DOMINGO DE RAMOS -9 de Abril-

Giotto di Bondone - No. 26 Scenes from the Life of Christ - 10. Entry into Jerusalem - WGA09206.jpgPROCESIÓN DE LAS PALMAS

SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN  MATEO (21, 1-11)

Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagé, junto al monte de los Olivos, Jesús mandó dos discípulos, diciéndoles:

-Id a la aldea de enfrente, encontraréis enseguida una borrica atada con su pollino, desatadlos y traédmelos. Si alguien os dice algo, contestadle que el Señor los necesita y los devolverá pronto.

Esto ocurrió para que se cumpliese lo que dijo el profeta: «Decid a la hija de Sión: ‘Mira a tu rey, que viene a ti, humilde, montado en un asno, en un pollino, hijo de acémila’.»

Fueron los discípulos e hicieron lo que les había mandado Jesús: trajeron la borrica y el pollino, echaron encima sus mantos, y Jesús se montó. La multitud extendió sus mantos por el camino; algunos cortaban ramas de árboles y alfombraban la calzada. Y la gente que iba delante y detrás gritaba:

– ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo!

Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad preguntaba alborotada:

– ¿Quién es éste?

La gente que venía con él decía:

– Es Jesús, el Profeta de Nazaret de Galilea.

MISA DE PASIÓN

Con la celebración del Domingo de Ramos iniciamos la Semana Santa. En la primera lectura, se nos ofrece el tercer canto del Siervo del Señor, que se incluye en la segunda parte del libro de Isaías. “El Señor Dios me asiste, porque no quedo confundido”. Es hermosa esa confesión de confianza en Dios, precisamente en una situación de acoso y de persecución.

El salmo 21 comienza con unas palabras que Jesús debió de recitar desde lo alto de la Cruz: “Dios mío, Dios mío por qué me has abandonado” (Sal 21,2). No es el lamento de un desesperado, puesto que el salmista confiesa más adelante que Dios ha escuchado su petición de auxilio (Sal 21,25).

También en el himno del abajamiento del Cristo, que se recuerda en la segunda lectura, san Pablo nos abre a la perspectiva de una intervención de Dios que lo exalta y le da un nombre por encima de todo nombre (Flp 2,9).

ABANDONO HUMANO

Es oportuno recoger esas palabras que invitan a la esperanza en un momento en que la alegría de la bendición y procesión de los ramos parece oscurecerse cuando llega la hora de leer la pasión de Jesús según san Mateo. En este texto, podemos subrayar al menos tres escenarios en los que se pone de manifiesto el abandono humano que ha de sufrir Jesús

  • El primero de ellos sería el palacio de los sumos sacerdotes. Nos duele ver cómo Judas, uno de los discípulos, elegido personalmente por Jesús, negocia con los sacerdotes el precio que puede cobrar por entregarles a su Maestro (Mt 26,14-26).
  • El segundo escenario es el salón en el que Jesús celebra la última cena junto con los Doce. Allí anuncia claramente que uno de ellos lo entregará y, ante la pregunta de Judas, responde que efectivamente él será el traidor (Mt 26, 25).
  • El tercer lugar es Getsemaní. Mientras Jesús hace oración, lleno de tristeza y angustia, sus discípulos predilectos duermen. Cuando llegan los esbirros de los sumos sacerdotes y de los ancianos del pueblo, todos los discípulos lo abandonan y huyen (Mt 16,56).

EL ANUNCIO DE LA GRACIA

Pero aun hay más. Es interesante que el texto griego haya conservado esta frase aramea: “Elí, Elí, ¿lemá sabactaní?”, que se traduce como “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Es necesario preguntarnos cómo entendemos ese lamento del Señor.

  • “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Muchos lectores se identifican con algunos de los presentes en la crucifixión de Jesús. El sonido de las palabras y el recuerdo de un profeta (Mal 3, 23-24) les hicieron pensar que suplicaba la asistencia del profeta Elías.
  • “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Muchos olvidan el itinerario que sigue el orante que pronuncia este salmo. La llamada de auxilio al Señor se trasforma después en testimonio de su ayuda, en profesión de confianza y en anuncio de su gracia.
  • “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” También hoy, muchos piensan que Dios los ha abandonado, cuando en realidad están padeciendo el abandono de quienes debían mostrarles su cercanía y prestarles su apoyo.

