Lunes 16, Ntra. Sra. del Carmen

La fiesta de la Virgen del Carmen

Este lunes 16 la Iglesia celebra la fiesta de la Virgen del Carmen, patrona de los hombres y mujeres que viven del mar, de sus ciudades costeras y, por supuesto, de los miles y miles de consagrados y consagradas que viven bajo la advocación de Santa María del Carmelo, también es abogada de las almas del purgatorio y ayuda a sus devotos en el trance de la muerte con predilección de los días martes y viernes, los que sufren la última agonía se les impone su escapulario o medalla y una losa o baldosa en los pies, a la vez que se reza y se pide su amorosa intercesión y Ella ayuda a su hijo al encuentro con el Padre.

La advocación a la Virgen del Carmen se inicia en el siglo XII en tierras de Palestina. El Monte Carmelo está presente en varios episodios significativos del Antiguo Testamento. Se ensalza siempre su belleza y en el se refugio Elías para defender la pureza de la fe en el único Dios. Ya, en nuestra era, en el Siglo XII, unos ermitaños se instalaron en aquel Monte. De ese monasterio nació una orden religiosa amparada en la regla monástica que les había dado Alberto, patriarca de Jerusalén y que sería aprobada, después, por el Papa Honorio III. Esta familia religiosa dio a la Virgen el patrocinio de sus trabajos y meditaciones. Y a partir de ahí el culto a la Virgen del Carmelo —o del Carmen—  se extendió por toda la cristiandad.

San Simóm Stock y el Escapulario

San Simón Stock nació en Aylesford (Inglaterra) y que falleció en Burdeos (Francia) en 1265. A él se le debe la fundación de diferentes monasterios carmelitanos en Europa, llegando a ser general de la orden. Según la tradición, se pasó 20 años viviendo bajo una gran austeridad en el interior de un roble; de allí el sobrenombre de «stock», que en inglés significa «tronco».  La historia cuenta que Simón Stock era un gran devoto de la Virgen y que siempre le pedía un privilegio para su orden religiosa. Después de muchas súplicas, en el año 1251 se le apareció la mismísima Virgen llevando en sus manos el escapulario diciéndole: «Éste será el privilegio para ti y para los tuyos. El que muera revestido de él, se salvará».  La narración del escapulario, aunque fuera falsa, nos sirve de gran orientación, ya que nos muestra que «María es nuestra Madre», una mujer amable, cariñosa y a nuestro alcance que nos da su abrigo, en este caso el escapulario, para que notemos su amor, sus caricias y nos proteja en el momento de nuestra muerte. Llevar este signo mariano tan apreciado conlleva toda una serie de actitudes que no es más que seguir a Jesucristo tal y como lo hizo María.

Algunas de ellas:

  • Devoción a la Virgen María.
  • Rezar tres avemarías al día (mañana, tarde y noche).
  • Imitar las virtudes de María: humildad, sencillez y pureza de corazón.
  • Estar al lado de los más pobres y necesitados.
  • Descubrir a Dios que es presente en todas las circunstancias.
  • Velar por la justicia y la paz.

Ten presente que el escapulario no es un amuleto, o sea, una cosa mágica que te trae suerte. Es un signo para imitar en tus acciones las virtudes de María y sentir su abrigo, su amor. Llevándolo, te unes al Carmelo, a su espíritu, a su ideal, a la gran familia carmelitana. Si lo quieres llevar, se lo tendrás que pedir a un religioso carmelita o bien a un sacerdote. Él lo bendecirá y te lo impondrá una sola vez. Puede ser traspasado a otras personas sin necesidad de volverse a bendecir e imponer.

Pero ¿de donde viene el patronazgo de la Virgen del Carmen hacia los marineros? En el siglo XVIII, cuando ya era muy popular la fiesta de la Virgen del Carmen en España, el almirante mallorquín Antonio Barceló Pont de la Terra, nacido en 1716 y fallecido en 1797, impulsó su celebración entre la marinería que él dirigía. Fue a partir de entonces cuando la marina española fue sustituyendo el patrocinio de San Telmo por el de la Virgen del Carmen.  Aunque la Virgen sea la patrona de los marineros, muchos de ellos comparten aún el patrocino con San Telmo. También los pescadores tienen a la Virgen del Carmen como patrona sin olvidar a San Pedro.

Himno a la Virgen del Carmen

En el Diurnal, el libro de la Liturgia de las Horas, en el “formulario” correspondiente a Laudes, aparece, también, este precioso himno, que nos parece muy oportuno reproducir y que nos puede servir también como instrumento oracional.Merece la pena leerlo despacio.

¿Quién eres tú, mujer, que, aunque rendida
al parecer, al parecer postrada,
no está sino en los cielos ensalzada,
no estás sino en la tierra preferida?

Pero, ¿qué mucho, si de sol vestida,
que mucho, si de estrellas coronada,
vienes de tantas luces ilustrada,
vienes de tantos rayos guarnecida?

Cielo y tierra parece que, a primores,
se compitieron con igual desvelo,
mezcladas sus estrellas y sus flores;
para que en ti tuviesen tierra y cielo,
con no sé que lejanos resplandores
de flor del Sol plantada en el Carmelo.

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