HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO- 24 de Noviembre

El papa Francisco, en la homilía de este jueves en Santa Marta, ha asegurado que la corrupción es una forma de blasfemia, el lenguaje de Babilonia por el cual “no hay Dios” sino solo “el dios dinero, el dios bienestar, el dios explotación”. Así, el Santo Padre ha recordado que en esta última semana del Año litúrgico, la Iglesia pide reflexionar sobre el final del mundo y sobre nuestro final.

La homilía de Francisco se ha basado en la lectura del día del Apocalipsis que habla de tres voces. La primera es el grito del ángel: “ha caído Babilonia”, la gran ciudad, “la que sembraba la corrupción en los corazones de la gente” y que lleva “a todos por el camino de la corrupción”.

De este modo, ha precisado que “la corrupción es la forma de vivir en la blasfemia, la corrupción es una forma de blasfemia”. El lenguaje –ha añadido– de esta Babilonia, de esta mundanidad, es blasfemia, no hay Dios: está el dios dinero, el dios bienestar, el dios explotación. Por eso ha asegurado que esta mundanidad que seduce a los grandes de la tierra, caerá.

Asimismo ha explicado que en contraste con el grito del ángel, que era un grito de victoria por la caída de “esta civilización corrupta”, hay otra voz potente, el grito de la multitud que desde allí alaba a Dios: “Salvación, gloria y poder son de nuestro Dios”. Es la voz “poderosa de la adoración, de la adoración del pueblo de Dios que se salva y también del pueblo en camino, que todavía está en la tierra”. El pueblo de Dios, ha proseguido, pecador pero no corrupto: pecador que sabe pedir perdón, pecador que busca la salvación de Jesucristo.

Este pueblo se “alegra cuando ve el final y la alegría de la victoria se hace adoración”, ha explicado el Papa. No se puede permanecer solamente con el grito del ángel, si no hay “esta voz poderosa de la adoración de Dios”.

Pero –ha advertido– para los cristianos “no es fácil adorar”. Así, ha asegurado que “somos buenos cuando rezamos pidiendo algo” pero la oración de alabanza “no es fácil hacerla”. Por esta razón, el Pontífice ha precisado que hay que aprenderla “desde ahora” para no “aprenderla rápidamente cuando lleguemos allí”. Así, ha subrayado “la belleza de la oración de adoración, delante del Tabernáculo”. Una oración que dice solamente: “Tú eres Dios. Yo soy un pobre hijo amado delante de ti”.

Finalmente, la tercera voz es un susurro. El ángel que dice escribir: “¡Beato los invitados al banquete de las bodas del Cordero!”. La invitación del Señor no es un grito sino “una voz suave”. Al respecto ha señalado que “la voz de Dios cuando habla al corazón es así: como un hilo de silencio sonoro”. Y esta invitación a las “bodas del cordero” será el final, “nuestra salvación”, ha dicho el Papa.

Para concluir, el Santo Padre ha pedido que Dios “nos dé esta gracia de esperar esa voz, de prepararnos a escuchar esta voz: ‘ven, ven, ven siervo fiel –pecador pero fiel– ven, ven al banquete de tu Señor”.

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DECÁLOGO PARA LA PRIMERA SEMANA DE ADVIENTO

corona_adviento.jpg1.- VIGILA y cuida los dones que Dios te ha dado. No es bueno dejar que muera o no sirva para nada, lo mejor que existe en nosotros.

2.- VIGILA tu vida interior. ¿Por qué tanto empeño en la eficacia, en lo que se ve y, tan poco, en el equilibrio de uno mismo?

3.- VIGILA tu vida exterior. No te dejes llevar por las sensaciones. Llena, todo lo que haces y eres, con contenido y verdad

4.- VIGILA aquello que te produce vértigo o temor. No dejes que, nada ni nadie, perturbe tu derecho a estar y a vivir en paz.

5.- VIGILA las tareas que tienes encomendadas. Dales un cierto sabor cristiano. ¿Que no te atreves? ¿Que es difícil? Dios también lo tuvo complicado para hacerse presente en medio de los hombres

6.- VIGILA tu reloj. No vivas sin sentido. Que no pasen las horas sin un pensamiento para Dios por lo mucho que ama y se acerca hasta la humanidad.

7.- VIGILA tu fe. No es lo mismo ser bueno que ser creyente. No es suficiente ser bueno y dejar de lado a Dios. ¿Dónde está la fuente y la cumbre del bien si no es en Dios?

8.- VIGILA tu compromiso con la Iglesia. Si nos alejamos del calor, podemos coger un resfriado. Si nos alejamos de la Iglesia, podemos contaminarnos con una poderosa neumonía espiritual.

9.- VIGILA tu caridad. Sal al encuentro de algo o de alguien. Prepara el camino al Señor en tu casa, con tu familia, con tus amigos.

10.- VIGILA tu testimonio. ¡Habla de Dios! Comienza a pensar en dónde y cómo instalar el belén, la estrella, un signo cristiano.

Por Javier Leoz

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BEATA MARÍA FORTUNATA VITI – 20 Noviembre

«Benedictina. Una vida heroica, llena de religiosa belleza. Durante setenta años supo ofrecer a Dios cotidianamente las labores de la vida ordinaria. Sus milagros hicieron que por clamor popular fuera enterrada en la iglesia»

Que la santidad no precisa ostentación alguna, ni tiene por qué venir acompañada de gestas relevantes lo prueba la vida de muchos insignes seguidores de Cristo. Para el que aspira a alcanzar la mejor morada en el cielo, pasar por este valle de lágrimas envuelto en el anonimato, oculto en Dios, es contar con uno de los grandes regalos del que ya puede disfrutar en la tierra. A fin de cuentas, vivirá eternamente prendido del amor de Dios con absoluta exclusividad entre la pléyade de bienaventurados que le aguardan. Llegamos al mundo sin atavíos de ningún tipo y esa misma desnudez que nos acompañará en la muerte, solo la habrá podido cubrir, en el máximo sentido de la expresión, la misericordia divina.

El mérito incuestionable de esta beata italiana radica en haber sabido cumplir día a día su misión, con plena fidelidad, en las humildes tareas que le encomendaron, en el silencio del claustro, sin otra aspiración que la de ser santa, único tesoro por el que se entregó en su vida consagrada. Harta proeza, sin duda alguna. Hay un halo de innegable grandeza en haber logrado realizar las dignas labores de hilar, lavar, coser y remendar, que son tan rutinarias, con el gozo y sencillez con que ella lo hizo durante setenta años. Es decir, que sobrenaturalizó lo ordinario, como han hecho otros santos y santas.

