¡NOS QUEDAMOS EN NORCIA!

Después del terremoto del pasado 24 agosto en el centro de Italia y las sucesivas réplicas incluso algunas muy fuertes como la del 30 de octubre, la máquina de los socorredores sigue realizando una labor estupenda.

Ayer por la tarde los bomberos terminaron de poner los telones plásticos para proteger lo que queda en pié de la antigua basílica de San Benito, en la ciudad de Norcia.

La presencia de los benedictinos en esta ciudad es silenciosa pero significativa. Están enraizados en el territorio y en el respeto de la Regla de su fundador los monjes han ayudado materialmente y dado consuelo espiritual a la población.

El vice-prior, el sacerdote estadounidense Benedetto Nivakoff,  ha indicado las dificultades que tienen debido al clima húmedo y a las bajas temperaturas del invierno que está llegando.

“La gran parte de los ciudadanos de Norcia ha sido evacuados obligatoriamente hacia la zona del lago Tasimeno, quien se quedó no está en el centro histórico y la mayor preocupación de la población es la de volver a Norcia”, señaló.

“Nosotros tenemos –indicó el monje– dos monasterios, uno en el centro histórico y otro en las afueras. Ambos se han derrumbado y después del terremoto hemos construido casas de madera en las inmediaciones del monasterio que está fuera de la ciudad. Señaló también que ellos se quedan en el lugar, porque tienen un voto de estabilidad.

Indicó también que después del terremoto los monjes salieron para dar los sacramentos a quienes estaban mal y para ayudar a los bomberos a llevar ayuda material. En cambio los monjes no sacerdotes se quedaron en el convento para rezar.

Los monjes ahora cambiaron sus horarios: Antes nos levantábamos a las 3,45 de la mañana, ahora a las 3,30, indicó. Y añadió que en las misas “ahora se está rezando una oración que pide la especial protección del pueblo, el perdón de los pecados y la protección del maligno”.

Sobre los trabajos que los monjes realizan en el monasterio está la producción de cerveza, y si bien el edificio ha quedado inhabitable, la planta cervecera no ha sufrido daños, por lo que en un par de meses, aseguró, iniciará gradualmente la producción.

Sobre las declaraciones que un sacerdote hizo en Radio María, que ponían en relación el terremoto con la aprobación en Italia de las uniones civiles, motivo por el que fue suspendido del programa, el monje indica: “Que Dios intervenga en la historia, en el bien o en el mal es parte de nuestra fe. Contrariamente sería un Dios que se desinteresa de nosotros”. Y si bien “a veces manda también circunstancias difíciles que sirven para purificarse” nosotros “no podemos tener la presunción” de establecer que una tragedia dependa de un determinado pecado.

Consideró también milagroso que a pesar de las fuertes réplicas de terremoto no haya habido otras víctimas. Y del hecho que la estatua de San Benito que se encuentra en el centro de la plaza, delante de la basílica, haya quedado en pié, y consideró que les sugiere a los monjes “que se deben quedar fijos en el territorio para convertir a las personas”. Y de no olvidarse “del mensaje de san Bernardo de permanecer enraizados en la fe de Jesucristo. Porque esta es el único camino de salvación”.

Publicado en Comunidad, Orden benedictina | Etiquetado | Comentarios desactivados en ¡NOS QUEDAMOS EN NORCIA!

SALVAR LA CUNA DE SAN BENITO

San BenitoSALVAR LA CUNA DE SAN BENITO, PADRE DE LA ESPIRITUALIDAD EUROPEA.

La basílica de San benito, Patrón de Europa,  fue levantada en Norcia en el siglo XIII y ocho siglos después no ha podido resistir el último temblor que ha sacudido Umbría y Las Marcas, en Italia.

Los italianos se lamentan de que la Unión Europea no se haya movido de forma significativa para ayudar a la reconstrucción del patrimonio histórico y artístico en Umbría y Las Marcas después del seísmo.

El empresario textil Brunello Cucinelli, el «rey del cachemir» ha anunciado que reconstruirá con dinero de su propio bolsillo la basílica de San Benito y el monasterio benedictino en Norcia, localidad de 5.000 habitantes seriamente afectada por el último terremoto que ha sacudido el país.

Don Brunello Cucinelli ya reconstruyó el pueblo medieval de Solomeo, en la provincia de Perugia, donde se ubica la sede de su empresa, en la que trabajan gran parte de los 410 habitantes del pueblo. Cucinelli ha creado una fundación junto a su mujer Federica, para promover el arte y «recuperar los valores del espíriyu» en el trabajo, la familia y el deporte. El estilista y filántropo asegura que obtiene su inspiración de Norcia, que se encuentra a 150 km. de su residencia en Solomeo.

«Lo digo siempre a mis amigos, cuando viajo por el mundo: si queréis nutrir el alma tenéis que ir a Norcia». Su consejero es precisamente el prior del monasterio benedictino que se ha venido abajo, el americano Folson Cassian, a quien incluyó durante tres años en el consejo de administración de su compañía y que ahora forma parte del comité ético. Cucinelli y Cassian hoy unen de nuevo sus fuerzas para salvar la cuna de San benito, padre de la espiritualidad europea.

 

Publicado en Comunidad, Orden benedictina | Comentarios desactivados en SALVAR LA CUNA DE SAN BENITO

SAN VICENTE GROSSI – 7 de Noviembre

San Vincenzo GrossiSan Vicente Grossi es uno de esos presbíteros que han dado gloria a Dios y a la Iglesia con un ejemplar celo apostólico y encomiable creatividad. Nació el 9 de marzo de 1845 en la localidad italiana de Pizzighettone, perteneciente a Cremona, región de Lombardía. Fue uno de los siete hijos, el penúltimo, del humilde hogar formado por Baldassarre Grossi y Maddalena Cappellini. Nuevamente fue una figura femenina, la de su madre, como le ha sucedido a otros santos y beatos, quien tuvo un peso capital en su vida. Ella se ocupó de inculcarle el amor a la oración educándole en la fe cristiana, aunque su padre, trabajador y honesto, también fue para él modelo de integridad en la vida. Supo aprovechar el tiempo del que disponía para entregarlo a los demás. El ambiente en el que creció le serviría después en su misión.

Era muy joven cuando se sintió llamado al sacerdocio, pero su progenitor juzgó oportuno que difiriese su ingreso en el seminario. En cierto modo, y aunque también pesaban necesidades familiares que requerían su presencia, aquél quiso constatar que no se trataba de una simple idea que bullía en la mente de su hijo, sino que estaba anclada en lo más íntimo de su ser. Así era. El 4 de noviembre de 1864, a sus 19 años, Vicente se convirtió en seminarista en Cremona, y fue ordenado sacerdote en la catedral de la ciudad el 22 de mayo de 1869. Inicialmente fue vicario en distintas parroquias hasta que en 1873 se le encomendó la de Regona. Diez años más tarde el prelado Bonomelli puso bajo su responsabilidad la de Vicobellignano; llegó a ella culminando 1882, y allí permaneció treinta y cuatro años hasta apurar su vida, vida que había sido en realidad de Cristo.

Era una parroquia complicada, bastión del protestantismo; el obispo se lo advirtió y la puso bajo su amparo con la certeza de que haría de ella una fuente de bendiciones. Sabía que si en todas era precisa la presencia de sacerdotes generosos y prudentes, pastores llenos de celo apostólico y de caridad, tenía en el beato una imagen certera de una persona que encarnaba estas virtudes. Por eso le distinguió con su confianza diciéndole que en un margen de diez años esperaba que hubiese dado un vuelco a la parroquia, contribuyendo a la desaparición del error. Monseñor Bonomelli no se equivocó. Él padre Grossi se ocupaba de los feligreses que amaba entrañablemente. Y ellos también le hacían objeto de su atención; veían en su párroco a un hombre bueno, fiel al Santo Padre, abnegado, austero, obediente a su obispo, con la sabiduría de Dios en sus labios forjada en su oración, y un sentido del humor que ponía de manifiesto su gozo espiritual, con una entrega hacia cada uno de los fieles ciertamente ejemplar. El eje que vertebraba su vida era la santa misa; de ella extraía la fortaleza y nutría su celo apostólico. A sus parroquianos le alentó un día, diciéndoles: «cuando nuestro corazón está lleno de amor por Dios, no persigue otros amores, ¿entendido? Por tanto, ¡a trabajar!».

