La hora de la verdad: Jesús vino a sufrir (VII)

Entierro de Caravaggio

El entierro

Jesús murió en víspera de la Pascua judía, luego había que darse prisa para enterrarlo. José de Arimatea realizó los trámites burocráticos y prácticos pertinentes. Fue trasladado a un sepulcro nuevo; limpiaron a Jesús cuidadosamente de sus coágulos, tierra, sudor… y después empleando una fuerza considerable, lograron cruzar los rígidos brazos sobre el pubis. El trabajo de la mortaja completa —nuevo lavado con agua caliente, untarlo con aloe y mirra y vendarlo— quedó a medias; el cadáver fue colocado en la antecámara mortuoria (no en el lugar definitivo: la cámara interior; allí sería colocado cuando terminaran de amortajarlo las mujeres, según las leyes y costumbres del pueblo judío), sobre un lienzo de varios metros, que doblaron por la parte superior de la cabeza, cubriendo toda la parte anterior del cuerpo. Añadieron un paño que partiendo del mentón cubría parte de las mejillas sujetándose en lo alto de la cabeza, su finalidad era mantener la boca cerrada. Luego pusieron dos monedas de cobre, una sobre cada párpado para que estos no se abrieran. Antes de marcharse rodaron la piedra redonda que estaba en el exterior, quedando así cerrada la entrada del sepulcro.

Recopilado del libro «Así murió Jesús» del Dr. C. Cabezón Martín

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