Nació en la localidad italiana de Veroli, región del Lazio, el 10 de febrero de 1827. Su hogar estaba regido por un padre que no era precisamente un dechado de virtudes. La ludopatía y el alcohol hundieron el negocio de Luigi Viti, un próspero comerciante, y arruinó la vida de su esposa Anna Bono y de sus nueve hijos. Anna Felicia fue la tercera de los hermanos. A los 14 años perdió a su madre –su corazón no había resistido tanta desdicha y claudicó cuando tenía 36 años de edad– y ella debió sustituirla en el cuidado de la numerosa prole. La situación era de grave carencia en todos los ámbitos, una difícil coyuntura creada por los vicios de su padre. Para contrarrestar tanta miseria y el hambre que padecían, ya que su progenitor continuaba atrapado en sus adicciones, Anna Felicia trabajó como empleada doméstica al servicio de una familia de Monte San Giovanni Campano. En ese momento su trabajo era prácticamente la única vía de ingresos que entraba en el hogar. Y este fue el escenario de su vida hasta los 24 años.

Se le presentó la ocasión de desposarse con un ciudadano de Alatri, que la cortejó y que le ofreció un futuro esperanzador ya que poseía cuantiosos bienes, pero la generosa joven soñaba con la vida religiosa y lo rechazó. Tantos sufrimientos habían acrisolado su amor a Cristo y con Él había sido capaz de rogar diariamente la bendición de su padre, a quien besaba respetuosamente las manos sin censurar en su corazón a ese despojo humano, en el que se había convertido, apresado por las flaquezas, y dominado por su mal carácter.

El 21 de marzo de 1851, a la edad de 24 años, cuando vio que sus hermanos estaban bien encaminados, Anna Felicia ingresó con las benedictinas en el monasterio de Santa María, de Veroli. Al profesar tomó el nombre de María Fortunata. Las penosas circunstancias que marcaron el periodo anterior de su vida le impidieron formarse adecuadamente. De modo que al ingresar en el convento era una completa iletrada. No pudiendo ocuparse de tareas litúrgicas en el coro, fue destinada a realizar labores domésticas que llevaba a cabo con el firme anhelo de conquistar la santidad. Fue la resolución que le condujo al convento y así lo expresó al llegar: «quiero hacerme santa». Era una mujer de palabra, porque es fácil comprometerse verbalmente, pero hay que demostrar la autenticidad de lo expresado cada segundo del día. Lo dice el refrán: «del dicho al hecho hay gran trecho». Ella no olvidó nunca el objetivo que se había trazado.

Viviendo heroicamente el «ora et labora» benedictino, iniciaba la jornada en las primeras horas de la madrugada para realizar cada día y con el mismo marco, sin abandonar jamás la clausura, las rutinarias tareas que tenía encomendadas. En su entorno ignoraban la aridez que padecía esta humilde religiosa, obediente, amable, servicial, sencilla y caritativa. Con una intensa vida de oración y silencio, María Fortunata se postraba ante el Santísimo Sacramento, al que tenía gran devoción, dando ejemplo de fidelidad y entrega. Fue agraciada con los dones de milagros y de profecía. Dejaba traslucir la ternura de Dios que se derrama sobre sus dilectos hijos, alumbrando ese camino que recorren los que han encarnado en su vida las bienaventuranzas: desprendimiento, limpieza de corazón, inocencia, mansedumbre, etc.

Dios no quiso que quien había pasado más de setenta años en el anonimato, yaciera oculta en la sepultura común de la clausura en la que fue enterrada, sin ningún honor y con cierta precipitación, al advertir su muerte acaecida el 20 de noviembre de 1922 cuando contaba con 95 años. Había llegado a tan avanzada edad aquejada por el reumatismo, y apresada en su lecho con ceguera, sordera y parálisis. Como los milagros comenzaron a producirse ante la tumba, trece años más tarde sus restos tuvieron que ser extraídos y enterrados en la iglesia, a demanda del clamor popular. El 8 de octubre de 1967 fue beatificada por Pablo VI quien ensalzó su edificante vida de perfección.

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CLAUSURA DEL AÑO JUBILAR DE LA MISERICORDIA – 20 de Noviembre

papa-franciscoLa última jornada del Jubileo de la Misericordia inició hoy con un ‘tweet’ del papa Francisco:

“Cerramos hoy la Puerta santa dando gracias a Dios por habernos concedido este tiempo extraordinario de gracia”.

Poco después y antes de la misa conclusiva del Año jubilar, en el hall de la basílica de San Pedro mientras se entonaba el himno del Jubileo ‘Misericordia sicut Pater‘, el Santo Padre visiblemente emocionado cerró la Puerta santa.

El Pontífice allí rezó: “Agradecidos por los dones de gracia recibidos y animados a dar testimonio en las palabras y con las obras, la ternura de tu amor misericordioso, cerramos la Puerta santa”.

A continuación el Santo Padre junto a los cardenales y obispos que le acompañaban, entre los cuales los 17 purpurados, presidió la santa misa en la plaza de San Pedro, en una solemne eucaristía que inició con el Gloria de Angelis, cantado por el coro de la Capilla Sixtina.

Las lecturas fueron en inglés y francés y el evangelio proclamado de san Lucas en italiano, idioma en el que el Pontífice celebró la misa en esta festividad de Cristo Rey. El Papa vestía paramentos color crema con algunos detalles en verde y dorado y llevaba el Palio.

En su homilía el Francisco recordó que “muchos peregrinos han cruzado la Puerta santa y lejos del ruido de las noticias han gustado la gran bondad del Señor” e invitó: “Continuemos nuestro camino juntos” sabiendo que “nos acompaña la Virgen María, también ella  junto a la cruz”, que “desea acogernos bajo su manto”, conociendo que “todas nuestras súplicas, dirigidas a sus ojos misericordiosos, que no quedarán sin respuesta”.

El Santo Padre señaló la paradoja de que en este día de la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, “Él se presenta sin poder y sin gloria: está en la cruz, donde parece más un vencido que un vencedor”.

“Porque la grandeza de su reino –subrayó– no es el poder según el mundo, sino el amor de Dios, un amor capaz de alcanzar y restaurar todas las cosas”. Por ello “vivió nuestra miseria humana, probó nuestra condición más ínfima: la injusticia, la traición, el abandono; experimentó la muerte, el sepulcro, los infiernos”.

“Pero sería poco creer –asevera el Pontífice– que Jesús es Rey del universo y centro de la historia, sin que se convierta en el Señor de nuestra vida”.

“Porque, aunque se cierra la Puerta santa, permanece siempre abierta de par en par para nosotros la verdadera puerta de la misericordia, que es el Corazón de Cristo. Del costado traspasado del Resucitado brota hasta el fin de los tiempos la misericordia, la consolación y la esperanza”.

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XXXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO – 20 de Noviembre

SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO

“ÉSTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS”

(Lucas 23, 35-43)

SANTO EVANGELIO:

En aquel tiempo, el pueblo estaba mirando, pero los magistrados hacían muecas a Jesús, diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido». Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Había también por encima de él un letrero: «Éste es el rey de los judíos». Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Jesús le dijo: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».

