XXVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO – 11 de Octubre

ASÍ TENDRÁS UN TESORO EN EL CIELO

SAN MARCOS 10,17-30

En aquel tiempo, cuando Jesús salía al camino se le acercó uno corriendo, se arrodillo y le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?

Jesús le contestó:  ¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.

Él replicó: Maestro, todo esto lo he cumplido desde pequeño.

Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo a sus discípulos: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, da el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo–, y luego sígueme.

A estas palabras él frunció el ceño y se marcho pesaroso porque era muy rico.

Jesús mirando alrededor, dijo: ¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!

Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió:

Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el Reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios.

Ellos se espantaron y comentaban: Entonces, ¿quién puede salvarse?

Jesús se les quedó mirando y les dijo: Es imposible para los hombres no para Dios. Dios lo puede todo.

Pedro se puso a decirle:  Ya ves que nosotros lo hemos dejado y te hemos seguido.

Jesús dijo:  Os aseguro, que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más –casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones–, y en la edad futura la vida eterna.

El dinero que no deja vivir

En el evangelio de Marcos de este domingo XXVIII se narra el conocido encuentro de Jesús con el joven rico. El Maestro le pide entrega y exclusividad, le pide ser el primero para él. Pero aquel joven era muy rico y las riquezas le tenían secuestrado. Aunque parezca un contrasentido, resulta que la esclavitud por el dinero no deja vivir. Y, sin embargo, el dinero bien utilizado y repartido es un seguro de vida para muchos. Todo ello debe decirse sin rodeos en estos tiempos difíciles de una tremenda crisis económica. No adoremos al dinero y busquemos con lo mucho o lo poco que tengamos la felicidad de todos los hermanos y hermanas especialmente los más pobres y necesitados.

ORACIÓN: ¿QUÉ ME FALTA, SEÑOR?

Pienso que soy justo y, mirando en mí sendero,

encuentro abundantes deficiencias y debilidades.

Digo darme, y me quedo con lo mío

Presumo de ser bueno, y juzgo

a los que no son como yo.

Digo ser humilde, y me encanta ser juez.

¿QUÉ ME FALTA, SEÑOR?

Dime, Jesús, qué me falta y qué me sobra

para ser merecedor de la Vida Eterna.

Dime, Jesús, qué me falta

para entrar un día por las puertas del cielo.

¿QUÉ ME FALTA, SEÑOR?

Dame un poco de fe, para ver con claridad.

Un poco de caridad, para dar lo que pueda.

Un poco de esperanza, para no apartarme de Ti

Y entonces, Jesús. Tal vez, Señor,

me daré cuenta de “esa cosa”

que me hace falta o que me sobra

para alcanzar la Vida Eterna.

Amén.

 

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