Era sencillo en su forma de vida. Baste decir que su equipaje, sumamente ligero, podía componerse de un modesto bolso de viaje que contenía su breviario, y un reloj. Tanto los sermones como la propia misa eran fruto de su oración y de una intensa preparación, y eso los fieles lo percibían. Hizo todo lo que estuvo en sus manos para llevarlos al regazo del Padre; los soñó y los oró en Él y desde Él. Por eso, y porque sabía por propia experiencia lo que significaba la pobreza y la carencia, no solo de los bienes materiales sino también de los espirituales, se dejó guiar por la inspiración, y tomó como punto de despegue para su misión la atención a los jóvenes. Eran el futuro; siempre lo son, y el padre Grossi lo tenía presente.

En su corazón apostólico también los niños, junto a los jóvenes, ocupaban un lugar preponderante. Vio con claridad evangélica la importancia de contar con un núcleo de formadores en cada parroquia. Fue el germen de su fundación: el Instituto de las Hijas del Oratorio, que inició en 1885 con la ayuda de Ledovina María Scaglioni y el objetivo de proporcionar orientación moral y religiosa a las niñas que frecuentaban el templo. Las religiosas se dedicaron a colaborar en la pastoral de otras parroquias impartiendo catequesis, apoyadas por una red de jardines de infancia, centros asistenciales y escuelas primarias que poco a poco fueron surgiendo. Las reglas que el fundador escribió de rodillas ante el sagrario estaban inspiradas en la espiritualidad de san Felipe Neri, el santo de la alegría espiritual. Y ese espíritu dotó a la fundación, que tenía cincelado en su ideario: la humildad, la caridad y el gozo en el servicio, así como el sacrificio, a imitación de Cristo.

Este gran sacerdote que tan delicadamente tuteló la vida espiritual, consolando y asistiendo material y humanamente a sus feligreses, poco antes de morir indicó a la maestra de novicias: «Procuren no quejarse nunca; buscando, por el contrario, alegrarse cuando las cosas vayan en contra de sus deseos». El 7 de noviembre de 1917 entregó su alma a Dios a causa de una peritonitis fulminante, diciendo: «El camino está abierto; hay que recorrerlo». Fue beatificado por Pablo VI el 1 de noviembre de 1975. El pontífice destacó en ese acto «la solidez de sus generosas virtudes, ocultas en el silencio, purificadas por el sacrificio y la mortificación, refinadas por la obediencia» afirmando que había dejado «un profundo surco en la Iglesia». El 18 de octubre de 2015 el papa Francisco lo canonizó.

Publicado en Biografías | Comentarios desactivados en SAN VICENTE GROSSI – 7 de Noviembre

XXXII DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO -6 de Noviembre

“NO ES DIOS DE MUERTOS, SINO DE VIVOS…”

SAN LUCAS  20, 27-38 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO

En aquel tiempo, se acercaron algunos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y preguntaron a Jesús: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y dé descendencia a su hermano”. Pues bien, había siete hermanos; el primero se casó y murió sin hijos. El segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete, y murieron todos sin dejar hijos. Por último, también murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete la tuvieron cono mujer». Jesús les dijo: «En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección. Y que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor «Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob». No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos».

Palabra del Señor

“Habré vivido con esperanza”

Como cristianos, y al igual que aquellos niños macabeos, esperamos en Dios. Sabemos que, es mejor morir según Dios que atenazados por la frialdad y la incredulidad del mundo. No acompaña el ambiente ni, mucho menos, las ideologías que endiosan lo pragmático y ridiculizan hasta lo más santo. Frente aquellos que sólo creen en lo que ven, nosotros –por la Palabra del Señor– y por su muerte y resurrección, creemos en lo que no vemos: ¡resucitaremos! Un profesor, ante una pregunta de un alumno sobre este tema, le respondió: “mira; si hay algo es mucho lo que gano…y si no hay nada (cosa que no creo) no perderé mucho menos que tú y, además, habré vivido con esperanza”.

 Citas para reflexionar

  • «La mirada de Jesús va más allá de los pecados y los prejuicios» Papa Francisco
  • «Un cristiano sin Rosario, es un soldado sin armas» Beato Álvaro del Portillo
  • «Recuerda que cuando abandones esta tierra, no podrás llevar contigo nada de lo que has recibido, solamente lo que has dado». San Francisco de Asís
  • «El generoso no exige sus derechos». San Felipe Neri

Efemérides y noticias

  • El Año Jubilar de la Misericordia concluirá el 20 de noviembre, festividad de Cristo Rey, se cerrará la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro. El 13 de noviembre, se cerrarán todas las Puertas Santas.
  • El arzobispo siro-católico de Mosul, Mons. Petro Mouche, celebró el domingo la primera Misa desde hace 2 años  en Qaraqosh.
  • El terremoto del pasado domingo en Italia derribó la basílica de Nursia, construida sobre la casa de san Benito. El Papa ha llamado a su Obispo.
  • Las relaciones entre luteranos y católicos han avanzado más en estas últimas cinco décadas que en los 450 años precedentes. “Ya no somos extraños” afirma la declaración firmada por el Papa y el presidente de la Federación Luterana Mundial.
  • La HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) celebra su 70 aniversario, gracias a ella la Transición fue más pacífica.
  • Cerca de 1000 jóvenes cofrades de toda España han participado en un encuentro celebrado del 27 al 30 en Palencia. En las cofradías encuentran la posibilidad de vivir un cristianismo socialmente comprometido.
  • En el XVIII Congreso Católico y Vida Pública, el secretario de Cárita Europa denuncia “la crisis de solidaridad” y lamenta “la incapacidad” de la Unión Europea para acoger a un millón de los 65,3 millones de refugiados que huyen de la guerra.
  • El día 12 de este mes arranca la causa de canonización de 44 mártires de Alcalá de Henares, víctimas de la persecución religiosa de los años 30 en España, 14 sacerdotes diocesanos, 8 agustinos, 5 maristas 1 clarisa y 16 laicos, entre ellos el dramaturgo Pedro Muñoz Seca.

ORACIÓN:  TÚ ERES LA VIDA, SEÑOR.

Aunque nos digan que estás muerto

Aunque parezca difícil entender nuestro final feliz

Aunque nos aseguren que es imposible

Porque Tú saliste victorioso

Porque tus palabras eran y son eternas

Porque tus caminos son caminos hacia el cielo

Gracias por tu amor

Gracias por tu presencia

Gracias por tus promesas

Ante el desaliento, eres el Camino

Ante la duda, eres la Verdad

Ante la muerte, eres la Vida.             

TU ERES LA VIDA, SEÑOR.                                           AMÉN

“EN EL CEMENTERIO”

 Dos amigos se encuentran y uno comenta en tono de queja:

Mi madre llama mucho por teléfono para pedirme que vaya a conversar con ella. Yo voy poco y siento que me molesta su forma de ser. Ya sabes cómo son los ancianos: Cuentan las mismas cosas una y otra vez. Además, nunca me faltan compromisos: el trabajo, los amigos…

– Yo en cambio –dijo su compañero– converso mucho con mi madre. Cada vez que estoy triste, me voy con ella; cuando me siento solo, cuando tengo un problema y necesito fortaleza, acudo a ella y me siento mejor.

– Caramba. Eres mejor que yo.

– No creas, soy igual que tú. Visito a mi madre en el cementerio. Murió hace tiempo, pero mientras vivía, tampoco yo iba a conversar con ella y pensaba lo mismo que tú. No sabes cuánta falta me hace su presencia, cuánto la echo de menos y cuánto la busco ahora que ha partido. Si de algo te sirve mi experiencia, conversa con tu madre hoy que todavía la tienes.

