19 de marzo, solemnidad de San José

La Solemnidad de San José es una de las grandes fiestas de la Iglesia. Anclada en medio de la Cuaresma, trae, sin embargo, un amplio mensaje de alegría porque, siempre, el recuerdo de la Familia de Nazaret nos evoca el tiempo de feliz de la Navidad. Y ese tiempo está muy presente en la alegría infantil de todos. Ni que decir tiene que tenemos que ser como niños y mucho más en este tiempo malo que nos ha tocado vivir.

Además José de Nazaret es un icono de la sencillez, del silencio, del trabajo, de la obediencia a Dios. Igualmente, fue quien hizo posible que María y Jesús –Madre e Hijo—pudieran vivir con seguridad en los tiempos difíciles que también les tocó vivir a ellos. Fueron emigrantes y eso refleja perfectamente también a nuestra época donde millones de personas han tenido que dejar sus lugares de origen por pura necesidad. Y fueron perseguidos políticos y refugiados. El inhumano y feroz ataque a los niños de Belén es, sin duda, un acto terrible de abuso de poder. También ello es frecuente en nuestros tiempos. José, además, enseñó a su Hijo un oficio que le permitió vivir en compañía de María, cuando él faltó.

Además de ser San José patrono de muchas cosas —muchas, muchas en el seno de la Iglesia— y gran cantidad de ciudades y pueblos, da nombre a millones de cristianos en todo el mundo que este día 19 de marzo celebrarán su onomástica, otro gran motivo de alegría. Pero conmemoramos el Día del Seminario, que también está bajo el patrocinio de José de Nazaret.

Santa Teresa de Jesús en el Libro de la Vida, recomienda la devoción a este “glorioso santo”. Ella se encomienda a él en todas sus necesidades, así nos lo dice: Tomé por abogado y señor al glorioso san José. No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer, son muchas las gracias que me ha otorgado, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma, pues socorre en todas las necesidades, pues el Señor, «así como le fue sujeto en la tierra, así en el cielo hace cuanto le pide». Cada año en su día le pido una cosa –si no es muy acertada, él la endereza para mi bien- y siempre la veo cumplida.

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