Palabra del Señor

 

“Un Reino de servicio”

La fiesta de Cristo Rey, nos recuerda que su reino no es un reino de gloria y de poder, sino de servicio. La Cruz no es un trofeo, sino el símbolo del amor crucificado de Dios que nos invita a seguir su ejemplo. Jesús nos dice: «Si alguno viene detrás de mí… que cargue con su cruz y me siga». El teólogo católico Johann Baptist Metz viene insistiendo en el peligro de que la imagen del Crucificado nos esté ocultando el rostro de quienes viven hoy crucificados. En el cristianismo de los países del bienestar está ocurriendo, según él, un fenómeno muy grave: «La Cruz ya no intranquiliza a nadie, no tiene ningún aguijón; ha perdido la tensión del seguimiento a Jesús, no llama a ninguna responsabilidad, sino que descarga de ella». ¿No hemos de revisar todos cuál es nuestra verdadera actitud ante el Crucificado?¿No hemos de acercarnos a él de manera más responsable y comprometida?

Citas para reflexionar:

  • «Yo digo solo que los comunistas nos han robado la bandera de los pobres, que es cristiana desde el mismo nacimiento de la Iglesia» Papa Francisco
  • «El amor mira a través de un telescopio, mientras que la envidia lo hace a través de un microscopio» Henry Wheeler Shaw
  • «¡Cuántos planes para la gloria de Dios han quedado en la nada por la falta de una sonrisa o de una mirada amistosa!» Padre Faber
  • «La fe cristiana no es ideología, sino encuentro personal con Cristo crucificado y resucitado» Benedicto XVI

Efemérides y noticias:

  • Este domingo, 20 de noviembre, festividad de Cristo Rey, el Papa Francisco cerrará la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro,  con lo que se dará por el concluido el Año de la Misericordia.
  • El Papa Francisco en el mensaje enviado al ministro de Exteriores y de Cooperación de Marruecos, que preside la XII reunión de la Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP22) indica:  El estilo de vida basado en la cultura del descarte es insostenible y no debe tener cabida en nuestros modelos de desarrollo y educación.
  • El Papa envía  nuevos cardenales de los 17 nombrados este pasado sábado a países en crisis.
  • El Papa envía bomberos y restauradores del Vaticano a la zona afectada por el terremoto en Italia.
  • Este domingo, se celebra la J. Mundial de los derechos de la infancia y de la adolescencia. El Papa apela a las instituciones y familias, para que los niños “sean siempre protegidos y su bienestar tutelado” para que “no caigan nunca en formas de esclavitud, reclutamiento en grupos armados y maltratos”.
  • Monseñor Don Carlos Osoro, es nuevo cardenal de la Iglesia, 71 años, una vocación tardía de manos de la Virgen.
  • “Cristianos coherentes para una sociedad mejor”, son las claves que el XVIII Congreso Católico y Vida Pública ha ofrecido para lograr mayor incidencia de los cristianos en la sociedad.
  • El  movimiento familiar salesiano ha celebrado el Encuentro Anual Familiar HDB, en el centro salesiano de Úbeda. Participaron más de 80 matrimonios.
  • La clausura del Año Santo de la Misericordia, estará presidida por nuestro Obispo  Mons. Don. Julián en la S. I. Catedral. Este Jubileo fue instituido por el Papa Francisco, y que dio comienzo el pasado 8 de diciembre de 2015.

ORACIÓN: Gracias, Señor, por ser nuestro Rey

Gracias, Señor, porque tu reino es la justicia

Gracias, Señor, porque tu reino es el servicio

Gracias, Señor, porque tus armas son el perdón

Gracias, Señor, porque tus armas son el amor

Gracias, Señor, porque tus armas son la misericordia

Gracias, Señor, porque tu corona no es de oro

Gracias, Señor, porque tus vestidos no son de seda

Gracias, Señor, porque tus pies van descalzos

Gracias, Señor, porque tu trono es una cruz

Gracias, Señor, porque nos esperas al final del tiempos

Gracias, Señor, porque Tú eres el centro de nuestra vida

Gracias, Señor, por ser nuestro Rey.                                          Amén.

“MISERICORDIOSOS COMO EL PADRE”

Con esta celebración de Clausura en la Catedral y con la ordenación de un nuevo presbítero concluirá este domingo  en la Diócesis de León el Año Jubilar de la Misericordia, que también clausurará solemnemente en Roma el Papa Francisco. Un Año Jubilar extraordinario para la Diócesis de León y para toda la Iglesia universal que se ha concretado a lo largo de 349 días desde que lo abriera formalmente el Papa Francisco el pasado día 8 de diciembre, en la solemnidad de la Inmaculada Concepción y en la conmemoración del 50º aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II. Nuestro obispo Don Julián lo califica un “tiempo de gracia”, en su última Carta Pastoral, “es el momento de dar gracias por lo que ha representado el Año Jubilar” como “una verdadera oportunidad de reconciliación y de encuentro gozoso con el Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo” dado que, este “Jubileo nos ha venido muy bien incluso para profundizar en la palabra misericordia y que hace referencia, primero a un atributo divino, pero también a una virtud extraordinariamente dinámica en la vida cristiana”.

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SANTA ROSA FILIPINA Y SANTA ISABEL DE HUNGRÍA

Santa Rosa Filipina DuchesneSANTA ROSA FILIPINA DUCHESNE – 18 de Noviembre  

Esta francesa, hija del prestigioso abogado Pierre François Duchesne y de Rose Euphrasine Perier, tenía 49 esplendorosos años cuando se embarcó en el proyecto de sembrar la fe en América. Tres décadas más tarde, a la edad de 72, se convirtió en un auténtico emblema espiritual para los pieles rojas de la reserva de Potawatomi en Sugar Creek (Kansas). Ellos la denominaban «la mujer que siempre reza», hermosísimo apelativo para un seguidor de Cristo y testigo suyo ante el mundo, claro indicio del impacto que les causaba el ejemplo de esta gran mujer.

Había nacido en Grenoble el 29 de agosto de 1769 en una familia acomodada de la que iba a surgir uno de los presidentes de la República francesa. Llevaba inscrito en su nombre de pila el ardor apostólico de dos grandes santos: Felipe apóstol y Rosa de Lima en quienes sus padres pensaron al imponérselo. Sus progenitores confiaron su educación a las religiosas de la Visitación, en Sainte Marie d’en Haut. Rosa vivía una gran caridad, era piadosa y devota del Sagrado Corazón de Jesús, tierra abonada para que calaran las enseñanzas del colegio, de modo que en su adolescencia tomó la resolución de integrarse en esa comunidad religiosa, que bien conocía. Tan rotunda era su convicción que no dudó en rechazar el matrimonio que sus padres fraguaron cuando tenía 17 años, y aunque no contaba con su autorización para hacerse religiosa, a los 18 ingresó en el convento. Eso sí, su padre se opuso a que profesara antes de cumplir los 25.

