Testigo de la Cruz de los Jóvenes

Desde 1986 en que fue convocada por el papa Juan Pablo II la primera jornada mundial de la juventud es emocionante ver como cada vez son más los que acuden a la invitación del santo padre, que se repite cada cuatro años, con ánimo festivo para escuchar sus catequesis y disposición para seguir a Jesús.

Los españoles recibimos con gran satisfacción cuando Benedicto XVI anunció que Madrid era la sede de la Jornada Mundial de la Juventud que tendría lugar en 2011. Al escuchar estas palabras del vicario de Cristo, todos los que se encontraban es la catedral de la Almudena siguiendo el día a día del papa con los jóvenes en Sydney estallaron en una ovación cerrada. Todo eran cánticos, felicitaciones y celebración hasta bien entrada la noche. Nadie quería dejar la compañía de nuestra patrona en un momento tan especial. Pasado el primer momento de euforia, empezó el de la responsabilidad, ya que, nos hemos impuesto preparar todo lo mejor posible para que los jóvenes que vienen de todos los lados del planeta se sientan acogidos.

El domingo de Ramos del 2010 un nutrido grupo fue a recoger el icono y la cruz que donó Juan Pablo II para que desde los comienzos presidieran los actos más importantes de esta gran labor. Al llegar a la capital de España, el Viernes Santo, se trasladan desde la catedral a la basílica de Jesús de Medinaceli y desde allí comienza un periplo por todas las vicarias de nuestra archidiócesis.

Como es costumbre en mi, os contaré un poco de mi experiencia personal. Como vivo en Madrid he tenido la oportunidad de poder venerar la cruz en varias ocasiones de manera muy distinta. La primera vez fue en la parroquia Nuestra Señora de Lluc que está junto al colegio Obispo Perelló, en el que trabajaba, y llevamos a los alumnos a una celebración de la palabra. Más tarde asistí al vía crucis organizado por la parroquia de Manzanares el Real con la cruz, por último en Santa Catalina Labouré al celebrarse una misa por las familias.

Se puede ver que la naturaleza de los actos es muy diversa y la gente que participó conmigo en ellos también, de todas maneras me ha enriquecido poder ver tal variedad en torno a una misma cosa. Con los alumnos me frustré un poco porque no eran conscientes del privilegio que tenían al poder venerar la cruz y el icono que tanto habían recorrido, en el via crucis pude meditar profundamente la pasión de nuestro Señor y la misa familiar me lleno de ternura y vitalidad al ver a todos esos niños.

El día seis de noviembre hay una vigilia en la iglesia del Monasterio de Sahagún para recibir estos emblemas de las jornadas mundiales de la juventud, es uno de los primeros actos en la diócesis de León, y recomiendo a todos aquellos que tengan posibilidad que participen porque son ocasiones únicas que nos ayudan a mantener nuestra Fe y hacernos apóstoles incansables.

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