No esperes a que esté en un cementerio porque allí la reflexión duele hasta lo más hondo del alma, porque ya nunca podrás hacer lo que dejaste pendiente, será un hueco que nunca podrás llenar. No permitas que te pase lo que me pasó a mí.

REFLEXIÓN:

Cada año, por Todos los Santos, muchos tenemos la costumbre de ir al cementerio en familia y sin prisa. En las manos unas flores, un alambre, un trapo … y poco más. Bueno, sí, y mucho más: un recuerdo gratificante del padre, la madre, del abuelo, la abuela, y… Hacemos un semicírculo, silencio, recuerdos emotivos, una lágrima que no acaba de surgir, un padrenuestro, más silencio. .. No sé por qué, pero resuena en mi interior el «Noche de paz, noche de amor», como si me encontrara ante el navideño belén familiar en el que cada uno ha puesto, su «granito de arena»:    Todavía me pregunto:  ¿si, en el fondo, la muerte y el nacimiento no se darán la mano?

Los que ya no están con nosotros no quieren nuestra tristeza. Quieren que afrontemos la vida, que vallamos adelante. Ellos, de alguna manera, vivirán a través de nosotros y su vida nos dará coraje. Más que buscarlos entre los muertos, los buscamos en todo lo que existe, para que ellos y nosotros vivamos juntos. Así lo expresaba un joven unos días antes de su deceso: «Si me voy antes que tú, no llores por mí ausencia; alégrate por todo lo que hemos compartido juntos».

Por lo tanto no esperes, «¡en vida, amigo, en vida!». ¿Me refiero a los propios padres y abuelos? Sí, pero más allá también. A menudo «pasamos» de personas que nos reclaman un gesto de amistad o de humanidad hasta que ya no las tenemos entre nosotros. Entonces todo serán «carreras» para coronas, lamentaciones, lágrimas, alabanzas, recordatorios… «¡En vida, amigo, en vida!». Este año, cuando vuelva al cementerio y formemos el semicírculo familiar ante la lápida, haré memoria de los versos del poeta Jacinto Verdaguer: Y con los labios fríos, parece decirnos: «No lloréis por mi muerte. ¿Por qué en tan corto viaje despedirnos, si yo  estaré esperando vuestra  llegada?».

                                                                                                      José Perich y A. Bautista

 

Publicado en Comunidad, Devociones, Liturgia, Reflexiones | Etiquetado | Comentarios desactivados en XXXII DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO -6 de Noviembre

SAN CARLOS BORROMEO – 4 de Noviembre

San Carlos BorromeoEntre otros santos, este ilustre cardenal fue contemporáneo de Felipe Neri, Ignacio de Loyola, y Francisco de Borja. Se convertiría en una de las figuras representativas de la Contrarreforma. California honra su memoria con una misión que lleva su nombre gracias al gran apóstol franciscano y santo mallorquín, fray Junípero Serra, que lo eligió para nominar su segunda fundación en 1770. Los restos mortales de este heroico misionero, que fue beatificado por Juan Pablo II el 25 de septiembre de 1988, se custodian en el Duomo de Milán.

Carlos nació el 2 de octubre de 1538 en la fortaleza de Arona, propiedad de sus padres, los nobles Gilberto Borromeo y Margarita de Médicis, hermana del papa Pío IV. Era el tercero de seis vástagos, aunque la familia vivió la tragedia de la desaparición del primogénito que se cayó de un caballo. Precisamente este suceso fue interpretado por el santo como una señal del cielo que le invitaba a centrarse en la búsqueda del bien, para no ser sorprendido por la postrera llamada de Dios sin estar preparado. Fue un niño devoto, prematuro en su vocación, muy responsable, como lo fue en la asunción de las altas misiones que le serían confiadas. Con solo 12 años recibió la tonsura. Luego cursó estudios en Milán y en la universidad de Pavía, formación que completó provechosamente, a pesar de que no era excesivamente brillante, y además tenía una seria dificultad para expresarse. Su conducta intachable, en la que se advertía su gran madurez, le convirtió en modelo para otros estudiantes.

Ya había muerto su hermano mayor, cuando determinó ser ordenado sacerdote después de renunciar a sus derechos sucesorios y a los bienes que llevaba anejos. También se alejó de una vida, que sin ser disipada, era bastante despreocupada, por así decir. El lujo, la música, y el ajedrez formaban parte de su acontecer. Se doctoró a los 22 años. Unos meses antes, en enero de 1560, su tío Giovanni, elegido pontífice Pío IV tras la muerte de Pablo IV, lo designó cardenal diácono. Con posterioridad le encomendó la sede de Milán, a la que ascendió como arzobispo a la edad de 25 años, y en la que permaneció hasta el fin de sus días. Evidentemente, su carrera estaba siendo meteórica. Por si fuera poco, el pontífice añadió nuevas misiones como legado de Bolonia, de la Romagna, de la Marca de Ancona, del protectorado de Portugal, de los Países Bajos, de los cantones de Suiza y otras. Fueron tantas y de tal envergadura las responsabilidades que recayeron sobre él que no pueden sintetizarse en este espacio. Asumió todas con dignidad, y lo más sorprendente: aún sacaba tiempo para ocuparse de asuntos familiares, hacer ejercicio y escuchar música.

Como Pío IV lo retuvo junto a él, inicialmente no pudo afrontar in situ los graves desórdenes que había en Milán. Un día el arzobispo de Braga, Bartolomé de Martyribus, acudió a Roma, y Carlos le confesó: «Ya veis la posición que ocupo. Ya sabéis lo que significa ser sobrino, y sobrino predilecto de un papa, y no ignoráis lo que es vivir en la corte romana. Los peligros son inmensos. ¿Qué puedo hacer yo, joven inexperto? Mi mayor penitencia es el fervor que Dios me ha dado y, con frecuencia, pienso en retirarme a un monasterio a vivir como si solo Dios y yo existiésemos». El consejo que le dio el noble prelado luso fue que se mantuviese fiel a su misión. Pero más tarde, Carlos supo que el motivo del viaje de este obispo había sido renunciar a la suya, y naturalmente le pidió una explicación, que aquél le proporcionó con sumo tacto y delicadeza.

Gracias a su fe, tesón y energía logró que salieran adelante proyectos de gran calado en circunstancias adversas y sumamente difíciles. Fue un hombre de oración, caritativo, exigente y severo consigo mismo, piadoso y misericordioso con los demás, muy generoso con los pobres a los que constantemente daba limosna; un gran diplomático y defensor de la fe, así como restaurador del clero. Convocó sínodos, erigió seminarios y casas de formación para los sacerdotes,  construyó hospitales y hospicios donando sus bienes, visitó en distintas ocasiones la diócesis, alentó en la vivencia de las verdades de la fe a todos, etc. Fue un ejemplar pastor entregado a su grey que luchó contra la opresión de los poderosos, e hizo frente también a las herejías, además de cercenar las costumbres licenciosas. «Las almas se conquistan con las rodillas», solía decir, sabiendo el valor incomparable que tiene la oración, siempre bendecida por Dios.

Pío IV murió en 1565 y Carlos pudo regresar a Milán. Desempeñó un papel decisivo en el Concilio de Trento y no tuvo reparos en sujetar a los religiosos y al clero con una severa disciplina. Por este motivo, los violentos se cebaran en él al punto de atentar contra su vida, como hizo Farina en su fallido intento el 26 de octubre de 1569, después de haberla tasado en veinte monedas de oro. Durante la epidemia de peste su objetivo principal fue atender a los enfermos acogidos en su propia casa; palió las carencias que tenían para poder vestirse utilizando los cortinajes del palacio episcopal. En 1572 participó en el cónclave que eligió a Gregorio XIII. Ese mismo año se convirtió en miembro de la Penitenciaría Apostólica.

