La muerte
Jesús sufrió: Una exagerada contractura muscular generalizada —tetanización— y calambres, con un dolor terrible. Una fiebre superior a 40º y un frio corporal intenso. Un sudor exagerado, en chorro hacia los pies formando charco, debido a la posición de los brazos en cruz soportando tanto peso sobre ellos (95 kg aprox. en cada brazo). Una gravísima hipotensión, incompatible con la vida. Insuficiencia renal y hepática. Trastornos del ritmo cardíaco. Dificultad respiratoria con asfixia.
La situación fue irreversible y a pesar de su naturaleza joven y robusta no pudo aguantar más y murió. Su corazón se paró en diástole «E inclinando la cabeza expiró». Jesús murió antes del atardecer.
Recopilado del libro «Así murió Jesús» del Dr. C. Cabezón Martín