EL PADRE ARNAIZ SERÁ BEATO

JESUITA, FUNDADOR DE LAS MISIONERAS DOCTRINALES RURALES

El P. Arnaiz será beatificado tras aprobarse un milagro por su intercesión      El P. Arnaiz será beatificado tras aprobarse un milagro por su intercesión.

Según ha in­for­ma­do la San­ta Sede, en la reunión del pa­sa­do 5 de di­ciem­bre de los car­de­na­les y obis­pos de la Sa­gra­da Con­gre­ga­ción para las Cau­sa de los San­tos se dio el voto po­si­ti­vo so­bre la curación inex­pli­ca­ble de la per­so­na que ob­tu­vo el mi­la­gro por interce­sión del P. Tiburcio Ar­náiz.

Para el P. Vi­cen­te Lu­que, vi­ce­pos­tu­la­dor de la cau­sa, que na­ció el mis­mo año que el P. Ti­bur­cio fa­lle­cía, esta apro­ba­ción «su­po­ne una gran ale­gría y más es­tan­do re­si­dien­do aquí en la igle­sia de Má­la­ga, jun­to a su se­pul­tu­ra». Del P. Ar­náiz des­ta­ca «su gran in­quie­tud por apro­ve­char el tiem­po pa­ra ha­cer el bien y ayu­dar al pró­ji­mo, no pa­ra­ba un mo­men­to; tam­bién hay que des­ta­car que era muy aus­te­ro y ha­cía mu­chas pe­ni­ten­cias y sa­cri­fi­cios y ade­más era un hom­bre muy obe­dien­te».

Bre­ve bio­gra­fía

El P. Ti­bur­cio Ar­naiz Mu­ñoz na­ció en Va­lla­do­lid el 11 de agos­to de 1865. Se or­de­nó sa­cer­do­te de esa dió­ce­sis el 20 de abril de 1.890. Du­ran­te tres años desem­pe­ñó el car­go de pá­rro­co en el pue­blo de Vi­lla­nue­va de Due­ro y más tar­de en la pa­rro­quia de Po­ya­les del Hoyo de Ávila. Se doc­to­ró en Teo­lo­gía en la dió­ce­sis de To­le­do en 1896.

La muer­te de su ma­dre le lle­va a plan­tear­se, jun­to con su her­ma­na Gre­go­ria, la op­ción de ha­cer­se Je­sui­ta. Así, a la vez que ella in­gre­sa­ba en el Con­ven­to de las Do­mi­ni­cas, don­de Ti­bur­cio ha­bía sido sa­cris­tán mien­tras es­tu­dia­ba en el se­mi­na­rio, él in­gre­sa­ba en el no­vi­cia­do de Gra­na­da de la Com­pa­ñía de Je­sús el 30 de mar­zo de 1.902. Des­pués de los dos años de no­vi­cia­do per­fec­cio­nó sus es­tu­dios de Fi­lo­so­fía y Teo­lo­gía y co­men­zó a dar Ejer­ci­cios Es­pi­ri­tua­les a sa­cer­do­tes e inició al­gu­na mi­sión po­pu­lar por los pue­blos cer­ca­nos a Gra­na­da. En 1911 hizo en Lo­yo­la lo que los Je­sui­tas lla­man la Ter­ce­ra Pro­ba­ción (un se­mes­tre cen­tra­do en la ora­ción y en el es­tu­dio de las Cons­ti­tu­cio­nes de la Com­pa­ñía an­tes de ha­cer los úl­ti­mos vo­tos en ella) y en 1912 lle­ga a Má­la­ga don­de es­ta­ría des­ti­na­do 14 años con­se­cu­ti­vos (con la ex­cep­ción del año 1916-1917 que re­si­dió en Cá­diz).

Allí pri­me­ra­men­te fue muy co­no­ci­do por su só­li­da di­rec­ción es­pi­ri­tual y por el fo­men­to de la de­vo­ción al Co­ra­zón de Je­sús. Tam­bién vi­si­ta­ba a los en­fer­mos del hos­pi­tal y a los pre­sos de la cár­cel e im­par­tía Ejer­ci­cios es­pi­ri­tua­les. Pero sus dos tra­ba­jos apos­tó­li­cos más co­no­ci­dos fue­ron la la­bor en los «Co­rra­lo­nes» y las «doc­tri­nas ru­ra­les». Los co­rra­lo­nes eran ca­sas de ve­ci­nos de pe­cu­liar es­truc­tu­ra, ha­bi­ta­das por gen­te muy po­bre y si­tua­das en la pe­ri­fe­ria de la cui­dad. En los co­rra­lo­nes es­ta­ble­cía una pe­que­ña es­cue­la, lla­ma­da miga, di­ri­gi­da por una maes­tra que en­se­ña­ba las pri­me­ras no­cio­nes de lec­toes­cri­tu­ra y ma­te­má­ti­cas jun­to con el ca­te­cis­mo. Pero el P. Ar­naiz que­ría lle­gar tam­bién a las al­deas y cor­ti­jos adon­de no lle­ga­ba na­die y don­de ha­bía mu­chas ca­ren­cias cul­tu­ra­les y no ha­bía lle­ga­do la pre­di­ca­ción de la fe. Eran lo que se lla­ma­ron las «Doc­tri­nas ru­ra­les» y que hoy con­ti­núan al fren­te de un gru­po de mu­je­res.

El P. Ar­naiz fa­lle­ció en Má­la­ga el 18 de ju­lio de 1926 y si­gue sien­do ve­ne­ra­do en la ciu­dad.

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