Cuando en Milán se desató la epidemia de peste en 1576, socorrió a los damnificados, consoló a los afligidos enfermos en los lazaretos y ayudó a dar sepultura a los fallecidos. En 1578 fundó los Oblatos de San Ambrosio, congregación de sacerdotes seculares, las «escuelas dominicanas», una academia en el Vaticano, fundó el Colegio helvético para ayudar a los católicos suizos, y encomendó a Palestrina la composición de la Missa Papae Maecelli, entre otras acciones. Maestro y confesor de san Luís Gonzaga, le dio la primera comunión en julio de 1580. Sus conferencias y reflexiones se hallan compendiadas en la obra Noctes Vaticanae. Murió el 3 de noviembre de 1584. Pablo V lo beatificó el 12 de mayo de 1602, y también lo canonizó el 1 de noviembre de 1610.

Publicado en Biografías, Reflexiones, Testimonios | Comentarios desactivados en SAN CARLOS BORROMEO – 4 de Noviembre

DÍA DE LOS DIFUNTOS – 2 de Noviembre

ORACIÓN  POR LAS ALMAS DE LOS DIFUNTOS

«Dulcísimo Jesús mío, que para redimir al mundo quisisteis nacer, ser circuncidado, desechado de  los judíos, entregado con el beso de Judas, atado con cordeles, llevado al suplicio, como inocente cordero; presentado ante Anás, Caifás, Pilato y Herodes; escupido y acusado con falsos testigos; abofeteado, cargado de oprobios, desgarrado con azotes, coronado de espinas, golpeado con la caña, cubierto el Rostro con una púrpura por burla; desnudado afrentosamente, clavado en la Cruz y levantado en ella, puesto entre ladrones, como uno de ellos, dándoos a beber hiel y vinagres y herido el costado con la lanza. Librad, Señor, por tantos y tan acerbísimos dolores como habéis padecido por nosotros, a las almas del Purgatorio de las penas en que están; llevadlas a descansar a vuestra santísima Gloria y salvadnos, por los méritos de vuestra sagrada Pasión y por vuestra muerte de Cruz, de las penas del infierno para que seamos dignos de entrar en la posesión de aquel Reino, adonde llevasteis al buen ladrón, que fue crucificado con Vos, que vivís y reináis con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos». Amén.

(San Agustín, Confesiones.)

Beato Pío CampidelliBEATO PÍO CAMPIDELLI

– 2 de Noviembre –

En esta conmemoración de Todos los Fieles Difuntos, nuevamente nos encontramos frente a una vida breve, de intensa entrega a Cristo, que transcurrió sin notoriedad y se consumó sobrenaturalizando lo ordinario. Luigi, que ese fue el nombre que le impusieron en bautismo a este pasionista, fue el cuarto de los seis hijos habidos en el matrimonio de agricultores compuesto por Giuseppe y Filomena, que vieron partir de este mundo prematuramente a dos de ellos. Luigi nació en la localidad italiana de Trebbio perteneciente a Poggio Berni (diócesis de Rimini), región de Emilia-Romagna el 29 de abril de 1868. Su madre le educó en la fe cristiana, como haría con el resto de sus hijos.

Giuseppe murió a consecuencia del tifus cuando el beato tenía 4 años. No le dio tiempo a conocer las cualidades de este hijo estudioso, sensible, lleno de bondad, en el que fueron calando las enseñanzas que recibía en el hogar. Como sucedía entonces en tantas localidades, muchas veces eran los sacerdotes los que tomaban la iniciativa de acoger a los niños para proporcionarles adecuada formación. Luigi acudía el centro que había abierto el padre Angelo Bertozzi, con el que aprendió latín antes de ir a la escuela pública. Además, prestaba una ayuda inestimable a los suyos trabajando en el campo. Sufría al oír las blasfemias proferidas por un tío suyo, Bertoldo, que convivía con la familia, al que tuvo especialmente presente en sus oraciones, y no descansó en sus peticiones hasta que siendo ya religioso tuvo noticias de que había abandonado tan pésima y grave costumbre.

Su madre, como la gran parte del pueblo, además del párroco padre Filippo, sabía que el muchacho estaba en el buen camino y admiraba su excelente conducta. Ella había acudido al sacerdote para intercambiar impresiones sobre este hijo que la tenía admirada con su comportamiento, y en el que veía las trazas de un chico que apuntaba directo al cielo. Entonces Filippo le había dicho que Dios estaba trabajando en el corazón del pequeño quien le estaba respondiendo admirablemente. La madrina de Luigi, como otras personas cercanas, no dudaba de la gracia que resplandecía en él. Así lo dejaba entrever en sus comentarios, diciendo que parecía haber nacido para el paraíso. Y sí, era realmente un ángel, como iba a comprobarse.

La formación espiritual que recibía en el seno familiar se convirtió en la base sobre la que se asentó su temprana vocación. Y es que sus ensoñaciones se dispararon en 1880 al escuchar a los pasionistas del santuario de la Madonna di Casale, ubicado en las cercanías de Sant’Arcángelo que predicaban las misiones por la región. Ya estaba acostumbrado a las prácticas de piedad. Solía acudir a misa diariamente recorriendo a pie cinco kilómetros, tenía presente en su oración a personas a las que estimaba, como su abuelo que había fallecido seis años antes, impartía catequesis, y pasaba por encima de las habladurías de algunos vecinos que calificaban su conducta como propia de un santurrón.

No hay edad para el amor a Dios y el caso de Luigi es otra prueba de ello, ya que en ese momento tenía 12 años. Sin embargo, aunque era casi un niño, interpretó perfectamente el llamamiento interior que sintió para seguir a Cristo a través de ese carisma: «Te quiero pasionista». Habló de ello con el superior de Casale di Vito, pero se vio obligado a vivir en un compás de espera contando los días que le faltaban para cumplir los 14, edad en la que iba a ser admitido. El 2 de mayo de 1882 ingresó en el convento. Su madre y hermanos se quedaron llorando. Él los consoló diciendo: «Por mí no debéis llorar; yo soy verdaderamente feliz». Quería ser sacerdote, un gran misionero, y, sobre todo, ser santo. El 27 de ese mismo mes tomó el hábito y el nombre de Pío. En 1883 inició el noviciado en san Eutizio de Soriano. Luego regresó a Casale donde profesó el 30 de abril de 1884.

Mientras se formaba en los estudios eclesiásticos, que le hubieran llevado al sacerdocio, probaba fehacientemente su vocación con una vida de entrega y fidelidad en lo cotidiano. Alegre, estudioso, caritativo, modesto, obediente, generoso, dando muestras de saber estar en todo momento. Llamaba la atención su devoción por la Eucaristía, por Cristo crucificado y por la Virgen María. Tenía como insignes modelos para su vida a san Luís Gonzaga y a san Gabriel de la Dolorosa. Si su familia pensó alguna vez que podría sentirse defraudado en la forma de vida y lugar elegido para entregarla, habrían errado. Su hermana Teresa siempre que fue a visitarlo constató en su rostro el gozo que le envolvía. Una vez su madre le preguntó que si quería volver a casa, y su respuesta fue rotunda, inequívoca: «¡Ni por todo el oro del mundo!».

Su constitución física era frágil. Y a Dios Padre debía urgirle tenerlo junto a Él. Así, aunque recibió las órdenes menores, ni siquiera pudo convertirse en subdiácono porque la temible tuberculosis se cebó en él en 1888. Acogió serenamente la funesta enfermedad, y cuando su madre fue a verle la animó diciéndole que fuese fuerte, vaticinándole que se reunirían de nuevo en el cielo. Murió el 2 de noviembre de 1889 a sus 21 años, arrebatado por el amor divino, comunicando a los que le acompañaban en esos postreros instantes que la Virgen venía a por él. Según sus propias palabras, ofrecía su vida «por la Iglesia, el papa, la congregación, para la conversión de los pecadores, y sobre todo por el bien de mi querida Romagna». Sus restos se veneran en el santuario de Casale desde 1923. Juan Pablo II lo beatificó el 17 de noviembre de 1985.

