La hora de la verdad: Jesús vino a sufrir (IV)

Cristo crucificado

La crucifixión

Los soldados encargados de la crucifixión eran gente experta, en todo el proceso no rompieron ni un solo hueso, ni perforaron arterias importantes. De los tres ajusticiados, Jesús sería el primero por las malas condiciones físicas que presentaba. Le clavaron sobre el patibulum las manos sobre el pliegue del carpo o muñeca espacio de Destot con un clavo llamado herrero; la hemorragia es moderada pero el dolor de rozar y herir el nervio mediano es el más intenso y atroz que un hombre puede experimentar, y seguiría sufriendo al menor movimiento. Los pies fueron clavados juntos —el izquierdo sobre el derecho—, el dolor aunque intenso fue menor que el de las manos (una gota de dolor en el océano de dolor del cuerpo de Jesús); después de ser izado sobre el stipes, doblándole y juntándole las rodillas, —pues de no hacerlo así hubiera muerto rápidamente asfixiado— de esta forma el peso sobre los pies era mínimo y servía para facilitar elevar el cuerpo, haciendo fuerza de apoyo de los pies en el clavo que los atravesaba, y poder respirar algo.

La sed

La sed y sus consecuencias fue otro tormento más de Jesús en la cruz. La falta de beber agua durante sus días de arresto; la sudoración excesiva y la pérdida de sangre. Fue lo que llevó a lo más profundo de su naturaleza humana a exclamar «Tengo sed».

Recopilado del libro «Así murió Jesús» del Dr. C. Cabezón Martín

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