La vida de la santa dio un giro inesperado cuando las autoridades gubernamentales clausuraron el convento y expulsaron a la comunidad en medio de una convulsa situación política. De regreso al hogar paterno Rosa se involucró en acciones caritativo-sociales, socorriendo a pobres, enfermos y prisioneros. En 1801 adquirió el convento en el que había ingresado con objeto de dinamizarlo nuevamente, acompañada de otras jóvenes, pero no fructificó su proyecto. Y en 1804 se unió a la reciente fundación puesta en marcha por santa Magdalena Sofía Barat: las religiosas del Sagrado Corazón. Puso a su disposición el convento y un año más tarde profesó.

Toda la madrugada del Jueves Santo de 1806, mientras oraba ante el Sagrario, vivió una experiencia mística singular que impregnó su corazón con un profundo sentimiento misionero, acentuando el que ya poseía. Se vio místicamente transportada al continente americano, desbordada por intensísimo amor perfilado en momentos de la Pasión: «me veía después sola con Jesús o rodeada de una turba de niños negros, silvestres florecillas del bosque, sintiéndome más feliz en medio de ellos que cualquier potentado de la tierra en su corte…».  Un instante sublime que le hizo revivir la gesta de otros insignes misioneros, san Francisco Javier y san Francisco de Regis, entre ellos, dejando su espíritu invadido por la paz y la urgencia apostólica: «… todo iba lo mejor posible; no tuvo cabida en mi corazón tristeza alguna, incluso santa, porque me parecía que se iba a hacer una aplicación nueva de los meritos de Jesús».

Hubiera querido volar hacia la misión, pero tuvo que esperar. Mientras, depuraba lo que podía entorpecer su vida espiritual. La madre Barat, conocedora de estos sentimientos y otros que bullían en su interior, aconsejó un periodo de espera en el que debía acrecentar su humildad, espíritu de abandono y desprendimiento de sí. Su certero consejo de que las «angustias interiores» únicamente las paliaría «buscando la gloria de Dios», ayudaron a Rosa a progresar en la virtud. Su momento de partir llegó en 1818. El prelado de Louisiana, monseñor Doubourg, requería la presencia de las religiosas, y Rosa emprendió el viaje junto a cuatro de ellas. La primera fundación, firmemente erigida en una modesta cabaña de madera, fue en Saint Charles, cerca de Saint Louis (Mississipi), y a ella siguieron otras cinco, además de la creación de una escuela gratuita en 1820. Su inquebrantable fe brillaba con especial fulgor en medio de las difíciles condiciones a las que hizo frente: miseria, hambre, frío, epidemias, inclemencias meteorológicas… Su espíritu de austeridad y entrega fue en todo momento heroico.

Fue relevada de su misión como superiora general en 1841, y quedó libre de responsabilidades para dedicarse por entero a los indígenas. La salud, hartamente quebrantada, tampoco fue óbice para responder a la demanda de un jesuita que juzgaba esencial su presencia en la reserva. Se desvivió por los enfermos y erradicó la lacra del alcoholismo. No estaba dotada para los idiomas, así que el lenguaje de la oración le permitió suplir esa deficiencia; fue su vehículo de comunicación y con él conmovió el corazón de los indios. Después de un año de intensa entrega entre ellos, dado su precario estado físico, regresó a Saint Charles en 1842. Diez años más tarde, el 18 de noviembre de 1852, murió. Fue beatificada por Pío XII el 12 de mayo de 1940, y canonizada por Juan Pablo II el 3 de julio de 1988.

Santa Isabel de HungríaSANTA ISABEL DE HUNGRÍA      -17 de Noviembre

El 17 de noviembre de 2007 Benedicto XVI dio inicio al año internacional dedicado a esta santa que vivió experiencias intensísimas de amor y de dolor en su corta existencia. Es muy venerada y querida. Patrona de la Tercera Orden franciscana, de Bogotá, de las enfermeras españolas, de las niñas y mujeres alemanas, proclamación esta última efectuada por León XIII. Ostenta el patronazgo de la Orden Teutónica, junto a María y a san Jorge. Tiene dedicadas numerosas iglesias y capillas, y el arte ha multiplicado su imagen y milagros. Su primera biografía la publicó en 1237 el cisterciense Cesáreo de Heisterbach y han seguido proliferando otras muchas.

Nació en 1207, puede que en el castillo de Sàrospatak, Hungría; no hay más datos. Era hija del monarca Andrés II, dueño de gran fortuna, y de Gertrudis de Andechs-Merania descendiente de reyes; tenía dos hermanos prelados. En el árbol genealógico de Isabel había ejemplos de excelsa virtud. Santa Eduvigis de Silesia fue su tía materna, y lazos de sangre la vinculaban a santa Isabel de Portugal. Además, su propia hija Gertrudis, abadesa de Altenberg, es beata. Acordado su matrimonio por razones de estado cuando tenía 4 años, con Hermann, hijo del landgrave de Turingia, la trasladaron allí para instruirla; era la costumbre.

Enseguida se desencadenaron trágicos acontecimientos. En 1213 su madre fue asesinada, en 1216 murió su prometido y al año siguiente lo hizo el landgrave, que le profesaba gran afecto. Entonces quedó en manos de Sofía Wittelsbach de Baviera, la segunda esposa de éste. Tanto a ella como a Hermann les agradaba la cultura haciendo de la corte un escenario perfecto para artistas y poetas. Entre tanto, Isabel había dado muestras de piedad, una tendencia muy marcada a ejercer la caridad y alejamiento de los oropeles de palacio. Implicada en un entramado político, aunque estaba muy lejos de conflictos, se decidió que regresara a su país, pero Luís IV, nuevo landgrave tras la muerte de su padre, que había tenido ocasión de tratarla en palacio, se desposó con ella en 1221.

La idílica compenetración entre ambos sembró sus vidas de inenarrable felicidad. Isabel había hallado en Luís su alma gemela, un hombre generoso, desprendido de sí mismo, que respetó en todo momento sus intensas prácticas de oración y piedad. Velaba sus noches de vigilia de forma solícita teniendo cuidado de que las penitencias de su esposa no minaran su salud. Y mostraba público reconocimiento hacia sus constantes gestos de caridad con los necesitados defendiéndola de las críticas que alguna vez llovieron sobre ella por parte de quienes no supieron apreciar su proverbial espíritu de pobreza y magnanimidad, que Dios bendecía ya con signos extraordinarios. La idea en la que se inscribe el momento en el que Isabel portaba panes para los pobres, asegurando que un desconfiado Luís le pidió que le mostrara lo que llevaba, y solo vio rosas, es fruto de la leyenda, como otras que se han tejido en torno a la santa.