Publicado en Biografías, Devociones, Testimonios | Comentarios desactivados en DÍA DE LOS DIFUNTOS – 2 de Noviembre

FIDELIDAD AL EVANGELIO Y A LA NORMA MONÁSTICA

«San Benito, en el capítulo IV de su Regla, recuerda al monje que ha de «amar a los enemigos» y «sufrir persecución por causa de la justicia» .

La Pasionaria salvó el templo, pero 4 de sus ocupantes fueron asesinados: los mártires de Montserrat

Este sábado 29 de octubre la catedral de la Almudena de Madrid acoge la ceremonia de beatificación de cuatro monjes mártires que vivían en el priorato de Montserrat en Madrid que fueron asesinados en distintas fechas entre septiembre de 1936 y enero de 1937.

La celebración tiene lugar a las 11 horas, presidida por Angelo Amato, prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, que ya ha acudido en numerosas ocasiones a distintas ciudades de España a ceremonias similares, por la abundancia de mártires que causó la persecución de los años 30.

La ceremonia se retransmite en directo en Radio María y en 13 TV. Se complementa además con unas vísperas el viernes 28 a las 19.30 en el priorato de Montserrat, en Madrid, una eucaristía de acción de gracias el domingo 30 en el mismo priorato a las 12 horas y el sábado 5 de noviembre una Eucaristía de acción de gracias en el Monasterio de Silos, a las 12 horas.

Una iglesia peculiar… salvada por la Pasionaria 
La iglesia benedictina de Monserrat en Madrid, en la céntrica calle de San Bernardo, número 79, nace en 1640 cuando monjes benedictinos del santuario de Montserrat de Cataluña llegan a Madrid, expulsados por la Guerra de los Segadores. El rey Felipe IV encarga la construcción del edificio. Con el tiempo, el monasterio se convirtió en un priorato dependiente de la abadía de Santo Domingo de Silos (Burgos).

La tarde del 21 de julio de 1936, al iniciarse la Guerra Civil, unos revolucionarios prendieron fuego a la puerta de la iglesia. Según señalan algunos historiadores, la dirigente comunista Dolores Ibárruri, “la Pasionaria”, que ocupaba un local cercano desde hacía poco y tal vez temía también por su propia instalación, alejó a los violentos proclamando que “este edificio es del pueblo y es para el pueblo”. La iglesia se salvó de la destrucción total, pero fue saqueada, las imágenes profanadas y sus dependencias utilizadas como cárcel.

Los siete monjes del priorato dejaron el edificio y se refugiaron en casas de amigos y parientes. Tres de ellos sobrevivirían, los otros cuatro alcanzaron el martirio. La web www.beatosdesilos.es recuerda sus figuras.

El prior se arriesgaba para celebrar misa
El prior, padre José Antón Gómez, natural de Hacinas (Burgos), disolvió la comunidad el 19 de julio de 1936 y buscó refugio en casa de algunos amigos y finalmente en una pensión. Era políglota, un fino intelectual, profesor de Humanidades, bibliotecario, consejero… Durante el mes de agosto arriesgaba su vida todos los días para acudir a la embajada de Rumanía, donde había muchos refugiados de la guerra, para celebrar con ellos la Eucaristía. Fue detenido el día 24 de septiembre, conducido a la checa de Fomento y fusilado en la Ciudad Universitaria, en la carretera de Andalucía, al día siguiente.

El subprior ya vivió la persecución mexicana
El padre Antolín Pablos, natural de Lerma (Burgos), era el subprior y tenía 69 años cuando lo asesinaron en el término de Soto de Aldovea, en Torrejón de Ardoz, el 8 de noviembre de 1936. Ya había vivido otra persecución, la de Carranza en México, de donde fue expulsado en 1919 como tantos otros misioneros extranjeros. Allí había fundado, en la capital, el monasterio de San Rafael. Pasó un tiempo refugiado en Cuba antes de volver a Madrid. Fue detenido en octubre de 1936.

De conferenciante en un ateneo, a preso en otro
El padre Rafael Alcocer era madrileño, licenciado en filosofía y letras, escritor y buen orador. Publicó libros sobre literatura árabe, y obras biográficas sobre Santo Domingo de Silos y Santa Teresa, amén de trabajos sobre el Año Litúrgico. Como orador y conferenciante, fueron famosas sus conferencias en la Universidad de Madrid y en el Ateneo de Valladolid. En la persecución buscó refugio en casa de un amigo librero de la calle Alberto Aguilera, pero fue descubierto el 30 de septiembre por milicianos de la CNT y llevado al Ateneo Libertario de la calle Ferraz. Coincidió allí con el párroco de Horche (Guadalajara), Antonio Cortés Moral. Se confesaron mutuamente y fueron fusilados juntos el 4 de octubre en el barrio de la Elipa.

El que puso la bandera blanca
El padre Luis Vidaurrázaga fue fusilado en la cuesta de la Elipa el 31 de diciembre de 1936, con 35 años. Era de Bilbao, el más joven de la comunidad, y el último en abandonar la iglesia. El 20 de junio, ante las acusaciones absurdas de que el templo era usado por francotiradores, y estando rodeado de milicianos, colocó ante todos una bandera blanca en la torre para expresar su carácter de edificio civil, no combatiente. Fue el día antes del asalto al templo. Aunque se le liberó tras una primera detención, la segunda ya condujo a su ejecución.

Estos cuatro mártires se unen a los casi 60 hermanos de la Orden de San Benito que también dieron su vida en la persecución religiosa de los años 30 en España: 20 del monasterio de Montserrat en Cataluña, 18 del monasterio de Barbastro, 19 del monasterio de Viaceli (Cantabria) y dos monjas del Císter de Algemesí (Valencia).

Lo que enseña San Benito
Los monjes de Montserrat de Madrid reparten estos días su libreto para la beatificación con esta enseñanza: «San Benito, en el capítulo IV de su Regla, recuerda al monje que ha de “amar a los enemigos” y “sufrir persecución por causa de la justicia”. Es más, el monje, como el cristiano, ha de “orar por los enemigos en el amor a Cristo”. Los padres José, Antolín, Rafael y Luis sabían de memoria la Santa Regla e intentaban llevar a la práctica estos consejos en su vida diaria. Quizá nunca pensaron que la fidelidad al Evangelio y a la norma monástica les llevarían un día a entregar su vida por amor a Cristo y a su Iglesia. Cuando este momento llegó, no vacilaron».

Publicado en Biografías, Comunidad, Orden benedictina, Testimonios | Comentarios desactivados en FIDELIDAD AL EVANGELIO Y A LA NORMA MONÁSTICA

SAN JUDAS TADEO – 28 de Octubre

Ribera-Saint Jude Thaddée-Rennes, MBA.jpgHoy la Iglesia celebra la fiesta de San Judas Tadeo, uno de los apóstoles de Jesús (no el Iscariote) que es presentado en los Evangelios como «hermano de Santiago», patrono de las causas imposibles.

Probablemente era hermano de Santiago el Menor y primo de Jesús. Se le atribuye la epístola que lleva su nombre, donde se presenta a  sí mismo como servidor de Jesucristo y hermano de Santiago.

Predicó en Mesopotamia y luego marchó a Persia, donde junto a Simón sufrieron el martirio en la ciudad de Suanis, según la tradición recogida por el martirologio romano.

En sus Revelaciones, Santa Brígida cuenta que el Señor Jesús la exhorta a que cuando necesitara conseguir ciertos favores los pidiera por medio de este apóstol. Es por ello que la devoción a San Judas Tadeo es muy grande dentro de la piedad popular, a causa de los numerosos favores que por su intercesión le son concedidos a quienes le rezan con fe.

