Miércoles de ceniza

Este miércoles 22 de Febrero comienza la Cuaresma.

Salimos del tiempo ordinario e iniciamos lo que se llama un tiempo litúrgico fuerte. La Cuaresma como el Adviento, litúrgicamente son tiempos importantes pero no tanto como la Pascua y la Navidad. Estas son centrales en el año litúrgico, y vienen precedidas cada una de su tiempo que las prepara: la Cuaresma es a la Pascua algo parecido a lo que es el Adviento a la Navidad.

Cuaresma es un tiempo de preparación para la gran celebración de los misterios más importantes de nuestra fe: La Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo Es también un tiempo litúrgico penitencial. Se asocia a la disciplina interior: el ayuno, la abstinencia, el sacrificio y las obras de caridad. Tiempo de austeridad para que resalte el gozo cuando llegue la pascua.

Justo los días anteriores a dicho miércoles, los fieles apuraban los días para disfrutar de todas aquellas cosas que luego debían dejar a un lado y de ahí nació la fiesta pagana de los carnavales. Posiblemente la palabra tenga relación con la prohibición de comer carne en distintos momentos de la Cuaresma y así en esos días, quien podía, pues aumentaba la ración de esta vianda en las comidas.

El carnaval actual ha cambiado de concepto, hay un gran abismo con su verdadero sentido, es una forma de diversión alocada, desenfrenada, concupiscente, favorecedora del libertinaje, chirigotera- es la manifestación graciosa de sacar las faltas de todo el mundo, aunque muchas veces se pasan con el respeto y el honor ajeno; auspiciada por el consumismo –hay un mercado que engrosa sus arcas con él-y con el visto bueno de los mandatarios.

La mayoría de los que lo celebran una vez pasados los carnavales, vuelven a su apática vida de ateísmo encubierto. O los que alardean de  creyentes pero no son nada practicantes, ellos no suelen ser los más fieles de la Iglesia Católica, ni por casualidad se plantean los tiempos cuaresmales como tiempos de reflexión, oración y preparación para la Semana Santa, y por tanto afrontan ésta como un tiempo de “vacaciones entre trimestres”.

Bien, pues todos aquellos que nos sabemos pecadores, podemos vivir estos días con la misma alegría cotidiana, sin hacer más excesos que los justos y esperar con espíritu de conversión aquellos días en que la Iglesia entera se vuelve al Padre, pidiendo la gracia del perdón y la misericordia, para que esos actos cuaresmales (ayunos, oraciones, caridad) nos ayuden a ser más fieles a Cristo y a su Iglesia. Al menos una vez al año deberíamos caer en la cuenta de que somos polvo y actuar con más humildad y mansedumbre.

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