar que te tengo preparado. Respétale y escucha su voz».

Oración:

Señor los ángeles te sirven y te adoran, mientras que algunas veces este pobre hombre / mujer, te da la espalda. ¿Quién como tú Salud de los enfermos, Mensajero de la mejor noticia? Te adoro, Señor Jesús, como mi Dios y mi Señor. Y te pido perdón por tantas veces como no te he tenido como lo más importante de mi vida.

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