Los nobles sentimientos que vinculaban a la pareja elevaban el espíritu de Isabel, que por encima de todo ansiaba unirse con Dios. «Si yo amo tanto a una criatura mortal, ¿cómo debería amar al Señor inmortal, dueño de mi alma?», confidenció a una de sus damas. Lo que vivía en su hogar junto al piadoso landgrave no era más que una simple imagen de ese otro amor con mayúsculas que ardía en su interior. Tuvieron tres hijos: Sofía, Gertrudis y Hermann, que murió en 1241. Gertrudis vino al mundo en 1227 al poco de fallecer su padre a causa de la peste cuando iba a embarcarse como cruzado junto al emperador Federico II. Isabel tenía 20 años cuando afrontó esta nueva tragedia que laceró su corazón: «El mundo con todas sus alegrías está ahora muerto para mí».

Desde que los frailes se afincaron allí a finales de 1221 estaba vinculada a la espiritualidad franciscana. En 1223 comenzó a ser dirigida por ellos. Al enviudar la acompañaba en este itinerario Conrado de Marburgo. En aras de la obediencia que prometió, como tenía vía libre para hacer uso de sus bienes, siguió sembrando la estela de caridad entre los pobres. Con la excusa de que dilapidaba su fortuna siendo inepta para el gobierno, su cuñado Enrique Raspe la expulsó de la corte en pleno invierno. Buscó cobijo en un humilde granero. Y al clarear el alba se dirigió al convento de los franciscanos entonando a Dios un Te Deum en acción de gracias. Luego en Eisenach vivió en una modesta cabaña construida en la rivera del río, y continuó socorriendo a los pobres con el fruto de su trabajo: costura e hilado. Cuando su tía materna, abadesa de las benedictinas de Kitzingen, supo de sus penalidades, la confió a su hermano Eckbert, obispo de Bamberg. La idea de su tío era que Isabel contrajese nuevo matrimonio, pero ella se negó en aras de la promesa que hizo al enviudar.

Se afincó en el castillo de Pottenstein. A su tiempo, sus hermanos le restituyeron la dote y se estableció en Marburgo, seguida por su riguroso director espiritual. Su heroico ejemplo de caridad sería ya imborrable. Fue artífice de dos hospitales, en uno de los cuales, abierto en su castillo, procuró atención cotidiana a centenares de indigentes; el otro lo mandó erigir en la colina de Wartburg. En 1228, año en que tomó el hábito gris de los penitentes en la capilla de los franciscanos de Eisenach, impulsó un tercer hospital en Marburgo y allí sirvió a los enfermos, muchos de los cuales estaban aquejados de graves úlceras; lo hizo sin temer al contagio. Los pobres y los desvalidos, hospitalizados o no, en quienes siempre vio el rostro de Cristo, nunca cesaron de recibir sus tiernos consuelos. Ella misma, dando muestras de su amor al carisma franciscano, había hecho de la pobreza su forma de vida, desprendida de todo, hasta que murió con fama de santidad en Marburgo, presa de altas fiebres, la madrugada del 17 de noviembre de 1231. Gregorio IX la canonizó cuatro años después, el 27 de mayo de 1235, ante la presencia de miles de fieles, entre otros, el emperador Federico II.

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SANTA GERTRUDIS «LA GRANDE» – 16 de Noviembre

Santa Gertrudis- (cuadro Miguel Cabrera, 1763 - Wikicommons)En los claustros del monasterio de Helfta se fraguó el itinerario espiritual de esta gran santa mística benedictina nacida el 6 de enero de 1256, de la que no se puede proporcionar fehacientemente ni lugar de nacimiento ni nombre de sus progenitores. Ella comprendió a través de una locución que este hecho se insertaba en un plan divino sobre su vida. Sin referente alguno familiar, exonerada de cualquier lazo de sangre, en su horizonte solo cupo la oración y la contemplación, alimento de sus jornadas monacales que se iniciaron cuando tenía 5 años. En esa unión con la Santísima Trinidad que perseguía no cabrían más afectos.

Las religiosas benedictinas le procuraron una esmerada y vasta formación espiritual y cultural en conformidad con el espíritu monacal, que incluía diversas disciplinas. Como le ha sucedido a muchos seguidores de Cristo, tuvo modelos para su acontecer. Se fijó en otras grandes místicas alemanas, Matilde y Gertrudis de Hackeborn, que era entonces la abadesa del monasterio. Una tercera hermana, con la que compartió amistad y vivencias de manera singular, fue la excepcional mística, también de origen germano, Matilde de Magdeburgo, que se incorporó a la comunidad hacia el año 1270.

A simple vista Gertrudis no mostraba rasgos significativos espirituales que pudieran identificar en ella a una persona que podía recibir el privilegio divino de ser agraciada con diversos favores. Su fina sensibilidad y hondura espiritual pronto le llevaron a reconocer en su interior debilidades y tendencias que constituían un veto para caminar por el sendero de la perfección. Examinaba su alma apreciando en ella zonas umbrías, alejadas de Dios. La piedra de toque de toda vida santa es el defecto dominante que usualmente no se circunscribe a uno solo. Malos hábitos agazapados, a veces inconscientes, sutilmente perviven insertados en él. Se hallan prestos a exteriorizarse a la primera de cambio, dominando al asceta, a menos que viva una oración continua. Un temperamento impulsivo y otras manifestaciones caracterológicas provocaban muchos sufrimientos a Gertrudis que, como san Pablo advirtió, veía que no hacía el bien que quería sino el mal que no deseaba. Con todo, la apreciación de rasgos no virtuosos en ella no le indujeron al desánimo. Por el contrario, humildemente y de manera insistente oraba por su conversión; lo hizo en medio de la lucha que sostuvo contra sus tendencias a lo largo de su existencia.

Pese a sus flaquezas, Dios la agraciaba con diversos favores, lo cual era incomprensible para ojos ajenos regidos por razones humanas, esas que no reparan en el misterio de los designios divinos. La victoria sobre la debilidad es fuente de fortaleza. Y aunque Gertrudis se sintiera empujada por un carácter impetuoso y poco dado a la templanza, fue humilde, caritativa, sencilla, servicial, sensible hacia los débiles que socorrió con ternura, una persona accesible a todos, fiel observante de la regla y penitente.

El 27 de enero de 1281 constituyó el inicio de su despegue espiritual e intelectual. Se produjo después de ver a un joven Jesucristo que le invitaba a cambiar de vida asegurándole que la asistiría conduciéndola en ese camino. Desde ese momento, huyendo de la vanidad y desprendiéndose de sus aficiones, se centró en alcanzar la unión con Dios, y comenzó a profundizar en la Escritura, los santos Padres y la teología, abandonando otros intereses intelectuales. Tenía una dotes formidables para el estudio al que estaba dedicada muy especialmente. Se ha considerado que quizá esta atención pudo influirle de forma inicial en su progreso espiritual, restándole recogimiento. Pero también se ha hecho notar que debió ayudarle a neutralizar flaquezas, y preservarla de incurrir en otros errores personales, debidos a su fuerte temperamento, que hubieran podido conducirla por derroteros ajenos a la vida espiritual.

