Visita de SS Benedicto XVI a Fátima

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LOS TRES MENSAJES DE FATIMA

El 13 de mayo de 1917 se les apareció la Virgen María a tres niños de la localidad portuguesa de Cova de Iría -Jacinta, Francisco y Lucía-. Este hecho se estuvo repitiendo durante los seis meses posteriores. La Virgen pidió a los tres pequeños que transmitieran la importancia del rezo del rosario para la conversión de los pecadores y reveló tres mensajes: En el primero les mostró el infierno. En el segundo la Virgen les anunció que «Rusia se convertiría y habría paz; si no, esparciría sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia». En el tercero vieron «en una inmensa luz que es Dios a un obispo vestido de blanco» el cual, «llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz, fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon» y, junto a él, «del mismo modo murieron unos tras otros los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones». El 13 de mayo del año 1981, 64 años después el papa Juan Pablo II saludaba a millares de personas en la plaza de San Pedro de Roma cuando el turco Ali Agca le disparó. El Pontífice cayó malherido. Un año después de este ataque, el Papa visitó Fátima y pidió que la bala que casi acaba con su vida fuese engarzada en la corona de la imagen de la Virgen. Hoy puede verse en el museo del santuario. La interpretación de las otras visiones hace referencia a las persecuciones contra los cristianos, que causaron alrededor de 45 millones de víctimas a lo largo del siglo XX.

En la última aparición, en octubre del año 1917, cerca de 70.000 personas se congregaron para recibir el mensaje mariano. La Virgen les dijo que construyeran allí una capilla en su honor. Posteriormente, «el sol tembló, hizo increíbles movimientos repentinos fuera de cualquier ley cósmica, el sol bailó».

LA VISITA

El Santo Padre Benedicto XVI se despidió de Portugal, al término del viaje con mayor éxito popular en todo su Pontificado, emocionado, agradeciendo al presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva, su compañía en cada etapa del viaje y éste a su vez agradeció al Papa esta visita inolvidable que ha dado «nuevas esperanzas a nuestros corazones»; al pueblo portugués, que se ha ganado su corazón y a los medios informativos, que ha llevado sus palabras y su mensaje a todo el planeta.

Las cuatro jornadas en Lisboa, Fátima y Oporto han desbordado un entusiasmo como no se veía desde la época de Juan Pablo II, mientras que cada uno de los actos principales rompía récords de asistencia de fieles: doscientos ochenta mil en la misa de Lisboa, medio millón en Fátima y ciento veinte mil en la celebración eucarística de Oporto.

En el santuario, Benedicto XVI explicó que la «misión profética» de Fátima no está concluida ya que el mensaje esencial de la Virgen, penitencia y paz, debe todavía llegar a las mentes de quienes promueven guerras, perpetuando «un ciclo de muerte y terror». Con palabras duras, el Santo Padre añadió que «la familia humana, sacrifica sus lazos más sagrados en el altar de los egoísmos mezquinos de nación, raza, ideología, grupo o individuo».

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También puso «bajo la protección materna de María a los sacerdotes»; pues como dijo durante el vuelo a Lisboa: «los sufrimientos de la Iglesia provienen del interior de la Iglesia, del pecado que existe en la Iglesia».

La jornada incluyó un encuentro con los agentes de pastoral social, a quienes animó a defender los derechos humanos, especialmente el derecho a la vida, y a defender la familia «fundada en el matrimonio indisoluble de un hombre con una mujer». En su reunión con los obispos portugueses, subrayó la importancia de que haya laicos cristianos «en los ambientes donde el silencio de la fe es más profundo; entre los políticos, intelectuales y profesionales de la comunicación que promueven una propuesta mono-cultural y desprecian la dimensión religiosa de la vida».

El viaje concluyó con una misa en Oporto, donde el Santo Padre recordó que la Iglesia «está preparada para afrontar nuevos desafíos y para dialogar con culturas y religiones diferentes» con vistas a lograr «la pacífica convivencia entre los pueblos». Y también para dialogar con el mundo contemporáneo, pues en la misión evangelizadora «nos esperan no sólo los pueblos no cristianos y las tierras lejanas, sino también los cercanos ámbitos socioculturales y sobre todo los corazones de los hombres».

Los diarios portugueses han destacado que se han superado todas las expectativas con el éxito de la visita, en términos de entusiasmo popular, asistencia a los actos y comentarios de la prensa.

El Papa dijo que: «en Fátima he rezado por el mundo entero, pidiendo que el futuro traiga mayor fraternidad y solidaridad, mayor respeto recíproco y una renovada confianza en Dios».

¡Ojalá la humanidad escuche su llamamiento a la paz!

Comentario sobre los artículos periodísticos de J. Vicente Boo.

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