En el continente africano están algunas de las zonas del mundo con mayor índice de pobreza: el hambre, la guerra, las rivalidades étnicas, la violación de derechos humanos , el desconcierto político, el comercio de armas, la deuda internacional, los refugiados y los prófugos, la propagación de enfermedades,… La Iglesia en África denuncia y combate todo aquello que envilece y destruye a la persona.
Pero al hablar de la persona hay que subrayar la situación en la que se encuentran tantas mujeres africanas donde no solamente no se reconoce su dignidad, sino que sufre permanentes vejaciones y olvido de los derechos más inalienables.
La mujer africana está llena de valores: respeto, comprensión, entrega, sacrificio, alegría, ayuda al débil, aprecio a las personas más allá de diferencias; todo un capital humano, pero ese capital es ni más ni menos que “el amor más grande de Dios a favor de la humanidad”.
Nigeria es el país más poblado —7º del mundo, con alrededor de 166 millones de personas— y étnicamente más diverso de África. Conviven en él más de 250 etnias, lo que históricamente ha provocado conflictos políticos, territoriales, culturales y económicos… La fe divide a Nigeria en dos: por un lado, los musulmanes -50%-, religión mayoritaria y predominante en el norte, y por otro, los cristianos -40%- siendo los católicos los más numerosos, que se agrupan en los estados del sur. En los últimos 20 años, las disputas entre ambos han dejado más de 12.000 muertos. El motivo principal son las presiones de los musulmanes para que el Gobierno instaure la Ley Islámica o sharia. A pesar de la llegada de la democracia, los conflictos en Nigeria no se solucionaron.
Sirva esta introducción para conocer un poco el país de procedencia de las dos nuevas hermanas que se han incorporado a nuestra Comunidad Benedictina de “Santa Cruz” en Sahagún, ellas pertenecen a la Comunidad Benedictina de la capital de Nigeria, Abuja.
Esta Comunidad se creó por designio divino. El obispo de Abuja en su visita “Ad Límina” al Santo Padre —Juan Pablo II— en Roma, (la visita que todos los obispos diocesanos deben realizar cada 5 o 10 años a «los umbrales de San Pedro y San Pablo». El objetivo de la visita no es tan sólo visitar la tumba de los apóstoles sino el de informar al Papa, cada cierto período, el estado de la diócesis que gobiernan) coincidió con una monja benedictina nigeriana, viendo la labor y el espíritu de la Orden, pidió su colaboración para ir a realizar una fundación en Abuja. Ella accedió y poco a poco lo que fue un deseo se transformó en realidad y la Comunidad se vio bendecida con muchas vocaciones, jóvenes dispuestas a seguir a Cristo a la sombra de la Orden Benedictina, que se forman en el estudio, oración y labor. Y como siempre “Dios escribe con renglones torcidos” de esta joven y vitalizante comunidad, las hermanas sor María Gabriela y sor María Alfonsa, han decidido venir a nuestro monasterio de Santa Cruz, como savia de primavera que sin duda transformara con nuevos frutos el árbol Benedictino de Sahagún.
Sean bienvenidas a esta su Comunidad, donde les deseamos la alegría, la paz y la felicidad que nace del amor a Cristo y a sus hermanos.
Dios y san Benito las bendiga por su entrega generosa.