Lo cierto es que a esa primera revelación siguieron otras comunicaciones y experiencias místicas que le alentaban en su búsqueda de lo divino, mientras se esforzaba en progresar en la virtud, horrorizada por sus pecados y agraciada por el don de temor de Dios. Confundida, sintiéndose cada vez más indigna de recibir tantos favores sobrenaturales porque se veía frágil y pecadora, vivía con indecible conmoción que Dios le otorgara tal cúmulo de dones: «…he aprovechado tan poco tus gracias que no puedo decidirme a creer que me hayan sido concedidas para mí sola, no pudiendo tu eterna sabiduría ser frustrada por alguien. Haz, por tanto, oh Dador de todo bien, que me has concedido gratuitamente dones tan inmerecidos, que, leyendo este escrito, el corazón de al menos uno de tus amigos se conmueva por el pensamiento de que el celo por las almas te ha inducido a dejar durante tanto tiempo una gema de valor tan inestimable en medio del fango abominable de mi corazón». En los cinco tomos que comprenden sus Revelaciones plasmó las gracias que recibió; el segundo es de su autoría. Con rigor y fidelidad transmitió la fe en sus escritos, entre los que también se cuentan Heraldo del divino amor y sus excepcionales ejercicios espirituales.

Fue agraciada, entre otros, con el don de milagros y de profecía. Se le otorgó reposar su cabeza en la llaga del costado de Cristo oyendo el pálpito de su divino corazón. Pero entre todos los favores que recayeron sobre ella, destacó dos en particular con estas palabras: «Los estigmas de tus saludables llagas que me imprimiste, como preciosas joyas, en el corazón, y la profunda y saludable herida de amor con que lo marcaste…». Y «el de darme por Abogada a la santísima Virgen María Madre Tuya, y de haberme recomendado a menudo a su afecto como el más fiel de los esposos podría recomendar a su propia madre su esposa querida». Gertrudis padeció muchas enfermedades. Murió el 17 de noviembre, bien de 1301 o de 1302. El 27 de enero de 1678 fue inscrita en el Martirologio Romano.

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SAN ALBERTO MAGNO – 15 de Noviembre

AlbertusMagnus.jpgNació en 1206 en el castillo de Lauingen, Baviera. Era hijo de los condes de Bollstädt, quienes se hallaban al servicio del monarca Federico II. Contaba con 16 años cuando inició los estudios universitarios de derecho. Pasó por Bolonia y Venecia, y finalmente recaló en Padua, lugar donde residía un tío suyo. En ese momento la ciudad era sede de una de las más prestigiosas universidades. Hizo acopio de una vasta preparación decantándose por las ciencias naturales. Solía acudir al templo de los dominicos y en 1223 conoció al beato Jordán de Sajonia, que era entonces el segundo maestro general de la Orden de predicadores. El inquieto joven, profundamente conmovido por el testimonio de vida y palabra del beato, no dudó en seguir el llamamiento de Cristo que se produjo en su interior, y en 1224 se abrazó a este carisma, junto a otros nueve novicios, uno de ellos hijo de un noble, como lo era él.

La conmoción familiar que se desató al conocer la noticia alcanzó cotas preocupantes. Su padre, en particular, estaba tan enfurecido que determinó aplicar la fuerza, si era preciso, para desligarlo de los frailes mendicantes. Alberto no pensaba claudicar. Pero, en todo caso, y con la más que probable idea de evitar males mayores, los superiores le trasladaron a Colonia. Allí impartió clases en 1228 y en 1229; éste último año tomó el hábito. Por esa época el enojo paterno se había aplacado. Era un profesor tan brillante que sus alumnos desbordaban las aulas tanto en las universidades de Colonia, como en las de Hildesheim, Friburgo, Ratisbona, Estrasburgo, y en la Sorbona de París, lugares donde también enseñó. Además, en París había estudiado teología. Algunas veces, cuando el auditorio crecía al punto de exceder el espacio del aula, se vio obligado a impartir clases al aire libre. El texto que tenía como base era el Liber Sententiarum, de Pedro Lombardo. En Colonia, donde fue enviado en 1248 para regir como rector la nueva universidad puesta en marcha por los dominicos, tuvo como discípulo al Aquinate, su más excelso alumno, por el que tuvo predilección. Consciente de su valía, hizo notar: «Ustedes llaman a Tomás ‘buey mudo’, pero yo les digo que los mugidos de este buey se escucharán en todo el mundo».

Pero si notables fueron las cualidades intelectuales de Alberto, insigne científico, teólogo y filósofo, autor de numerosas obras, no palidecían ante ellas sus excelsas virtudes. Vivía henchido de gozo porque era un hombre de intensa y continua oración. Su penetrante análisis sobre la ciencia y la filosofía estaban encarnados en ella, por eso su magistral exposición enardecía a sus enfervorizados seguidores. Se le considera impulsor de la escolástica. Pero no se dejó tentar por la vanagloria y, con espíritu sencillo y humilde elevó sus súplicas a Dios: «Señor Jesús pedimos tu ayuda para no dejarnos seducir de las vanas palabras tentadoras sobre la nobleza de la familia, sobre el prestigio de la Orden, sobre lo que la ciencia tiene de atractivo».

Se dejó guiar de este sentimiento de plena aquiescencia con la voluntad divina: «Querer todo lo que yo quiero para gloria de Dios, como Dios quiere para su gloria todo lo que él quiere». Destacaba por su amor a la Eucaristía y su devoción por María. Se cuenta que en su juventud, experimentando gran dificultad para el estudio, pensó fugarse del colegio a través de una escalera que pendía sobre la pared. Y la Virgen, saliéndole al encuentro, le ofreció su amparo vaticinando lo que le ocurriría al final de sus días: «Alberto, ¿por qué en vez de huir del colegio, no me rezas a mí, que soy ‘Causa de la Sabiduría’? Si me tienes fe y confianza, yo te daré una memoria prodigiosa. Y para que sepas que fui yo quien te la concedo cuando ya te vayas a morir, olvidarás todo lo que sabías». Ella había sido la que guió sus pasos a la Orden dominicana. Le dedicó el Mariale.

En 1254 fue designado provincial de Alemania recorriendo el vasto territorio a pie mientras mendigaba. El pontífice le encomendó diversas misiones y tuvo que combatir graves tendencias y abusos. Defendió el derecho a la enseñanza de las órdenes mendicantes, y fue encargado de redactar el plan de estudios para todos los dominicos. Cuando se aceptó su renuncia, se centró en el estudio, la docencia y la escritura. En 1260 fue nombrado obispo de Ratisbona, lugar donde emprendió la reforma del clero y erradicó las costumbres licenciosas. No consiguió que el papa Alejandro IV le liberase del oficio, pero sí lo hizo Urbano IV encomendándole que predicara la Cruzada desde 1261 a 1263. Fue un gran pacificador. En 1274 participó en el Concilio de Lyon que había convocado Gregorio X y, entre otras cosas, tuvo ocasión de salir en defensa de las tesis de su amado Tomás de Aquino que habían sido objeto de críticas infundadas.

