La Orden Cisterciense de la estricta observancia

La OCSO (Ordo Cisterciensis Strictioris Observantiae), conocida como Orden de la Trapa cuyos miembros son popularmente conocidos como trapenses se fundó en el Monasterio de la Trapa, ubicado en Orne, Baja Normandía (Francia), donde su abad, Armand Jean le Bouthillier de Rancé, lideró en 1664 una reforma de la Orden del Císter a la que pertenecía el monasterio, renunciando a todas las dispensas autorizadas por la Santa Sede y retornando a la primitiva observancia y regla del patriarca San Benito, evitando la relajación que consideraba se estaba produciendo en algunos monasterios cistercienses.

Observan la regla austera de esta venerable orden, la  cual aspiran seguir sin lenitivos.

El hábito lo forman una túnica blanca, escapulario negro (blanco los novicios) y correa marrón clara, colocada a modo de cíngulo, por encima del escapulario.

La Orden en España

Esta reforma hecha por Armando perseveró hasta 1791 en Francia. Pero a los monjes de la Trapa se les impuso abandonar su vida monástica debido a los acontecimientos revolucionarios franceses.

El padre don Agustín tranquilizó a los monjes y se ofreció para practicar todas las diligencias necesarias para conseguir un nuevo monasterio. Pasó al cantón de Friburgo en Suiza para solicitar del senado el permiso de un establecimiento religioso en su territorio. Obtuvo un destino a la nueva colonia cisterciense para que la disfrutasen con todos los privilegios que gozaron en Trapa, siéndole concedida una pequeña cartuja abandonada trece años antes situada en montes casi inaccesibles y nieves perpetuas. Salieron algunos monjes para Suiza en mayo de 1791 y llegaron a Friburgo donde fueron recibidos por el obispo después de penoso viaje y se dirigieron al Valle Santa.

Los sesenta y cuatro que se quedaron en el monasterio de La Trapa, Francia,  pensando que las cosas iban a calmarse vieron cómo su monasterio era vendido a unos mercaderes de hierro y convertido en un fragua para el hierro y otros menesteres industriales. Los monjes fueron echados de malas maneras del lugar y se dirigieron a Friburgo confiados en que sus hermanos les dieran asilo. Y así ocurrió, aunque pobres y con falta de sitio para acogerlos y sustentarlos, el rector del monasterio les abrió las puertas. Pero viendo imposible de acogerlos por mucho tiempo a estos sesenta y cuatro monjes, determinó enviar dos monjes comisionados a España para suplicar al rey Carlos IV de España la gracia especial de un trozo de tierra en algún yermo de su dilatado imperio donde fijar su morada y procurarse la subsistencia.

El padre Gerásimo y el padre Juan fueron los dos monjes comisionados que partieron de Valle Santa para España en el mes de marzo de 1793 en su ruta hacia Madrid, pasando por Lucerna, al pasar por el monte San Gotardo  casi pierden la vida por el frío,  fueron socorridos por unos capuchinos que tenían un hospicio en la cumbre de la montaña. De allí fueron a Génova donde embarcaron, llegados a Barcelona se hospedaron en el convento de Santes Creus. Después se dirigieron a un monasterio de Zaragoza llamado el de Santa Fe para llegar definitivamente a Madrid e instalarse en el monasterio de Santa Ana. En Madrid se colocaron bajo la protección del duque de Híjar por el cual presentaron al rey un memorial solicitando un terreno para vivir en él. El rey accedió a sus ruegos y acordó darles la granja llamada de Santa Inés en Murcia. El abad de Valle Santa enterado de las buenas gestiones envió para España desde Suiza diez religiosos para la Fundación Española el 2 de febrero de 1794.

Pero como la granja había pertenecido a los jesuitas y era de gran valor, los monjes negociadores dejaron en suspenso la concesión y los monjes llegados de Suiza que se habían instalado en Reus con los padres franciscanos fijaron su residencia en una ermita llamada “La Misericordia” a poca distancia de Reus al enterarse del suspenso de la concesión.

Posteriormente se trasladaron al Monasterio de Poblet donde fueron acogidos por el vicario general del monasterio, a quien entregaron las reliquias que habían traído de Suiza.

Las negociaciones para que estos sesenta y cuatro monjes trapenses tuvieran tierras propias para instalarse prosiguieron y el vicario general de Aragón propuso el monasterio de Escarpe la cesión de un priorato que tenía en las inmediaciones de las villas de Maella y Fabara y el monasterio convino desde luego a la cesión y aunque el edificio estaba en malas condiciones se mandó a gente para arreglarlo y su puesta en funcionamiento el día 4 de enero de 1796 donde llegaron finalmente los diez monjes trapenses.

A causa de la expulsión de los trapenses del territorio francés, además de las fundaciones anteriores  se establecieron uno en Westfalia, otro cerca de Turín, dos en Valais y otro en el ducado de Norfolk en Inglaterra.

La Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia comprende hoy en día cerca de 2.000 monjes y 1.700 monjas, repartidos en 106 monasterios masculinos y 76 monasterios femeninos.

A los trapenses pertenecen, entre otros: San Rafael Arnáiz Barón, llamado el Hermano Rafael; los siete monjes asesinados en el Monasterio de Tibhirine, en el Atlas de Argel; entre ellos se debe mencionar su prior, Christian de Chergé.

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