– Señor Jesús, entregado por nosotros y por nuestra salvación, queremos estar junto a ti en el momento de tu entrega.  Enséñanos a ponernos confiadamente en las manos de Dios y a ayudar a nuestros hermanos a pasar por el valle del dolor.  Amén.

José-Román Flecha Andrés

El Domingo de Ramos es un día alegre y, religiosamente, muy significativo. Hay un dicho popular que dice: quien no estrena en Ramos, o es manco, o no tiene manos. Este dicho popular indica que la gente sencilla siempre consideró la fiesta del domingo de Ramos como un día alegre y, religiosamente, muy significativo. Es el primer día de la semana grande, de la Semana Santa, y en esta semana conmemoramos los cristianos la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, a quien nosotros consideramos como nuestro Salvador. Las Procesiones de Semana Santa, comenzando por la procesión de este domingo de Ramos, son en muchas ciudades de España algo grande y muy significativo. Es verdad que en estas procesiones hay algo de folklore, de fiesta popular y social, pero también es verdad que en las procesiones hay mucho de sentimiento religioso y de piedad sincera. Debemos cuidar los cristianos el sentido religioso de estas fiestas, celebrándolas con una especial alegría y con mucha piedad interior. Levantemos, durante estos días, nosotros nuestras manos para aplaudir, aunque sólo sea interiormente, al Cristo que pasa a nuestro lado. Con su gesto y su mirada nos invita a considerar su vida, muerte y resurrección como un sacrificio de alabanza al Padre y de expiación por nuestros pecados

En la liturgia de este Domingo de Ramos está toda la Pasión.                   Comienza con procesión y cánticos de triunfo y alabanzas al Hijo de David, para terminar con el relato de la Pasión y muerte del Señor. Los que aclamaron como Hijo de David a Jesús de Nazaret lo hicieron porque lo veían como un profeta que venía a salvarles; cuando pidieron a Pilato que lo crucificara lo hicieron movidos por los intereses de los jefes y líderes del pueblo, que veían en Jesús de Nazaret a una persona que denunciaba sus hipocresías, su prepotencia y sus egoísmos e intereses políticos y religiosos. Se dejaron convencer y manipular ingenuamente por personas que no buscaban el bien del pueblo sencillo y humilde, sino sus propios intereses egoístas. También hoy, nosotros cometemos frecuentemente ese mismo error. Desgraciadamente, no podemos extrañarnos nosotros de la actitud de aquella multitud que se dejó manipular por la charlatanería interesada y corrupta de los jefes y líderes del momento. También a nosotros, los medios de comunicación y los jefecillos y líderes de cada momento nos manipulan hasta tal punto que hechos y opiniones que habíamos considerado siempre justas y razonables, de repente nos parecen anticuadas, injustas y hasta ridículas. Es evidente que la vida progresa, cambia y avanza, pero no es menos evidente que muchos cambios y progresos de nuestros días no favorecen ni enriquecen nuestra vida, ni nuestras costumbres. Tenemos la obligación de afinar nuestra mente, y nuestro paladar, para no comulgar con ruedas de molino, sólo porque así les interese a los que mandan comercial o políticamente. No pasemos tan fácilmente del Hosanna al Hijo de David.

ORACIÓN

¡HOSANNA AL HIJO DE DIOS!

Porque viene a salvarnos

¡HOSANNA AL HIJO DE DIOS!

Porque viene a traernos vida abundante

¡HOSANNA AL HIJO DE DIOS!

Porque viene a traernos vida eterna

¡HOSANNA AL HIJO DE DIOS!

Porque viene en el nombre de Dios

¡HOSANNA AL HIJO DE DIOS!

Porque es humilde siendo rico

¡HOSANNA AL HIJO DE DIOS!

Porque es pequeño siendo grande

¡HOSANNA AL HIJO DE DIOS!

Porque nos habla del amor del Padre

¡HOSANNA AL HIJO DE DIOS!

Porque se humilla por nosotros

¡HOSANNA AL HIJO DE DIOS!

Porque morirá por nosotros

¡HOSANNA AL HIJO DE DIOS!

Porque resucitará por nosotros

¡HOSANNA AL HIJO DE DIOS!

 

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