En 1278, mientras impartía clase en Colonia, perdió la memoria. Y desde ese momento se recluyó en su celda, en oración. Diariamente acudía a la tumba que mandó erigir para rezar el Oficio de difuntos. En 1279 redactó su testamento. Murió el 15 de noviembre de 1280 serenamente, sobre su mesa. Fue beatificado en 1622 por Gregorio XV, y canonizado por Pío XI el 16 de diciembre de 1931, quien lo proclamó doctor de la Iglesia. En 1941 Pio XII lo declaró patrono de los científicos. Ha recibido el título de «magnus» (grande), y de «doctor universal» por la extensión de su saber que engloba las disciplinas filosófico teológicas y las científicas.

Como señaló Benedicto XVI, Alberto «tiene mucho que enseñarnos aún […] muestra que entre fe y ciencia no hay oposición, a pesar de algunos episodios de incomprensión que se han registrado en la historia […] recuerda que entre ciencia y fe hay amistad, y que los hombres de ciencia pueden recorrer, a través de su vocación al estudio de la naturaleza, un auténtico y fascinante recorrido de santidad».

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BEATA MARÍA TERESA DE JESÚS – MARÍA SCRILLI – 13 de Noviembre

«Donde no hay amor, pon amor, y recibirás amor»

Bl. Maria Teresa ScrilliEn esta beata se cumple maravillosamente el dicho de san Juan de la Cruz. Vino al mundo el 15 de mayo de 1825 en Montevarchi, Toscana, Italia, siendo objeto de decepción para sus padres desde el mismo instante en el que vio la luz. Las consecuencias de su desencanto al ver que en lugar de un varón tenían otra hija podían haber sido devastadoras para María, que creció desnuda de caricias y sin hallar eco maternal para su desdicha. Esa «espina que atravesaba su corazón», como ella misma relató en su Autobiografía, fue un compendio de dislates que estuvieron presentes ya en su bautismo y se mantuvieron vivos el resto de sus días. Aprendió a huir para no afrentar a su madre con su presencia, pero el perdón corría ya por sus venas y las delicadas atenciones que recibía su hermana no envenenaron su espíritu con sentimientos de animadversión, rivalidad, celos y envidia hacia ella. Sufría por la ausencia de amor, y éste lo halló en la Virgen María, a la que tomó como auténtica Madre.

Casi dos años tuvo que permanecer postrada por una extraña enfermedad, de la que sanó súbitamente en 1841 gracias a la intercesión de san Fiorenzo. Fue en esa época cuando se perfiló en el horizonte de su vida la consagración religiosa. Vivía sumida en profundas reflexiones: «Me comparaba a mí misma, entregada a Dios, con el oro en manos de un orfebre y con la cera en manos de quien la modela, dispuesta a tomar cualquier forma que le agradara a él». Movida por estos sentimientos, en 1846 ingresó en el monasterio de Santa María Magdalena de Pazzi, en Florencia, pero sólo permaneció en él dos meses convencida de que Dios le pedía atender al prójimo. Como siempre, todo lo que acontecía estaba en manos de Él. Y salió pertrechada con hondas determinaciones que habría de cumplir hasta el fin de sus días: «Pureza, pureza de intención. Buscar en todo complacer a Dios, hacer bien a los demás (esto también en Dios), y la abnegación de uno mismo. Todo basta para hacer un santo».

La sociedad en la que se movía daba la espalda a la religión, y estaba anegada de miserias y carencias que, como siempre sucede, son particularmente dolorosas e intensas para los menos pudientes. Ver a su alrededor tanta incultura y pobreza le movió a actuar. Y en 1849, después de convertirse en terciaria carmelita, en su propio domicilio creó un ambiente propicio para formar a las niñas que no tenían más morada que la calle. Las primeras privilegiadas fueron una docena de ascuas encendidas que alumbraban la esperanza de la futura fundadora, y tres idealistas y generosas profesoras que se unieron a su encomiable labor: Edvige Sacconi, Ersilia Betti y Teresa del Bigio. Las normas que estableció al principio eran comunicaciones verbales. Y así, en 1854, con toda sencillez nació integrado por ellas el Pío Instituto de Pobres Hermanitas del Corazón de María, que fue aprobado por el prelado de Fiesole. Entonces María llevaba ya dos años dirigiendo la Escuela Normal de Montevarchi. Las reglas que escribió para la Orden estaban impregnadas del carisma carmelita. Luego la obra cambiaría de nombre.

La devoción por la Eucaristía y por la Virgen caracterizaron a esta gran mujer, que sentía profundo anhelo de purificarse. Iba acompañado de un sentimiento purgante colmado de aflicción por los pecados del mundo y los alejados de la fe. Por ello no dudó en ofrecer sus sacrificios, reclamando la cruz inducida por ferviente oración. De hecho se la ha considerado una «mística de la Pasión».

La fundadora tuvo un encuentro tangencial con el papa Pío IX. Era el mes de agosto de 1857 cuando, en una visita a Florencia, el pontífice puso su mano sobre la cabeza de la beata, mientras ella permanecía arrodillada a sus pies. En su corazón tomó ese instante como signo de su aprobación. Poco antes había escrito en las reglas: «No estamos en esta tierra más que para cumplir la voluntad de Dios y llevar almas a él». Su lema fue un admirable «fiat» que cumplió en todo momento. En junio de 1859 las tropas del Piamonte arrasaron el convento y en noviembre fue suprimida la fundación. Las religiosas se dispersaron al ser secularizadas.

María no de desmoronó. Sabía que era obra de Dios y en 1878 nuevamente la puso en pie con el amparo del arzobispo de Florencia, monseñor Cecconi. Pero el futuro era oscuro como la noche. Se produjeron fallecimientos, abandonos y no florecía ni una sola vocación. Por si fuera poco, su brazo derecho, Clementina Mosca, se fue a un convento de dominicas. Pero el amor que profesaba la beata a Dios y a María no tenía medida, y abrazada a la cruz se ofreció como víctima propiciatoria por la fundación. Dios le tomó la palabra: enfermó de gravedad y voló al cielo el 14 de noviembre de 1889.

El Instituto quedó en manos de tres religiosas en condiciones hartamente difíciles: una anciana, otra casi paralítica y una novicia. Parecía el fin. Y entonces regresó Clementina, que tomó el nombre de María de Jesús, y fue considerada cofundadora de la Orden; con ella renació la obra como el ave Fénix, alumbrada desde el cielo por su mártir fundadora. En 1929 el Instituto fue reconocido de derecho diocesano por el cardenal Mastrangelo, y acogido en la Orden carmelita por el prior general, Elías Magennis, denominándose la obra Instituto de Nuestra Señora del Monte Carmelo. María fue beatificada el 8 de octubre de 2006 por el cardenal Saraiva, como Delegado de Benedicto XVI.