Se le representa con una imagen de Cristo en el pecho, a causa de su parentesco con el Señor, de quien la tradición cuenta que era muy parecido. También se le representa con un mazo, pues según la tradición le dieron muerte con este instrumento de un golpe en la cabeza, para luego cortársela con un hacha.

Su fiesta se celebra el 28 de Octubre, junto con la fiesta de San Simón.

No es patrono de delincuentes ni narcos y su culto no es compatible con la llamada “Santa Muerte”

En el año 2008 y mediante un comunicado la Arquidiócesis primada de México aclaró que San Judas Tadeo no es el «santo» de los delincuentes o narcotraficantes; y que la llamada «santa muerte» no es una devoción compatible con la identidad católica.

En el comunicado titulado «San Judas Tadeo y algunas desviaciones de su culto», la Arquidiócesis explicó que «por todos es sabido que muchas personas que delinquen consideran a San Judas como su santo patrono», este santo «de ningún modo se vería en el cielo intercediendo ante Dios a favor de quienes actúan en forma contraria a los mandamientos de Cristo, entre ellos, violentando los preceptos de No Matarás, No robarás, No cometerás adulterio».

La Arquidiócesis señaló que la Iglesia alienta las manifestaciones populares de auténtica devoción; pero aclaró que es su obligación señalar que «en algunos casos existen serias incompatibilidades» con las enseñanzas católica.

El comunicado aclaró que la devoción a San Judas Tadeo «es totalmente contraria al culto a la llamada “Santa Muerte”, pues “Cristo mismo venció a la muerte al resucitar glorioso del sepulcro, prometiendo vida eterna para quienes cumplen con los mandamientos de la ley de Dios».

El culto a la «Santa Muerte», vinculado a prácticas de brujería e intensificado en la cercanía de la fiesta de los Fieles Difuntos, se ha popularizado en los últimos años en algunas regiones de México.

El comunicado señaló que «la Biblia claramente señala que no se puede servir a dos amos, de modo que quienes buscan a Cristo a través de su amor a San Judas Tadeo, deben estar conscientes de que ante todo, deben cumplir con los mandamientos que el Señor nos dio. De otra forma, se cae en la aberración y en el absurdo».

CONOCEMOS A SAN JUDAS TADEO

  1. Tadeo significa “magnánimo”

    La tradición en la Iglesia llama a este apóstol Judas Tadeo. Los Evangelistas San Mateo y San Marcos lo nombran simplemente “Tadeo” (Mt 10, 3; Mc 3, 18) y Lucas lo denomina “Judas de Santiago” (Lc 6, 16; Hch 1, 13). Judas significa “alabanzas sean dadas a Dios”. No se sabe exactamente de dónde proviene el sobrenombre Tadeo y se considera que viene del arameo “taddà’”, que quiere decir “pecho” y por lo tanto significaría “magnánimo”. O tal vez surgió de la abreviación de un nombre griego como “Teodoro, Teódoto”.

    2. Era primo de Jesús

    Hay quienes afirman que San Judas Tadeo era hermano del Apóstol Santiago, el hijo de Alfeo (Cleofás), quien era hermano del justo San José. Según sostiene un documento publicado por la Congregación para el Clero,  Cleofás se casó con María de Cleofás, después de enviudar de su primer matrimonio del que nació San Judas Tadeo.Esta otra María es la «hermana» de la Virgen María que estaba al pie de la cruz (Jn. 19,25). Por lo tanto, Santiago el Menor y Judas serían primos de Jesús y sobrinos de San José y la Santísima Virgen. Sin embargo, no se ha logrado especificar si María de Cleofás era “hermana” de sangre de la Virgen María o sólo su cuñada porque en ese tiempo se llamaba  “hermanos” a los parientes en general.

    3. Era muy parecido a Jesús

    Se suele representar a San Judas Tadeo con un medallón en el pecho que tiene el rostro de Cristo. Esto debido al parecido no sólo físico, sino también espiritual del popular santo con Jesús. Además lleva una llama de fuego en la cabeza porque recibió al Espíritu Santo en Pentecostés.

    Otros artistas lo muestran portando una Biblia en referencia al libro que lleva su nombre. En su mano sostiene un hacha, que hace mención a su martirio, o un bastón como símbolo de las grandes distancias que recorrió mientras predicaba.

    4. Murió mártir junto a San Simón

    San Judas Tadeo predicó primero en Judea, luego pasó a Mesopotamia y finalmente en Persia. Ahí se reunió con el apóstol San Simón y juntos combatieron las herejías de Zaroes y Arfexat, dos sacerdotes paganos que levantaron al pueblo contra las obras de los apóstoles. Ambos apóstoles recibieron juntos la corona del martirio y por eso la Iglesia los celebra el mismo día. Las reliquias de los Santos se encuentran en un altar de la Basílica de San Pedro en el Vaticano.

    5. Tuvo una visión de Jesús antes de morir

    Judas Tadeo y Simón buscaron alojamiento donde un discípulo llamado Semme. A la mañana siguiente unos sacerdotes idólatras con una gran multitud rodearon la casa y exigieron a Semme que les entregara a los apóstoles o quemarían la casa. Los santos se entregaron, pero no pudieron hacer que adoren a sus ídolos.

    Antes de morir San Judas miró a San Simón y le dijo que veía al Señor que los llamaba hacia Él. Según la antigua tradición, a San Simón lo mataron cortando su cuerpo en dos y a San Judas Tadeo le cortaron la cabeza con un hacha. La Iglesia en occidente los celebra el 28 de octubre.

    6. Es patrono de las causas imposibles

    Santa Brígida de Suecia, mística y patrona de Europa, escribió que un día Jesús le recomendó que cuando quisiera obtener ciertos favores, los pidiera por medio de San Judas Tadeo. Por esta razón es considerado patrono de las causas imposibles y comparte este patronazgo con Santa Rita de Cascia.

    7. Tiene una epístola en la Biblia

    La Epístola o Carta de Judas forma parte del Nuevo Testamento y es atribuida a San Judas Tadeo. Fue escrita en griego entre los años 62-65, antes de la caída de Jerusalén. La escribe un Judas, hermano de Santiago, y no está dirigida a ninguna persona, ni Iglesia en particular.

    En ella se reprende a los falsos maestros y se hace una invitación a mantener la pureza de la fe. La carta termina con una bella oración que dice: “Al único Dios que es nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea la gloria, el honor, la fuerza y el poder, desde antes de todos los tiempos, ahora y para siempre. Amén”.

    8. La Iglesia no avala las polémicas cadenas de oración

    Con frecuencia circulan en Internet y en papeles dejados en hogares o templos, una supuesta “Cadena o Novena Milagrosa a San Judas Tadeo” que exige que se comparta el contenido a un número determinado de personas y en un lapso de tiempo para obtener bendiciones y amenaza con males a quienes rompan su circulación. El origen es desconocido, pero la Iglesia no avala estas iniciativas.

    Si uno desea consagrarse a San Judas Tadeo, puede usar la siguiente oración:

    San Judas, Apóstol de Cristo y Mártir glorioso, deseo honrarte con especial devoción. Te acojo como mi patrón y protector. Te encomiendo mi alma y mi cuerpo, todos mis intereses espirituales y temporales y asimismo los de mi familia. Te consagro mi mente para que en todo proceda a la luz de la fe; mi corazón para que lo guardes puro y lleno de amor a Jesús y María; mi voluntad para que, como la tuya, esté siempre unida a la voluntad de Dios.

    Te suplico me ayudes a dominar mis malas inclinaciones y tentaciones evitando todas las ocasiones de pecado. Obtenedme la gracia de no ofender a Dios jamás, de cumplir fielmente con todas las obligaciones de mi estado de vida y practicar las virtudes necesarias para salvarme.

    Ruega por mí, Santo Patrón y auxilio mío, para que, inspirado con tu ejemplo y asistido por tu intercesión,  pueda llevar  una vida santa, tener una  muerte dichosa y alcanzar la gloria del Cielo donde  se ama  y da  gracias a  Dios eternamente.  Amén.

