Vinieron a devolvernos la fe

«La América misionera está llena de entusiasmo, valentía y creatividad, y se lanza a compartir su fe». Cardenal Filoni

«Tener sacerdotes extranjeros en España es una riqueza para el trabajo pastoral». J. Luis Pinilla -secretario de la Comisión episcopal de Migraciones

56 sacerdotes de Colombia están a punto de regresar a su país, tras pasar tres años echando una mano en la archidiócesis de Zaragoza, atendiendo cada uno un promedio de ocho parroquias. Ha sido un trabajo muy duro. Para el padre Jorge, estar aquí «es devolver a nuestra madre patria la fe que nos legó. El Papa Juan Pablo II llamaba a América el continente de la esperanza, y es cierto que llegó nuestra hora de reevangelizar Europa». Aunque, reconoce, «suena irónico que aquellos que nos dieron la fe, la hayan dejado dormitar». Y pone ejemplos como «niños que vienen a prepararse a la Primera Comunión y no saben persignarse, ni rezar el Padrenuestro»; o «aquellos que vienen a la Iglesia por tradición, por folclore —la Semana Santa me sorprendió muchísimo—, por un protocolo bautismal, matrimonial o exequial», y que tanto hacen sufrir a sus padres y abuelos, «con una fe muy viva, que se preguntan dónde va a parar este mundo con tanta gente que ha dado de lado a Dios». Ellos, «y la gracia de Cristo, son los que me animan a seguir adelante, porque no es fácil trabajar donde hay tanta indiferencia».

Sin sacerdotes, no hay Eucaristía

Es un hecho la presencia de sacerdotes procedentes de Iglesias jóvenes y pujantes en nuestras diócesis europeas, Iglesias éstas de antigua evangelización, en un tiempo llenas de vida, con gran impulso evangelizador, pero, hoy, debilitadas por el impacto del relativismo nihilista, que niega a priori toda forma de ejercicio de la razón cosmovisiva y del lógos religioso, y que influye en el repliegue del hombre sobre sí mismo y en la ausencia de apertura a lo trascendente, a Dios. Una de las consecuencias de este estado del espíritu es la escasez de vocaciones a la vida consagrada y sacerdotal. Y, sin embargo, necesitamos sacerdotes, pues sin ellos no hay Eucaristía; y sin Eucaristía no hay Iglesia. Los sacerdotes que vienen de fuera aportan a nuestras diócesis su sacerdocio ministerial, cuyo ejercicio es necesario para que sigamos siendo verdadera Iglesia de Cristo.

+ Manuel Ureña Pastor. Arzobispo de Zaragoza
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