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XXXIII DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO – 13 de Noviembre

“CON VUESTRA PERSEVERANCIA SALVAREIS VUESTRA ALMA”

(Lucas 21, 5-19)

SANTO EVANGELIO

En aquel tiempo, algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo. «Esto que contempláis, llegarán un días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida». Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?». Él dijo: «Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: «Yo soy», o bien: «Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida». Entonces les decía: -«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes. Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndonos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio. Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

Palabra del Señor

“El domingo de la esperanza”

El Año Litúrgico está a punto de terminar. Nos queda sólo un domingo de espera: el próximo. Y hoy Jesús nos avisa sobre los próximos tiempos difíciles que tendremos que vivir, pero nos habla de esperanza, de futuro lleno de posibilidades. Eso es el Adviento que estamos esperando y que dará paso a la Natividad del Señor, inicio de una nueva era. Tiempo de Esperanza para unos tiempos muy difíciles.

Citas para reflexionar:

  • «¿Quieres servir bien a Dios? Mantente leal y no busques el poder» Papa Francisco
  • «La ideología de género es un cimiento del Nuevo Orden Mundial para descristianizar» Jaime Mayor Oreja
  • El reino de Dios. «Su reino no es un más allá imaginario, situado en un futuro que nunca llega; su reino está presente allí donde él es amado y donde su amor nos alcanza». Benedicto XVI
  • «Sólo cree de verdad el que practica lo que cree». San Gregorio Magno  

Efemérides y noticias:

  • Este domingo, la Iglesia mundial celebra la sesión conclusiva del Jubileo de la Misericordia en las Iglesias particulares, se cerraran todas las Puertas Santas abiertas en el mundo. El 20 de noviembre, festividad de Cristo Rey, el Papa Francisco cerrará la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro,  con lo que se dará por el concluido este Año de la Misericordia.
  • El Papa Francisco recuerda que la unidad de los cristianos es “una exigencia esencial de nuestra fe”.
  • El Vaticano señaló que para la Iglesia es prioritario: Atender a los afectados por enfermedades raras, es obra de Misericordia ineludible.
  • Los monjes benedictinos se quedan en Norcia (Italia), tras el terremoto que la sacudió, donde gran parte de la población ha sido evacuada.
  • Haití no pide alimentos, pide semillas para plantar.
  • Los próvida dicen que la victoria de Trump es derrota del aborto y de Planned Perenthood. El Vaticano pide que Dios lo ilumine. La Iglesia Católica en EEUU ha pedido 5 cosas: -Escuchar al pueblo estadounidense. –Proteger la vida humana desde la concepción hasta su fin natural. –Acogida humanitaria a migrantes y refugiados. –Protección a cristianos perseguidos en Oriente medio. –Defender la libertad religiosa en Estados Unidos.
  • La Conferencia Episcopal Española (CEE) presentó el portal de donativos para la Iglesia católica en España www.donoamiiglesia.es. Con este nuevo cauce se pretende “facilitar la posibilidad de donar” a través de las nuevas tecnologías y dispositivos.
  • Inditex aporta cinco millones de euros para programas de empleo en colaboración con Cáritas.

“DÍA DE LA IGLESIA DIOCESANA”

Este domingo, 13 de noviembre se celebra en todas las diócesis españolas el Día de la Iglesia Diocesana a propuesta de la Conferencia Episcopal española.

Este año nace bajo el lema: “Somos una gran familia CONTIGO”, y tiene como finalidad que los fieles católicos tomen conciencia de la pertenencia a la comunidad diocesana. En este año, la Conferencia Episcopal Española, desde el secretariado para el Sostenimiento de la Iglesia invita a colaborar con nuestra parroquia; “en una parroquia fuimos bautizados y, por eso, pertenecemos a la familia de los hijos de Dios. Somos hermanos entre nosotros por el bautismo, hijos de un mismo Padre. Que este día nos acerque a sentirnos un poco más familia, un poco más parroquia”.

“SOMOS UNA GRAN FAMILIA CONTIGO” –síntesis-

Con motivo del Día de la Iglesia Diocesana, también en el documento “Nuestra Iglesia” el obispo de León, Julián López, ha hecho pública una Carta Pastoral en la que recuerda que “hace ya varios años, al llegar el mes de noviembre, se organiza una campaña en torno  la Iglesia local o diocesana, con el fin de consolidar ese sentido de vinculación efectiva basada en la comunión con Jesucristo y entre los bautizados”. Una realidad que el prelado legionense apunta que “cuando se vive de manera gozosa, desemboca en el compromiso de colaborar en todo lo que supone la vida de la Diócesis y de las parroquias o comunidades, incluso desde el punto de vista económico y material”. En este sentido el prelado legionense subraya que el lema del Día de la Iglesia Diocesana 2016 recuerda que «Somos una gran familia contigo», es decir, con todos los hijos de Dios y miembros de la Iglesia conscientes de su dignidad y de las exigencias de colaboración real y efectiva de muchas maneras” y aprovecha para destacar que “una de ellas puede ser la aportación económica en la medida de las propias posibilidades”.

La Diócesis de León cuenta con 757 parroquias, 19 filiales y 35 anejos, en total 811 entidades parroquiales que se integran en 13 arciprestazgos y que desde el año 2004 forman parte de alguna de las 58 unidades pastorales en las que se está reconfigurando el territorio diocesano para facilitar la acción pastoral y adaptar el trabajo a la realidad social de la Diócesis. Sobre esa planta diocesana trabajan 178 sacerdotes, 88 en la ciudad y 90 en el ámbito rural, que integran junto con otros 88 ya jubilados y otros 33 que están fuera de la Diócesis, 6 de ellos en el extranjero, el clero diocesano, que, en total computa 299 sacerdotes incardinados. Contamos con 731 religiosos, que forman parte de alguna de las 35 congregaciones con presencia en la Diócesis y que viven en alguna de las 76 comunidades que hay activas en León. Desde el ámbito del laicado, la Diócesis cuenta con 52 asociaciones y movimientos, así como con 37 cofradías y hermandades vinculadas con las Semana Santa.

ORACIÓN: QUE LLEGUE TU DÍA, SEÑOR

Porque contigo, Señor, seremos más felices

Porque sin Ti, Señor, nos falta lo más importante

Porque a tu lado, lo que vemos, es nada muy poco

Porque nuestros problemas son muchos

Porque a veces caemos en la desesperanza

Porque no siempre vemos claro

Y que nos preparemos ya desde ahora

Y que no olvidemos que somos peregrinos en la tierra

Y que levantemos nuestros ojos para querer verte

Y, mientras tanto, seamos tus fieles amigos

Y sigamos tus caminos

Y escuchemos tus Palabras

Y celebremos lo que Tú nos dejaste: la Eucaristía.  Amén

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