Experiencia en Haiti

Terremoto en Haiti (Fotos: Twitter)

Gethro Philbert, de 26 años, forma parte de las docenas de personas que trabajan en el sitio de construcción de viviendas transitorias de la Cruz Roja en La Piste, Puerto Príncipe. Destaca entre sus compañeros de trabajo, en parte por esa amplia sonrisa que parece alumbrar su joven rostro constantemente.
También destaca por sus muletas y por tener una sola pierna.
«La perdí durante el terremoto», explica Philbert con ayuda de un intérprete de lenguaje de signos, pues es sordomudo de nacimiento.
El 12 de enero Antes del terremoto, Philbert enseñaba en Saint Vincent, la escuela primaria para niños discapacitados de Puerto Príncipe. Estaba allí cuando sobrevino el terremoto. «Estaba en un aula del segundo piso cuando sentí que el edificio temblaba y empezaba a desmoronarse. Le dije a mis alumnos que salieran».
Algunos estaban en silla de ruedas y Philbert hizo lo que pudo para ayudarles. «Dos de mis alumnos fallecieron. La mayoría de los demás sufrió heridas y yo me rompí un tobillo al caer».
Philbert pasó aquella noche muerto de dolor extendido en el lugar donde se había caído. Al otro día llegó ayuda y fue trasladado al hospital donde le dieron algunos calmantes. Pero sin una rápida y apropiada atención médica, contrajo una infección que comenzó a propagarse del tobillo hasta la rodilla.
Su jefe pudo llevarlo a un hospital de Santo Domingo, República Dominicana, donde el 16 de enero lo operaron. Pero para entonces, los médicos no tuvieron otra alternativa que amputar.
Antes del terremoto, Philbert era un miembro de la comunidad de sordomudos de Puerto Príncipe que es muy unida. Tras haberse recuperado de la operación, decidió unirse a muchos de sus amigos que vivían juntos en un pequeño campamento colindante con La Piste, uno de los campamentos más grandes de la ciudad. Las ONG habían proporcionado a la comunidad el terreno y algunos suministros básicos como tiendas de campaña, agua y algunos alimentos. A su vez, la Cruz Roja había construido algunas letrinas.
No obstante, a medida que fueron pasando los meses, la comunidad fue quedando cada vez más librada a sí misma hasta que en junio, la Cruz Roja empezó a construir viviendas transitorias en un sitio adyacente al campamento. Philbert, que al igual que millares de sus compatriotas estaba desempleado no tardó en encontrar trabajo de carpintero.
«No conseguía trabajo en ningún lado hasta que la Cruz Roja empezó a construir viviendas en La Piste”, comenta. Actualmente, Philbert forma parte de un equipo de cuatro trabajadores supervisados por un capataz. «Somos un buen equipo. Cada uno sabe lo que tiene que hacer y disfrutamos con lo que hacemos».
Gana unos 450 dólares haitianos (64 dólares estadounidenses) por semana. «No es mucho, pero se lo doy a mi madre para ayudar a mis hermanas y hermanos. Ese dinero ayuda a que vayan a la escuela».

La Cruz Roja está construyendo 350 viviendas transitorias en La Piste. Las primeras de esas viviendas se reservan para personas de la comunidad de sordomudos como Philbe

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