 

Publicado en Biografías | Comentarios desactivados en SAN JUDAS TADEO – 28 de Octubre

NORMAS SOBRE LA SEPULTURA DE LOS DIFUNTOS Y CONSERVACIÓN DE LAS CENIZAS

JPII3La  Santa Seda a través de la Congregación para la Doctrina de la Fe ha publicado un nuevo documento en el que se recuerdan las normas sobre la sepultura de los muertos y sobre todo la conservación de las cenizas. Así, prohíbe su dispersión «en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos».

A continuación, el texto correcto de la instrucción:

1: Para resucitar con Cristo, es necesario morir con Cristo, es necesario «dejar este cuerpo para ir a morar cerca del Señor» (2 Co 5, 8). Con la Instrucción Piam et constantem del 5 de julio de 1963, el entonces Santo Oficio, estableció que «la  Iglesiaaconseja vivamente la piadosa costumbre de sepultar el cadáver de los difuntos», pero agregó que la cremación no es «contraria a ninguna verdad natural o sobrenatural» y que no se les negaran los sacramentos y los funerales a los que habían solicitado ser cremados, siempre que esta opción no obedezca a la «negación de los dogmas cristianos o por odio contra la religión católica y la Iglesia» . Este cambio de la disciplina eclesiástica ha sido incorporado en el Código de Derecho Canónico (1983) y en el Código de Cánones de las Iglesias Orientales (1990).

Mientras tanto, la práctica de la cremación se ha difundido notablemente en muchos países, pero al mismo tiempo también se han propagado nuevas ideas en desacuerdo con la fe de la Iglesia. Después de haber debidamente escuchado a la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el Consejo Pontificio para los Textos Legislativos y muchas Conferencias Episcopales y Sínodos de los Obispos de las Iglesias Orientales, la Congregación para la Doctrina de la Fe ha considerado conveniente la publicación de una nueva Instrucción, con el fin de reafirmar las razones doctrinales y pastorales para la preferencia de la sepultura de los cuerpos y de emanar normas relativas a la conservación de las cenizas en el caso de la cremación.

2. La resurrección de Jesús es la verdad culminante de la fe cristiana, predicada como una parte esencial del Misterio pascual desde los orígenes del cristianismo: «Les he trasmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura. Se apareció a Pedro y después a los Doce» (1 Co 15,3-5).

Por su muerte y resurrección, Cristo nos libera del pecado y nos da acceso a una nueva vida: «a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos… también nosotros vivamos una nueva vida» (Rm 6,4). Además, el Cristo resucitado es principio y fuente de nuestra resurrección futura: «Cristo resucitó de entre los muertos, como primicia de los que durmieron… del mismo modo que en Adán mueren todos, así también todos revivirán en Cristo» (1 Co 15, 20- 22).

Si es verdad que Cristo nos resucitará en el último día, también lo es, en cierto modo, que nosotros ya hemos resucitado con Cristo. En el Bautismo, de hecho, hemos sido sumergidos en la muerte y resurrección de Cristo y asimilados sacramentalmente a él: «Sepultados con él en el bautismo, con él habéis resucitado por la fe en la acción de Dios, que le resucitó de entre los muertos» (Col 2, 12). Unidos a Cristo por el Bautismo, los creyentes participan ya realmente en la vida celestial de Cristo resucitado (cf. Ef 2, 6).

Gracias a Cristo, la muerte cristiana tiene un sentido positivo. La visión cristiana de la muerte se expresa de modo privilegiado en la liturgia de la Iglesia: «La vida de los que en ti creemos, Señor, no termina, se transforma: y, al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo». Por la muerte, el alma se separa del cuerpo, pero en la resurrección Dios devolverá la vida incorruptible a nuestro cuerpo transformado, reuniéndolo con nuestra alma. También en nuestros días, la Iglesia está llamada a anunciar la fe en la resurrección: «La resurrección de los muertos es esperanza de los cristianos; somos cristianos por creer en ella».

3. Siguiendo la antiquísima tradición cristiana, la Iglesia recomienda insistentemente que los cuerpos de los difuntos sean sepultados en los cementerios u otros lugares sagrados.

En la memoria de la muerte, sepultura y resurrección del Señor, misterio a la luz del cual se manifiesta el sentido cristiano de la muerte, la inhumación es en primer lugar la forma más adecuada para expresar la fe y la esperanza en la resurrección corporal.

La Iglesia, como madre acompaña al cristiano durante su peregrinación terrena, ofrece al Padre, en Cristo, el hijo de su gracia, y entregará sus restos mortales a la tierra con la esperanza de que resucitará en la gloria.

Enterrando los cuerpos de los fieles difuntos, la Iglesia confirma su fe en la resurrección de la carne, y pone de relieve la alta dignidad del cuerpo humano como parte integrante de la persona con la cual el cuerpo comparte la historia. No puede permitir, por lo tanto, actitudes y rituales que impliquen conceptos erróneos de la muerte, considerada como anulación definitiva de la persona, o como momento de fusión con la Madre naturaleza o con el universo, o como una etapa en el proceso de re-encarnación, o como la liberación definitiva de la “prisión” del cuerpo.

Además, la sepultura en los cementerios u otros lugares sagrados responde adecuadamente a la compasión y el respeto debido a los cuerpos de los fieles difuntos, que mediante el Bautismo se han convertido en templo del Espíritu Santo y de los cuales, «como herramientas y vasos, se ha servido piadosamente el Espíritu para llevar a cabo muchas obras buenas».

Tobías el justo es elogiado por los méritos adquiridos ante Dios por haber sepultado a los muertos, y la Iglesia considera la sepultura de los muertos como una obra de misericordia corporal.

Por último, la sepultura de los cuerpos de los fieles difuntos en los cementerios u otros lugares sagrados favorece el recuerdo y la oración por los difuntos por parte de los familiares y de toda la comunidad cristiana, y la veneración de los mártires y santos.

Mediante la sepultura de los cuerpos en los cementerios, en las iglesias o en las áreas a ellos dedicadas, la tradición cristiana ha custodiado la comunión entre los vivos y los muertos, y se ha opuesto a la tendencia a ocultar o privatizar el evento de la muerte y el significado que tiene para los cristianos.

4. Cuando razones de tipo higiénicas, económicas o sociales lleven a optar por la cremación, ésta no debe ser contraria a la voluntad expresa o razonablemente presunta del fiel difunto, la Iglesia no ve razones doctrinales para evitar esta práctica, ya que la cremación del cadáver no toca el alma y no impide a la omnipotencia divina resucitar el cuerpo y por lo tanto no contiene la negación objetiva de la doctrina cristiana sobre la inmortalidad del alma y la resurrección del cuerpo.

La Iglesia sigue prefiriendo la sepultura de los cuerpos, porque con ella se demuestra un mayor aprecio por los difuntos; sin embargo, la cremación no está prohibida, «a no ser que haya sido elegida por razones contrarias a la doctrina cristiana».

En ausencia de razones contrarias a la doctrina cristiana, la Iglesia, después de la celebración de las exequias, acompaña la cremación con especiales indicaciones litúrgicas y pastorales, teniendo un cuidado particular para evitar cualquier tipo de escándalo o indiferencia religiosa.

5. Si por razones legítimas se opta por la cremación del cadáver, las cenizas del difunto, por regla general, deben mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia o en un área especialmente dedicada a tal fin por la autoridad eclesiástica competente.

Desde el principio, los cristianos han deseado que sus difuntos fueran objeto de oraciones y recuerdo de parte de la comunidad cristiana. Sus tumbas se convirtieron en lugares de oración, recuerdo y reflexión. Los fieles difuntos son parte de la Iglesia, que cree en la comunión «de los que peregrinan en la tierra, de los que se purifican después de muertos y de los que gozan de la bienaventuranza celeste, y que todos se unen en una sola Iglesia».

