Los Benedictinos, el ADN de Europa

Los monasterios de benedictinos y benedictinas son hitos y faros en nuestro camino hacia una vida plena.

San Benito de Nursia (480-547) fue declarado Padre de Europa por Pío XII, por haber creado comunidades consagradas a la oración y el trabajo -según el lema ora et labora-, y Pablo VI nombró a san Benito Patrono de Europa, al consagrar el nuevo templo de Montecasino, destruido en la Segunda Guerra Mundial. Esta abadía de Montecasino, la primera fundada por san Benito junto con la redacción de su «Regla» dan lugar a la institución del monaquismo Benedictino.

Los países europeos tal como los conocemos hoy son la consecuencia de la transformación que a lo largo de los siglos sufrió el «Imperio Romano», tras la decadencia de este. Sus territorios se ven castigados por los invasores barbaros: godos, visigodos y ostrogodos que residían fuera de sus fronteras e incluso las salvaguardaban de otros enemigos.

Este tiempo tan cambiante para la estructuración de Europa es el que le toca vivir a san Benito. Sus comunidades monacales convierten lo que fue para los romanos un trabajo de esclavos, en una labor ascética de gran elevación espiritual; atrajeron hacia la civilización cristiana a los pueblos europeos. Su gran obra fue unificarlos mediante la creación de un gran espacio cultural, integrado por la fe cristiana, el canto religioso, la lengua latina y el mejor pensamiento griego y romano. Los benedictinos enseñaron a los pueblos el arte de la agricultura y fertilizaron comarcas enteras; organizaron la enseñanza de las artes liberales; transmitieron las letras antiguas, mediante un organizado sistema de copias; propagaron el Evangelio, fuente de unidad profunda y amplitud de espíritu.monje.png

Más su influencia en Europa de los monasterios benedictinos -monjes y monjas inspirados en su Regla- va más allá de la organización del espacio agrícola, la copia de códices y la construcción de iglesias. Se extiende a la configuración de las mentes y a la orientación de los espíritus hacia horizontes de cultura y religiosidad sumamente cualificados, contribuyendo decididamente a la recta ordenación de la vida social europea.

A partir del siglo X los monasterios se van uniendo en grupos dominados por uno más importante así Cluny, Gorze y Montecasino. Con la reforma del Cister, se da más importancia al trabajo manual.

En el siglo XIV hubo cierta decadencia para volver a resurgir al siglo siguiente. La reforma protestante destruyó numerosos monasterios, y el Concilio de Trento trató de restaurar la vida monástica. En el siglo XIX fue un periodo de reconstrucción y consolidación; en su primera mitad los monjes fueron expulsados de diferentes países, pero reaparecieron con nuevo vigor en Francia con don Guéranger, en Alemania con los hermanos Wloter; monjes bávaros y suizos marchan a U.E.A. donde establecen comunidades florecientes; en España los benedictinos marchan a Australia a evangelizar a los aborígenes y los monjes de Silos propagan el espíritu de Solesmes, no solo por el territorio español, también por América siguiendo las huellas del monasterio de Montserrat.

Ahora corren huracanes de indiferencia (gentes que no echan de menos a Dios), anticlericales, viejas herejías con tintes nuevos, nuevas apostasías, nuevos ídolos de barro forrados de refulgentes brillos que atraen a las masas enfervorizadas con cantos estridentes y enloquecedores; cada vez más personas viven abandonadas a le emotividad con un alto riesgo de manipulación por el más fuerte. Las personas o los pueblos se escinden de sus tradiciones y creencias, se despojan de su pasado y quedan espiritualmente en vacío, no pueden ser creativos en el presente y proyectarse fecundamente hacia su futuro.

¿Cómo llegar entonces hasta ellos? ¿Cómo llevarles la fe, la esperanza de una vida distinta, con sentido?

La evangelización de hoy debe recuperar la credibilidad, provocando el asombro del apático, llamando la atención de los demás, con el testimonio de vida de los verdaderos testigos de nuestra fe.

Sí, los monasterios benedictinos, monjes y monjas, son el ADN de Europa y de otros países en los demás continentes, no se puede deslegitimar su paternalidad, siguen dando testimonio de «PAZ» ofreciendo posibilidades de todo orden, mostrando entre nosotros su secular vitalidad, nos recuerdan a los europeos no sólo nuestros orígenes culturales, sino también -y sobre todo- nuestra más profunda razón de ser, como personas abiertas a los horizontes que dignifican la vida humana.

Esta entrada ha sido publicada en Biografías, Orden benedictina, Reflexiones y etiquetada como . Guarda el enlace permanente.

2 respuestas a Los Benedictinos, el ADN de Europa

  1. olga dijo:

    MI oracion : pido al Señor por justicia economica, afectiva, salud, trabajo, familia.
    Por mis hijos Sofia, Francisco, yanina y matias
    Por la justicia de Dios en la relacion toxica entre Francisco valeria y su familia.
    Por el grupo efec cristian, Pablo, marta y otros .
    Por Stella . Carmen, dora y la profesional que me pueda ayudar
    Por el evento con padre Jamut 4 y 5 de detiembre qeu se haga su justicia
    Por MI trabajo (pastoral y profesional) una respuesta em edifica en la FE
    Olga desde Argentina

  2. Camilo Arturo Rivera Báez dijo:

    Buenas tardes,

    Quiero pedirles el favor de orar por la Familia Rivera Báez para recibir bendición del Señor y por rompimiento de cadenas de pecado.
    Les envio un saludo desde el pueblo de Choachi, Cundinamarca.

    Bendiciones!

    Que el Señor continue guiando su misión.

    Camilo Arturo Rivera Báez.
    COLOMBIA.
    316-6498172

Los comentarios están cerrados.