Solemnidad de Corpus Chriti

Sacramento de la caridad, la Santísima Eucaristía es el don que Jesús hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito para cada hombre . Es el mejor regalo de despedida que dejó a su Iglesia.

La festividad del Corpus Christi nos invita a entrar en el corazón del misterio de la Eucaristía, que se ha de creer, celebrar y vivir. La Eucaristía, Sacramento del amor, aviva en nosotros la conciencia de que donde hay amor brilla, también, la esperanza, de que donde el ser humano experimenta el amor se abren para él puertas y caminos de esperanza.

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La Eucaristía es el gran sacramento de esperanza para toda la humanidad, anticipo de los bienes definitivos a los que todos aspiramos en lo hondo de nuestro corazón y que esperamos alentados por la fe.
Cuando se descubre y vive la Eucaristía como misterio de presencia de Cristo acompañando al hombre en el camino de la vida, como misterio de vida entregada por el Otro y como servicio humilde y generoso al hermano necesitado, como misterio de comunión que nos hace sentar en la misma mesa superando toda diferencia, resulta fácil descubrir que la Eucaristía es el gran Sacramento de la esperanza.

Contemplando el don de la Eucaristía en este Día de la Caridad, recordamos las palabras de Jesús: «Yo soy el Pan de vuestra vida» el verdadero Pan que sacia todas las hambres de nuestro corazón humano. Os invitamos a entrar en su misterio y a dejaros configurar por él, para que todo el caudal de amor y de vida generosamente entregado por el Señor, y ofrecido por cuantos entran en comunión con Él, constituyan para todos, especialmente para los más pobres, una fuente permanente de esperanza.

Oración a Jesús Sacramentado

Al adorarte hoy en el Santísimo Sacramento del Altar, te pido que venere de tal modo los misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimente continuamente los frutos de tu Muerte y Resurrección. Que nunca me acerque a comulgar, o visitarte ante el sagrario, por costumbre dominical o diaria; dame ojos nuevos para verte como algo nuevo y maravilloso, vivo y vivificante en la Eucaristía; y dame un corazón agradecido para acogerte con mi pobre, pero sincero, amor -también llamado a amar a los hermanos- y poder ir fortificando mi amistad con el mejor y más fiel Amigo.

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