La conservación de las cenizas en un lugar sagrado puede ayudar a reducir el riesgo de sustraer a los difuntos de la oración y el recuerdo de los familiares y de la comunidad cristiana. Así, además, se evita la posibilidad de olvido, falta de respeto y malos tratos, que pueden sobrevenir sobre todo una vez pasada la primera generación, así como prácticas inconvenientes o supersticiosas.

6. Por las razones mencionadas anteriormente, no está permitida la conservación de las cenizas en el hogar. Sólo en casos de graves y excepcionales circunstancias, dependiendo de las condiciones culturales de carácter local, el Ordinario, de acuerdo con la Conferencia Episcopal o con el Sínodo de los Obispos de las Iglesias Orientales, puede conceder el permiso para conservar las cenizas en el hogar. Las cenizas, sin embargo, no pueden ser divididas entre los diferentes núcleos familiares y se les debe asegurar respeto y condiciones adecuadas de conservación.

7. Para evitar cualquier malentendido panteísta, naturalista o nihilista, no sea permitida la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos, teniendo en cuenta que para estas formas de proceder no se pueden invocar razones higiénicas, sociales o económicas que pueden motivar la opción de la cremación.

8. En el caso de que el difunto hubiera dispuesto la cremación y la dispersión de sus cenizas en la naturaleza por razones contrarias a la fe cristiana, se le han de negar las exequias, de acuerdo con la norma del derecho.

El Sumo Pontífice Francisco, en audiencia concedida al infrascrito Cardenal Prefecto el 18 de marzo de 2016, ha aprobado la presente Instrucción, decidida en la Sesión Ordinaria de esta Congregación el 2 de marzo de 2016, y ha ordenado su publicación. Roma, de la sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, 15 de agosto de 2016, Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María.

 

Publicado en Reflexiones | Etiquetado | Comentarios desactivados en NORMAS SOBRE LA SEPULTURA DE LOS DIFUNTOS Y CONSERVACIÓN DE LAS CENIZAS

SAN BERNARDO CALBÓ – 25 de Octubre

Español, hijo de uno de los caballeros que rescató Tarragona de manos de los infieles, y se estableció en esa región en la época de la Reconquista; por tanto, Bernardo pertenecía a una familia de relevancia social. Nació en 1180 y fue el tercero de cinco hijos, tres hermanos y una hermana. Creció en la masía de Calbó, y cuando llegó la hora de orientar su futuro profesional se decantó por las leyes. Posiblemente estudió esta carrera en la universidad de Bolonia, como hizo san Raimundo de Peñafort, contemporáneo suyo, aunque los datos de esta etapa de su vida no han podido ser contrastados con rigor por parte de los hagiógrafos. En 1209 se le sitúa en Tarragona, asistiendo jurídica y administrativamente al arzobispado. Su quehacer en esa época pudo no estar guiado por el juicio de Dios y sí por el de esa clase de hombres que no tienen consideraciones a la hora de proceder. Hasta que una grave enfermedad le dio un toque de alerta definitivo alrededor de sus 30 años.

Vislumbrando la voluntad de Dios, y fallecido ya su padre, con la salud recobrada en 1215 se unió a la comunidad cisterciense de Santes Creus, Tarragona. Dio este paso en contra del parecer de los suyos, que es el signo compartido por quienes sintiéndose llamados por Dios se deciden a seguirle afrontando el veto que en sus propios hogares pueden querer imponerles. Ha sido frecuente en todas las épocas de la historia que los más cercanos se dispongan a dar su beneplácito a los hijos si la vía del matrimonio es la elegida, pero no han sido siempre tan benévolos cuando éstos piensan establecer su compromiso con Dios. Toda la apertura, la comprensión y aceptación –a veces de lo objetivamente dañino–, que tantos jóvenes reciben hoy día de sus progenitores, se torna en intransigencia en no pocas ocasiones cuando se trata de dar alas a la vocación religiosa.

En su propio tiempo, Bernando, haciendo caso omiso del juicio negativo que su decisión había suscitado en sus parientes, al integrarse en el monasterio generosamente legó sus pertenencias a su madre y al resto de su familia en un testamento redactado ese mismo año 1215 que revocaba otro anterior. Extrayendo el néctar de la regla cisterciense, fiel al evangelio, hizo de la caridad el hilo conductor de su entrega, única vía para alcanzar la unión con las Personas Divinas. Era bien conocido por los tarraconenses por tratarse de uno de los canónigos de la catedral, elegido también su vicario. Durante doce años de austeridad, oración y penitencia, aquilató su donación en el convento. Fueron sus edificantes virtudes las que se tuvieron en cuenta en el momento en que se planteó la sucesión del abad Ramón cuando éste falleció. Nadie dudó de que Bernardo sería el idóneo para proseguir manteniendo el espíritu observante del monasterio. Y en torno a 1225 asumió esta responsabilidad.

Su labor apostólica no se limitó a la formación de los monjes, sino que fue director espiritual de las religiosas cistercienses de Valldonzella. Esta comunidad se había establecido en Santa Creu d’Olorde en las cercanías de Vallvidrera y quedaron sujetas (fueron donadas) por iniciativa del obispo de Barcelona, Berenguer de Palou, quien las puso bajo la tutela de la Orden del Císter, dependiente del monasterio de Santes Creus. El abad Bernardo fue cofundador de esta comunidad que bajo su amparo vivió una época de gran florecimiento apostólico. También contribuyó a mantener vivo el espíritu reformador de la abadía cisterciense de Ager, Lérida.

En esta época de reconquista, dos figuras señeras de la historia mallorquina, Ramón y Guillermo de Montcada, muy estimados por el rey Jaime I el Conquistador, se disponían a partir a Mallorca para rescatarla. Antes se despidieron del abad Bernardo y se sintieron confortados con su consejo y aliento. Ambos murieron en la batalla de Porto Pi, y a Bernardo le tocó dar cristiana sepultura a sus restos en el monasterio de Santes Creus. En 1230 integró el grupo de electores, entre los que se hallaba san Raimundo de Peñafort, y unidos al arzobispo de Tarragona designaron al obispo de la reconquistada Mallorca. Entre tanto, los rasgos de su piedad y caridad se prodigaban dentro y fuera de la comunidad. Manifestaba una predilección por los enfermos.

Cuando el prelado Guillermo de Tavertet dejó vacante la sede de Vic, Bernardo fue elegido para sucederle dada su trayectoria espiritual y apostólica. A su esmerada formación teológica se unía la prudencia, discreción y exquisitez en el trato. Asumir este oficio supuso para él una contrariedad. Su vocación se hallaba en el silencio del claustro. Pero convencido de que el nombramiento obedecía a la voluntad divina, lo acogió e implantó el espíritu monástico en la sede episcopal. Convivió junto a una comunidad de cuatro monjes que le acompañaron hasta su muerte secundándole en todas las tareas de su ministerio que, naturalmente, tenían el signo de la auténtica consagración. Bernardo fue un insigne Pastor que veló por la liturgia y por la formación de los sacerdotes. Fue enérgico y exigente con su forma de vida. Se distinguió también por la modestia, la generosidad, la bondad, y la caridad. En el ejercicio de su misión llevó consigo la reconciliación y la paz.

El papa Gregorio IX, conocedor de sus virtudes y valía pastoral, pensó en él para luchar contra los valdenses designándole inquisidor en 1232. El santo monje luchó contra los albigenses, y se implicó en la guerra de Valencia firmando la capitulación en 1238. Por su valor fue recompensado por el rey Jaime I. En 1239 y en 1243 participó en sendos concilios provinciales. El 26 de octubre de este último año entregó su alma a Dios con fama de santidad. Antes de cumplirse seis meses de su muerte su vida comenzó a ser examinada por una comisión de canónigos. En 1338 se abrió el proceso de su canonización. Clemente XI en un breve apostólico fijó la fecha de su celebración dentro del císter el 26 de septiembre de 1710.

Publicado en Biografías, Comunidad | Comentarios desactivados en SAN BERNARDO CALBÓ – 25 de Octubre